BULGARIA 8: Koprivshtitsa y Magura

21 de abril de 2019 Aquella jornada empleamos un par de horas en visitar las fantásticas casas del siglo XIX de Koprivshtitsa y a descubrir la importante historia que encierran. Después teníamos un largo trayecto de 4 h hasta la cueva de Magura, donde admiramos sus fascinantes pinturas rupestres. La ruta acabó en Belogradchik, donde hicimos noche. Habíamos planificado invertir unas cuantas horas de aquella mañana en explorar Koprivshtitsa, donde habíamos llegado la tarde anterior. Está considerado uno de los pueblos mas bonitos de Bulgaria, gracias a la gran cantidad de casas de la época del Renacimiento Búlgaro (siglo XIX) que allí se conservan. Pero muchos búlgaros acuden por los importantes hechos históricos que aquí acontecieron. Y es que durante la ocupación otomana, Koprivshtitsa fue un importante foco de resistencia búlgara.
21 de abril de 2019
Aquella jornada empleamos un par de horas en visitar las fantásticas casas del siglo XIX de Koprivshtitsa y a descubrir la importante historia que encierran. Después teníamos un largo trayecto de 4 h hasta la cueva de Magura, donde admiramos sus fascinantes pinturas rupestres. La ruta acabó en Belogradchik, donde hicimos noche.
Habíamos planificado invertir unas cuantas horas de aquella mañana en explorar Koprivshtitsa, donde habíamos llegado la tarde anterior. Está considerado uno de los pueblos mas bonitos de Bulgaria, gracias a la gran cantidad de casas de la época del Renacimiento Búlgaro (siglo XIX) que allí se conservan. Pero muchos búlgaros acuden por los importantes hechos históricos que aquí acontecieron. Y es que durante la ocupación otomana, Koprivshtitsa fue un importante foco de resistencia búlgara. Y fue precisamente aquí donde empezó el levantamiento de Abril de 1876, una revuelta en diferentes puntos del país que tenía como fin liberar a Bulgaria del yugo otomano. La cosa no acabó muy bien, ya que la rebelión fue salvajemente sofocada por los otomanos. Esto escandalizó a todo occidente, y llevó a Rusia a invadir el país para ayudar a los búlgaros, lo que significó la independencia de Bulgaria dos años después. Actualmente se pueden visitar en Koprivshtitsa las casas de importantes revolucionarios búlgaros, que son muy respetados por su papel en la independencia del país.
Lo primero que hicimos fue ir a la plaza 20 de Abril, ya que en una de sus tiendas se tiene que comprar la entrada conjunta para visitar las casas-museo del pueblo (10 leva, 5 €). Empezamos por la casa de Dimcho Debelyanov, un importante poeta que no participó en la rebelión, pero que hizo famoso al pueblo por sus poemas. Su casa tenía un bonito jardín donde reposa su tumba, y en su interior se podían ver varias habitaciones; también había plafones con explicaciones y objetos del poeta, la lástima es que casi todo estaba escrito en búlgaro. Después fuimos a la casa de Todor Kableshkov, uno de los revolucionarios mas importantes del Levantamiento de Abril, ya que era el presidente de su comité local (con sólo 25 años), y fue quien declaró el comienzo de la rebelión. Su casa era muy grande y espaciosa, y sus habitaciones estaban muy bien conservadas, con mobiliario de la época. A continuación fuimos a la casa Lyutova, donde vivió un rico comerciante de la lana. Por esta razón, la casa contiene varias habitaciones museo donde se muestra cómo se hilaba la lana y se confeccionaban alfombras. Esta casa tiene un interior particularmente bonito, con muchos frescos decorativos y techos tallados en madera. Las casas que íbamos viendo no estaban muy distanciadas entre ellas, y durante el trayecto pudimos disfrutar un montón del singular ambiente del pueblo, ya que casi todas las casas eran antiguas, de un estilo similar a las que estábamos visitando.
Casa de Dimcho Delebyanov
Casa de Todor Kableshkov
Diversos lugares del pueblo, incluyendo la casa Lyutova
Atravesamos el río que cruza el pueblo y subimos colina arriba donde hay un par de casas mas. En una de ellas está la escuela, que estaba financiada por los comerciantes del pueblo. Justo al lado está la casa de Georgi Benkovski, otro de los líderes de la revolución, que creó un destacamento de caballería para llevar la noticia del levantamiento a otros lugares del país. De hecho, un poco mas colina arriba hay una estatua de Benkovski a lomos de su caballo, con una bonita vista del pueblo. Esta zona, un poco mas escarpada, tiene lugares realmente encantadores, y la ausencia de hoteles y restaurantes hace que sea muy auténtica. La última casa que visitaríamos fue la de Lyuben Karavelov, periodista que fue otro de los líderes de la revolución, publicando varios periódicos revolucionarios y colaborando estrechamente con Levski y Botev (considerados los padres de la independencia del país). De hecho, en varias habitaciones hay una exposición de los periódicos que publicaba (unos clandestinamente, otros en países vecinos), con maquinaria como imprentas. Curiosamente, la casa está formada por dos edificios, una residencia de verano y otra de invierno, ambas contiguas; en esta última se pueden ver las habitaciones con mobiliario que parecía original.
