GEORGIA 8: Carretera Militar Georgiana y Kazbegi I

8 de Agosto de 2018 Dedicamos gran parte de aquel día a recorrer la ruta panorámica de la Carretera Militar Georgiana, que obsequia con espectaculares vistas de las montañas. Además, en el camino visitamos la fortaleza de Ananuri, que alberga un par de interesantes iglesias. Llegamos a Kazbegi (Stepantsminda) a primera hora de la tarde, y nos fuimos a hacer la corta y agradable excursión a las cascadas de Gveleti. Empezamos el día con un buen desayuno georgiano en nuestra guesthouse de Gori, a base de salchichas, huevos fritos, queso, pan… Lo ideal para cargar bien las pilas. Mientras desayunábamos en la televisión georgiana emitían imágenes terribles de la Guerra de Osetia del Sur
8 de Agosto de 2018
Dedicamos gran parte de aquel día a recorrer la ruta panorámica de la Carretera Militar Georgiana, que obsequia con espectaculares vistas de las montañas. Además, en el camino visitamos la fortaleza de Ananuri, que alberga un par de interesantes iglesias. Llegamos a Kazbegi (Stepantsminda) a primera hora de la tarde, y nos fuimos a hacer la corta y agradable excursión a las cascadas de Gveleti.
Empezamos el día con un buen desayuno georgiano en nuestra guesthouse de Gori, a base de salchichas, huevos fritos, queso, pan… Lo ideal para cargar bien las pilas. Mientras desayunábamos en la televisión georgiana emitían imágenes terribles de la Guerra de Osetia del Sur, en la que Gori fue bombardeada e invadida por el ejército ruso. Desde aquel entonces la relación entre georgianos y rusos es complicada (por decirlo de alguna manera). En aquel momento caímos que se conmemoraban los 10 años del inicio de la guerra… y que nosotros íbamos a conducir por las calles de Gori nuestro coche con matrícula rusa.
Por suerte, los georgianos son gente pacífica y tanto aquel día como otros no tuvimos ningún problema en conducir con nuestro coche ruso. Gran parte del día íbamos recorrer la ruta de la Carretera Militar Georgiana, la principal vía de comunicación entre Georgia (y otros países del Cáucaso) y Rusia (y más al oeste, Europa). Ésta está salpicada de puntos de interés históricos y paisajísticos. El primero al que paramos fue Ananuri, una fortaleza construida en el siglo XVII como residencia de un señor feudal local. Nos costó lo nuestro aparcar en el pequeño parking de la entrada, que estaba completamente desbordado por la gran cantidad de coches y furgonetas de tours que había. Al atravesar el alto perímetro amurallado dimos con un par de iglesias que ocupaban la mayor parte del patio de la fortaleza. La mas interesante era la iglesia de la Asunción, ya que estaba recubierta de bonitos relieves y algunas inscripciones en georgiano antiguo (son difíciles de ver por el desgaste, y están al lado de la puerta). El interior no era gran cosa, aunque tenía un bonito fresco del Juicio Final. A su lado, casi pegada a ella, se alzaba la iglesia de la Virgen, más antigua y grande, aunque no se podía entrar en ella. Es posible subir por la sección oeste de las murallas, desde donde se tiene una gran vista de Ananuri. La visita no se alargó mucho, pero el lugar nos encantó, pese a lo masificado que estaba.
Entrada de la iglesia de la Asunción
Fortaleza de Ananuri
Vista de las dos iglesias desde las murallas
Después de Ananuri la carretera empieza el ascenso en serio por las montañas del Cáucaso. Nos sorprendió encontrar centenares de camiones parados en el arcén de la carretera por la policía. No sabemos si los hacían circular por la noche, para no perjudicar el tráfico, ya que si todos los camiones estuvieran en la carretera, circular sería un infierno. Antes de llegar a Gudauri (un popular resort de invierno), encontramos un mirador con unas fantásticas vistas. Habíamos ascendido bastante en altitud y podíamos contemplar las montañas del Cáucaso en todo su esplendor, con sus bosques, prados y pequeños pueblecitos. Al llegar a Gudauri paramos en una gasolinera y aprovechamos para aprovisionarnos en un súper de comida “de supervivencia”.
