RUMANÍA 6: Bucovina (monasterios pintados)

17 de Octubre de 2012 Este día iba a ser uno de los más esperados de nuestro viaje, por fin veríamos los famosos monasterios pintados de Bucovina. En este orden, vimos los de Humor, Voroneț, Moldoviţa, Sucevița y Arbore, y además los de Putna y Dragomirna que no son pintados. Toda una sobredosis de iglesias que valió mucho la pena. Los monasterios pintados de Bucovina fueron construidos entre los siglos XV y XVI y decorados con frescos exteriores pocos años después. Estas pinturas estaban dirigidas a los campesinos y soldados que se refugiaban tras los muros de los monasterios durante las invasiones otomanas.

17 de Octubre de 2012

Este día iba a ser uno de los más esperados de nuestro viaje, por fin veríamos los famosos monasterios pintados de Bucovina. En este orden, vimos los de Humor, Voroneț, Moldoviţa, Sucevița y Arbore, y además los de Putna y Dragomirna que no son pintados. Toda una sobredosis de iglesias que valió mucho la pena.

Ver Rumanía 6: Bucovina en un mapa más grande

Los monasterios pintados de Bucovina fueron construidos entre los siglos XV y XVI y decorados con frescos exteriores pocos años después. Estas pinturas estaban dirigidas a los campesinos y soldados que se refugiaban tras los muros de los monasterios durante las invasiones otomanas. Para que el pueblo analfabeto las pudiera comprender, estos frescos tenían unas representaciones humanas muy realistas, muchas veces encuadradas en paisajes circundantes, para que les resultaran familiares. Fueron realizadas con pigmentos naturales de la época y es casi un milagro que hayan aguantado en tan buen estado de conservación hasta nuestros días.

Después de la paliza de coche del día anterior, decidimos dormir un poco más aquel día y acercarnos a desayunar algo en una panadería del centro de Gura Humorului. Para visitar el primer monasterio del día solo tuvimos que conducir unos pocos kilómetros: era el Mănăstirea Humor, del siglo XVI. En sus frescos exteriores, que estaban en peor estado que en otros monasterios, predominaba el color rojo. En ellos se representan diferentes escenas bíblicas de la Virgen y algunos hechos históricos como el asedio a Constantinopla.

Mănăstirea Humor

Mănăstirea Humor

Mănăstirea Humor

Tras pasar por el pórtico, adornado con una gran escena del “Juicio Final”, entramos al pequeño interior, igualmente adornado con frescos. Realmente estas iglesias pintadas son algo muy singular, es de esos sitios que justifican un viaje. Toda una maravilla!

Mănăstirea Humor

Mănăstirea Humor, interior 

Mănăstirea Humor, interior 

A pocos kilómetros del de Humor estaba el siguiente monasterio, el Mănăstirea Voroneț, uno de los que más nos gustó. Este monasterio es famoso por lo bien conservados que están sus frescos, donde predomina el color azul (de hecho, este color concreto se le conoce como “azul de Voroneț”). En el muro meridional había un gran mural del “Árbol de Jessé”, acompañado de otros frescos más pequeños como el de “San Jorge matando al dragón”.

Mănăstirea Voroneț

Mănăstirea Voroneț, árbol de Jessé

Mănăstirea Voroneț, San Jorge matando al dragón

Una de las escenas más impactantes que vimos fue la del muro occidental (nártex), “El Juicio Final”. Es una toda una joya, nos quedamos un buen rato contemplando las diferentes figuras que explican este episodio bíblico. Como en la gran mayoría de iglesias de Bucovina, en el muro norte los frescos estaban casi destruidos debido al viento frío.

Mănăstirea Voroneț

Mănăstirea Voroneț, el Juicio Final

El interior era muy pequeño y oscuro, y los frescos recubrían prácticamente cada palmo de pared. En teoría no se podían hacer fotos, pero como un grupo de curas lo hacían, nosotros no podían ser menos. Al final las monjas les riñeron a ellos...

