16 de Octubre de 2012
Ese día teníamos una de las rutas en coche más largas, más de 300 km por sinuosas carreteras, lo cual se traduciría en muchas horas al volante. Dejaríamos atrás Transilvania y exploraríamos Moldavia, uno de los tres reinos históricos rumanos. Por el camino veríamos el cañón de Bicaz, el Lacul Roșu y alguno de los fantásticos monasterios moldavos (Bistrița, Agapia y Neamț), antes de hacer noche en Gura Humorului (Bucovina).
Ver Rumanía 5: Moldavia en un mapa más grande
Empezamos el día con un buen desayuno en la Koronka Panzió, a base de embutidos, queso y mămăligă. El primer tramo de la ruta fue de más de 3 h por carreteras provinciales en un estado que dejaba que desear. Tras ese tiempo llegamos al Lacul Roșu o lago Rojo, un popular centro de vacaciones rumano bastante aletargado en aquella época. Este lago es uno de los más conocidos del país por su color rojizo, debido a los óxidos de hierro que tienen los materiales de las montañas. Sin embargo, cuando fuimos nosotros no tenía para nada ese color, seguramente por las cuantiosas lluvias que habían caído los días anteriores. Otro hecho curioso son los troncos de árboles que se encuentran dentro del lago, haciendo un ángulo de 45º. Estuvimos un rato caminando por el sendero que rodea el lado este del lago, la verdad es que los paisajes eran muy bonitos. En la cabecera del lago había muchos hoteles, restaurantes y tiendas de souvenirs, la gran mayoría cerrados.
Lacul Roșu
Lacul Roșu
Lacul Roșu
Un poco más adelante entramos en el Cheile Bicazului o cañón de Bicaz, un estrecho congosto que atraviesa los Cárpatos y comunica Transilvania con Moldavia. Durante un tramo de unos kilómetros, la carretera se interna en las gargantas con unos acantilados a lado y lado de 300 m de alto, formando unos paisajes espectaculares. Aprovechamos para ir parando para poder apreciar mejor el congosto. Algunos pasos eran realmente muy estrechos, a parte del río Bicaz y de la carretera, los acantilados no dejaban espacio para mucho más. En algunos sitios un poco más anchos se habían construido unas casas de madera para la venta de souvenirs, pero en aquella época no debían hacer mucho negocio.
cañón de Bicaz, con algunos puestos de souvenirs
cañón de Bicaz
Dejamos atrás el cañón de Bicaz y nos internamos en Moldavia. Esta región rumana se llama igual que el país exsoviético, ya que antiguamente formaban parte de un único reino. Al llegar al pueblo de Bicaz, subimos por una carretera para ver el Lacul Izvorul Muntelui, un lago represado sin mucho interés, pero con unos paisajes circundantes bastante bonitos.
paisaje moldavo desde el Lacul Izvorul Muntelui
El condado de Moldavía en la que estábamos, Neamț, tiene un gran número de monasterios. Como íbamos bien de tiempo, decidimos acercarnos a ver alguno. Además, el primero de ellos, el Mănăstirea Bistrița, nos venía prácticamente de camino. Este monasterio es del siglo XV y es uno de los más antiguos de la región. Al entrar, a Neus la hicieron taparse con una especie de bata oscura larga que le llegaba a los pies, ya que allí vivían monjes ortodoxos. Después nos fijamos que todas las mujeres que visitaban el monasterio iban vestidas con falda larga y pañuelo en la cabeza. Tras los gruesos muros había varias dependencias monásticas y su notable iglesia, cuyo interior estaba cubierto de frescos modernos. Al salir del monasterio aprovechamos para hacer un nuevo almuerzo a base de queso de Bran.
Mănăstirea Bistrița
Mănăstirea Bistrița
Mănăstirea Bistrița
Unos kilómetros mas allá decidimos parar en el Mănăstirea Agapia, el que más nos gustó de los que vimos aquel día. Es un monasterio de monjas fundado en el siglo XVII que respiraba una gran harmonía. Está completamente rodeado por un edificio cuadrado que alberga las habitaciones de las monjas, impecablemente pintado y decorado, con geranios alegrando las balaustradas de madera. Lo más interesante de la iglesia eran los frescos del siglo XIX. Valió la pena desviarse para verlo!
Mănăstirea Agapia
Mănăstirea Agapia
Mănăstirea Agapia
Cerca se hallaba el Mănăstirea Neamț, el monasterio masculino más grande de Rumanía, del siglo XV. Pero nosotros cometimos un error garrafal: paramos a ver una iglesia pensando que era la del monasterio, y resultó ser la Biserica Sf. Ioan Iacob, construida hace pocos años. El monasterio estaba un par de kilómetros carretera arriba... y nos quedamos sin verlo.
Biserica Sf. Ioan Iacob, la cual confundimos con el monasterio de Neamț
Biserica Sf. Ioan Iacob
Como se estaba haciendo tarde decidimos no volver a parar hasta Gura Humorului, donde dormiríamos las dos próximas noches. Nuestro alojamiento era la Pensiunea Boculet, una pensión a la que nos costó un poco llegar, pese a que había algunos carteles que señalaban su ubicación. Al llegar nos encontramos ante un gran edificio completamente a oscuras, no había nadie ni en la casa particular ni en la zona de las habitaciones. Menos mal que llevábamos apuntado un teléfono, y al llamar una señora nos indicó que enseguida vendrían a abrirnos la habitación. Al cabo de un cuarto de hora se presentó una chica joven que no sabía ni papa de inglés, que nos mostró la habitación con baño, bastante básica pero muy bien por 80 lei la noche.
nuestra habitación de la Pensiunea Boculet, Gura Humorului
La zona donde estaba la pensión era residencial, de casas unifamiliares, así que decidimos acercarnos en coche al centro para cenar. No había mucho para escoger, y nos decantamos por Pizza Sasu. Pedimos una pizza y un scrijele, un plato típico del norte a base de patatas en lonchas horneadas y embutido frío, la verdad es que era un poco raro... Junto con una buena cerveza Ursus, la cena nos costó 53 lei (unos 11 euros).
cenando scrijele en Pizza Sasu, Gura Humorului
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