15 de abril de 2019
Dedicamos toda la mañana a explorar el bonito casco histórico de Plovdiv, visitando alguna de sus casas de la época del Renacimiento Búlgaro. Después bajamos a su zona mas nueva, donde disfrutamos de sus bonitas avenidas peatonales y tranquilos parques. A primera hora de la tarde cogimos el coche para visitar el interesante monasterio de Bachkovo y la fortaleza de Asen, con bonitas vistas del entorno.
Plovdiv presume de ser una de las ciudades mas antiguas de Europa, y sus orígenes se remontan hace mas de 5000 años. Su historia es un reflejo de la de todo el país. Hacia el tercer milenio antes de nuestra era se establecieron en ella los tracios, que dominaron esta región y que se consideran los primeros búlgaros (aunque era un pueblo que vino de Asia Menor).
15 de abril de 2019
Dedicamos toda la mañana a explorar el bonito casco histórico de Plovdiv, visitando alguna de sus casas de la época del Renacimiento Búlgaro. Después bajamos a su zona mas nueva, donde disfrutamos de sus bonitas avenidas peatonales y tranquilos parques. A primera hora de la tarde cogimos el coche para visitar el interesante monasterio de Bachkovo y la fortaleza de Asen, con bonitas vistas del entorno.
Plovdiv presume de ser una de las ciudades mas antiguas de Europa, y sus orígenes se remontan hace mas de 5000 años. Su historia es un reflejo de la de todo el país. Hacia el tercer milenio antes de nuestra era se establecieron en ella los tracios, que dominaron esta región y que se consideran los primeros búlgaros (aunque era un pueblo que vino de Asia Menor). La ciudad tracia fue conquistada por el rey Filipo II de Macedonia (padre de Alejandro Magno) en el siglo IV a.C., quien llamó a la ciudad, Fililópolis. Los romanos la conquistaron hacia el siglo I a.C., cambiándole el nombre a Trimontium (en referencia a las tres colinas sobre las que se asienta la ciudad), y convirtiéndola en la capital de la provincia romana de la Tracia. Tras la caída del imperio romano, y después de ser dominado por diversos pueblos eslavos, Plovdiv cayó en manos del Imperio Otomano. Durante la ocupación otomana la ciudad se convirtió en un importante centro nacionalista, sobre todo en el siglo XIX, época del Renacimiento Búlgaro, durante el cual se construyeron numerosas mansiones en un estilo que reivindicaba los orígenes de la nación búlgara. Este movimiento condujo a finales del siglo XIX a la independencia del país.
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Casas típicas de Plovdiv |
Después de cargar bien las pilas en el buffet del hotel, nos lanzamos a descubrir Plovdiv. Empezamos por el casco antiguo o Staria Grad, asentado en una de las colinas de la ciudad, Nebet Tepe. Nuestro hotel estaba muy cerca, y en menos de cinco minutos caminando llegamos a Hissar Kapiya, una de las puertas del antiguo recinto amurallado romano. El casco antiguo es un entramado de calles adoquinadas rodeadas por bonitas casas del Renacimiento Búlgaro. La circulación de los coches está muy restringida, cosa que hace que sea una delicia para pasear. Nos pareció que lo mejor era pasear sin rumbo, ya que no es muy grande, y así pudimos descubrir una gran cantidad de lugares bucólicos. Subimos los pocos metros que había hasta la cima de la colina, con unas bonitas vistas de la ciudad moderna. Una de las sorpresas que esconde el casco histórico es el Teatro Romano, muy bien conservado, que constituye uno de los principales testimonios de la presencia de los romanos en la ciudad.
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Puerta de Hissar Kapiya |
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Casas del renacimiento búlgaro de Plovdiv |
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Vistas desde Nebet Tepe (izq) y Teatro Romano (dcha) |
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Paseando por el casco antiguo de Plovdiv |
Como hemos indicado, una de las cosas que le da su aspecto al casco histórico son sus mansiones de la época del Renacimiento Búlgaro. Algunas se pueden visitar, previo pago de entrada, pero vale la pena visitar al menos una. Nosotros elegimos la Casa de Stepan Hindliyan (entrada, 5 leva), un rico comerciante armenio que se hizo construir su mansión a principios del siglo XIX. Como la mayoría de las mansiones de esta época, está organizada entorno de un patio ajardinado. Dentro la decoración de las habitaciones era bastante barroca, testimonio de la riqueza del mercader. Algunas tenían frescos con imágenes de algunas ciudades de la época, como Venecia o Constantinopla, las cuales seguramente había visitado su propietario. Las habitaciones abiertas al público son relativamente pocas, pero la visita nos gustó para conocer cómo eran las casas por dentro. Además, mas adelante nos sirvió para comparar su diseño con otras que visitamos en Arbanassi o en Koprivshtitsa, mucho mas austeras.