Mănăstirea Voroneț, interior

Mănăstirea Voroneț, interior

El monasterio de Voroneț nos gustó muchísimo, fue uno de nuestros preferidos de cuantos vimos aquel día. Para llegar al siguiente, el Mănăstirea Moldoviţa, teníamos que conducir un poco más, unos 35 km. Al igual que las dos iglesias anteriores, los frescos cubren su fachada sur, pero esta vez con preeminencia del color amarillo. Las escenas más grandes son un árbol de Jessé y el asedio a Constantinopla. Eran impresionantes, nos quedamos un rato para poder contemplar todas las magníficas escenas del muro.

Mănăstirea Moldoviţa

Mănăstirea Moldoviţa

Mănăstirea Moldoviţa, asedio de Constatinopla 

Mănăstirea Moldoviţa

El interior es acogedor y oscuro, y también adornado con frescos. La visita se hizo un poco dificultosa debido a un gran grupo de austríacos que se hallaba allí en ese momento. Al lado de la iglesia había un pequeño museo gratuito bastante interesante, donde nos sorprendió un trono de Ștefan cel Mare (Esteban el Grande). En general esta iglesia nos gustó mucho, es otra de las visitas obligadas de la ruta de los monasterios de Bucovina.

Mănăstirea Moldoviţa , interior

Mănăstirea Moldoviţa, interior 

Para llegar al siguiente monasterio tuvimos que hacer una ruta más larga, ya que había que atravesar las montañas de Obcina Mare. La carretera va ascendiendo hasta el Pasul Ciumârna, un puerto de montaña con unos paisajes increíbles, de lo mejor de nuestro viaje: ante nuestros ojos se extendía un panorama de bosques de coníferas, hayas y arces, parcheado con pastos para el ganado y pequeñas casas de campesinos. Toda una postal del paisaje rural rumano más auténtico!

Pasul Ciumârna

Pasul Ciumârna

Pasul Ciumârna

Después de bajar del puerto enseguida llegamos al fantástico Mănăstirea Sucevița, sin duda el mejor de Bucovina. A diferencia de las otras iglesias que habíamos visto, sus altos muros protegieron los frescos de la pared septentrional del viento del norte, de forma que se conservan bastante bien estas pinturas. Este muro, además, tiene uno de los frescos más interesantes y bonitos que vimos: la “escala de las virtudes”, que representa los 30 pasos que hay que dar para llegar al paraíso. Un grupo de ángeles sostiene a los virtuosos para ayudarles a subir, y los condenados caen a un abismo infernal.

Mănăstirea Sucevița

Mănăstirea Sucevița, muro norte

Mănăstirea Sucevița, escala de las virtudes

El muro meridional también es espectacular, y está dominado por un gran fresco del árbol de Jessé. En el pórtico hay la misma escena de “El juicio final” que habíamos visto en otras iglesias, pero tan restaurada que parecía nueva.

Mănăstirea Sucevița, muro sur

Mănăstirea Sucevița, árbol de Jessé

El interior era muy similar a los de las otras iglesias de Bucovina. En una primera estancia había un grupo de restauradores, reconstruyendo con gran cuidado las pinturas, con lo que apenas las pudimos ver.

Mănăstirea Sucevița, interior

Eran sobre las 2 de la tarde y ya habíamos visto los monasterios pintados más importantes, e íbamos bien de tiempo. Después de un almuerzo rápido, decidimos desviarnos algo de la ruta para ver el monasterio de Putna. Pero mientras atravesábamos el pueblo de Bivolăria, un policía rumano nos dio el alto. La comunicación era difícil, ya que él solo conocía las palabras “speed limit” en inglés. Nos dimos cuenta que nos multarían por exceso de velocidad, a nosotros que siempre nos adelantaban todos los conductores rumanos! La verdad es que íbamos un poco rápido para ser dentro de poblado, a unos 70 km/h cuando deberíamos ir a 50 km/m. Pero en aquel tramo del pueblo apenas había casas y en Rumanía en general la gente no reduce la velocidad cuando entra en poblado y sigue circulando a 90 km/h. De forma que el policía nos llevo al coche patrulla donde nos mostró la grabación en video de nuestro coche con la sobreimpresión de la velocidad. Al principio nos querían hacer pagar 140 lei por superar mas de 20 km/h el límite, pero después fueron comprensivos y consideraron que no habíamos sobrepasado tanto el límite, con lo que nos rebajaron a 70 lei la multa. Mientras nos despedimos diciéndoles muchos “mulţumesc”, el policía que nos atendió no paraba de repetir “speed limit!”.

