GEORGIA 11: Mtskheta y Tiflis I

11 de agosto de 2018 Dedicamos la mañana a visitar las iglesias de Mtskheta, una de las primeras capitales y cuna del cristianismo del país. Primero fuimos a ver la imponente Catedral de Svetitskhoveli, después el más modesto Monasterio de Samtavro y acabamos en el Monasterio de Jvari, construido en uno de los lugares mas santos para el cristianismo georgiano. Después devolvimos el coche de alquiler en el aeropuerto y nos desplazamos en taxi a Tiflis. Dedicamos la tarde a explorar la Vieja Tiflis, la parte mas antigua e interesante de la ciudad. Cruzamos el río para ir a la iglesia de Metekhi, desde donde hay bonitas vistas de la ciudad vieja. Después cogimos el teleférico que lleva a la fortaleza de Narikala, con las vistas mas famosas de la ciudad. Acabamos el día paseando por el barrio árabe de Abanotubani. Aquella noche habíamos dormido muy bien, y nada mejor que un buen desayuno para empezar bien el día. La propietaria de la guesthouse había cocinado unas butifarras caseras especiadas muy buenas para desayunar.
11 de agosto de 2018
Dedicamos la mañana a visitar las iglesias de Mtskheta, una de las primeras capitales y cuna del cristianismo del país. Primero fuimos a ver la imponente Catedral de Svetitskhoveli, después el más modesto Monasterio de Samtavro y acabamos en el Monasterio de Jvari, construido en uno de los lugares mas santos para el cristianismo georgiano. Después devolvimos el coche de alquiler en el aeropuerto y nos desplazamos en taxi a Tiflis. Dedicamos la tarde a explorar la Vieja Tiflis, la parte mas antigua e interesante de la ciudad. Cruzamos el río para ir a la iglesia de Metekhi, desde donde hay bonitas vistas de la ciudad vieja. Después cogimos el teleférico que lleva a la fortaleza de Narikala, con las vistas mas famosas de la ciudad. Acabamos el día paseando por el barrio árabe de Abanotubani.
Aquella noche habíamos dormido muy bien, y nada mejor que un buen desayuno para empezar bien el día. La propietaria de la guesthouse había cocinado unas butifarras caseras especiadas muy buenas para desayunar. Todo aquel festín nos tenía que dar energía hasta la noche.
Nuestro fantástico desayuno en Mtskheta
El plan de la mañana era visitar Mtskheta, una de las ciudades mas antiguas de Georgia y capital del país en varios periodos. Pero lo que la hace especial es que está considerada ciudad santa por la iglesia ortodoxa georgiana, ya que aquí fue donde los georgianos se convirtieron por primera vez al cristianismo (siglo IV). Su principal reclamo son una serie de iglesias inscritas en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. La primera de ellas estaba muy cerca de nuestro alojamiento, la Catedral de Svetitskhoveli, la mas impresionante de todas. La historia de esta catedral está asociada a Santa Ninó y la Santa Túnica, dos elementos de gran importancia religiosa. Santa Ninó fue una niña cristiana de la Capadocia que vino a Mtskheta a venerar la Santa Túnica (la que llevó Jesús en su crucifixión), que según una leyenda había sido traída a la ciudad georgiana por un mercader judío. En el camino, la niña recibió el encargo de la Virgen de evangelizar aquellas tierras, por lo que fue ella quien introdujo el cristianismo en Georgia en el siglo III. Respecto a la Santa Túnica, se dice que fue enterrada con la hermana del mercader, en el emplazamiento donde hoy en día se alza la catedral.
Catedral de Svetitskhoveli
La catedral está rodeada por un impresionante perímetro amurallado con torres de defensa. Parecía que estábamos entrando en un castillo, pero era un lugar mas importante, el mas santo del país. El edificio nos pareció imponente, uno de los templos mas impresionantes que vimos en nuestro viaje. Desgraciadamente, en el interior no se pueden hacer fotos, y es una pena ya que conserva una gran cantidad de tesoros. Nos impresionaron mucho sus frescos, aunque solo se habían podido salvar unos pocos de la época rusa. Sin duda el lugar mas decorado con frescos era el ciborio que marca el lugar de la tumba donde la Santa Túnica estuvo enterrada (fue robada posteriormente al ser saqueada por los persas). También había algunas tumbas de reyes, incluyendo un epitafio de la reina Tamar. Pero lo mas impresionante es el gran ambiente espiritual que se respira, con mucha gente que se acerca a rezar con gran devoción.
