3 de diciembre de 2017
Aquel día abandonamos Phnom Penh y nos fuimos a Kratie, a descubrir la vida rural a orillas del Mekong. Cogimos el bus a primera hora de la mañana y llegamos a Kratie a media tarde. El resto del día alquilamos unas bicis y recorrimos la ribera del Mekong hasta el templo de Phnom Sambok.
Aquella mañana empezaba el viaje de verdad, dejaríamos la comodidad de la capital Phnom Penh para empezar nuestra ruta por Camboya. Bajamos a desayunar pronto ya que a las 8 teníamos que coger el bus a Kratie. Después de cargar las pilas con un buen desayuno, hicimos el check-out en el hotel y nos despedimos de su encantador personal. Nos gustó tanto el hotel que repetiríamos en el mismo la última noche de viaje. Fuera cogimos un tuktuk (1 USD) y enseguida llegamos a la estación de bus de Sorya. Encontramos fácilmente nuestro bus y ocupamos nuestros asientos. Como habíamos comprado los billetes el día anterior (8 USD), teníamos asignados los asientos de mas adelante. No se puede decir que fueran muy cómodos, ya que se notaba que el bus era de segunda o tercera mano. Al menos tuvimos la suerte de comprobar que el CD del equipo de audio del bus no funcionaba, habíamos leído que en estos trayectos ponían karaokes de música camboyana a todo volumen.
Estación de bus de Sorya en Phnom Penh |
El bus salió un poco tarde, sumergiéndose en el caótico tráfico de la mañana. Iba medio vacío, y casi todo el pasaje eran camboyanos, solo estábamos tres parejas de extranjeros. No íbamos muy rápido, ya que continuamente atravesábamos pueblos y cuando, no las carreteras estaban llenas de socavones. También íbamos haciendo muchas paradas por el camino, siempre que alguien lo solicitara, aunque estuviera en medio de la nada. Cuando llevábamos un par de horas hicimos una parada de media hora en una especie de área de servicio cerca del pueblo de Skun. Parecía que era un gran restaurante que gestionaba la misma empresa de buses Sorya. Los camboyanos se afanaron en pedir abundantes platos de noodles, pero nosotros habíamos desayunado mucho y no nos apetecía comer nada. Curioseamos en un par de puestos que había al lado del restaurante, donde vimos que vendían toda clase de bichos asados (grillos, larvas, tarántulas…). Neus se quedó con ganas de probarlos… pero solo tuvo que esperar un par de días para hacerlo, ya que paramos en el mismo sitio en el trayecto de bus de vuelta.
Puesto de bichos asados |
Reemprendimos el camino por las irregulares carreteras camboyanas. La verdad es que el viaje al final se nos hizo bastante pesado. Una de las parejas de turistas bajaron en Kompong Cham, una ciudad también a orillas del Mekong que es mas o menos popular como etapa intermedia. Continuamos nuestro viaje a Kratie, donde finalmente llegamos tras 6 horas de trayecto en bus. Al bajar nos asaltaron un enjambre de vendedores de tours, tuktukeros y gente que alquilaba habitaciones. Nosotros fuimos a un tuktuk para que nos llevara (1 USD) a nuestro alojamiento para aquellos dos días, Le Tonlé. Es una de las pensiones mas populares de Kratie y funciona como un centro de aprendizaje para los estudiantes camboyanos de hostelería. Tiene un buen restaurante, y se pueden alquilar bicis o motos, contratar tours o comprar billetes de bus. Nuestra habitación era algo pequeña y oscura, pero tenía cierto encanto rústico, toda recubierta de madera. Uno de los inconvenientes era el lavabo, que era compartido, aunque estaba situado justo enfrente de nuestra habitación. El otro inconveniente, para nosotros determinante, es que los bajos precios de las habitaciones atraen a “millenials“ que no comprenden que hacer ruido hasta altas horas de la noche es algo que puede molestar, y mas con los delgados tabiques de madera que separan las habitaciones. Aunque por los 9 USD (unos 8 €) por noche que nos costó no podemos pedir mucho mas.
