COSTA OESTE DE EEUU 2: San Francisco I

4 de octubre de 2018 Empezamos el día visitando las zonas del puerto de Fisherman’s Warf y de Pier 39. Después subimos por la serpenteante calle de Lombard Street y volvimos a bajar colina abajo hacia Little Italy y al Distrito Financiero. Desde allí entramos en el pintoresco barrio de Chinatown y acabamos el recorrido en Union Square y en el Civic Center. Aquel era nuestro primer día entero en San Francisco, después de haber llegado por la noche el día anterior. En la recepción del alojamiento servían el desayuno, consistente en croissants, minimuffins, zumos y cafés; como el espacio era pequeño te lo tenías que llevar a la habitación. Seguramente no era uno de los mejores desayunos del mundo, pero iba bien para no salir del alojamiento con el estómago vacío.
4 de octubre de 2018
Empezamos el día visitando las zonas del puerto de Fisherman’s Warf y de Pier 39. Después subimos por la serpenteante calle de Lombard Street y volvimos a bajar colina abajo hacia Little Italy y al Distrito Financiero. Desde allí entramos en el pintoresco barrio de Chinatown y acabamos el recorrido en Union Square y en el Civic Center.
Aquel era nuestro primer día entero en San Francisco, después de haber llegado por la noche el día anterior. En la recepción del alojamiento servían el desayuno, consistente en croissants, minimuffins, zumos y cafés; como el espacio era pequeño te lo tenías que llevar a la habitación. Seguramente no era uno de los mejores desayunos del mundo, pero iba bien para no salir del alojamiento con el estómago vacío. Enseguida nos pusimos en marcha ya que, como nuestras mochilas se habían quedado en la escala de París el día anterior, no teníamos ropa que escoger, estábamos con lo puesto. Esperábamos que a la noche llegaran… De hecho, al salir a la calle echamos de menos algo más de abrigo, la mañana era fresca en San Francisco en aquella época. Empezaríamos nuestra visita por la zona del puerto, una de las mas interesantes de la ciudad. Antes de llegar fuimos a dar un vistazo a Ghirardelli, una antigua fábrica de chocolate de finales del siglo XIX que se había reconvertido en centro comercial al aire libre. Nos pareció muy cuco, pero a aquellas horas de la mañana estaba muy inactivo. Cerca también encontramos uno de los iconos de la ciudad, su tranvía histórico conocido como cable car, que ha aparecido en tantas películas. Actualmente solo hay tres líneas de cable car, ya que han sido substituidas por tranvías mas modernos, de forma que son mas una atracción turística que un medio de transporte (el billete sencillo cuesta 7 $).
Centro comercial de Ghirardelli
Tranvía histórico
Enseguida llegamos a la zona del puerto de Fisherman’s Wharf, uno de los lugares mas turísticos de la ciudad. La zona fue fundada por pescadores italianos en el siglo XIX, que vinieron por la oportunidad de negocio que suponía la gran cantidad de gente que llegaba a la ciudad atraída por la fiebre del oro. Esta zona enseguida nos cautivó, ya que todavía se conservan algunos edificios de madera típicos del puerto. Había una parte llena de restaurantes italianos de pescado, en los que la especialidad era el cangrejo. De hecho, había algunos puestos callejeros donde se podía comer, pero a aquellas horas de la mañana no era una cosa que nos apeteciera demasiado… Una de las zonas con mas historia es el Hyde Pier, un muelle histórico donde se conservan algunos barcos antiguos. Solo los pudimos ver desde afuera, ya que todavía faltaba tiempo para que lo abrieran (es gratis con el Annual Pass de los parques nacionales), y la verdad es que tenía muy buena pinta.
Fisherman's Wharf
Fisherman's Wharf :puestos de cangrejos (abajo izq.) y Hyde Pier (arriba)
Fisherman's Wharf
Mas adelante dimos con la zona mas famosa del puerto, el Pier 39. Es un muelle moderno en el que se ha construido un centro comercial al aire libre, pero respetando la temática marinera del entorno. Y la verdad es que nos encantó a primera vista. Todos los pequeños edificios parecían un poco ajados como si tuvieran muchos años a sus espaldas, y todos los detalles estaban muy cuidados, incluso los letreros tenían estética marinera. Pasear por allí fue una gozada, y como era por la mañana no había mucha gente. Como curiosidad, uno de los restaurantes del Pier 39 es el Bubba Gump, una cadena de restaurantes de marisco inspirados en la famosa película de Forest Gump. De hecho, fue fundado por la productora de la película, y hay toda una planta del restaurante con todo tipo de merchandising inspirado en ella.
