LAOS 5 - 6: Luang Prabang I

18 y 19 de diciembre de 2019 En este post os resumiremos los dos primeros días que pasamos en Luang Prabang. La mañana del primero cogimos una minivan desde Vang Vieng a Luang Prabang, donde llegamos a primera hora de la tarde. Empleamos el resto del día a dar una primera vuelta por su centro, visitando el Palacio Real. Al día siguiente, antes del alba, salimos a ver la ceremonia del tak bat, y después nos acercamos al mercado matutino. El resto del día continuamos explorando el centro de la ciudad, visitando el Wat Xieng Thong y subiendo a la colina de Phu Si. Luang Prabang fue el principal motivo de nuestra mini ruta por Laos, ya que a menudo se la considera como la ciudad mas bonita de toda Asia. La historia de la ciudad es interesantísima, y está íntimamente ligada a la de Laos. Históricamente el pueblo lao estuvo dominado por los grandes imperios regionales, como el jemer de Angkor.
18 y 19 de diciembre de 2019
En este post os resumiremos los dos primeros días que pasamos en Luang Prabang. La mañana del primero cogimos una minivan desde Vang Vieng a Luang Prabang, donde llegamos a primera hora de la tarde. Empleamos el resto del día a dar una primera vuelta por su centro, visitando el Palacio Real. Al día siguiente, antes del alba, salimos a ver la ceremonia del tak bat, y después nos acercamos al mercado matutino. El resto del día continuamos explorando el centro de la ciudad, visitando el Wat Xieng Thong y subiendo a la colina de Phu Si.
Luang Prabang fue el principal motivo de nuestra mini ruta por Laos, ya que a menudo se la considera como la ciudad mas bonita de toda Asia. La historia de la ciudad es interesantísima, y está íntimamente ligada a la de Laos. Históricamente el pueblo lao estuvo dominado por los grandes imperios regionales, como el jemer de Angkor. Sin embargo en el siglo XIV un príncipe lao (Fa Ngum, figura casi venerada actualmente en el país) se casó con una princesa jemer y fundó Lan Xang, el primer reino independiente lao. Luang Prabang se convirtió en su capital y en todo un centro religioso budista de la región al construirse fastuosos templos. El reino duró hasta el siglo XVIII, en el que fue conquistado por el reino tailandés de Siam. La única forma de librarse de los tailandeses fue convertirse en un protectorado francés un siglo después. Los franceses permitieron reinar a los reyes lao, pero eran ellos quienes realmente gobernaron el país. Como consecuencia de la presencia francesa se construyeron por toda la ciudad edificios de estilo colonial. La mezcla de la arquitectura tradicional laosiana de los templos y la colonial de los edificios civiles le valió a la ciudad la inscripción en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
El primer día partimos en una minivan de Vang Vieng destino a Luang Prabang (70.000 kips). El viaje duró unas 4 horas e hicimos una breve parada de 10 minutos a medio camino. Para nuestra sorpresa la minivan nos dejó en Nualuang, una estación de bus solitaria situada al sur de la ciudad, bastante lejos del centro. Unos tuktuks se encargaron de organizar el traslado de los viajeros hasta cada uno de sus hoteles. A nosotros nos cobraron 15.000 kips a cada uno, y nos dejaron justo enfrente de nuestro alojamiento, el Kinnaly Place House. Era una pequeña guesthouse situada en pleno centro de Luang Prabang, a corta distancia de los principales puntos de interés de la ciudad (sin duda, este es su principal punto fuerte). Nuestra habitación era relativamente pequeña y prácticamente sin mobiliario. La falta de armarios era muy incómoda, ya que tampoco había espacio físico para dejar el equipaje en el suelo. Las ventanas además no tenían cristales así que se oía todo el ruido de la calle, aunque por fortuna la zona era relativamente tranquila. El desayuno estaba incluido y consistía en una carta donde podías elegir lo que querías, aunque la calidad de la comida estaba bastante por debajo de la de los alojamientos anteriores. La habitación nos salió por 30 € la noche, un precio que nos pareció caro por lo cutre que era, así que no recomendaríamos este alojamiento a no ser que a alguien le compense su fenomenal ubicación.