Nuestra habitación en Le Tonlé |
Enseguida dejamos las mochilas y nos cambiamos para aprovechar las pocas horas de luz solar que nos quedaban. Alquilamos un par de bicis en la misma pensión, que nos dejaron por 1 USD ya que solo era para unas pocas horas. Las bicis estaban un poco hechas polvo, pero harían su servicio para recorrer alguna de las rutas del Mekong Discovery Trail. Esta es en una red de caminos a orillas del Mekong para descubrir los principales atractivos de la región, como sus pintorescos pueblos, sus mercados, sus pequeños templos y el famoso delfín de agua dulce Irrawaddy. Como los caminos van casi siempre por llano y son practicables, nos pareció que la bici era el mejor medio de recorrerlos, pero también se pueden hacer en moto e incluso en tuktuk. Nuestro plan inicial era ir a pasar la tarde en Koh Trong, una isla que está en medio del Mekong, justo enfrente de Kratie. Pero al llegar al muelle no vimos ninguna información del horario del ferry ni se veía gente esperando. Preguntamos y los que nos entendieron nos dijeron que el ferry iba yendo y viniendo conforme se llenaba, y el último partía de la isla a las 17:30. Como no queríamos ver la isla con prisas ni quedarnos sin transporte de vuelta, decidimos dejarlo para el día siguiente. Para el resto de la tarde recorreríamos un trozo de la orilla izquierda del Mekong, al NE de Kratie. Al principio la ruta iba por una carretera sin mucha circulación, desde donde había muchos miradores para poder contemplar el Mekong. Es un río inmenso, y eso que no alcanzábamos a ver toda su anchura por las islas que salpicaban aquella parte del cauce. Pequeñas barcas a motor iban de arriba para abajo, pero no se veía demasiada vida entorno del río, en parte por las grandes oscilaciones de caudal que tiene.
Disfrutando de las vistas del Mekong |
Enseguida dejamos atrás la ciudad de Kratie. La carretera se hizo mas estrecha e iba atravesando pequeñas poblaciones rurales. Las casas solían ser muy humildes, debían ser de gente que se dedicaba a la agricultura o a la pesca. Pero eso no evitaba que los niños nos recibieran con las mejores de sus sonrisas, saludándonos con unos grandes “Hellooo!”. La verdad es que nos alegraron enormemente el viaje, nos sintieron sentir muy bien con un recibimiento así. En algunas zonas se veían cultivos al lado de las casas, con los animales domésticos correteando por allí (muchas gallinas e incluso cerdos). La gente parecía que se movía entre los pueblos en moto, es el sistema de transporte por excelencia en Camboya. Era típico ver una familia de hasta cuatro miembros en una, o gente transportando grandes cargas, o incluso niños que no llegaban casi al manillar conduciéndolas con gran soltura. Aquella ruta en bici nos encantaba, era como ver un documental sobre la vida rural camboyana pero en directo.
Recorriendo en bici los pueblos de la orilla del Mekong |
Aldea que atravesamos en nuestra ruta |
Seguimos la carreterita a orillas del río hasta Phnom Sambok, un pequeño templo situado en lo alto de una colina. Dejamos las bicis en la base y subimos por un tramo inacabable de escaleras, custodiadas por unas realistas figuras de monjes. Arriba vimos algunos de verdad, que enseñaban el templo a otros visitantes (parece ser que es una parada famosa en los tours desde Kratie). El santuario principal estaba en el punto mas alto de la colina, y era un pequeño edificio adornado con llamativos frescos y con un buda sentado. Se suponía que había una buena vista desde lo alto, pero estaba muy tapada por árboles, de forma que no se veía mucho.
Subiendo al Phnom Sambok |
Templo de Phnom Sambok |
No nos quedamos mucho tiempo mas en el templo, ya que estaba empezando a oscurecer y teníamos que ir volviendo a Kratie. Solo una de las bicis contaba con luz, pero apenas alumbraba un metro delante de ella. El camino de vuelta se nos hizo pesado, ya que todo estaba muy oscuro, y la carretera solo quedaba iluminada cuando pasaba algún coche o moto. Eran pasadas las 18 h cuando llegamos al hotel, cansados pero contentos de la ruta en bici que habíamos hecho. La verdad es que nos pareció algo muy recomendable. Devolvimos las bicis y fuimos a descansar a la habitación.
Después de ducharnos fuimos a cenar, y como no teníamos ganas de caminar en busca de restaurante, nos quedamos en el mismo Le Tonlé. A pesar de que es un restaurante grande, estaba casi lleno, debían cenar aquí casi todos los huéspedes de la pensión. Nos hacían gracia los camareros, que eran estudiantes de hostelería, se les veía muy jovencitos, casi niños, y se esforzaban por complacer a los comensales. Nosotros pedimos dos platos típicos de la gastronomía camboyana: por un lado lok lak, que consiste en trozos de carne marinada y salteada, cortada en trozos pequeños (la receta típica es con ternera, pero nosotros la pedimos con cerdo a la pimienta); por otra, amok de pescado, el amok es una técnica culinaria camboyana para cocer al vapor un curry en hojas de plátano añadiendo leche de coco, resultando una pasta que se puede usar tanto en platos de pescado como de carne. Los dos platos eran deliciosos, nos gustaron mucho. Para beber pedimos cerveza y zumo de lima, y de postre una crêpe de nutella (hay que recordar que Camboya fue colonia francesa y es corriente encontrar platos de ese país). La cena nos salió por 13,25 USD (unos 10 €), algo caro para ser Camboya, pero hay que tener en cuenta que el restaurante está dirigido a extranjeros y es normal que sea mas caro.
Nuestra cena: lok lak (izq.) y amok de pescado (dcha.) |
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Me parece muy interesante, lo que comentáis...
ResponderEliminarMuchas gracias! ^_^
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