ISLANDIA 3: Landmannalaugar

22 de julio de 2011 Este iba a ser un día para no olvidar por las maravillas que veríamos. Nuestro objetivo era Landmannalaugar, una zona volcánica con unos paisajes increíbles que justifican el viaje a la isla. El problema de esta zona es la dificultad para acceder a ella, únicamente se puede hacer por carreteras F para 4x4. Como nosotros habíamos alquilado un coche normal, solo teníamos dos opciones para llegar a allí: coger un autobús de línea o contratar un tour. La opción más económica era coger el bus de Reykjavík Excursions. El problema es que solo hay un bus de ida y vuelta diario, y según el horario solo podríamos estar allí unas pocas horas y con la angustia de no perder el bus.

22 de julio de 2011

Este iba a ser un día para no olvidar por las maravillas que veríamos. Nuestro objetivo era Landmannalaugar, una zona volcánica con unos paisajes increíbles que justifican el viaje a la isla.

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El problema de esta zona es la dificultad para acceder a ella, únicamente se puede hacer por carreteras F para 4x4. Como nosotros habíamos alquilado un coche normal, solo teníamos dos opciones para llegar a allí: coger un autobús de línea o contratar un tour.

La opción más económica era coger el bus de Reykjavík Excursions. El problema es que solo hay un bus de ida y vuelta diario, y según el horario solo podríamos estar allí unas pocas horas y con la angustia de no perder el bus.

La segunda opción era contratar un tour en jeep en alguna de las muchas compañías que van a Landmannalaugar. Después de buscar mucho por Internet, la que ofrecía una mejor tarifa era South Iceland Adventure, 27900 ISK por persona en un tour privado. En las empresas más famosas (que salen en las guías) este tour valía 37900 ISK y se hacia en jeep compartido. Al ser privado se amoldaron a lo que nosotros queríamos: hacer un trekking de 3 horas. En este tour nos acercaban también a ver el temido volcán de Hekla.

paisaje de Landmannalaugar

Nos dijeron que nos pasarían a buscar por la granja a las 10 h. Pocos minutos después se presentó allí un jeep enoooorme conducido por un chico joven, el que sería nuestro guía. Durante el camino él no paraba de explicarnos cosas interesantes del país o de las tierras que atravesábamos. También nos preguntaba cosas, con lo que puso a prueba nuestro inglés patatero. Era un tipo curioso, el guía, parecía tener una necesidad imperiosa de hablar: cuando no hablaba con nosotros, llamaba por el móvil a alguien (allí o no está prohibido o todo el mundo lo hace). Según nos contó, tenía un historial laboral muy variopinto, ya que además de guía turístico, había trabajado en una granja de caballos y como técnico de sonido en varios conciertos musicales.

jeep en el que hicimos el tour

Tardamos unas 2 horas y media en hacer el viaje de ida. Al principio circulamos por carreteras de asfalto y algunas de gravilla. Los últimos 30 km la carretera era exclusiva para 4x4 (F208). Después de vadear un par de ríos, llegamos a Landmannalaugar. Aparcamos en una enorme zona de acampada llena de tiendas. También había un refugio y un par de edificios con todos los servicios. El guía nos presentó a sus padres, que estaban por allí, y aprovechamos para comer con ellos.

zona de acampada de Landmannalaugar, con el Bláhnúkur al fondo

Después de comer iniciamos el trekking, que consistía en subir a la montaña de Bláhnúkur (940 m), desde donde contemplaríamos mejor los paisajes tan famosos de Landmannalaugar. Nos acompañó el guía y su madre, que era muy aficionada al trekking y a toda clase de carreras de resistencia... ojalá estuvieramos tan fibrados como ella!

de camino al Bláhnúkur

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Al principio el camino iba en llano, justo al lado de la gran lengua de lava de Laugarhraun. Enseguida tuvimos delante al Bláhnúkur, que tenía en su base unas rocas de un color verde muy curioso. Un pequeño sendero ascendía la montaña por su cresta, pero con tanta inclinación que a veces teníamos que agarrarnos con las manos al suelo para ayudarnos a avanzar. Sobre todo fue un primer tramo criminal, muy inclinado y con el terreno inestable.

camino de subida al Bláhnúkur

rocas verdes en el Bláhnúkur

Más adelante el camino se suavizó, lo que nos permitía apreciar el paisaje conforme ascendíamos. Cuando parecía que íbamos a llegar a la cima nos dimos cuenta que era una pequeña loma, a su espalda quedaba la cima real del Bláhnúkur, para la que todavía quedaba una buena subida. Aun así, desde este punto ya se observaba una buena perspectiva. Hacia el este se extendían las montañas riolíticas de Barmur, sus colores ocres y verdes de la vegetación hacían una bonita combinación. También había vistas hacia el Laugarhraun, pero la colada de lava se vería mejor desde la cima.

vista del Laugarhraun

ascendiendo al Bláhnúkur

vista de las montañas de Barmur

vista de Landmannalaugar

al fondo ya se ve el Bláhnúkur!

