4 de diciembre de 2017 Aquel día volvimos a alquilar unas bicis para recorrer varios pueblos de la orilla del rio Mekong. Dedicamos gran parte del día a explorar Koh Trong, una isla en medio del río llena de paisajes rurales de postal. Después volvimos a Kratie, donde estuvimos dando una vuelta por sus calles y sus mercados. Por último, tomamos la carretera que va por la orilla del Mekong al sur de Kratie para seguir descubriendo pintorescos pueblos.
Eran poco después de las 5 de la mañana cuando nos despertaron los cantos matutinos de los gallos. Parecía que los había a decenas por allí y que todos se habían congregado bajo nuestra ventana para no dejarnos dormir.
4 de diciembre de 2017
Aquel día volvimos a alquilar unas bicis para recorrer varios pueblos de la orilla del rio Mekong. Dedicamos gran parte del día a explorar Koh Trong, una isla en medio del río llena de paisajes rurales de postal. Después volvimos a Kratie, donde estuvimos dando una vuelta por sus calles y sus mercados. Por último, tomamos la carretera que va por la orilla del Mekong al sur de Kratie para seguir descubriendo pintorescos pueblos.
Eran poco después de las 5 de la mañana cuando nos despertaron los cantos matutinos de los gallos. Parecía que los había a decenas por allí y que todos se habían congregado bajo nuestra ventana para no dejarnos dormir. Aunque también hay que tener en cuenta que la susodicha ventana solo tenía mosquitera, con lo que oíamos cualquier ruido de la calle. Intentamos dormir un poco mas, pero nos costó. Unas horas mas tarde bajamos a desayunar al restaurante de la pensión, donde dimos cuenta de yogurt con muesli y una crêpe con lima (7 USD, no estaba incluido en la habitación).
Enseguida nos preparamos y alquilamos en la misma pensión dos bicis para todo el día (3 USD cada una). El principal objetivo era Koh Trong, una isla enclavada en medio del río Mekong, y a la que se llega mediante un ferry desde Kratie. Cuando llegamos al embarcadero de Kratie había bastante gente esperando el ferry, así que debía faltar poco para que viniera. Parece ser que no tiene un horario fijo y que va yendo y viniendo conforme se llena. El ferry resultó ser una barca larga donde se podían transportar tanto personas como cargas (incluso motos). Nosotros embarcamos con nuestras bicis, por las que tuvimos que pagar un pequeño suplemento (3000 rieles en total, incluyendo dos personas y dos bicis, al cambio algo mas de 50 céntimos de €). Hay que comentar que en Koh Trong también se pueden alquilar bicis, pero nosotros preferimos llevarlas para poder hacer un poco mas de ruta a la vuelta.
En poco tiempo llegamos a Koh Trong, y bajamos de la barca en un rudimentario embarcadero emplazado en una enorme playa fluvial. Para llegar al pueblo tuvimos que arrastrar las bicis por un tramo largo de arena, lo cual fue un poco pesado. Una vez allí, el lugar nos pareció de lo mas tranquilo y apacible. Hay una estrecha carretera que rodea toda la isla, y recorrerla en bici es la mejor forma de descubrir su vida rural. Por ella solo circulan motos y algunos carros tirados por animales, aunque a menudo es tan estrecha que no pueden circular dos motos en paralelo. La vida en Koh Trong es apacible, allí viven agricultores que cultivan las tierras que hay en el interior de la isla. Sus casas son humildes, hechas de madera y con dos plantas, la de abajo para los aparatos del campo y los animales, y la de arriba para las personas. Algunas tenían delante algunos jardines que se mezclaban con la vegetación natural. Se veía poca gente en las casas, ya que los niños estaban en la escuela (pasamos justo delante) y los demás debían estar trabajando el campo.