Nuestra habitación
No nos entretuvimos demasiado en la habitación y nos lanzamos a descubrir Luang Prabang. Al empezar a pasear por sus calles nos quedamos maravillados ante sus edificios coloniales fantásticamente bien conservados. El ambiente nos pareció muy auténtico pese a ser un lugar muy turístico, lleno de occidentales. Parecía que sus calles habían cambiado poco desde que los franceses alzaran aquellas casas. No había ningún edificio nuevo o feo que alterara la estética. Nos dimos cuenta que no resultaba nada exagerado considerar aquella ciudad una de las mas bonitas de Asia, ya que no llevábamos ni una hora allí y ya se estaba convirtiendo en una de nuestras preferidas.
Centro de Luang Prabang
Diferentes casas coloniales
Calles del centro
Nos llegamos hasta el Palacio Real (entrada 30.000 kips), la morada de los últimos reyes de Laos. De hecho, fue construido a principios del siglo XX durante el periodo colonial francés, y fue abandonado por el último rey en 1975 al triunfar la revolución comunista en Laos. Actualmente es un museo donde se exhiben diversos objetos relacionados con la familia real. En el interior se hace un recorrido por las diferentes estancias del palacio (no se pueden hacer fotos), que se encuentran muy bien conservadas, con muebles originales y todo. La sala mas opulenta es la sala del trono, adornada con infinidad de vidrieras que tapizan las paredes. Pero el resto de habitaciones nos parecieron bastante normalitas. No hace falta pagar la entrada si se quiere pasear por los jardines o entrar en el Haw Pha Bang, un templo construido hace pocos años para albergar el Phra Bang, una pequeña escultura de buda muy venerada por los laosianos, y que se cree que data de la época jemer.
Entrada del Palacio Real
Haw Pha Bang
El Palacio Real se visita bastante rápido, así que todavía nos quedó tiempo ver algunos de los muchos templos que hay en el centro. Empezamos por el pequeño Wat Choum Khong, rodeado por unas pequeñas casas donde viven los monjes. Junto a él está el Wat Xieng Mouane, con una fachada ricamente decorada con ornamentaciones doradas y frescos. Y finalmente dimos un vistazo al Wat Pa Phai, un templo encantador rodeado por frondosos jardines, ideales para combatir el calor que hacía.
Wat Choum Khong (izq.) y Wat Xieng Mouane (dcha.)
Wat Pa Phai
Volvimos al alojamiento a ducharnos y a descansar un poco. Después salimos a tomar algo por el centro, para disfrutar del apacible y tranquilo ambiente. Nos instalamos en el Sena restaurant, que tenía unas mesas en una terraza que miraba a la calle principal. Tomamos una cerveza y un zumo y pedimos para picar una especie de croquetas de mozzarella que no estaban mal (aunque nos sablearon 77.000 kips por todo, casi 8 €). Después fuimos hacia la zona del mercado nocturno, todo un hervidero de gente, lleno de puestos donde vendían ropa y baratijas. Al final del mercado nocturno hay un callejón lateral en el que están agolpados todos los puestos de comida. Como a nosotros nos encantan estos puestos callejeros asiáticos nos metimos en él para cenar algo. Principalmente los puestos vendían todo tipo de brochetas, de carne o pescado. Algunos tenían una pequeña zona con mesas y bancos para degustar las viandas. Dimos con uno con gran variedad de brochetas y con sitio libre para sentarnos; pedimos brochetas de pollo, de salchicha laosiana y cerdo, y nos parecieron deliciosas. Junto con una cerveza nos salieron por 45.000 kips, un superprecio.
Tomando algo en una terraza (izq.) y paseando por el mercado nocturno (dcha.)
