COSTA OESTE DE EEUU 8: Bodie y Death Valley

10 de octubre de 2018 Empezamos la mañana visitando Bodie, un antiguo pueblo minero lleno de historia que nos encantó. Después teníamos un largo tramo de carretera de unas 4 h hasta el Death Valley. Allí visitamos las dunas de Mesquite Flats, la depresión de Badwater Basin, las impresionantes formaciones de Artist’s Palette y las no menos bonitas rocas de Zabriskie Point. Tras otro par de horas de coche, llegamos a Las Vegas, donde pasaríamos los dos siguientes días. Aquel día madrugamos un poco ya que teníamos un largo día por delante. Bajamos a desayunar al restaurante de nuestra pensión, la Bridgeport Inn, aprovechando los dos vales de 4 $ de descuento que nos habían dado en el check-in. En la carta había platos que se nos hacían demasiado contundentes para un desayuno, así que pedimos unos rollos de canela y un pancake, suponiendo que iban a ser ligeros.
10 de octubre de 2018
Empezamos la mañana visitando Bodie, un antiguo pueblo minero lleno de historia que nos encantó. Después teníamos un largo tramo de carretera de unas 4 h hasta el Death Valley. Allí visitamos las dunas de Mesquite Flats, la depresión de Badwater Basin, las impresionantes formaciones de Artist’s Palette y las no menos bonitas rocas de Zabriskie Point. Tras otro par de horas de coche, llegamos a Las Vegas, donde pasaríamos los dos siguientes días.
Aquel día madrugamos un poco ya que teníamos un largo día por delante. Bajamos a desayunar al restaurante de nuestra pensión, la Bridgeport Inn, aprovechando los dos vales de 4 $ de descuento que nos habían dado en el check-in. En la carta había platos que se nos hacían demasiado contundentes para un desayuno, así que pedimos unos rollos de canela y un pancake, suponiendo que iban a ser ligeros. Pero no, allí todo tenía tamaño XXL y al final tuvimos que llevarnos los pancakes, ya que con los rollos de canela ya nos quedamos llenos. Cuando salimos al exterior para iniciar la ruta notamos que hacía un frío increíble, y nos encontramos el techo de nuestro coche cubierto de una gruesa capa de hielo (el termómetro del coche marcaba 2 ºC). Enseguida nos pusimos en marcha hacia Bodie, para entrar cuando abriera (a las 9 h).
Bodie es una ciudad fantasma que alberga los restos de un antiguo y próspero pueblo minero. Sus orígenes se remontan a mediados del siglo XIX, cuando William S. Bodey encontró aquí un gran filón de oro. Esto atrajo a muchísima gente en busca de fortuna, ya que en aquella época la fiebre del oro ya estaba en su declive en California. De la nada surgió una ciudad y decidieron llamarla Bodie en honor a él. Rápidamente se abrieron muchas minas (unas 30 en total) y la ciudad creció hasta albergar a mas de 7000 personas. Para cubrir las necesidades de los mineros se abrieron decenas de saloons, prostíbulos y fumaderos de opio. Eso hizo que Bodie se ganara también mala fama como lugar violento, pues los asesinatos y las peleas estaban a la orden del día. Por no hablar de las duras condiciones climatológicas, con inviernos muy fríos. El apogeo de Bodie duró poco, ya que a finales del siglo XIX el oro se empezó a acabar y las empresas mineras quebraron. La gente empezó a abandonar el pueblo, aunque todavía quedaría una mina abierta hasta los años 40, cuando Bodie se despobló definitivamente y se convirtió en un pueblo fantasma. Afortunadamente, la familia de los Cain, que poseía casi toda la tierra de Bodie, contrató guardas para vigilar las casas y evitar pillajes. Gracias a ellos, muchos edificios de esta ciudad han podido llegar a nuestros días, convirtiendo a Bodie uno de los lugares históricos mas importantes de California.
