ALEMANIA 1 - 2: Frankfurt

14 y 15 de agosto de 2019 Este diario comprende en realidad dos días, ya que el primero llegamos a Frankfurt bien entrada la noche y no nos dio tiempo a hacer nada. El segundo lo dedicamos por entero a patear la ciudad a orillas del río Meno. Paseamos un poco por el barrio de los rascacielos, por la encantadora plaza de Römerberg y cruzamos al otro lado del río para ver las vistas de la ciudad y dar un vistazo al barrio de Sachsenhausen. Por la tarde asistimos al Apfelweinfestival, que se hace en honor a una especie de sidra producida en la región; pudimos probar la buena bebida, degustar comida tradicional y escuchar buena música en directo. Como habéis leído en el resumen, el primer día dio para muy poco. Cogimos el vuelo de Ryanair de Barcelona a Frankfurt a las 19 h. Pese a la asignación aleatoria de asientos, estábamos sentados a dos filas de distancia, y la causalidad hizo que nuestros respectivos vecinos viajaran juntos, así que el cambio nos benefició a todos.
14 y 15 de agosto de 2019
Este diario comprende en realidad dos días, ya que el primero llegamos a Frankfurt bien entrada la noche y no nos dio tiempo a hacer nada. El segundo lo dedicamos por entero a patear la ciudad a orillas del río Meno. Paseamos un poco por el barrio de los rascacielos, por la encantadora plaza de Römerberg y cruzamos al otro lado del río para ver las vistas de la ciudad y dar un vistazo al barrio de Sachsenhausen. Por la tarde asistimos al Apfelweinfestival, que se hace en honor a una especie de sidra producida en la región; pudimos probar la buena bebida, degustar comida tradicional y escuchar buena música en directo.
Como habéis leído en el resumen, el primer día dio para muy poco. Cogimos el vuelo de Ryanair de Barcelona a Frankfurt a las 19 h. Pese a la asignación aleatoria de asientos, estábamos sentados a dos filas de distancia, y la causalidad hizo que nuestros respectivos vecinos viajaran juntos, así que el cambio nos benefició a todos. Llegamos a la ciudad alemana puntualmente sobre las 21:20 h. Ir del aeropuerto de Frankfurt al centro es muy fácil y económico en transporte público. Lo mejor es coger una de las dos líneas de S-Bahn (equivalente al tren de Cercanías alemán), la S8 o la S9, y por solo 4,95 € te plantas en la estación central de trenes de Frankfurt (Hauptbahnhof) en unos 15-20 minutos. El tren iba hasta los topes, pero afortunadamente fue poco tiempo. Nuestro hotel estaba a 5 minutos caminando de la Haphtbahnhof, y era el Townhouse Hotel. Nuestra habitación estaba bien, se veía bastante nueva, era funcional y sin lujos, justo lo que nosotros necesitábamos. El desayuno estaba incluido y constaba de un pequeño buffet con cosas dulces o saladas, aunque se echaba de menos algo caliente que no fueran huevos revueltos. La ubicación era inmejorable para nosotros, a unos 15 minutos del centro histórico y a poca distancia de la estación (cosa práctica, ya que el tercer día iríamos a Heidelberg). El precio fue de 78 € la noche, un gran precio para lo que obtuvimos a cambio.
Nuestra "base" en Frankfurt
Al día siguiente no nos pusimos despertador para poder descansar bien y bajamos tarde a desayunar. Dimos buena cuenta del buffet y cargamos bien las pilas para aquel día. Lo íbamos a dedicar por entero a descubrir Frankfurt am Main, que es el nombre completo de la ciudad (Fráncfort del Meno, en castellano). Aunque tiene una larga historia, su importancia y fama se incrementó notablemente en el siglo XVI cuando fue el lugar elegido para coronar los reyes del Sacro Imperio Romano-Germánico. Pero su verdadera importancia vino del mundo de las finanzas, ya que Frankfurt constituyó un centro financiero de primer nivel en Centroeuropa. Y de hecho, varias veces le disputó la capitalidad a Berlín. Pero la ciudad sufrió un duro golpe durante la 2ª Guerra Mundial, ya que fue fuertemente bombardeada y su centro fue reducido literalmente a cenizas (excepto la catedral de S. Bartolomé, que se libró milagrosamente). Frankfurt logró resurgir, y hoy en día es una de las ciudades mas dinámicas de Alemania.