Puestos de brochetas del mercado nocturno
Nuestras brochetas (las troceaban antes de servírtelas)
Al día siguiente nos levantamos antes del amanecer, a las 5 de la mañana, para asistir a la ceremonia del tak bat. Es una ceremonia religiosa budista en la que los monjes salen de sus templos cada día al alba para recorrer la ciudad y recoger las ofrendas en forma de comida o dinero que les quieran dar los fieles. Una parte de lo que recogen es para su propio sustento, pero otra parte importante es donada a los pobres. Cuando salimos a la calle hacía frío y estaba casi totalmente oscuro. En la calle Sakkaline Road ya se agolpaba una gran cantidad de gente a la espera del paso de los monjes, y aquí vimos la peor cara de esta ceremonia sagrada: unos vendedores habían dispuesto asientos y luces para el acomodo de turistas (en su mayoría, chinos), ofreciéndoles también el arroz (por un módico precio) para que lo dieran los monjes. La manada de turistas había llegado en varias minivans, y formaban una larga fila continua. Los monjes llegaron de improviso, con sus túnicas naranjas, para recoger sus ofrendas. Algunos turistas tenían comportamientos poco respetuosos, haciendo fotos con flash a los monjes o a muy poca distancia. Aquello nos dejó muy mal sabor de boca, y recordamos algunos artículos que habíamos leído que hablaban de cómo el tak bat se había convertido en casi un espectáculo turístico. La comitiva dejó atrás a los turistas chinos y torció precisamente por la calle de nuestro alojamiento. Allí es donde empezamos a ver el verdadero tak bat. Encontramos unos cuantos chavales harapientos a los que los monjes dieron parte del arroz que momentos antes les habían dado. Enfilaron la vuelta por Kounxoau Road, donde encontramos pequeños grupos de fieles, mayormente laosianos, que respetuosamente fueron repartiendo su arroz entre la comitiva. Allí es donde se respiraba el sentido religioso de aquella ceremonia, que disfrutamos mucho. Hay que decir que los monjes van con un paso muy rápido y en menos de una hora ya no quedaba rastro de ninguna comitiva. También subrayar que en la época que fuimos nosotros a la hora del tak bat está casi totalmente oscuro, y Luang Prabang no tiene apenas iluminación artificial.
Monjes recogiendo ofrendas durante el tak bat
Aprovechamos lo pronto que era para ir al mercado matutino de la ciudad. Es un mercado muy auténtico, donde los campesinos van a vender sus productos y los locales van a comprar la comida del día. Como es normal en este tipo de mercados, la carne no estaba en las mejores condiciones de conservación, y se podían ver los diferentes cortes a la intemperie. Después volvimos al alojamiento para desayunar y hacer una siesta matutina.
Mercado matutino de Luang Prabang
Diferentes puetos de comida
Sobre las 11 volvimos a salir, esta vez hacia la parte oriental del centro de Luang Prabang. Esta zona alberga algunas grandes mansiones coloniales simplemente fascinantes. La verdad es que el paseo por aquella ciudad era una atracción turística en si mismo. Como el resto de la ciudad, estaba salpicada por espléndidos templos, pero decidimos entrar solo en el Wat Sensoukaram. Este es uno de los mas bellos de Luang Prabang, sobre todo por su hermosa fachada dorada y roja. Precisamente la mezcla entre los templos y las casas coloniales era una de las cosas que mas nos gustó de la ciudad.
Wat Sensoukaram
Wat Sensoukaram
Mansiones coloniales
Centro de Luang Prabang
Casi en el extremo de la península donde se asienta el centro de la ciudad está su templo mas importante, el Wat Xieng Thong (entrada 20.000 kips). Sus orígenes se remontan al siglo XVI y hasta el fin de la monarquía laosiana fue el lugar de coronación de sus reyes. El templo principal (llamado “sim”) es realmente impresionante, con un tejado en tres niveles y una fachada ricamente decorada. El interior no le va a la zaga, lleno de adornos dorados y de esculturas de budas. Estuvimos un buen rato apreciando todos sus detalles, tanto por dentro como por fuera. Alrededor del sim hay otros pequeños edificios igualmente magníficos, como una biblioteca, unas estupas doradas o capillas. Aunque de entre ellos destaca el gran edificio del Hor Latsalat , construido para albergar la carroza funeraria real de los últimos reyes de Laos. Aunque es un edificio moderno, se construyó en estilo tradicional lao, con una fachada labrada digna de ver. Sin temor a equivocarnos, el Wat Xieng Thong es uno de los templos budistas mas bonitos de Asia.