paisaje de Landmannalaugar durante el ascenso

tramo de montaña recorrido

panorámica hacia el norte del Bláhnúkur

Seguimos nuestro camino hacia la cima del Bláhnúkur, a la que llegamos tras una gran subida por una vertiente pedregosa. Al final estábamos cansados, habíamos superado más de 300 m de desnivel en muy poco tiempo. Pero el esfuerzo valió mucho la pena por el gran espectáculo que teníamos ante nosotros. Un paisaje estremecedor, de los que te dejan con la piel de gallina, sin saber que decir. La vista era de 360º, y miraras hacia donde miraras, era fantástica. Hacia el norte teníamos el gran campo de lava de Laugarhaun, que parecía avanzar por el valle hasta pararse en la zona de acampada de Landmannalaugar. Hacia el oeste, se veía el origen de la colada de lava: el volcán de Brennisteinsalda, con sus colores rojizos y sus solfaratas características. Y la vista norte era increíble, montañas y más montañas de riolita con unos colores fantásticos y unos pequeños glaciares que parecían "pintados a mano" (fue un comentario del guía que hacía honor a la realidad).

paisaje de Landmannalaugar

en la cima del Bláhnúkur

paisaje de Landmannalaugar

vista del Laugarhraun desde el Bláhnúkur

paisaje de Landmannalaugar

panorámica de Landmannalaugar desde el Bláhnúkur

panorámica de Landmannalaugar desde el Bláhnúkur

Casi sin tiempo para recuperarnos del regusto dulce que nos habían dejado las vistas, iniciamos el descenso del Bláhnúkur hacia el oeste. Parecía que había un sendero que tomaba una dirección más sur, pero el guía nos llevó por un camino más directo... y más difícil. Lo bueno es que al ir dirección oeste, teníamos justo enfrente al Brennisteinsalda, y pudimos contemplar su fantástica combinación de colores. El último tramo fue tan empinado que tuvimos que bajarlo deslizándonos por la ladera.

Brennisteinsalda

montañas riolíticas cerca del Brennisteinsalda

bajando del Bláhnúkur

panorámica del Brennisteinsalda y del Laugarhraun bajando del Bláhnúkur

Para llegar al Brennisteinsalda nos quedaba otra dificultad, vadear un río. No era muy ancho y su lecho era pedregoso, por lo que habían algunas piedras dispuestas para poderlo cruzar. Pero algunas eran inestables y otras estaban muy separadas, así que fue inevitable mojarnos un poco los pies.

En la base del Brennisteinsalda nos acercamos a sus solfaratas, con su fétido olor a podrido. El guía decía que ya estaba acostumbrado a su olor, mientras cogía una gran bocanada de aire, pero nosotros no aguantamos mucho allí.

Brennisteinsalda

solfarata en el Brennisteinsalda

Había otro mirador en su cumbre, pero decidimos no subir por que si no se nos haría tarde. Así que iniciamos el regreso atravesando el Laugarhraun, el gran campo de lava. La sensación de ir caminando entre enormes bloques de roca volcánica negra era única. En algunos sitios había grandes rocas de obsidiana, también llamado vidrio volcánico por su textura, que se crean cuando la lava se enfría rápidamente.

rocas de obsidiana con el Brennisteinsalda al fondo

vista del Brennisteinsalda desde el Laugarhraun

Brennisteinsalda

panorámica del Laugarhraun

El último tramo del camino discurría por la garganta de Grænagil, con el Laugarhraun a un lado y el Bláhnúkur al otro. Este tramo estaba muy concurrido, ya que hay una excursión corta muy popular que discurre de ida por el Laugarhraun y vuelve por el Grænagil.

Grænagil

Acabamos la excursión tan satisfechos de las cosas que habíamos visto que no notábamos cansancio alguno. Pero todavía nos quedaba un momento de relax en Landmannalaugar: un baño en el popular estanque de aguas termales. Fuimos a ponernos el bañador y a coger la toalla, ya lo llevábamos preparado. Al lado del estanque había una plataforma de madera para dejar las cosas, donde la gente también se cambiaba. El estanque tenía muy poca profundidad, teníamos que ponernos sentados en el fondo para quedar más o menos sumergidos. Unos pequeños manantiales humeantes alimentaban de agua caliente el estanque, así que cuanto más nos acercábamos a ellos, más caliente estaba el agua. Fue muy agradable, nos quedamos unos minutos allí, disfrutando de aquel momento.

estanque de aguas termales de Landmannalaugar

Que baño más agradable!

Después de despedirnos de los padres de nuestro guía, iniciamos la vuelta con el jeep. Empleamos otra ruta por unas pistas más salvajes que no salían en ningún mapa. Después de bastante rato de conducir por pistas pedregosas y vadear unos cuantos riachuelos, llegamos a un mirador donde se divisaba el gran volcán Hekla. O más bien dicho, donde se divisaría si no hubiera estado tapado por una densa capa de nubes. El guía nos contó que de la veintena de veces que había ido al Hekla, solo un par lo había visto sin nubes. De hecho, el significado de su nombre es "encapuchado". El Hekla es uno de los volcanes más peligrosos y temidos de todo el país, con una gran erupción cada 10 años (se esperaba la próxima en 2010).

las nubes nos tapaban la vista del Hekla... pero ahí está!

Finalmente, el guía nos llevó a la granja hacia las 19 h. Estábamos cansados pero muy contentos por las experiencias que habíamos vivido. Y la mejor forma de celebrarlo era una cena casera en la cocina comunitaria que teníamos.

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