23 de abril de 2019
Este fue el último día de nuestro viaje por Bulgaria. Dedicamos las pocas horas que nos quedaban a visitar los lugares de Sofía que nos quedaron en el tintero el día anterior, como las ruinas romanas de Serdica. A primera hora de la tarde fuimos en metro al aeropuerto de Sofía, donde cogimos el vuelo de vuelta a las 16 h.
Aquel iba a ser nuestro último día en Bulgaria, y la verdad es que aquellos 10 días nos habían pasado volando. Parecía que era ayer cuando habíamos flipado con el monasterio de Rila o con la coqueta ciudad de Plovdiv. Nos levantamos con el tiempo justo para ir a desayunar al hotel, cuyo servicio empezaba a las 8:30. El desayuno fue tremendamente decepcionante y de mala calidad, pero al menos salíamos de allí con algo en el estómago y con cafeína en las venas.
23 de abril de 2019
Este fue el último día de nuestro viaje por Bulgaria. Dedicamos las pocas horas que nos quedaban a visitar los lugares de Sofía que nos quedaron en el tintero el día anterior, como las ruinas romanas de Serdica. A primera hora de la tarde fuimos en metro al aeropuerto de Sofía, donde cogimos el vuelo de vuelta a las 16 h.
Aquel iba a ser nuestro último día en Bulgaria, y la verdad es que aquellos 10 días nos habían pasado volando. Parecía que era ayer cuando habíamos flipado con el monasterio de Rila o con la coqueta ciudad de Plovdiv. Nos levantamos con el tiempo justo para ir a desayunar al hotel, cuyo servicio empezaba a las 8:30. El desayuno fue tremendamente decepcionante y de mala calidad, pero al menos salíamos de allí con algo en el estómago y con cafeína en las venas. Aquella jornada no íbamos a tener muchas horas para visitar el centro de Sofía, pero como ya habíamos empezado el día anterior no nos quedaba mucho para ver. Empezamos por las ruinas de Serdica, los restos arqueológicos mas antiguos de la ciudad. Se trataba de un antiguo asentamiento tracio que los romanos tomaron y bautizaron como Ulpia Serdica. Durante esta época fue una importante ciudad e incluso capital de una provincia romana. Parte de los restos de Serdica se pueden ver bajo la superficie, y salieron a la luz cuando se construyó el metro de Sofia. Entre algunos pasillos del metro pudimos ver cómo habían reconstruido los cimentos de las casas de la antigua ciudad romana. Había otra parte visitable que estaba al exterior, pero en un nivel inferior que la calle cercana. Esta zona era mas interesante, ya que había plafones informativos que te explicaban lo que estaban viendo. Las ruinas en si no eran muy espectaculares para alguien no profano en la materia, pero para los amantes de la historia es un lugar clave para comprender los orígenes de Bulgaria.
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Ruinas de Serdika en el metro de Sofía, las cuales incluyen una pequeña iglesia (dcha.) |
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Ruinas de Serdica abiertas al exterior |
Muy cerca de las ruinas se alza la mezquita de Banya Bashi, uno de los testimonios mas importantes de la antigua ocupación otomana, y que hoy en día sigue funcionando como templo de culto musulmán. Su nombre quiere decir “muchos baños”, ya que la mezquita se construyó en una zona donde afloran aguas minerales termales. De hecho, al lado de la mezquita hay unas fuentes públicas donde se puede beber esa agua. Había una gran cantidad de gente que acudía a llenar grandes garrafas de la preciada agua. Precisamente, se piensa que esta agua fue uno de los motivos del rápido ascenso de Ulpia Serdica, al atraer turismo romano de spas de todo el imperio. Cerca de esta zona se alza el principal templo de la comunidad judía, la Sinagoga de Sofía, una de las mas grandes de Europa. En teoría hay un interesante museo de historia judía, pero se estaba remodelando y estaba cerrado.
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Centro de Sofía |
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Mezquita de Banya Bashi (izq.) y Sinagoga de Sofía (dcha.) |
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Fuente pública de agua mineral termal |
Continuamos paseando por el centro de Sofía y nos topamos con uno de sus emblemas, la
estatua de Santa Sofía, en el lugar donde se alzaba una gran efigie de Lenin. Cerca se encuentra la
Catedral de Sveta Nedelya, uno de los templos ortodoxos mas importantes del país que ha padecido un sinfín de vicisitudes. La mas importante fue un
atentado bomba en los años 20 contra el zar Boris III, que resultó ileso, pero que acabó con la vida de decenas de personas y destruyó gran parte de la catedral. Su interior es muy oscuro, y está cubierto de frescos pintados tras la reconstrucción posterior al atentado. Muy cerca de la catedral hay uno de los tesoros de Sofía, la
Rotonda de San Jorge (Sveti Georgi). Esta iglesia está completamente rodeada por unos altos edificios, y si no sabes dónde está puede pasar completamente desapercibida. Fue construida por los romanos en el siglo IV y ha llegado a nuestros días al ser transformada en mezquita durante el periodo otomano. De hecho, en sus terrenos hay varios restos de casas romanas, incluyendo una calle con su pavimento perfectamente conservado. En el interior de la iglesia todavía se pueden apreciar algunos frescos del siglo XII, muy dañados, que fueron encalados durante la ocupación otomana.
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Estatua de Santa Sofía (izq.) y Catedral de Sveta Nedelya (dcha.) |
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Rotonda de San Jorge |
Con esto acabamos nuestro interesante paseo por el centro de Sofía. Nos quedaba una visita en el tintero, ya que el día anterior habíamos querido visitar la necrópolis de la iglesia de Santa Sofía (entrada 6 leva, 3 €) y era precisamente el día que cerraba. Así que nos acercamos a visitarla y tenemos que reconocer que nos pareció un lugar fascinante. De hecho, es un museo bastante moderno, inaugurado en 2014. Todo empezó con unas obras para mejorar el suelo de la iglesia de Santa Sofía, encontrándose en su subsuelo un verdadero tesoro arqueológico. Y es que la actual iglesia de Santa Sofía se había construido en el siglo VI encima de otras cuatro mas antiguas, en la necrópolis situada a extramuros de la ciudad romana. En el recorrido por la necrópolis pudimos ver muchas tumbas y algunos restos de las cuatro iglesias anteriores. Lo mejor es que hay una gran cantidad de plafones en inglés que explican a la perfección cada elemento del lugar. Algunas de las tumbas estaban adornadas con fabulosos frescos que han sobrevivido al paso del tiempo, y en alguna de las iglesias pudimos disfrutar de bellísimos mosaicos en su pavimento. La necrópolis es literalmente un paseo por la historia antigua de Sofía, un lugar imprescindible en toda visita a la capital de Bulgaria. Lo peor es que si quieres hacer fotos hay que pagar, a parte de la entrada, nada menos que 15 leva (7,5 €), así que las que podéis ver mas abajo las hemos extraído de internet.
Con muy buen sabor de boca después de la visita a la necrópolis, dimos por concluido nuestro paso por Sofía. Nos acercamos al hotel a por nuestro equipaje y nos dirigimos al metro para ir al aeropuerto de Sofía. En un plis llegamos allí, y tras pasar los controles, buscamos algún sitio para comer. Aunque su terminal 2 es muy nueva, su oferta de restauración es mas bien reducida, solo un puñado de restaurantes pertenecientes a la misma franquicia, que ofrecen comida rápida y algunos platos sencillos. A las 16 h partió puntualmente nuestro vuelo de Ryanair con destino a Barcelona, poniendo fin a aquel fantástico viaje.
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