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Patio de la Casa Hindliyan |
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Interior de la casa |
Bajamos de la colina Nebet Tepe para visitar la ciudad nueva. Aunque es la parte mas moderna, conserva un buen puñado de tesoros históricos. Comenzamos por la plaza Dzhumaya, donde se pueden ver un par de ellos. Primero contemplamos la mezquita Dzhumaya, una de las más antiguas de los Balcanes, alzada en el siglo XV y que todavía hoy sirve como lugar de culto de la comunidad musulmana. El otro quedó al descubierto al remodelarse la plaza, saliendo a la luz un enorme Estadio Romano, que hoy se puede ver en un nivel inferior de la plaza.
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Plaza Dzhumaya, con su mezquita homónima y los restos del Estadio Romano |
De la plaza sale la calle del príncipe Alejandro I, una agradable calle peatonal rodeada de bonitas casas barrocas. Estaba llena de tiendas y de vida, por lo que es ideal para pasear. Además, aquí y allá pueden verse restos de la pista del antiguo Estadio Romano. La calle desemboca en la plaza Tsentralen, algo fea ya que tiene mucho cemento, pero que alberga unos restos del antiguo Foro Romano. Lo que mas nos gustó de ella fue el Jardín del Zar Simeón I, muy bien cuidado y adornado con bonitas fuentes, lo que convierte este remanso de tranquilidad en una visita obligada para dar un buen paseo.
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Calle del príncipe Alejandro I |
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Plaza Tsentralen |
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Jardín del zar Simeón I |
Con esto dimos por concluida la visita a Plovdiv, que nos encantó. Tanto el casco histórico como la ciudad nueva son dignas de ver, y al ser tan diferentes hace que la visita sea mas interesante. A lo largo de nuestro viaje vimos varias ciudades del tamaño de Plovdiv, pero pocas son tan interesantes y bonitas como ésta. Sus puntos de interés están bastante concentrados, así que se puede visitar bien en una mañana. Nosotros le dedicamos casi tres horas, y paseamos a un ritmo bastante tranquilo.
Como era pronto volvimos a nuestro hotel y descansamos un poco, antes de coger el coche para visitar un par de puntos de interés que hay en los alrededores de Plovdiv. El primero de ellos fue el monasterio de Bachkovo, el segundo en importancia en el país tras el de Rila. Su historia es un poco curiosa: fue fundado en el siglo XI por un noble de origen armenio que estaba al servicio del Imperio Bizantino, como iglesia del culto ortodoxo georgiano. A toda esta mezcla hay que añadirle el toque búlgaro que le dio el zar Iván Alejandro en el siglo XIV. Toda esta mezcla de estilos hace que este monasterio esté en todas las quinielas para ser incluido en un futuro no muy lejano en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Llegar al monasterio no nos costó, pero sí que nos costó aparcar. Pero no porque no hubiera aparcamientos, sino porque había demasiados. Nada mas coger el desvío al monasterio vimos un gran parking y aparcamos el coche sin pensarlo. Antes de que nos diera tiempo a situarnos vino una señora a cobrarnos 3 leva. Pero después vimos que estábamos algo lejos del monasterio, así que volvimos al coche y nos acercamos. En la base de él había otro gran parking, del que salía una inclinada rampa llena de tiendas de souvenirs. Como no había ninguna señal que prohibiera circular por la rampa nos metimos por ella. Nos paró un señor que nos quería cobrar, pero le enseñamos el ticket del parking de abajo y nos dejó pasar. Al final llegamos a las mismas puertas del monasterio, y junto a ellas había un pequeño parking en el que aparcamos. Nos habíamos ahorrado una buena subida a patita.
Como otros similares, en el monasterio de Bachkovo el edificio de las dependencias rodeaba todo el perímetro como si fuera una muralla. Al flanquear la puerta nos encontramos en un patio que albergaba una típica iglesia ortodoxa. Aunque realmente eran dos: la principal es la Catedral de la Virgen María, a la que se accede a través de un bonito pórtico. Su interior está totalmente cubierto de frescos, aunque en su mayor parte son relativamente modernos (siglo XIX). En él destaca el icono de plata de la Virgen, muy venerado por parte de los peregrinos, ya que se dice que hace milagros. Junto a la Catedral está adosada la iglesia de los Arcángeles, la mas antigua del complejo. Su aspecto actual es un poco confuso, ya que está completamente abierta al exterior, sin muros. Esto es así debido a la construcción de la Catedral, en la que se aprovechó el ábside de la iglesia para formar su nártex, y su nave para hacer una especie de pórtico abierto. Hay una tercera iglesia en el monasterio, la de San Nicolás, situada en otro patio; es la mas moderna del complejo (siglo XX), pero la encontramos cerrada.