La catedral y su muralla
Después cogimos el coche y nos dirigimos al Monasterio de Samtavro (aunque estaba cerca de la catedral, después teníamos que volver a cogerlo para la siguiente visita). Al igual que la catedral, está cargada de un fuerte simbolismo religioso, ya que la iglesia fue construida en el sitio exacto donde Santa Ninó se detuvo por primera vez a rezar. De hecho, la iglesia fue alzada en el siglo IV por Mirian III, el primer rey que se convirtió al cristianismo y lo estableció como religión de estado. En el interior (no se pueden hacer fotos), la tumba de los reyes tienen un papel preponderante, y están dentro de unos sarcófagos finamente labrados. Fuera vimos la Capilla de Santa Ninó, llamada en georgiano Makvlovani o zarza milagrosa, ya que la santa vivió en aquel lugar cobijada por las zarzas. Fuera de la capilla hay plantadas unas grandes zarzas con iconos de Santa Ninó, recordando lo que fue su primera casa en Georgia. Samtavro desde el punto de vista arquitectónico no tenía nada de especial, pero es uno de los lugares con mas significado religioso del país, y eso se notaba en la gente que acudía a rezar.
Monasterio de Samtavro
Capilla de Santa Ninó
La última visita de Mtskheta estaba algo lejos, teníamos que coger el coche para cruzar un río y subir una colina, donde está el monasterio de Jvari. Su fabulosa iglesia del siglo VI también marca un importante hito religioso: poco después de rezar por primera vez en Mtskheta, Santa Ninó subió a la colina y plantó una gran cruz para anunciar la nueva fe. Enseguida corrió la voz que la cruz era milagrosa y la gente acudió en masa a venerarla. En el lugar donde estaba la cruz se construyó esta iglesia (jvari significa cruz en georgiano). De hecho, lo que encontramos al entrar en la iglesia fue eso precisamente, una enorme cruz puesta en un pedestal de piedra. La cruz original era de madera y no ha llegado a nuestros días, pero el pedestal sí. Pese a la lluvia que había empezado a caer, muchos fieles se acercaban a la iglesia para besar la cruz. Al lado de la iglesia hay un mirador con fantásticas vistas de Mtskheta, pero con la lluvia que caía no se veía casi nada. Con esto dimos por concluida nuestra visita en Mtskheta, en la que invertimos 2,5 h (incluyendo los traslados). La visita es imprescindible, tanto por el valor histórico del lugar como el religioso.
Monasterio de Jvari
Después teníamos que devolver el coche de alquiler en el cercano aeropuerto de Tiflis. El viaje se acercaba a su fin y aquella tarde y la mañana siguiente la íbamos a dedicar a visitar Tiflis, la capital. Y pensamos que el tráfico sería horrible y que el coche nos molestaría. Devolvimos el coche sin problemas y en la misma terminal buscamos un taxi para que nos llevara a nuestro alojamiento en Tiflis. Existe la línea de bus 37 que te lleva al centro, pero preferimos ir más rápido para aprovechar mejor la tarde. Negociamos con un taxista que nos cobró 50 laris por llevarnos (unos 17 €). La verdad es que devolver el coche fue un acierto, ya que vimos que el centro de Tiflis era un caos circulatorio, y nos hubiera costado conducir por allí. En algo mas de media hora ya estábamos frente a la puerta de nuestro alojamiento, la Guest House on Gia Abesadze Street. La verdad es que la sensación inicial que nos dio fue mala, ya que estaba en un edificio “típico” del centro de Tiflis, con la fachada que se caía a trozos como si estuviera abandonado. Pero por dentro era completamente diferente, muy nuevo y reformado. Era una especie de apartamento, con una mini cocina y un dormitorio muy amplio. La pareja mayor que lo llevaba era muy divertida ya que, aunque no sabían inglés, lo compensaban con su simpatía. El desayuno estaba incluido, y consistió en un mega-kachapuri que nos dejó finiquitados. La ubicación era muy buena, en plena Vieja Tiflis y a un paso de la avenida Rustaveli y la parte mas nueva. El precio fue de 99 laris (unos 32 €), un buen precio teniendo en cuenta lo que recibimos a cambio.
Nuestra habitación en Tiflis
Para aquella tarde habíamos planificado visitar la Vieja Tiflis, la parte mas antigua e interesante de la capital georgiana. Al empezar a pasear nos sorprendió el estado de muchas de las casas, que se caían a trozos literalmente. ¡Y eso que estábamos en pleno centro de Tiflis! Sin embargo, el aire decadente de algunas calles le daban un toque muy fotogénico. Esto lo ejemplifica claramente la Clock Tower, una torre moderna hecha de módulos que parecen ensamblados con un precario equilibrio como si se fuera a caer en cualquier momento. Aquellas casas viejas y ajadas nos parecieron un gran contraste con el cercano eje comercial (y reformado) de la Vieja Tiflis, que forman las calles Shavteli y Erekle II. Eran peatonales, lejos del tráfico y del ruido, y estaban rodeadas de bonitos cafés y tiendas. Fue agradable pasear por allí para tener las dos facetas de la ciudad.
