18 de abril de 2019
Aquella jornada hicimos la ruta que une Veliko Tarnovo y Ruse desviándonos para ver algunos lugares. Los primeros fueron el monasterio de Troyan, uno de los mayores del país, y la cueva de Devetashka, un lugar seguramente único en el mundo. Luego continuamos la ruta hasta las interesantes iglesias rupestres de Ivanovo. Y acabamos la jornada en Ruse, una pequeña ciudad agradable para pasear donde hicimos noche.
Nos levantamos pronto para aprovechar al máximo aquel día, en el que cubriríamos la ruta de Veliko Tarnovo a Ruse, desviándonos por el camino para ver algunos lugares interesantes. Tras una hora y media de coche llegamos al primero de ellos, el monasterio de Troyan. El aspecto actual de Troyan viene de una reconstrucción del siglo XIX, la época del renacimiento búlgaro. Tras flanquear la entrada nos encontramos en un pequeño patio ajardinado donde se podían ver las primeras dependencias monásticas.
18 de abril de 2019
Aquella jornada hicimos la ruta que une Veliko Tarnovo y Ruse desviándonos para ver algunos lugares. Los primeros fueron el monasterio de Troyan, uno de los mayores del país, y la cueva de Devetashka, un lugar seguramente único en el mundo. Luego continuamos la ruta hasta las interesantes iglesias rupestres de Ivanovo. Y acabamos la jornada en Ruse, una pequeña ciudad agradable para pasear donde hicimos noche.
Nos levantamos pronto para aprovechar al máximo aquel día, en el que cubriríamos la ruta de Veliko Tarnovo a Ruse, desviándonos por el camino para ver algunos lugares interesantes. Tras una hora y media de coche llegamos al primero de ellos, el monasterio de Troyan. El aspecto actual de Troyan viene de una reconstrucción del siglo XIX, la época del renacimiento búlgaro. Tras flanquear la entrada nos encontramos en un pequeño patio ajardinado donde se podían ver las primeras dependencias monásticas. Un segundo patio contiguo forma el patio principal del complejo, donde se encuentra la iglesia de la Asunción de la Virgen María, su elemento mas destacado. En su exterior ya se podían contemplar alguno de los frescos que aquí pintó Zograf, uno de los maestros de la época. El interior es todo una maravilla, totalmente decorado con frescos del mismo artista y de hermosas tallas de madera de Tryavna. Aunque este es el tercer monasterio en importancia en el país (tras los de Rila y Bachkovo) dimos en poco tiempo una vuelta por sus instalaciones. Su iglesia nos fascinó, y para nosotros es uno de los monasterios mas interesantes del país.
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Entrando al monasterio |
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Iglesia de la Asunción de la Virgen María |
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Frescos de la entrada de la iglesia |
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Frescos del interior de la iglesia |
Volvimos al coche y nos dirigimos hacia al norte, hasta la cueva de Devetashka, uno de los lugares mas fascinantes de Bulgaria. Esta cueva posee la particularidad de presentar una serie de grandes agujeros en su techo que iluminan su interior. En el parking parecíamos los únicos visitantes, y desde hace poco hacían pagar entrada (3 leva, 1,5 €). El interior de la cueva era grandioso, y los agujeros del techo proporcionaban luz al interior y una estampa que no habíamos visto nunca. La verdad es que nos impresionó mucho. Hacia al final de la cueva había una zona donde se habían encontrado restos de actividad humana del Neolítico. Y por todo el recorrido de la cueva había carteles que te avisaban que no molestaras a los murciélagos, ya que ésta alberga una gran colonia con decenas de miles de ejemplares de varias especies. Sin duda, Devetashka fue uno de los lugares que mas nos gustaron de aquel viaje, sobre todo para “descansar” un poco de lugares históricos.
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Cueva de Devetashla |
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Cueva de Devetashka |
Continuamos con nuestra ruta hacia Ruse, y el trayecto en carretera se fue haciendo mas pesado, ya que había mucho tráfico de camiones que se dirigían a la frontera con Rumanía. A pocos kilómetros de la ciudad nos desviamos para ir a ver las
iglesias rupestres de Ivanovo. Este es un grupo de iglesias y monasterios tallados en la roca en el siglo XIII. El principal monasterio del conjunto es el de
San Miguel Arcángel, compuesto de varias iglesias excavadas en la roca y de cuevas donde vivían los monjes. Un inclinado sendero y una larga escalera de piedra nos llevaron a él. Actualmente solo se puede visitar una de las iglesias, la de la
Santa Virgen María (entrada 4 leva), pero realmente vale la pena. Su pequeño interior está decorado con interesantes frescos del siglo XIII y XIV. A parte de santos y escenas bíblicas, en ellos también están representados algunos reyes que hicieron importantes donaciones para su construcción. A diferencia de otros templos rupestres, estos se construyeron para facilitar el aislamiento y recogimiento de sus monjes, no había ninguna intención defensiva. Nosotros tuvimos suerte que el empleado que cobraba las entradas sabía un poco de español y nos fue explicando cada uno de los frescos. De esta forma pudimos disfrutar mas de la visita, aunque hay que decir que la iglesia es muy pequeña y se ve enseguida. Por último, comentar que en los alrededores hay un monasterio rupestre que sí que está activo, el de
