ESLOVENIA 8: Radovljica, Jamnik y Škofja Loka

31 de julio de 2017 Aquella jornada paseamos por Radovljica y Škofja Loka, dos bonitos pueblos de la Alta Carniola. También disfrutamos de las bonitas vistas desde la iglesia de Jamnik, un lugar desconocido y sorprendente. A primera hora de la tarde regresamos a Italia ya que a la noche teníamos nuestro vuelo de vuelta desde Venecia-Treviso. Llegó nuestro último día en Eslovenia, casi no nos lo podíamos creer. El tiempo se nos había pasado volando por todos los lugares increíbles que habíamos tenido la suerte de disfrutar. Aquel día nos lo íbamos a tomar con tranquilidad, teníamos unas pocas visitas planeadas ya que teníamos un largo camino para regresar a Treviso (Italia), donde cogíamos el vuelo de regreso a casa.
31 de julio de 2017
Aquella jornada paseamos por Radovljica y Škofja Loka, dos bonitos pueblos de la Alta Carniola. También disfrutamos de las bonitas vistas desde la iglesia de Jamnik, un lugar desconocido y sorprendente. A primera hora de la tarde regresamos a Italia ya que a la noche teníamos nuestro vuelo de vuelta desde Venecia-Treviso.
Llegó nuestro último día en Eslovenia, casi no nos lo podíamos creer. El tiempo se nos había pasado volando por todos los lugares increíbles que habíamos tenido la suerte de disfrutar. Aquel día nos lo íbamos a tomar con tranquilidad, teníamos unas pocas visitas planeadas ya que teníamos un largo camino para regresar a Treviso (Italia), donde cogíamos el vuelo de regreso a casa. Y la tranquilidad empezó en el desayuno, ya que fuimos a desayunar como dios manda en un restaurante, el Štrudl, donde habíamos cenado la noche anterior. Normalmente es algo que no solemos hacer, ya que intentamos dormir en sitios donde el desayuno esté incluido o comprar cualquier cosa en un supermercado. ¡Pero un día es un día! Pero tampoco fue un gran festín, compartimos un štrudl (el típico pastel de manzana de origen germánico) y bebimos un latte y un te (6,30 €).
Con las pilas cargadas fuimos al primer destino del día, Radovljica. En su día fue una próspera ciudad comercial, en la que actualmente todavía se conservan sus bellas mansiones del siglo XVI. Aparcamos el coche en un parking situado justo a la entrada del casco histórico (3 h gratuitas). Éste estaba organizado entorno de Linhartov trg, una calle ancha rodeada por interesantes mansiones. El ambiente allí era muy apacible y tranquilo, lejos de las masas de Bled, y eso contribuía a disfrutar del paseo y de las mansiones, aunque también hay que decir que aquel día hacía mucho calor y seguro que mas de uno cambió de planes. El estado de conservación de las mansiones era estupendo, y algunas exhibían interesantes frescos en sus fachadas. La calle principal tiene unos 150 m, así que se veía mas o menos rápido. Al final de ella esperaba una sorpresa: había un mirador de la región en el que pudimos ver por única vez el Triglav, la montaña que aparece en el escudo de la bandera de Eslovenia, la mas alta del país. Radovljica nos pareció un lugar muy recomendable, ideal para dar un buen paseo.
Mansiones con frescos
Paseando por Radovljica
Mirador de Radovljica, con el Triglav al fondo a la derecha
La siguiente parada nos vino un poco de paso, y fue Kropa, que tuvo un próspero pasado en la industria de la forja y el metal. Aunque actualmente es un pueblo aletargado, donde sobreviven algunos artesanos del metal. Nos acercamos a su Museo de la Forja, pero por desgracia estaba cerrado los lunes. Fuimos a dar un paseo por el pueblo, pero éste es muy pequeño y no nos pareció muy pintoresco, así que seguimos nuestra ruta sin dedicarle mucho tiempo.
