GEORGIA 7: Kutaisi y Gori

7 de agosto de 2018 Aquella mañana estuvimos paseando por la agradable ciudad de Kutaisi, deambulando por su bullicioso mercado y visitando la catedral de Bagrati. Después visitamos dos bonitos monasterios muy cerca de la ciudad, Gelati y Motsameta (nos gustó especialmente el de Gelati, adornado con interesantes frescos). Luego teníamos un viaje en carretera de unas 3 h hasta Gori, donde subimos a su castillo y estuvimos paseando por el centro, donde se conserva la casa natal de Stalin, su ciudadano mas famoso. Aquella noche habíamos dormido como unos benditos, no hay nada mejor como una buena cama y la ausencia de vecinos ruidosos para descansar bien. El desayuno había que ir a recogerlo y comértelo en la propia habitación, donde había una pequeña mesa y dos sillas.
7 de agosto de 2018
Aquella mañana estuvimos paseando por la agradable ciudad de Kutaisi, deambulando por su bullicioso mercado y visitando la catedral de Bagrati. Después visitamos dos bonitos monasterios muy cerca de la ciudad, Gelati y Motsameta (nos gustó especialmente el de Gelati, adornado con interesantes frescos). Luego teníamos un viaje en carretera de unas 3 h hasta Gori, donde subimos a su castillo y estuvimos paseando por el centro, donde se conserva la casa natal de Stalin, su ciudadano mas famoso.
Aquella noche habíamos dormido como unos benditos, no hay nada mejor como una buena cama y la ausencia de vecinos ruidosos para descansar bien. El desayuno había que ir a recogerlo y comértelo en la propia habitación, donde había una pequeña mesa y dos sillas. Éste consistía en varias pastas dulces y un par de kachapuris individuales (que guardamos para mas tarde). Por la mañana estaríamos visitando Kutaisi, así que no necesitaríamos el coche. Aun así, nos preocupaba el tema del aparcamiento, ya que ésta es una de las pocas ciudades georgianas en las que hay que pagar para aparcar. Tienen un sistema de cajeros donde introduces el número de la matrícula y pagas (poco, un par de laris). El problema es que el sistema no estaba preparado para coches extranjeros (el nuestro tenía matrícula rusa). Así que tras varios intentos dimos por imposible el tema, esperábamos no encontrarnos ninguna multa…
Kutaisi es una de las ciudades mas grandes de Georgia, y fue capital durante varios periodos de su historia. Su centro es pequeño pero acogedor, bordeado de casas bajas y algunos parques. Nos pareció agradable caminar por sus calles, aunque no se caracterizaran por grandes monumentos. Uno de sus principales puntos turísticos es la Colchis Fountain, una fuente construida en 2012 y que está adornada con reproducciones de diferentes piezas arqueológicas de la época del reino Cólquida, de la que Kutaisi se enorgullece de haber sido capital. Al fondo de la fuente pudimos ver el teatro Meskhishvili, uno de los edificios mas notables de la ciudad, y mas al fondo, encaramado en lo alto de la colina estaba la Catedral de Bagrati.
Centro de Kutaisi, con la Colchis Fountain, teatro y catedral (arriba)
El lugar que más nos gustó fue el mercado de Kutaisi, conocido como Green Bazar. Es una gran extensión de callejuelas con puestos donde se venden todo tipo de alimentos. Como era pronto por la mañana había una gran actividad de gente comprando y los expositores estaban a tope de mercancía. Los primeros puestos que vimos eran los de frutas, donde las vendían de todo tipo, aunque saltaban a la vista unas gigantes sandías. Al lado de la zona de los puestos había una gran sala donde los agricultores locales vendían las pocas verduras o frutas que cultivaban. Después encontramos una sección en la que su delicioso olor ya nos indicó qué vendían antes de entrar: quesos. A su lado había unos puestos donde vendían harina a granel, una cosa sorprendente en nuestros días. No faltaban los puestos con encurtidos, a los que los georgianos son muy aficionados. La sección de la carne tenía todos los productos al aire libre, sin refrigerar, cosa que nunca nos deja de sorprender. Los mercados son siempre una buena idea de ver la vida local y aquel nos encantó.