Centro comercial de Pier 39
Diferentes lugares del Pier 39
Restaurante Bubba Gump del Pier 39, con un banco para simular la famosa escena de la película
No habíamos salido del Pier 39 cuando ya habíamos decidido que aquel sería nuestro lugar preferido de la ciudad. Pero todavía nos esperaba una gran sorpresa: en el extremo noroeste del muelle se encuentra una gran colonia de leones marinos. Hay tantos que antes de verlos pudimos oír la gran algarabía que montaban. Descansaban sobre unas cuantas plataformas de madera, y los que las ocupaban no les gustaban que otros leones marinos vinieran a molestarles. De forma que había algunos pobres leones marinos que intentaban subir a las plataformas sin éxito y los que había encima les recibían a gritos. Lo mejor de todo era que teníamos a los animales muy cerca, ya que las primeras plataformas estaban a menos de 10 m del muelle.
Leones marinos del Pier 39
Reyertas entre los leones marinos
Con el subidón de lo chulo que nos pareció Fisherman’s Wharf, dejamos la zona del puerto y fuimos caminando a Russian Hill, una de las colinas de la ciudad. Allí se encuentra otro de sus iconos famosos, Lombard Street, una serpenteante calle que ha salido en muchas películas. Su curiosa forma viene porque está situada en una de las faldas mas inclinadas de Russian Hill, y para poder hacer circular coches (la pendiente llega a ser de 27º) se diseñaron una serie de ocho curvas cerradas. Al llegar vimos que la calle estaba atestada de turistas, sin duda es uno de los lugares mas masificados de San Francisco. Y al principio nos sorprendió que bajara por la calle un denso tráfico, pero después nos fijamos que casi todos los coches eran también de turistas. Para apreciar mejor esta singular calle decidimos subirla andando por una de las escaleras para peatones que hay en los lados. Hay que reconocer que la calle es bonita, ya que la carretera estaba revestida de unos adoquines marrones y el espacio entre las curvas estaba adornado con floridos jardines. Subimos hasta arriba del todo, desde donde hay unas grandes vistas. Se veía sobre todo otra de las colinas, Telegraph Hill, donde está la Coit Tower, uno de los miradores mas populares de la ciudad al que nosotros no iríamos por falta de tiempo.
Lombard Street
Vistas desde lo alto de Lombard Street, con la Coit Tower (al fondo a la dcha.)
Para bajar de Russian Hill lo hicimos por Macondray Lane, una calle peatonal medio escondida situada a pocas manzanas de Lombard St. Es muy especial, ya que está casi por entera cubierta de bonitos jardines, algunos pertenecientes a las casas que dan a ella. Pasear por allí es todo un placer, ya que además de lo bonita que es, parece ser que no aparece en las guías turísticas, ya que solo nos cruzamos con otra pareja de turistas. Lo único malo es que es una calle muy corta, pero muy recomendable.
Macondray Lane
Macondray Lane
Una vez bajamos de la colina nos dirigimos a Washington Square, donde comienza Little Italy, el barrio italiano de la ciudad. Su nombre oficial es North Beach, ya que originalmente este barrio marcaba la línea noreste de la costa (la zona de Fisherman’s Wharf se ganó al mar), y se llenó de personas de origen italiano sobre todo a raíz de la reconstrucción del barrio después del gran terremoto de 1906. Nosotros apreciamos esta herencia sobre todo en la gran cantidad de restaurantes italianos que hay. Nos pareció un barrio muy tranquilo y agradable por el que pasear, cuyas pequeñas casas contrastaban con los grandes rascacielos que hay en el aledaño Distrito Financiero. El olor a pizza era irresistible en la calle principal, Columbus Avenue, así que buscamos algún sitio que ofreciera pizza “al taglio”. El primero que vimos fue Pizzelle di North Beach, donde pedimos una porción (4,25 $) de una pizza de pollo y bacon deliciosa, crujiente y generosa en cuanto a ingredientes. La verdad es que tenía poco que envidiar a una auténtica pizza italiana.
Little Italy
Columbus Avenue, con la Transamerica Pyramid del Distrito Financiero al fondo
A continuación entramos en el Distrito Financiero, y el contraste con Little Italy no podía ser mas brutal. Allí había tantos rascacielos que la luz del sol apenas tocaba las calles, que estaban tomadas por una legión de ejecutivos con traje y corbata. El rascacielos mas famoso de la ciudad es la Transamerica Pyramid, con una forma muy singular que se puede ver desde muchos puntos de la ciudad. Paseamos por la zona en dirección al mar, hasta el Ferry Building, una terminal de ferry construida a finales del siglo XIX y que fue la mas importante de la ciudad. Con la construcción de puentes, su uso decayó, por lo que se reconvirtió en mercado. Paseamos un poco por el interior, cuidadosamente restaurado, que estaba lleno de tiendas de alimentos gourmet y ecológicos. En el exterior había algunas foodtrucks y puestos callejeros donde la gente del distrito financiero se acercaba a comprar sus almuerzos. Si no hubiéramos almorzado en Little Italy hubiéramos comprado algo para comer, ya que había mucha variedad.
