16 y 17 de diciembre de 2019
En este post os explicaremos los dos días que estuvimos en Vang Vieng, aunque realmente solo pudimos aprovechar bien el segundo. La mañana del primero cogimos una minivan desde Vientián a Vang Vieng, donde llegamos por la tarde. El resto de ella hicimos una corta excursión por sus arrozales hasta el mirador de Pha Poak. El día siguiente lo empleamos en hacer una ruta en bici para disfrutar de sus paisajes, subiendo además al mirador Pha Ngern. La mañana del primer día no tuvimos que madrugar demasiado ya que nuestra minivan salía de Vientián a las 9:30 h. Los billetes los habíamos comprado en nuestro hotel el día anterior, después de comprobar que en todos los sitios ofertaban los mismos horarios y con el mismo precio (70.000 kips). La minivan tardó tres cuartos de hora en llegar, ya que recogía a cada viajero en su hotel, y fuimos los últimos. El viaje se hizo muy pesado, ya que los asientos no eran muy cómodos, aunque agradecimos la pausa de 20 minutos que hicieron hacia la mitad de camino. Finalmente tardamos unas 4 horas en llegar a nuestro destino: Vang Vieng. Antaño fue un destino muy popular entre los jóvenes que buscaban alcohol y drogas.
16 y 17 de diciembre de 2019
En este post os explicaremos los dos días que estuvimos en Vang Vieng, aunque realmente solo pudimos aprovechar bien el segundo. La mañana del primero cogimos una minivan desde Vientián a Vang Vieng, donde llegamos por la tarde. El resto de ella hicimos una corta excursión por sus arrozales hasta el mirador de Pha Poak. El día siguiente lo empleamos en hacer una ruta en bici para disfrutar de sus paisajes, subiendo además al mirador de Pha Ngern.
La mañana del primer día no tuvimos que madrugar demasiado ya que nuestra
minivan salía de
Vientián a las 9:30 h. Los billetes los habíamos comprado en nuestro hotel el día anterior, después de comprobar que en todos los sitios ofertaban los mismos horarios y con el mismo precio (70.000 kips). La minivan tardó tres cuartos de hora en llegar, ya que recogía a cada viajero en su hotel, y fuimos los últimos. El viaje se hizo muy pesado, ya que los asientos no eran muy cómodos, aunque agradecimos la pausa de 20 minutos que hicieron hacia la mitad de camino. Finalmente tardamos unas 4 horas en llegar a nuestro destino:
Vang Vieng. Antaño fue un destino muy popular entre los jóvenes que buscaban alcohol y drogas. Pero por fortuna las autoridades rectificaron y empezaron a sacarle partido a sus espectaculares paisajes, con lo que su turismo ha cambiado mucho los últimos años. Su oferta de alojamientos es extensísima, para todos los gustos y bolsillos; nosotros habíamos reservado en el
Jasmine Hotel un pequeño establecimiento con habitaciones amplias y limpias con todo lo necesario. Aunque su localización no es muy céntrica, ese es un punto positivo al no haber ruido por la noche. El desayuno estaba incluido y consistía en una carta de diferentes platos que te cocinaban al momento, la verdad es que estaba muy bien. La habitación nos salió por 29 € la noche, un buen precio para lo que obtuvimos a cambio.
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Nuestro hotel en Vang Vieng |
Descansamos un poco en la habitación, pero no mucho, ya que nos quedaban unas pocas horas de luz solar. Salimos a hacer una excursión corta, la que lleva al
mirador de Pha Poak, como una primera toma de contacto con los paisajes de la zona. Al atravesar el puente del río nos quedamos maravillados ante los espectaculares paisajes de Vang Vieng, con sus escarpados acantilados cubiertos de bosque. El primer tramo de la excursión discurre por unos arrozales que en aquella época estaban secos después de haber sido recogida la cosecha (en otra época con los arrozales verdes debe ser una zona muy bonita). No tardamos mucho en llegar a la base del mirador de Pha Poak, y para nuestra sorpresa había que pagar entrada (10.000 kips). El ascenso es un poco difícil y lento, ya que se hace a través de senderos pedregosos y de escaleras de madera medio rotas ancladas en la roca. Hay que tomárselo con tiempo y tranquilidad, suerte que las hermosas vistas de las montañas y de Vang Vieng compensan el esfuerzo. En total tardamos un par de horas en hacer la excursión, que pese a las dificultades nos gustó.