Mercado de Kutaisi
Puesto de encurtidos
Mercado de Kutaisi
Volvimos a coger el coche (que por suerte no tenía ninguna multa) y fuimos a ver la catedral de Bagrati, que se alza al otro lado del río en lo alto de una colina. Este templo fue construido en el siglo XI por el rey Bagrat III, uno de los monarcas mas importantes de la historia georgiana ya que unió por primera vez los diferentes reinos de la región en uno muy similar a lo que es el país hoy en día. Desgraciadamente, en el siglo XVII la catedral fue prácticamente destruida durante la ocupación otomana. Estuvo en ruinas durante cientos de años, y no fue hasta los años 50 cuando se reconstruyó. Y se notaba mucho, ya que externamente se veía muy nueva, como si no hubieran usado ninguno de los materiales originales para la reconstrucción. El interior era muy amplio, pero daba una sensación de desnudez, ya que no estaba decorado con frescos o con iconos religiosos. Además, apenas había fieles rezando, con lo que daba más impresión de estar en un museo que en una iglesia.
Catedral de Bagrati
Catedral de Bagrati
Con aquello dimos por concluida nuestra mini visita a Kutaisi, en la que empleamos un par de horas. En si no es una ciudad muy espectacular, pero su mercado vale mucho la pena. Y al estar en la ruta entre Tiflis y la costa hace que sea una parada muy práctica. A continuación íbamos a ver un par de monasterios que estaban en los alrededores de la ciudad. El primero de ellos era el de Gelati, que pertenece a la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco (junto con la catedral de Bagrati). Fue construido en el siglo XII por el gran rey David IV, y pronto se convirtió en un gran centro cultural. Encontramos todo el complejo en obras, ya que la Unesco exigió que se llevaran a cabo para no quitar el monasterio de su lista. Primero fuimos a la pequeña iglesia de San Jorge, cuyo interior nos impresionó ya que estaba completamente cubierta de frescos, aunque muchos en muy mal estado. Mas al sur encontramos la entrada principal del monasterio, donde se encontraba la tumba del rey David IV, apodado “el constructor”, uno de los monarcas mas importantes de Georgia, ya que expulsó a los selyúcidas turcos del territorio y convirtió al país en una potencia regional. Curiosamente, la tumba está situada en el suelo que hay tras la antigua entrada principal, ya que el rey quería que todo el mundo que entrara al monasterio pasara por encima de él. Paradójicamente, actualmente este acceso está cerrado, con lo que no se cumplió su voluntad. Junto a la entrada hay la iglesia de San Nicolás, pequeña y estilizada, en la que solo se puede visitar una pequeña capilla que hay en su primera planta.
Iglesia de San Jorge (izq.) y tumba de David IV (dcha.)
Nos dejamos el plato fuerte para el final, la Iglesia de la Santísima Virgen, la mas importante. Su interior era grandioso, y estaba decorado con fantásticos frescos en un estado mas o menos aceptable. Destacaba uno en el que estaban representados los reyes mas importantes de Georgia: allí estaban la reina Tamar, David el constructor, Bagrat III, etc. En el ábside se había conservado un gran mosaico dorado con la virgen y los arcángeles, de clara influencia bizantina. Estuvimos un buen rato deambulando por el interior contemplando todas aquellas maravillas artísticas. El monasterio de Gelati nos pareció un lugar único en toda Georgia.
Iglesia de la Santísima Virgen
Frescos de los reyes georgianos
Regresamos al coche y condujimos los pocos kilómetros que nos separaban del siguiente monasterio, el de Motsameta. El origen de este lugar está unido a la leyenda de Davit y Konstantin: en el siglo VIII éstos eran duques de esta región, y fueron capturados por los musulmanes al invadirla. Torturaron a los duques para que se convirtieran a la fe islámica, pero al no conseguirlo los mataron y los arrojaron al río. Milagrosamente, sus cuerpos fueron recuperados por unos leones, que los depositaron en el risco donde actualmente se alza el monasterio. Motsameta es muy pequeño, y casi todo su espacio está monopolizado por su iglesia, alzada en honor a Davit y Konstantin. De hecho en ella hay varias imágenes de los mártires donde se narran sus vidas. También hay la curiosa creencia que si pasas tres veces por un hueco que hay debajo del altar se te cumplirá tu deseo. Vimos enseguida el monasterio de Motsameta, aunque su principal atractivo es la belleza del lugar donde está emplazado. Si queréis saber mas sobre estos monasterios, os encantará el post de Viajamos juntos.
Monasterio de Motsameta
Monasterio y su interior, con frescos de Davit y Konstantin (arriba dcha.)