Rascacielos del Distrito Financiero
El Ferry Building y su mercado
Luego fuimos a otro de los sitios emblemáticos de San Francisco, su Chinatown, que alberga la población china mas antigua y numerosa de EEUU. Paseamos por una de sus calles principales, Grant Avenue, con muchos edificios de arquitectura china y casi todos los letreros escritos en chino. Fue otro contraste viniendo del Distrito Financiero… Esta disparidad entre los barrios de la ciudad es algo que nos gustó mucho. Aprovechamos también para comer algo de cocina china, concretamente unos dim sum (bollos al vapor con rellenos diversos) que encontramos muy auténticos (3,50 $). El gran acierto de nuestro paso por Chinatown fue pasear por la calle paralela a la anterior, Stockton Street; ésta es una calle menos turística, donde se puede ver la vida real de los habitantes del barrio. Aquí sí que nos dio la sensación de estar realmente en China, ya que casi todos los comercios estaban rotulados solo en chino y toda la gente que había era oriental, éramos prácticamente los únicos “blanquitos”. Volvimos a Grant Avenue hacia al sur, donde se encuentra la Dragon’s Gate, una arco de entrada de estilo chino que marca el límite sur del barrio y que es otro de sus iconos.
Chinatown, Grant Avenue
Chinatown, Stockton Street
Dragon's Gate
Al salir de Chinatown nos encontramos enseguida Union Square, una de las pocas plazas que hay en el centro de San Francisco. Su nombre tiene origen en las manifestaciones que tuvieron lugar en la Guerra Civil en favor del ejército de la Unión. Nos sentamos un rato a descansar en la plaza, que era lo suficientemente grande para quedar alejada del tráfico. Toda la zona de la plaza está plagada de tiendas de grandes marcas (Nike, Levi’s, Macy’s…), pero con precios prohibitivos para nosotros. Cerca se encuentra el inicio de Powell Street, donde acaba una de las líneas del tranvía histórico y se puede observar algo muy curioso: al final de las vías hay una plataforma de madera donde unos operarios giran los tranvías para que puedan circular en sentido contrario.
Union Square
Un empleado gira un tranvía en la plataforma de Powell Street
Nuestra última visita era la zona del Civic Center, pero como estábamos cansados de tanto caminar decidimos coger un bus (2,75 $), ya que el billete todavía nos valdría para regresar mas tarde a nuestro alojamiento. El Civic Center es una enorme plaza ajardinada que hay frente al Ayuntamiento de la ciudad, un gran edificio de principios del siglo XX con una gran cúpula. En la plaza encontramos una gran manifestación en contra del presidente Trump. Era la segunda que vimos aquel día, la primera fue una de los trabajadores de un hotel frente al mismo. Pensamos que las dos tenían en común una cosa: el gran civismo de los que se manifestaban, que proclamaban sus consignas sin molestar a otros ciudadanos.
Manifestación frente al Civic Center
Con esto dimos por concluida la jornada turística de aquel día. Hasta el momento, San Francisco nos estaba encantando, sobre todo lo diferentes que son sus barrios, cosa que hace que quieras ver mas y mas. Decidimos regresar a nuestro alojamiento en bus, con la esperanza de que hubieran llegado nuestras mochilas. Pero no hubo suerte… Al menos Air France nos envió un mail diciendo que las mochilas ya habían llegado al Aeropuerto de San Francisco, así que era solo cuestión de tiempo que nos llegaran al alojamiento.
Después de una buena ducha y de descansar un rato, salimos a cenar. Nuestra intención era hacerlo en la zona de Fisherman’s Wharf, pero como estábamos cansados nos quedamos en el primer restaurante que encontramos. Era el Buena Vista, un café-restaurant con fama de servir el mejor café irlandés del país (casi toda la gente estaba tomando esta bebida). Nosotros pedimos para cenar medio cangrejo y quesadilla de pollo, que eran buenos pero tampoco nada del otro mundo. Junto a una cerveza, la cena nos salió por 49 $ (unos 43 €), mas la propina (que es sagrada en EEUU).
Nuestra cena
Después de cenar queríamos dar una vuelta por el Pier 39 para verlo de noche, pero estábamos tan cansados que solo nos apetecía dormir (el jet lag también tenía parte de culpa). Al regresar al alojamiento nos llevamos la mejor de las noticias: ¡habían llegado nuestras mochilas! Sentimos un gran alivio. La verdad es que siempre habíamos tenido suerte en este tema, y la única otra vez que nos había pasado fue en Noruega, y en aquella ocasión solo tardaron unas pocas horas en llegar. Así que con todas nuestras pertenencias con nosotros decidimos que a partir de entonces llevaríamos una muda en el equipaje de mano.

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