Kropa, donde hay el monumento de un yunque, símbolo de la metalurgia tan famosa del pueblo
Condujimos un buen rato por estrechas carreteras locales, por las que rezábamos por no cruzarnos con otro vehículo. Pero por aquella región no parecía vivir nadie. Sin embargo, hay un tesoro escondido cerca de un pequeño pueblo llamado Jamnik, la iglesia de San Primo y San Feliciano (Sv. Primoža). A priori solo es una de muchas de la región, pero lo que la hace especial es que se alza en lo alto de una colina, en medio de un paisaje de desbordante naturaleza. Dejamos el coche en el arcén de la carretera y caminamos por un sendero que discurre por la cresta durante unos 15 minutos. El entorno donde se encuentra es casi mágico, en medio de un bucólico prado lleno de flores en lo alto de la colina. Desde ella hay unas vistas increíbles de las montañas de la región. Nos gustó tanto el sitio que fuimos a por nuestra comida al coche y disfrutamos de un picnic en una ubicación sin igual. Fue una verdadera sorpresa, porque no teníamos anotado este lugar y simplemente nos paramos porque vimos a gente y queríamos descansar un rato.
La iglesia de Jamnik, que corona una colina
Vistas desde la iglesia
Vistas mirando hacia Jamnik
Continuamos nuestra ruta hasta la siguiente parada, Škofja Loka. Al igual que Radovljica fue una rica ciudad medieval cuyo casco histórico se ha conservado hasta nuestros días. Dejamos el coche en un gran parking que hay al norte del centro (50 céntimos la hora). Atravesamos el río por un puente peatonal y empezamos a disfrutar del rico patrimonio histórico de la ciudad. Aquí el centro es Mestni trg, rodeada por coloridas mansiones barrocas del siglo XVI. Algunas se veían en muy buen estado, mientras otras parecían algo ajadas. Nos pareció un lugar muy agradable, quizás no tan turístico como Radovljica, ya que se veían comercios para la gente local.
Entrando al centro de Škofja Loka
Mestni trg
Mestni trg
Eran sobre las 3 de la tarde y el calor era infernal. Subimos al Castillo de Škofja Loka, para ver si había algún mirador, pero no lo había. Dentro hay un museo etnográfico que no nos despertaba interés, así que volvimos al centro. Esta vez nuestros pasos nos llevaron a Spodnji trg, la otra calle/plaza principal. A diferencia de Mestni trg, aquí vivían los pobres de la ciudad, y se notaba mucho en sus edificios. Eran sencillas casas de una planta, sin adornos ni excentricidades. Nos gustó mucho el contraste entre ambas. Finalmente nos estuvimos algo mas de una hora paseando por Škofja Loka, una ciudad que nos gustó mucho por sus contrastes.
Spodnji trg
Todavía nos quedaban muchas horas hasta que tuviéramos que coger el avión por la noche. Estuvimos sopesando de hacer alguna visita mas, pero decidimos ir tirando hacia Treviso, ya que teníamos unas tres horas de camino y queríamos ir con tiempo para hacer frente a algún imprevisto. La idea era gastar lo que nos quedara de tiempo dando una vuelta por la ciudad italiana. Pero unas obras y el tráfico denso hizo que tardáramos mas de la cuenta en llegar. Decidimos entonces cenar algo en algún pueblo situado cerca del aeropuerto, y acabamos en Paese, a unos 5 km al N. Parecía una ciudad dormitorio y no habían muchos restaurantes, y acabamos en Il Ghiottone. Curiosamente nos atendió un camarero que hablaba castellano, ya que su padre era de Vigo. Pedimos unos tortellinis a la carbonara y unos penne con calabacín y gambas. Ambos platos eran muy buenos, aunque también muy grandes, y nos costó acabárnoslos. Junto con una cerveza, la cena nos salió por 20 €.
Nuestra cena cerca de Treviso
Después de llenar el depósito de gasolina del coche, fuimos a devolverlo al mostrador de Locauto en el aeropuerto de Treviso, donde llegamos sobre las 21 h. La sorpresa es que allí no había nadie, y eso que había unos turistas que nos contaron que llevaban media hora esperando a que apareciera alguien. Por suerte para nosotros, había una especie de buzón para devolver las llaves de los coches. Al final no tuvimos que ir con prisas, ya nuestro vuelo de Ryanair programado a las 22:35 h iba con una hora de retraso. Aquello fue lo de menos, ya que solo podíamos pensar en todas las maravillas que habíamos visto en ese pequeño pero fantástico país llamado Eslovenia.

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