Tuvimos que caminar muy poco tiempo para llegar al centro histórico de Frankfurt. En el lugar donde antaño había la muralla que protegía la ciudad hoy en día hay un gran parque que la rodea completamente. Nosotros estábamos en su parte oeste, donde se encuentra el distrito financiero (Bankenviertel), sede de grandes empresas y de bancos. Desde la Willy-Brandt-Platz se observaba un gran panorama de los rascacielos que se alzaban en una zona relativamente pequeña. Justo enfrente de la plaza está la Eurotower, sede del Banco Central Europeo. Decidimos ir a dar una vuelta por allí, ya que el contraste que había con el resto de la ciudad no podía ser mas extremo. A parte de los edificios, nos cruzábamos con un sinfín de ejecutivos con trajes perfectamente planchados. Nos pareció un barrio curioso, aunque hay que tener en cuenta que no tiene calles mas o menos anchas para pasear y poder admirar los rascacielos. Es posible subir hasta lo alto de uno de ellos para contemplar las vistas, la Main Tower, pero el día se había levantado muy gris y con poca visibilidad, así que decidimos seguir paseando.
Distrito financiero, donde está la sede del BCE (izq.)
Una vez dejamos atrás los modernos rascacielos, nos encontramos en pleno centro histórico de Frankfurt. Como hemos explicado antes, esta zona fue arrasada durante la guerra, y parecía que se había reconstruido de una forma muy funcional. Los edificios transmitían poca historia, como si la ciudad se hubiera alzado en pocos años. Aquí y allá se podían ver algunos restos puntuales de esa historia. En una discreta calle se ha reconstruido la casa natal de Goethe, una de las personalidades mas importantes que ha dado la ciudad. En ella se puede visitar un museo con algunos objetos del escritor y adornado con muebles de época, pero nosotros no entramos. Otro ejemplo está en la Hauptwache, la principal plaza del centro, donde se puede ver una reconstrucción del antiguo edificio homónimo que albergaba la guardia de la ciudad, en los tiempos en que era una ciudad-estado. Como es habitual también hay una gran cantidad de iglesias reconstruidas, y la mas interesante es sin duda la Pauluskirche. No lo es tanto por su valor artístico, sino porque allí fue donde se firmó la primera constitución de Alemania en el siglo XIX. Dentro hay una especie de museo sobre este hito, junto con un polémico mural (en el que se muestran a los políticos que van a firmar la constitución, que miran con desdén al pueblo llano). Pese a estos pocos lugares históricos, mientras paseábamos lo mas corriente era encontrar edificios modernos y feos. Eso no quiere decir que no fuera agradable pasear por allí, ya que el centro tiene muchas plazas y muchas avenidas peatonales llenas de vida y gente. Una de nuestras preferidas fue Zeil, la avenida comercial por excelencia, con muchas tiendas y centros comerciales.
El edificio de Hauptwache
Casa de Goethe (izq) y plaza Hauptwache (dcha.), con los rascacielos del Bankenviertel al fondo y la St. Katharinenkirche
Calle comercial Zeil, con el centro comercial futurista My Zeil a la dcha
Pauluskirche y sus murales
Antes de continuar hacia el centro buscando mas historia, decidimos ir al norte. Desde Hauptwache cogimos la calle Grosse Bockenheimer, que alberga la zona de tiendas mas exclusivas. El ambiente volvía a ser completamente diferente, con cochazos aparcados en la calle, tiendas de lujo en las que había mas personal que clientes y chóferes esperando fuera. Todas las ciudades siempre cuentan con una calle de este estilo, y aunque a nosotros nunca nos ha atraído el mundo del lujo, no podemos dejar de mirar este tipo de sitios como si se trataran de un microcosmos alienígena. Muy cerca está la Ópera Antigua (Alte Oper), construida a finales del siglo XIX y reconstruida en los años 70. Muy cerca también de allí se encuentra el edificio de la Bolsa, que se había reconstruido en estilo neoclásico. Fuera había las típicas esculturas de un toro y un oso, que ejemplifican las tendencias del mercado bursátil. Una de las cosas que mas nos interesaba de ver de la zona era la Eschenheimer Turm, la única de las torres de la antigua muralla medieval que se conserva hoy en día, y que albergaba una de las puertas de acceso. El paseo hasta entonces nos estaba gustando, ya que aunque la ciudad parecía bastante moderna, ya sabía a lo que íbamos (no hay que hacerse grandes expectativas)