Vistas de las montañas antes de Gudauri
Tras pasar Gudauri encontramos el mirador mas popular de la ruta, donde se encuentra el Monumento de la Amistad Ruso-Georgiana. Hoy en día ese concepto puede parecer una broma, pero el monumento fue alzado en época soviética para conmemorar los 200 años del tratado de Georgievsk, por el cual Georgia abandonaba Persia y se unía al Imperio Ruso. El monumento estaba decorado con unos azulejos que mostraban escenas de la historia común entre los dos países. Pero lo mas interesante de este lugar son las extraordinarias vistas que hay desde su mirador. Como habíamos ido subiendo en altitud, la única visión que teníamos era de naturaleza pura, sin apenas rastros de carreteras o pueblos. ¡Sencillamente fantástica!
Monumento de la Amistad Ruso-Georgiana
Vistas de las montañas del Cáucaso
Otra de las vistas
Continuamos por la carretera y atravesamos el Jvari pass, un puerto de montaña a casi 2400 m de altitud. A partir de allí todo fue de bajada hasta el valle de Kazbegi, donde encontramos muy poco tráfico. Llegamos al pueblo de Kazbegi (mas conocido como Stepantsminda) tras unas 6 h de viaje (incluyendo paradas y visitas). Fuimos directamente a nuestro alojamiento, la Nata-Mito Guesthouse, donde nos recibió la señora Nata hablándonos (como era costumbre en aquel viaje) en ruso. La habitación estaba muy bien, amplia y con baño. La ubicación era algo alejada del centro, aunque en nuestro caso no era importante, ya que nos desplazaríamos bastante en coche para iniciar las excursiones que queríamos hacer. Lo que sí encontramos mal es no disponer de desayuno… bueno, se lo podías encargar a la señora Nata, pero cualquiera se entendía con ella. El precio nos pareció la mar de correcto, 54 laris por noche (unos 17 €).
Nuestra habitación en Kazbegi
No nos entretuvimos mucho y fuimos a hacer la primera excursión por la zona, la que nos llevaría a las cascadas de Gveleti. Se trata de un trekking fácil, con solo unos 100 m de desnivel, que se puede hacer en 1,5 h. Dejamos el coche a la entrada del pueblo de Gveleti y empezamos a caminar desde allí. Hay una pista que continúa hacia las cascadas, pero enseguida se hace impracticable para turismos. En los alrededores del pueblo nos encontramos con un perro callejero muy grande que nos acompañó todo el viaje. El sendero discurre por un valle escarpado muy fresco, cubierto de exuberante vegetación. Nos sorprendió encontrar allí un enorme peñasco basáltico, con sus característicos prismas hexagonales, testimonio de la actividad volcánica en la zona. Enseguida llegamos a una bifurcación, donde encontramos aparcadas algunas furgonetas 4x4 de tours. Cogimos el sendero que llevaba hacia la cascada grande, a la que llegamos tras un bonito camino que discurre al lado del río. La cascada grande era bastante espectacular, y congregaba una gran cantidad de gente que acudía a admirarla (aunque no todo el mundo lo hacía con el calzado adecuado…). Después desandamos nuestros pasos para ir a la cascada pequeña, mucho menos espectacular y que encontramos desierta. Aquella pequeña excursión nos encantó, nos pareció ideal como una buena toma de contacto con la naturaleza de Kazbegi.
Inicio del sendero
Caminando hacia una de las catarátas
Cataratas de Gveleti, pequeña (dcha.) y grande (el resto)
Regresamos a la guesthouse y nos encontramos con una familia polaca que acababa de llegar y que nos hizo de intérprete con la señora Nata para poder encargar el desayuno para el día siguiente. Después de ducharnos y descansar no nos apetecía coger el coche para cenar, así que nos acercamos andando al cercano Green Sheep, el restaurante de un gran hotel. Pedimos barbacoa de cerdo y champiñones rellenos de queso sulguni (un gran clásico de la cocina georgiana), muy buenos. De postre nos pedimos un trozo de pastel de Kazbegi, que estaba tierno y delicioso. Junto con una cerveza y una limonati de pera, la cena nos salió por 48,40 laris (unos 17 €), sin duda una de las cenas mas caras que tuvimos en todo el viaje.
Nuestra cena

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