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Iglesia de los Arcángeles (en primer término) y la Catedral de la Virgen (al fondo) |
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Frescos de la Catedral |
En una de las dependencias monásticas se encuentra para nosotros la auténtica joya de Bachkovo, su refectorio. En su muro exterior, que mira al patio donde está la catedral, está decorado con un gran fresco que ilustra la historia del monasterio, y se pintó en el siglo XIX. Pero lo mejor está en el interior, y para entrar hay que pagar entrada (6 leva), pero vale mucho la pena. Está adornado con impresionantes frescos del siglo XVII, la mayoría en un gran estado de conservación. Las escenas representadas eran religiosas, y nos llamó la atención la del techo, donde había un gran Árbol de Jesé donde curiosamente habían incluido filósofos griegos. También había la típica mesa alargada acompañada de un banco de asientos, lo que le daba a aquella sala una gran autenticidad. Es de esos lugares que te transportan fácilmente a siglos atrás, así que nos encantó.
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Refectorio de Bachkovo |
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Detalle de los frescos |
Al abandonar el monasterio por la rampa vimos que algunas de las tiendas vendían comida, así que no nos pudimos resistir a pararnos para comprar algo para comer. Uno de ellos vendían
banitsa, un bollo típico búlgaro hecho a base de pasta filo y queso sirene (tipo feta). Pedimos una de ellas y una especie de masa de patata y queso rebozada (los dos 4,30 leva, unos 2 €). La banitsa estaba muy rica, es una comida búlgara que nos encantó, y solo lamentamos no haber podido encontrar mas sitios donde la vendían durante nuestro viaje para comerla mas veces.
Como todavía era pronto decidimos acercarnos a la Fortaleza de Asen, situada a pocos kilómetros del monasterio, camino de Plovdiv. La presencia de fortificaciones en la zona se remonta a los tracios, pero no fue hasta el siglo XIII en el que el zar Iván Asen II construyó una gran fortaleza. Hay una estrecha carretera que sube hasta su base y un pequeño parking gratuito, aunque para acceder a la fortaleza hay que pagar entrada (4 leva). Hay que saber antes de ir que de la fortaleza apenas queda nada de ella (si no lo sabes puede defraudar), solo unos pocos muros que se veían reconstruidos. Y es que tras la conquista otomana fue totalmente destruida. Lo único que se ha salvado hasta nuestros días es la iglesia de la Santa Virgen de Petrich, ya que la gente local la continuó usando como lugar de culto. En su interior se intuyen algunos pocos frescos que se han conservado. Quizás lo mejor de la fortaleza es su espectacular entorno, ya que está enclavado en un estrecho valle tapizado de frondosos bosques. Es una de esas visitas que se hacen solo si sobra tiempo.
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La fortaleza de Asen y su iglesia |
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Disfrutando de las vistas desde la fortaleza |
Regresamos nuevamente a
Plovdiv y dejamos el coche en el parking del hotel. Ya habíamos hecho todas las visitas de aquel día y era bastante pronto, menos de las 5 de la tarde. Cuando hicimos el planning ya nos dimos cuenta que ese día nos quedaba bastante light. Una alternativa hubiera sido adelantar la hora y media de coche que había hasta Kazanlak (donde iríamos el día siguiente) y dormir allí. Pero era una ciudad que no nos decía nada, y preferimos dormir en Plovdiv que era un sitio chulo para pasear. Así que fuimos a dar un paseo por la zona nueva de Plovdiv, parando a hacer un café en una tetería que había adosada a la mezquita Dzhumaya. Después buscamos un sitio para hacer una cena temprana, y elegimos
Smokini, un restaurante que hacía cocina de vanguardia. Pedimos un filete de pollo relleno de bacon y emental y risotto de magret de pato, acompañado de una cerveza Zagorska y un vino blanco. Los dos platos eran muy originales y además estaban muy buenos. Como era un sitio un poco pijo pensábamos que nos saldría caro, pero al contrario, solo nos costó 40 leva (unos 20 €). Nos pareció un buen sitio para cambiar un poco de la cocina tradicional búlgara que comíamos casi a diario.
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Nuestra cena |
Hola!
ResponderEliminarPlovdiv es una ciudad simplemente preciosa, nos encantó. Además este año es la capital europea de la cultura, por lo que debe ser un lujazo visitarla. El curioso barrio Kapana también merece un paseo!
Para alargar el día, quizás puede ser interesante ir a los Chudnite Mostove, espectaculares.
Un saludo y sigo leyéndoos como siempre,
Anna
Muchas gracias por vuestras sugerencias! No conocíamos los Chudnite Mostove y la verdad es que parecen interesantes de ver. Nos recuerdan un poco a la cueva de Devetashka. Una buena idea para disfrutar un poco mas de la naturaleza búlgara.
EliminarSaludos