La escuela del pueblo (arriba izq.), la casa de Georgi Benkovski (arriba dcha.) y su estatua dominando Koprivshtitsa
Casa de Lyuben Karabelov
Callejuela del pueblo
En algo mas de dos horas dimos por concluida nuestra visita por Koprivshtitsa, que nos encantó. Es uno de los lugares mas auténticos de Bulgaria, ya que todo el pueblo está formado por las antiguas casas de madera, sin ningún edificio moderno que estropee el conjunto. Pasear por sus callejas empedradas es en si mismo un motivo para visitar el pueblo, a lo que hay que añadirle las casas museo y la interesante historia que encierran. Lo único malo es que gran parte de la información que hay en ellas solo está en búlgaro, cosa que hace que no se pueda sacar todo el partido a la visita. Aun así, nos parece que Koprivshtitsa es un destino imprescindible en todo viaje por el país.
Volvimos al coche dispuestos a hacer casi los 300 km que nos separaban de nuestro próximo destino, en el NW de Bulgaria. Allí teníamos dos lugares que visitar, la cueva de Magura, que queríamos visitar aquel día, y la fortaleza de Belogradchik, que dejaríamos para el día siguiente. La carretera era bastante buena, aunque había muchos camiones y bastantes tramos de un solo carril por sentido. Sobre las 16 h llegamos al primer objetivo, la cueva de Magura, una de las mas importantes del país. Aparte de sus estalactitas y otras formaciones kársticas, la cueva es muy importante por sus pinturas rupestres únicas, y su antigüedad se ha estimado de entre 8000 y 10000 años. Como en otros lugares, el parking es de pago (2 leva). Nosotros pensábamos que íbamos bien de tiempo, ya que en teoría el sitio cerraba a las 18:30, pero el señor que nos cobró el parking nos hizo gestos para que nos diéramos prisa, como si el sitio cerrara ya. Llegamos sin fuelle a la taquilla (entrada 10 leva), a la que se accedía después de subir un largo tramo de escaleras. Allí ya se congregaba una gran cantidad de gente que esperaba a que empezara la visita, ya que es guiada. ¡Menos mal que llegamos a tiempo! Después averiguamos que, aunque el sitio cierra a las 18:30, la última visita es a las 16:30 (consultad los horarios actualizados en esta web oficial).
Un minuto después de llegar nosotros, la guía dirigió a los visitantes hacia el interior de la cueva. En general se trata de una cueva muy grande por dentro, pero relativamente con pocas formaciones tipo estalactita y demás, cosa que la hace menos espectacular que otras cuevas que hemos visitado. La guía iba parando cada poco y haciendo explicaciones, sólo en búlgaro. Una de las formaciones mas curiosas era una llamada “el Órgano”, que parecía hueca por dentro y que generaba música cuando la guía la golpeaba. La otra formación destacable era una enorme columna de mas de 120 m, originada por la fusión de una estalactita y una estalagmita. Pero para nosotros, la principal razón para visitar Magura fue admirar sus pinturas rupestres. Al ser tan antiguas son muy toscas y esquemáticas, pintadas en un color oscuro mediante un pigmento obtenido del guano de la cueva. La mayoría están agrupadas en unos cuantos murales que muestran escenas de caza (en una sale una jirafa), deidades, ceremonias religiosas e incluso una especie de calendario astronómico. Para nosotros era la primera vez que veíamos este tipo de arte y nos pareció fascinante. Lo mejor es que la guía dio a la gente el tiempo suficiente para admirar las pinturas rupestres. Finalmente el tour por la cueva duró una hora y media, y nos gustó mucho la parte de las pinturas. El tour acabó al otro lado de la montaña, de forma que tuvimos que andar unos 20 minutos hasta el parking.
Interior de la cueva de Magura
Pinturas rupestres de Magura
Uno de los principales murales de Magura
Volvimos al coche e hicimos los pocos kilómetros que nos separaban de Belogradchik, donde haríamos noche. Nuestro alojamiento fue el Castle Cottage, un bed and breakfast situado justo al lado de la fortaleza, que visitaríamos al día siguiente. La propietaria fue muy amable y nos dejó escoger la habitación. Ésta era muy grande, aunque algo anticuada. Lo peor fue la calefacción, no podía regularse y por la noche hacía tanto calor que tuvimos que abrir las ventanas. El desayuno estaba incluido y consistía en unos sándwiches calientes muy buenos. El precio fue de 84 leva (unos 43 €), algo caro para ser Bulgaria.
Nuestra habitación en Belogradchik
Después de ducharnos y descansar un poco, fuimos a cenar a un restaurante que nos había recomendado la propietaria del B&B, el Pri Ivan. Resultó ser un restaurante de cocina serbia, y por dentro era grande y decorado con gusto. Pedimos dos platos que nos parecieron muy serbios por sus complicados nombres, ustipci, una especie de albóndigas rellenas de queso y especias, y vešalica, unas tiras asadas de carne, con bacon y queso fundido encima. Las albóndigas nos encantaron, pero la carne estaba un poco dura; aun así, nos pareció un sitio muy recomendable (aunque en Belogradchik no hay mucho donde elegir…). Junto con vino de la casa y una cerveza, la cena nos salió por 30 leva (15 €).
Nuestros platos serbios: vesalica (izq.) y ustipci (dcha.)

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