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Vista de las montañas de Vang Vieng desde el río |
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Atravesando los arrozales camino del mirador |
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Subiendo el sendero al mirador |
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Vistas del mirador |
Después de darnos una ducha, salimos a cenar por Vang Vieng. En la calle principal la oferta de restaurantes es enorme. Nosotros elegimos el
Banking, un pequeño restaurante especializado en carnes a la brasa. Así que pedimos pato a la brasa y una mezcla de carne de cerdo a la barbacoa, con un poco de arroz glutinoso para acompañar. Además nos obsequiaron con una especie de ensalada con fideos. La comida en general nos gustó, y nos salió por 74.000 kips (unos 7 €) juntamente con dos cervezas, así que nos pareció un gran precio.
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Nuestra primera cena en Vang Vieng |
Para el día siguiente habíamos planeado hacer una ruta por libre por el
oeste de Vang Vieng para disfrutar de sus paisajes. Esta ruta se puede hacer en muchos medios de transporte: a pie, bici, moto e incluso buggie. En nuestra opinión la mejor opción sería la moto, pero como nosotros no habíamos llevado nunca ninguna nos decantamos por la
bici (25.000 kips todo el día). Para empezar la ruta tuvimos que atravesar un curioso puente de peaje (6.000 kips por cada bici), el único que permite cruzar el río a los vehículos (el que habíamos usado el día anterior es peatonal). Empezamos a pedalear en serio en un entorno idílico: una gran llanura de campos de arroz rodeado de imponentes montañas. La carretera es ideal para ir en bici, sin mucho desnivel ni circulación, pudiendo ir parando sin problemas para desfrutar mejor del paisaje. Enseguida encontramos el desvío hacia el
mirador de Pha Ngern, al que íbamos a subir para disfrutar de las vistas (entrada 10.000 kips). La subida nos pareció extenuante, y entrañaba algo de dificultad por las muchas rocas que había. En el último tramo hay que incluso caminar por encima de ellas, así que hay que ir lento. Finalmente tardamos unos 45 minutos en llegar al mirador, pero el esfuerzo quedó compensado por las espectaculares vistas de que disfrutamos.
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Atravesando el puente de peaje |
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Subiendo al mirador |
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Vistas desde el mirador de Pha Ngern |
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Disfrutando de las vistas |
Al bajar del mirador estábamos hechos polvo, aparte de la subida a este mirador todavía arrastrábamos el cansancio de la subida del día anterior… Por eso decíamos que la mejor opción para la ruta es la moto, porque así puedes subir al mirador descansado. Continuamos la ruta hacia el oeste, salpicada de pequeños pueblos y de algunas cuevas que se pueden visitar (nosotros preferimos disfrutar del paisaje). La carretera acaba en el Blue Lagoon, uno de los lugares mas populares de Vang Vieng, una especie de piscina natural donde darse un baño para aplacar el calor. Nosotros no entramos y cogimos el desvío que lleva al mirador de Nam Xai. A partir de allí la carretera ya no está asfaltada y se transforma en una pista muy polvorienta y pedregosa, nada agradable para ir en bici. Cuando llegamos a la base del mirador estábamos tan cansados que desechamos la idea de hacer otra subida, aunque algunas personas con las que hablamos nos dijeron que valía la pena. Iniciamos la vuelta hacia Vang Vieng, disfrutando del paisaje enrojecido por el atardecer. Finalmente tardamos unas 5 horas en hacer toda la ruta, incluyendo la subida al mirador. Nos pareció una ruta estupenda para descubrir los paisajes de Vang Vieng, así que la recomendamos al 100%.
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En bici por Vang Vieng |
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Disfrutando de los paisajes en nuestra ruta |
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Paisajes de Vang VIeng |
Volvimos al hotel para darnos una mas que necesaria ducha, ya que estábamos casi rebozados del polvillo rojo de la última pista de la ruta. Después salimos a cenar por el centro y nos dejamos caer en el
Labieng, un restaurante que se veía un poco mas chic que los otros. Pedimos una sopa de fideos con pollo y un pad ki mao (una versión lao del pad thai). La comida nos pareció deliciosa, y junto con una cerveza y una limonada nos salió solo por 67.000 kips (unos 6 €), ¡un super-precio!
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Nuestra segunda cena en Vang Vieng |
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