Grosse Bockenheimer, la calle del lujo y el glamour
Opera Antigua (arriba izq.), Bolsa (abajo izq.) y Eshenheimer Turm (dcha.)
Ahora sí, nos encaminamos al verdadero centro de Frankfurt, donde mas se puede constatar su evocador pasado. Y el mejor lugar donde hacerlo es en Römerberg, sin duda el mas bonito de toda la ciudad. Se trata de una plaza rodeada de encantadores edificios medievales y renacentistas. El mas antiguo es el Römer, un conjunto de casas burguesas que se convirtió en ayuntamiento en el siglo XIV; los tres edificios conforman un conjunto enorme, y en la plaza solo se pueden ver las fachadas orientadas al este. En éstas había las estatuas de varios emperadores, ya que en este lugar se celebraban grandes banquetes cuando se coronaba un nuevo emperador. Al otro lado del Römer se encuentra una hilera de hermosísimas casas de entramado de madera renacentistas, que constituyen todo un símbolo de la ciudad. Esta zona se conoce como Samstagsberg, o la montaña del sábado, ya que en este lado de la plaza se celebraba antiguamente un mercado semanal. Hay que tener en cuenta que sus preciosas casas están totalmente reconstruidas, ya que esta parte fue destruida completamente en los bombardeos de la guerra; durante la reconstrucción hubo una gran controversia, ya que no se reconstruyeron fielmente las casas que había en ese lugar, sino que se quiso edificar una muestra de la antigua arquitectura popular germánica. Sea como fuere, las casas de Samstagsberg forman un conjunto magnífico, y fue una de las imágenes que quedarían en nuestra mente de aquel viaje.
Casas de entramado de madera de Römerberg
Römer, el antiguo ayuntamiento
Römerberg, uno de los imprescindibles de Frankfurt
Casas de Samstagberg en Römerberg
A continuación nos adentramos en el Alstadt de Frankfurt hacia el este, en su época el epicentro de la ciudad, entre el ayuntamiento y la catedral. Pero pasear por aquella zona nos provocó una sensación extraña, ya que no se veía nada antigua. Y es que continuábamos por la zona mas destruida en la guerra, pero en aquel caso habían decidido reconstruir las casas con una mezcla de estilo moderno y antiguo un poco extraño. De hecho, la reconstrucción se inauguró justo el año pasado en medio de una fuerte controversia de cómo se hizo y sobre todo, para qué se hizo (parece ser que las casas albergan pisos de alto standing… construidos con dinero público). La ausencia de comercios y de vida (a parte de los turistas) acrecentaba la sensación de que te encontrabas en una especie de decorado de cartón piedra. Eso no sucedía en la Catedral de S. Bartolomé (Kaiserdom St. Bartholomäus), ya que milagrosamente sufrió pocos daños en comparación con la devastación general del resto de la ciudad. Este fue el lugar de coronación de los emperadores germánicos, cosa que explica sus grandes proporciones. A nosotros nos pareció muy nueva, ya que la catedral fue reconstruida en el siglo XIX tras un incendio. Lo mas impresionante del interior es un hermoso tríptico tallado de madera que hay en el altar.
Centro reconstruido de Frankfurt
Catedral de S. Bartolomé (abajo dcha. se puede ver una foto de la zona tras los bombardeos de la guerra)
Luego nos fuimos a la zona del río Meno y lo atravesamos por el Eiserner Steg o Puente de Hierro. Es un puente peatonal que tiene unas vistas muy bonitas de Frankfurt. Lo que mas resaltan son los rascacielos del distrito financiero, los cuales contrastan con algunos edificios antiguos del centro. Para unas mejores vistas solo hay que caminar un poco por el paseo que hay en la orilla sureste del Meno (muy recomendable para pasear por sus bonitas vistas). Muy cerca de esa zona se encuentra Sachsenhausen, un barrio que no sufrió la destrucción del centro de Frankfurt y que por eso a menudo se lo considera una ventana al pasado de la ciudad. Todo el barrio está salpicado de las típicas casas de entramado de madera, las cuales te transportan a un pueblecito de la campiña germana. A aquella hora el barrio estaba solitario, pero por la noche se transforma, ya que hay una gran cantidad de bares y pubs. Nos decepcionó un poco, ya que todo parecía muy turístico, nos esperábamos una cosa mas pintoresca y auténtica. Aun así, al ser casi por entero peatonal, nos gustó dar una vuelta sin rumbo.