S. Dimitri de Basarbovo, pero no pudimos verlo por falta de tiempo.
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Monasterio rupestre de San Miguel Arcángel (Ivanovo) |
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Interior de su iglesia |
Recorrimos los pocos kilómetros que nos faltaban hasta la ciudad de
Ruse, donde íbamos a hacer noche. Lo primero que hicimos fue ir a nuestro alojamiento, el
City Art Boutique Hotel. Es un hotel emplazado en un edificio histórico, con habitaciones nuevecitas que tienen de todo. El desayuno estaba incluido y consistía en un buffet muy bien surtido, con comida para todos los gustos. La ubicación era muy buena, a unos 5 minutos caminando del centro. Lo peor fue que en teoría disponía de parking gratuito y al llegar nos dimos cuenta que no, aunque fue fácil aparcar en una calle cercana. El precio de la habitación fue de 88 leva (unos 44 €), que puede parecer caro para ser Bulgaria, pero hay que tener en cuenta la calidad del establecimiento.
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Nuestra habitación |
Ruse constituye uno de los asentamientos búlgaros mas antiguos, gracias a su estratégica posición a orillas del Danubio. Durante el periodo romano fue capital de la provincia de Moesia, y durante el otomano, de la de Tuna (Danubio, en turco). Además, siempre fue un gran centro cultural e industrial, y durante el siglo XIX fue la ciudad búlgara mas importante y poblada. En esa época, multitud de arquitectos centroeuropeos vinieron a construir fastuosas mansiones de estilo neobarroco, razón por la cual se la conoce como la “pequeña Viena”.
Enseguida dejamos nuestro equipaje en el hotel y nos lanzamos a descubrir la ciudad. En 5 minutos llegamos a su epicentro, la plaza Svoboda, con bellos jardines y un Monumento a la Libertad que es el símbolo de la ciudad. La plaza está atravesada por la calle peatonal Alexandrovska, uno de los sitios mas bonitos de Ruse, rodeada de mansiones decimonónicas. Pasear por aquella calle fue una delicia, sin coches cerca, con un montón de comercios y sobre todo mucha vida. La recorrimos de principio a fin y comprobamos que era cierto lo que se decía de Ruse, que es diferente al resto y que recuerda mucho más a una capital centroeuropea que a una ciudad búlgara.
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Plaza Svoboda, el centro de Ruse ("Русе" en cirílico) |
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Calle Alexandrovska, nuestro lugar preferido de Ruse |
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Diversos tramos de la calle Alexandrovska |
Después fuimos a asomarnos a la
orilla del Danubio, mas por curiosidad que por lo poco que había que ver. Al otro lado estaba
Rumanía, un país del que guardamos un gran recuerdo tras nuestro viaje de hace unos años. Otra de las zonas bonitas para pasear es la
calle Slavyanski, que era el antiguo barrio sefardí, con muchas mansiones señoriales aunque algunas de ellas en estado ruinoso. Después fuimos a la otra plaza principal del centro, la
plaza Battemberg, rodeada de formidables edificios barrocos que se empecinaban a convencernos de que no estábamos en Bulgaria.
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Calle Slavyanski |
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Plaza Battemberg |
Nuestra última visita fue al principal templo ortodoxo de la ciudad, la iglesia de la Santísima Trinidad o Sveta Troitsa (entrada 4 leva). Es el edificio mas antiguo de la ciudad y fue construido durante el siglo XVII. Las autoridades otomanas de la época no permitían que se construyeran templos cristianos mas altos que las mezquitas, así que en este caso se excavó varios metros bajo tierra para dar espacio a la nave. Por esa razón, para visitar la iglesia tuvimos que bajar unas escaleras. El interior estaba adornado con frescos, pero parecían bastante modernos. El elemento mas interesante era el iconostasio que cierra el altar, hecho de madera tallada y decorada con frescos del siglo XIX. Aquella iglesia nos pareció una buena forma de concluir nuestro paseo por Ruse, que nos gustó mucho por lo original y diferente que es la ciudad.
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Iconostasio de Sveta Troitsa |
Empezaba a anochecer en Ruse, así que buscamos un sitio para hacer una cena temprana. Acabamos en el
New House, un pub que ofrece también algunos platos sencillos. Pedimos unas costillas a la barbacoa y salchichas caseras, ambos platos muy buenos y sabrosos. De postre compartimos un buen pastel de zanahoria. Junto con un par de cervezas, la cena nos salió por 34 leva (unos 17 €).
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Nuestra cena |
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