Pueblo fantasma de Bodie
Llegamos a Bodie poco después de las 9 de la mañana. En la entrada (8 $) compramos un folleto explicativo que nos ofrecieron por 2 $; lo encontramos muy útil, casi imprescindible, ya que te iba guiando por la ciudad y explicando cosas de algunos de los edificios. Empezamos la visita por Green Street, una de las calles principales de Bodie. Allí destacaba la Iglesia Metodista, uno de los pocos edificios a los que se podía entrar. Estaba rodeado de unas cuantas casas de madera, que era el material de construcción mas habitual. En la época dorada de la ciudad, había una demanda de madera tan grande que tuvieron que construir un ferrocarril para traerla, ya que apenas crecían árboles en los alrededores. En algunas casas se podía mirar dentro a través de sus ventanas, y la mayoría estaban en un estado ruinoso. Sin embargo, el estado de conservación externo de las casas era bastante bueno, y si estaban reconstruidas no se notaba mucho, lo que le daba autenticidad. Las casas tenían un estilo muy parecido, bastante austero y funcional. De vez en cuando nos encontrábamos con alguna diferente, mas grande y algo ostentosa, hogar de algún empresario minero. Algunas tenían grandes escaparates acristalados ya que albergaban tiendas. La verdad es que la primera toma de contacto con Bodie nos gustó mucho, nos transportó perfectamente al “far west”.
Green Street, con la Iglesia Metodista a la izq.
Casas de Green St.
Casa con un escaparate de una tienda
Luego llegamos a Main Street que, como su nombre indica, es la calle pricipal de Bodie y donde había los edificios mas importantes. Allí es donde estaba el edificio de correos (uno de los pocos construidos en piedra), el ayuntamiento, la morgue, la sede de los bomberos, el hotel… El edificio de la Unión de Mineros alberga el Museo de Bodie, donde se exponen algunos objetos antiguos que se han recuperado de las casas. Había de todo, desde fotos a ediciones de periódicos (Bodie llegó a editar hasta tres cabeceras diferentes). Fue una buena forma de ver objetos cotidianos, imposibles de ver de otro modo.
Main Street, con el edificio de Correos en primer término
Interior de una de las casas
Continuamos nuevamente por Green St., la cual se va emparrando por una colina. Allí parecía haber el barrio mas residencial y popular, y las casas que había eran muy sencillas y pequeñas. Estaban bastante cerca de la principal mina del pueblo, que destacaba por sus edificios grisáceos, sus chimeneas y las cintas transportadoras para el metal. La lástima es que esa área estaba cerrada, solo se puede visitar en verano mediante tours guiados. Volvimos hacia el este en una zona sin edificios, parecía que habíamos salido de la ciudad. Pero no, sencillamente los edificios habían sido destruidos. Y es que la ciudad fue pasto de varios incendios, el último en los años 30 devastándola casi por completo. Y la zona mas castigada fue aquella, donde había el barrio chino. Los chinos habían llegado al principio a Bodie para trabajar en el ferrocarril, pero después se quedaron viviendo de los ingresos de las lavanderías y de los fumaderos de opio. Tenían incluso un templo budista que desgraciadamente tampoco se conservó.
Casas de Green St.
Mina de Bodie
Como hemos dicho, los incendios hicieron mella en Bodie, y eso hace que solo se hayan conservado algunas de sus casas. El sector donde mas se habían conservado era el noroeste, en el que pudimos ver algunas de carácter mas señorial, propiedad de la gente mas adinerada. También había algunos almacenes donde se guardaba maquinaria antigua para trabajar el campo. Sencillamente Bodie nos encantó. Hicimos la visita con calma, parándonos en casi cada casa que explicaba el folleto, y al final tardamos aproximadamente 2 h en total. Nos pareció un lugar muy auténtico lleno de historia, y en la Costa Oeste de EEUU cuesta encontrar lugares así. Para nosotros, el pueblo fantasma de Bodie es un lugar totalmente indispensable para cualquier viaje por la zona.
Casas señoriales de Bodie
Bodie
Volvimos al coche y encaramos una larga jornada de conducción hasta Death Valley. Hicimos una breve parada en Bishop, para repostar gasolina (en las ciudades es donde es mas barata) y para comer algo de la comida que llevábamos. Al final tardamos unas 4 h en llegar al Parque Nacional del Valle de la Muerte (Death Valley). Como bien dice su nombre, es un lugar inhóspito y descarnado donde se alcanzan las temperaturas mas altas del mundo (hasta 57 ºC). El parque es enorme, de hecho el segundo en extensión del país, y normalmente la gente visita unos pocos puntos cerca de la carretera que la atraviesa, ya que sus condiciones extremas no recomiendan aventurarse mucho mas. La web oficial del parque ofrece buenos consejos sobre las posibilidades de visitarlo de forma segura, así como información actualizada de cortes de carreteras y otras incidencias.