Casas de la Vieja Tiflis
Típica calle de la Vieja Tiflis
Clock Tower y eje comercial
Calle Erekle II
Precisamente en esa zona se encuentra la catedral Sioni, uno de los templos mas importantes de la ciudad, que data del siglo XIII. Su interior está ricamente decorado con frescos (que no parecían antiguos) y contiene las tumbas de los patriarcas de la iglesia ortodoxa georgiana. La Vieja Tiflis, en su extremo sur se va encaramando a una colina en la cima de la cual se encuentra la fortaleza de Narikala. Precisamente desde Meidan, una plaza bastante fea, se tienen buenas vistas de este panorama.
Catedral de Sioni
Vistas de Narikala desde Meidan
Cruzamos el río Kura por un puente hasta la iglesia de Metekhi, alzada por el rey Vakhtang en el siglo V, uno de los monarcas mas importantes de Georgia, y que precisamente fundó Tiflis. De la iglesia que construyó el rey no queda nada, ya que fue destruida por los mongoles en el siglo XIII, época en que se reconstruyó. Aunque la gente no se acerca a la iglesia a apreciar su arquitectura (no tiene nada de especial), si no a apreciar las grandes vistas que hay de la Vieja Tiflis y de la fortaleza de Narikala.
Vistas de la Vieja Tiflis y de Narikala desde Metekhi
A continuación fuimos a coger el telecabina que sube a Narikala desde Metekhi. Es una forma muy práctica y barata de subir a la colina. El viaje vale 2,5 laris (menos de 1 €), y se tiene que pagar con la tarjeta recargable del metro (por suerte, en el alojamiento nos habían dado un par vacías para usarlas). Había bastante cola para subir, pero no nos tuvimos que esperar mucho tiempo. Y es que la colina de Narikala tiene uno de los miradores mas populares de la ciudad, con unas vistas fantásticas. Se veían perfectamente los nuevos edificios futuristas que se han construido en el centro, aumentando si cabe el contraste entre lo nuevo y lo viejo. Pensábamos que podríamos dar una vuelta por la misma fortaleza de Narikala, pero pese a que estaba allí al lado, no había acceso desde el mirador (se entra desde el barrio de Abanotubani, al este de la fortaleza). Fuimos caminando hasta la gran escultura de la madre de Kartli (Kartlis Deda), que domina la ciudad y que explica bien el carácter georgiano: ofrece vino a los que vienen como amigos, y una espada a los enemigos.
Panorámica desde Narikala
Disfrutando de las vistas
Bajamos de la fortaleza de Narikala y nos dirigimos al barrio de Abanotubani. Allí es donde mejor se ve la herencia árabe de la ciudad, ya que fue capital de un emirato durante cuatro siglos (hasta el s. XII). Su nombre significa “barrio de los baños”, ya que aquí los árabes construyeron los grandes baños de Orbeliani, aprovechando las aguas sulfurosas que fluyen de la montaña. Actualmente sigue habiendo un balneario público para aprovecharse de estas beneficiosas aguas, con una gran fachada de estilo persa. Entramos justo para comprobar sus prohibitivos precios.
Entrada de los baños de Orbeliani
Barrio de Abanotubani
A continuación exploramos un poco el barrio que se extiende a los pies de Narikala, al norte. Es un barrio muy tranquilo, con algunas iglesias interesantes, como la catedral armenia de San Jorge. Las casas mas cercanas a la colina se veían muy nuevas, pero conforme te ibas alejando de ellas volvía la Vieja Tiflis en todo su esplendor, con edificios ruinosos literalmente. Incluso había varias manzanas del barrio cerradas al paso por el riesgo de hundimiento (las casas se veían apuntaladas). Pero esto forma parte del atractivo de la ciudad. Al final estuvimos unas 5 h explorando la Vieja Tiflis, que nos encantó.
Catedral armenia y vistas de Narikala
Estatua de la madre de Kartli (izq.) y calles de la vieja Tiflis (dcha.)
Nos fuimos a la gueshouse a descansar un poco y a ducharnos. A la hora de cenar fuimos al cercano restaurante Abajuri. De entrante quisimos pedir pkhali, un plato surtido de diferentes tipos de empanadas vegetales que teníamos ganas de probar, pero nos quedamos con las ganas ya que se les había acabado. Nos contentamos con una ensalada que nos recomendaron, que tenía tanto cilantro que no se notaba ningún otro sabor. Después pedimos barbacoa de ternera y chvishtari, un pan de maíz relleno de queso, los dos bastante buenos. Y de postre, pastel de la casa y matsoni (yogurt a base de leche fermentada). De beber pedimos un vino de la casa que resultó ser peleón. La cena nos salió por 65,50 laris (unos 23 €), la mas cara de Georgia aunque no nos pareció la mejor.
Nuestra última cena en Georgia

< Anterior día 
Georgia 10: David Gareja
Siguiente día > 
Georgia 12: Tiflis II


0 comentarios:

Publicar un comentario