Eran sobre las 14:30 h y nos esperaba otro largo viaje, esta vez a Gori. Gran parte del viaje fue por carretera convencional, pero tuvimos suerte de no coger muchos camiones. Y cuando faltaba un tercio de la ruta enlazamos con la autopista, así que finalmente tardamos unas 3 h en llegar a Gori. Fuimos directamente a nuestro alojamiento, la Guesthouse Flora, donde aparcamos casi en la puerta. La dueña no sabía hablar inglés, pero al oírnos hablar en español empezó a usar el francés (debía comprender alguna palabra). Afortunadamente, Neus habla francés, así que nos pudimos entender bien con ella. Nuestra habitación estaba muy bien, era funcional y perfecta para nosotros. El desayuno estaba incluido y era de estilo georgiano, con salchichas, huevos fritos, queso, pepino, tomate… todo en generosas cantidades. La ubicación era genial, ya que estábamos entre el castillo y la plaza principal. El precio fue de 55 laris, unos 18 €, una gran relación calidad-precio.
Nuestra habitación en Gori
Cuando planeamos nuestro viaje, Gori no estaba entre los objetivos a priori. Pero resultaba una parada muy práctica entre Kutaisi y las montañas de Kazbegi, nuestro siguiente destino. Eran las 6 de la tarde, así que teníamos algo menos de dos horas de luz solar para dar una vuelta por allí. Lo primero que hicimos fue subir al Castillo de Gori, una gran fortaleza del siglo XIII que domina la ciudad desde su promontorio. No tardamos mucho en subir, ya que la subida no era muy inclinada. Las murallas exteriores se veían muy reconstruidas y dentro no había mucho que ver. Lo mejor son sus vistas de la ciudad, que parecía emerger como un oasis entre unas tierras áridas.
El castillo de Gori y sus vistas
Después bajamos al centro de la ciudad, la avenida de Stalin, que forma una alargada plaza en su extremo norte. En ella se encuentra el Museo de Stalin, el principal reclamo turístico de Gori, que ya estaba cerrado cuando llegamos. Y es que el ciudadano mas famoso de Gori es precisamente Josif Stalin, el dictador de la época soviética. De hecho su controvertida imagen se muestra en varios lugares de Gori, ajenos al gran rastro de muerte que dejó. Justo delante del museo se conserva la casa natal de Stalin, donde vivió los 4 primeros años de su vida. La vivienda era muy pequeña y sencilla, acorde con los inicios humildes del dictador. Al lado del museo también hay el vagón de tren en el que viajaba Stalin, que está recubierto de un pesado blindaje, y con el que fue por ejemplo a la conferencia de Yalta.
Plaza en la avenida de Stalin
Casa natal (abajo dcha.) y vagón de tren (arriba dcha.) de Stalin (izq.)
Después fuimos paseando por la avenida en dirección sur. No tenía nada de especial, estaba flanqueada por grandes edificios de viviendas de estilo soviético. Llegamos ante el gran ayuntamiento, delante del cual había en su día una gran estatua de Stalin, que cambiaron de ubicación y pusieron en el museo (lugar más apropiado). Con este pequeño paseo de una hora dimos por concluida nuestra visita a Gori, que no estaría entre los principales destinos de Georgia. Decidimos buscar sitio para cenar por aquella zona, muy animada ya que estaba al lado de la universidad. Optamos por el Nikala, un restaurante-bar-local de copas, todo en uno (cada espacio ocupaba una planta). Como en la carta había muchos tipos de khinkalis, decidimos cenar escogiéndolos de diferentes rellenos. Un khinkali es una especie de dumpling muy típico de la cocina georgiana, consiste en una masa de harina y huevo que encierra un relleno que puede ser muy variado. Un buen khinkali debe encerrar los jugos del relleno dentro, de forma que en el primer bocado hay que beberlos. Nosotros pedimos un par de khinkalis de carne, otro par de patata y finalmente dos de queso. Para acompañar pedimos unas patatas mexicanas (que resultaron ser enormes) y un kupati (salchicha tradicional hecha de cerdo). Todo estaba muy bueno, pero nos pasamos pidiendo comida, ya que los khinkalis eran muy grandes (la primera vez que los comimos eran bastante mas pequeños). La cena al final nos salió por 30,50 laris (casi 11 €).
Nuestra cena a base de khinkalis

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