Encontramos curioso lo mucho que bajaba la carretera desde que entramos al parque, casi 2000 m de altitud en pocos kilómetros. El primer lugar al que fuimos fue las Mesquite Flat Dunes, un enorme campo de dunas de arena. Al salir del coche nos golpeó un aire tórrido, debíamos estar a pocos grados por encima de los 30 ºC. Pese al calor que hacía, no podemos ni imaginar lo que debía ser aquel lugar en verano, en el que la temperatura puede pasar de los 50… El desierto de arena era majestuoso, y las dunas ondeaban hasta el horizonte. La gran cantidad de gente que había le quitaba algo de encanto, pero aun así nos pareció bonito. En un plafón leímos que las dunas de arena eran una rareza allí, que eran consecuencia de una determinada circulación de vientos que acumulaba la arena. De hecho, no había dunas en ningún otro lugar del parque, donde predominaban los lugares mas bien rocosos.
Mesquite Flat Dunes
Dunas de Mesquite
Dunas de arena
Seguimos nuestra ruta y a medio camino pasamos por Furnace Creek. En la inmensidad del desierto del Death Valley aquel parecía un fragante oasis lleno de vegetación y una de las pocas poblaciones permanentes del lugar. Continuamos conduciendo hasta Badwater Basin, que ostenta el record del punto mas bajo de América del Norte, ya que está a 86 m bajo el nivel del mar. No es mas que una cuenca endorreica que se inunda periódicamente y donde se depositan grandes cantidades de sal. De hecho, el punto mas bajo es simplemente una pequeña charca salina. Para hacerte una idea de la altitud a la que estas, colocaron en un acantilado cercano una placa señalando el nivel del mar… ¡y se encontraba muy arriba! La llanura salina de Badwater era inmensa, y un pequeño sendero permitía adentrarte un poco en ella. Nosotros no nos quedamos demasiado tiempo, aunque encontramos el lugar muy curioso.
Punto mas bajo en la Badwater Basin
Llanura de Badwater
A continuación fuimos a uno de los sitios mas espectaculares del Death Valley, la Artist’s Palette. Es una ruta de unos pocos kilómetros que atraviesa deferentes formaciones rocosas con unos colores increíbles. La recorre una carretera de un único sentido, a la que se accede por su extremo sur. Encontramos su nombre justificado, ya que las rocas adquirían una gran variedad de colores, como si fueran la paleta de un pintor. Como empezaba a atardecer, se intensificaron los colores mas cálidos, que resplandecieron en todo su esplendor. Aunque hay varios miradores para ver diferentes formaciones, el marcado como “Artist’s Palette” es el mas espectacular, y el que atrae a mas visitantes.
Artist's Palette
Mirador principal del Artist's Palette
Empezaba a anochecer, pero no queríamos irnos de allí sin contemplar otra de sus maravillas, Zabriskie Point. También era un lugar mágico, donde las formas y los colores de las rocas forman un paisaje maravilloso. Aunque llegamos con muy poca luz solar, pudimos apreciar la belleza de aquel lugar. La vista era fantástica, y se perdía hasta la gran llanura del Death Valley. Nos recordó un poco a los badlands de la Capadocia, pero aquí se teñían de vivos colores rojizos.