Sim del Wat Xieng Thong
Detalles del sim
Hor Latsalat
Diferentes edificios del Wat Xieng Thong
A continuación nos llegamos a la punta de la península, donde hay uno de los puentes de bambú de la ciudad. Durante la temporada seca se construyen estos puentes temporales que permiten cruzar el río; para cruzar hay que pagar, y nosotros nos animamos a hacerlo nuestro último día en la ciudad. Luego deshicimos el camino hacia la parte occidental del centro por la orilla del Mekong. Pensamos que la zona sería pintoresca al tener al lado el gran río, pero la mayoría de las casas eran grandes hoteles relativamente nuevos, lo que le quitaba gran parte del encanto, aunque seguían la arquitectura colonial. Para resguardarnos un poco del calor inclemente que hacía decidimos tomar algo en el Garden Café. Pedimos una cerveza y un coco frío, junto con una tapa de pollo rebozado bastante bueno (62.000 kips).
Puente de bambú
Almorzando algo
Una vez que recargamos fuerzas nos acercamos a la zona del Palacio Real, donde se encuentra uno de los caminos de ascenso a Phu Si (entrada 20.000 kips), la colina sagrada de Luang Prabang. Se trata de una pequeña montaña que se encuentra en pleno centro de la ciudad y de la que se dice que alberga una gran naga (serpiente mitológica) que la protege. Se trata de un lugar religioso, pero que atrae a mucha gente por sus vistas. Antes de iniciar el ascenso le dimos un vistazo al Wat Pa Huak, un pequeño templo con unos fascinantes frescos del siglo XIX. El ascenso se hace por unas escaleras y en la cumbre hay un mini templo, el Wat Chom Si. Lo mas interesante son las espectaculares vistas que hay de toda la ciudad, donde se pueden apreciar perfectamente sus casas coloniales. Decidimos bajar por otro sendero, que sale hacia el noreste, a lo largo del cual se pueden encontrar diferentes santuarios pertenecientes al Wat Prah Buddhabat. Algunos están medio ocultos en cuevas, y como curiosidad en uno de ellos se conserva una “huella de Buda” de tamaño gigantesco. Bajamos de Phu Si por su extremo norte, cerca de donde se halla otro de los puentes de bambú de la ciudad.
Wat Pa Huak (izq.) y ascenso a la colina (dcha.)
Vistas desde lo alto de Phu Si
Templo del Wat Prah Buddhabat
Con esto dimos por concluido nuestro paseo por el centro de Luang Prabang. Junto con el que habíamos hecho el día anterior ya habíamos visto la gran mayoría de puntos de interés de la ciudad. La verdad es que Luang Prabang nos encantó, y colmó las altas expectativas que teníamos. Pasear entre sus casas coloniales y templos es simplemente una delicia. Aunque se trata de un lugar muy turístico, la ciudad ha sabido conservar su identidad y los edificios nuevos orientados al turismo no tienen un impacto visual sobre la estética de las casas coloniales. Eso hace que el ambiente sea muy auténtico. Realmente, vale mucho la pena de visitar, y por sus buenas conexiones aéreas, es posible hacerlo desde muchas ciudades del sudeste asiático. Además, la ciudad tiene en sus alrededores lugares naturales con espectaculares paisajes, como veríamos el día siguiente.
Así pues, volvimos al alojamiento para ducharnos y descansar un rato. Para cenar decidimos volver al mercado nocturno como la noche anterior. Casualmente volvimos al mismo puesto de brochetas, ya que tenía una mesa libre. Pero esta vez nos emocionamos pidiendo brochetas (panceta, pescado, salchicha, pollo y cerdo) y al final nos costó acabárnoslas. Junto con una cerveza, esta vez nos salió todo por 90.000 kips (la brocheta de pescado era muy cara).
Nuestras brochetas

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