Después del incidente con la policía, llegamos al Mănăstirea Putna, un monasterio del siglo XV destruido y reconstruido en muchas ocasiones. La iglesia era sencilla y sin frescos en el exterior. Lo más interesante estaba en el interior, ya que alberga la tumba de Ștefan cel Mare, el rey Esteban III de Moldavia (“el Grande”), uno de los héroes nacionales en su lucha contra los otomanos. El sepulcro real de mármol era bastante sencillo para la importancia del personaje, pero parecía que todos los visitantes acudían para presentarle sus respetos.

Mănăstirea Putna

Mănăstirea Putna, interior

Mănăstirea Putna, tumba de Ștefan cel Mare

El monasterio de Putna no valía mucho la pena, perdimos mucho tiempo desviándonos para verlo. Volvimos hacia al sur para ver la Biserica Arbore, una iglesia pintada que no estaba dentro de un monasterio como las otras. Quizás eso explica que sus frescos exteriores se encontraran en tan mal estado. En la pared meridional se intuían escenas del Juicio Final, aunque muy desgastadas. El interior casi no lo pudimos ver, ya que lo estaban rehabilitando y estaba lleno de bastidas. Es una iglesia para visitar solo si sobra tiempo.

Biserica Arbore

Biserica Arbore

Ya empezaba a atardecer, pero como teníamos algo de tiempo antes que se hiciera de noche, decidimos acercarnos al Mănăstirea Dragomirna, un monasterio de monjas fundado en el siglo XVII. El exterior de la iglesia no tiene pinturas, cuando se construyó ya había pasado la época de pintar el exterior. Aún así tiene un diseño interesante: un campanario alto (el más alto de Bucovina) y una anchura que no llega a los 10 m. El interior no era muy interesante y no se podían hacer fotos. Dragomirna tenía cierto interés, pero después de pasar todo el día viendo iglesias puede llegar a saturar.

Mănăstirea Dragomirna

Mănăstirea Dragomirna

Y con este monasterio dimos por concluida la jornada turística del día. Las iglesias pintadas de Bucovina son una de las mejores atracciones turísticas del país, pero reconocemos que después ver unas cuantas te puedes saturar. Las mejores para nosotros son Sucevița, Voroneț y Moldoviţa (en este orden), y las menos interesantes las de Humor y Arbore (aquí no contamos Putna y Dragomirna, que no son pintadas).

Lo que nos quedaba de día decidimos pasarlo en Suceava, la capital de Bucovina. Al acercarnos al centro ya era de noche, y estaba todo muy oscuro y dormido, no invitaba demasiado a pasear y decidimos ir a cenar. Tiramos de Lonely Planet para elegir el sitio, el restaurante B+B, según la guía uno de los mejores de Rumanía. El establecimiento es bastante familiar y casero. Nos sorprendió que no hubiera carta, en vez de eso los platos estaban escritos en varias pizarras colgadas de las paredes. El propietario sabía inglés y nos ayudó a decidirnos: de primero pedimos unas bors, un tipo de sopa ácida, concretamente bors de peşte (con pescado) y bors ardenalesc (con carne ahumada). De segundo comimos cordero al horno y tochitura moldoveneasca (que ya habíamos probado, pero en este caso era más una especie de estofado de chistorras), ambas cosas acompañadas de mămăligă y de brânză. Y de postre sendos clatite con brânză al horno. Estaba todo riquísimo, aunque no se si nos atreveríamos a decir que este es uno de los mejores restaurantes como dice la Lonely. Lo único negativo fue que no tuvieran ninguna cerveza rumana para acompañar los buenos platos rumanos, algo imperdonable (tuvimos que conformarnos con una cerveza Efes turca). Los dos menús con las bebidas nos costaron 65 lei (unos 14 euros), algo más de lo que solíamos pagar, pero también con más platos de los que solíamos comer.

nuestras bors en el B+B de Suceava

B+B de Suceava

Puedes leer el resto de entradas de este viaje aquí