Vista desde el Puente de Hierro
El pintoresco barrio de Sachsenhausen
Paseando por Sachsenhausen
Vistas del distrito financiero y del Puente de Hierro desde la orilla sur del Meno
Volvimos a orillas del río Meno y nos dirigimos hacia el oeste, hacia la zona de la ribera de los museos (Museumsufer). En un pequeño tramo se agrupan museos de temáticas muy diversas: el Museo Städel de arte, el Museo de Artes Aplicadas, el Museo del Cine, el de la Comunicación… A nosotros no nos interesó suficiente ninguno así que seguimos paseando. Pero tampoco lo pudimos hacer mucho tiempo, ya que súbitamente nos cayó un enorme diluvio acompañado de un gran vendaval. Como nuestro hotel estaba cerca, decidimos dar por acabada la visita a Frankfurt. La verdad es que nos gustó mas de lo que nos esperábamos, ya que sabíamos que era una ciudad bastante moderna. Pero tiene algunos lugares muy interesantes, como Römerberg, seguramente una de las plazas mas bonitas de Alemania.
Vistas del centro de Frankfurt desde la ribera de los museos
Cuando volvimos a salir del hotel para ir a cenar ya no llovía. Queríamos ir a la plaza Rossmarkt, ya que por la mañana habíamos pasado por allí y habíamos visto que se iba a celebrar una especie de festival; estaban montando casetas donde vender comida tradicional alemana. Cuando llegamos por la tarde había mucha mas actividad y nos enteramos que era el Frankfurter Apfelweinfestival, un festival en honor al apfelwein, una especie de sidra que se elabora típicamente en el land de Hesse (del que Frankfurt es capital). La mayoría de puestos de bebida la vendían, y en otros se vendía algo de comida, fundamentalmente salchichas y platos de cerdo. A nosotros este tipo de experiencias gastronómicas nos encantan, así que recorrimos los diferentes puestos comprando unos frankfurts aquí, unas patatas allá y sobre todo un par de vasos de apfelwein (todo 28 €, incluyendo una crêpe dulce de postre). En una zona de la plaza había las típicas mesas largas compartidas donde logramos encontrar un hueco para sentarnos y degustar las viandas. El apfelwein nos recordó mucho a la sidra, aunque con menos alcohol, y entraba la mar de bien acompañado de los frankfurts. A parte del ambiente auténtico, lo mejor de todo es que nos habíamos sentado cerca de un escenario en el que al cabo de un rato subió un grupo para tocar en directo. ¡Y fueron una pasada! Eran Tragedy, un grupo de Nueva York que hacía versiones de temas de los Be Gees y otras bandas de los 60 en estilo heavy metal. Eran muy graciosos y sus versiones eran fantásticas, contagiaron con muy buen rollo a todos los asistentes del festival. Podéis ver un video con su música un poco mas abajo. El Apfelweinfestival nos encantó, tanto por su gastronomía como por su música en directo. En 2019 el festival se hizo del 9 al 18 de agosto, así que si visitáis otro año la ciudad en esa época informaros de las fechas en la web de la oficina de turismo de Frankfurt.
Disfrutando del Apfelweinfestival
Nuestro apfelwein y la comida
Tragedy, el grupo que contagió de energia al festival (ver vídeo abajo)

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Alemania: ruta por Frankurt y Franconia Alemania 2: Heidelberg

2 comentarios:

  1. Muy buen post! estaba pensando ir a Alemania! la verdad que me han entrado ganas de ir a Frankfurt :) muchas gracias por el post!

    Cualquier cosa me decis :)

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    Respuestas
    1. A nosotros nos gustó mucho Frankfurt. Y mas aún Heidelberg, una cercana pequeña ciudad que es encantadora. En unos pocos días publicaremos sobre ella ;)
      Saludos

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