Zabriskie Point
Zabriskie Point
Zabriskie Point
Con esto dimos por acabada nuestra visita al Death Valley, que nos gustó mucho pese al poco tiempo que le pudimos dedicar (apenas 3 h). Nos quedó en el tintero Dante’s View, un espectacular mirador con vistas a la gran llanura. Cuando volvimos al coche ya era casi de noche y todavía nos quedaba una larga jornada hasta Las Vegas. El viaje se hizo muy pesado, pues circulamos por carreteras super-rectas que atravesaban oscuros parajes. Casi sin darnos cuenta entramos en el estado de Nevada, el segundo de nuestra ruta. No había ningún cartel, lo único que notamos es que el asfalto de la carretera era mas reciente… Cuando faltaban pocos kilómetros vimos en el horizonte un gran resplandor que se abría paso entre la oscuridad: era la gran urbe de Las Vegas, que emergía de la nada. Al llegar a la ciudad nos sorprendió enseguida, ya que parecía que no había calles, solo autovías de muchos carriles. Antes de ir a nuestro alojamiento nos pasamos a ver el famoso cartel de “welcome to fabulous Las Vegas”, situado cerca del aeropuerto. Había un pequeño parking gratuito cerca del cartel para aparcar y hacer unas fotos rápidas. El cartel nos daba la bienvenida a los dos próximos días que pasaríamos en “la ciudad del pecado”.
El famoso cartel de bienvenida a la "ciudad del pecado"
Justo después fuimos a nuestro alojamiento de Las Vegas. Aunque la ciudad tiene una oferta casi ilimitada de sitios para dormir, nos costó mucho de escoger. Teníamos claro que queríamos estar en The Strip, la calle donde se encuentran todos los casinos y las cosas interesantes de la ciudad. Pero eso significa pagar y mucho. La gran mayoría de alojamientos de esa zona se encuentran en casinos, y en muchos casos son mas caros porque aplican una tasa de resort (resort fee). Esta tasa suele estar camuflada en la letra pequeña de los principales buscadores de habitaciones, e incluso en las webs de los mismos hoteles. Y lo peor es que esta tasa puede suponer un sobrecoste de mas del 50 % en el precio de la habitación, así que lo que a primera vista puede parecer una buena oferta, sumándole las tasas puede llegar a convertirse en un atraco. Tanto es así que algunos hoteles, para atraer clientela, se publicitan como “restort fee free”. En nuestro caso estuvimos buscando algunos hoteles sin la tasa, pero o eran cutres o estaban alejados de The Strip. Al final nos decantamos por un motel, ya que por su propia naturaleza no cobra esta tasa. Elegimos el Travelodge by Wyndham, un motel modesto pero bien situado, justo al lado del centro comercial Planet Hollywood y a 5 minutos caminando del Bellagio. Las habitaciones eran grandes y sencillas, con mobiliario algo anticuado, y con un baño que necesitaba una reforma urgente. Pero era perfecto para nosotros, que solo íbamos a dormir por la noche. Uno de sus puntos fuertes era que tenía parking gratuito y desayuno incluido, aunque éste era bastante sencillo, a base sobre todo de bollería industrial (al menos salías con algo en el estómago). Su precio por noche fue de 105 $, que está muy bien teniendo en cuenta la céntrica zona en la que estábamos, rodeados de hoteles en los que las habitaciones debían costar el doble de esa cantidad. Para quien busque un sitio sencillo, bien situado y barato, es completamente recomendable. Para quien busque una experiencia mas lujosa, abstenerse.
Nuestro alojamiento en Las Vegas
Eran casi las 10 de la noche cuando dejamos nuestras mochilas en la habitación y salimos a cenar. En cualquier otro lugar eso hubiera significado cocinas y restaurantes cerrados, pero estábamos en Las Vegas, la ciudad que nunca duerme. Y verdaderamente no parecía solo un lema. Era un miércoles y daba la sensación que todo el mundo estaba en la calle. Como no queríamos ir muy lejos para cenar nos acercamos al Planet Hollywood, un resort que alberga un gran centro comercial con todo tipo de restaurantes. Uno enseguida nos hizo gracia, el Gordon Ramsay Burger, el restaurante especializado en hamburguesas del famoso chef británico. Pedimos la hog burger y la crown burger, que nos parecieron deliciosas, tanto la carne como el original relleno que tenían. Las hamburguesas no llevaban guarnición, pero eran tan grandes que no hacía falta, solo con ellas ya nos quedamos llenos. La cena nos salió por 49 $ (unos 43 €), lo cual nos pareció un buen precio. Un consejo: al ser un sitio famoso, evitar los fines de semana. Nosotros tuvimos mesa sin esperar nada, pero pasamos por allí el viernes por la noche y había una cola interminable.
Cenando en el Gordon Ramsay Burger

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