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Embarcadero de Koh Trong, con la enorme playa que hay que atravesar |
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Disfrutando de la ruta en bici por la isla |
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Koh Trong |
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Típica casa de Koh Trong |
La zona del este de la isla (donde está el embarcadero) es la que está mas urbanizada. A continuación la carretera nos llevó a la mitad occidental de la isla, mucho mas agrícola, donde abundaban los cultivos y los pastos. Solo había unas pocas casas aquí y allá, y eran mucho mas sencillas que las que habíamos visto hasta entonces. Siguiendo un cartel con la indicación “beach” bajamos a una enorme playa arenosa que se extendía en la zona noroeste de la isla. Había unos pocos turistas tomando el sol, pero nadie bañándose (no sabíamos si debía ser seguro). Nosotros metimos los pies en el agua lo justo para comprobar lo caliente que estaba.
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Carros tirados por animales típicos de la isla |
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Pastos en la isla |
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Playa en Koh Trong |
Un poco mas tarde decidimos tomar un refresco en un bar que encontramos justo al lado de la carretera. Mas que un bar era una cabaña con rudimentarias mesas donde servían bebidas y algún plato sencillo. Nosotros pedimos unas coca-colas que nos sentaron de maravilla (2500 rieles). Después continuamos nuestro camino hacia el sur de la isla, y en su extremo meridional encontramos una pequeña aldea flotante a orillas del Mekong. Parece ser que está habitada por gente de origen vietnamita, una comunidad importante por todo el tramo del río que pasa por Camboya. En tierra firme tienen su propio templo budista (pasamos por al lado, pero no se puede visitar). Nos fascinaba el estilo de vida de aquella gente, regida completamente por los designios del río Mekong.
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Aldea flotante en Koh Trong |
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Casas flotantes |
Luego volvimos a atravesar la isla hacia el este, en una de las zonas mas bonitas. El camino atraviesa una zona de campos de cultivo y pequeñas cabañas simplemente maravillosa. Allí pudimos ver el quehacer de los agricultores que nos saludaban al pasar, los animales pastando y unos pocos sonrientes niños jugando con cualquier cosa. Con aquel paseo dimos por concluida la ruta por la isla, que sencillamente nos encantó. De hecho, es lo que mas nos gustó de nuestra breve estancia en Kratie y estaría cerca de ser un imprescindible de cualquier viaje a Camboya.
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Pedaleando por el interior de la isla |
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Pastos de Koh Trong |
A continuación regresamos al embarcadero para coger el
ferry de vuelta para volver a tierra firme. Pero esta vez no tuvimos suerte, lo encontramos casi desierto, por lo que debíamos haber perdido el ferry por poco tiempo. Tuvimos que esperar mas de media hora hasta el siguiente, suerte que el cielo se había tapado y no hacía mucho calor. En este trayecto había mucha mas gente, y la mitad del pasaje eran turistas. Algunos de ellos, igual que nosotros, llevaban sus propias bicis. Una vez en
Kratie decidimos ir a comprar los billetes del bus del día siguiente, ya que la taquilla de la compañía de buses Sorya quedaba cerca del embarcadero. Allí encontramos dos empleados soñolientos que parecía que les habíamos hecho una jugarreta obligándolos a trabajar. Los dos billetes a Kompong Thom nos salieron por 10 USD cada uno, y nos avisaron que tendríamos que hacer transbordo en Skun (el mismo lugar donde habíamos parado en la ida). Luego decidimos ir a comer algo, así que nos acercamos a la zona del mercado, que se veía muy animada. Decidimos sentarnos en el
Restaurant Tokae, cuya clientela eran casi todo turistas. Pedimos un solo plato de noodles de pollo para compartir que nos sentó la mar de bien; junto con un zumo de lima y una cerveza nos salió por 4 USD.
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Nuestros fideos del almuerzo |
Como aquella zona del mercado nos pareció atractivo, dejamos aparcadas las bicis y fuimos a darle un vistazo a pie. Los mercados siempre son un sitio interesante para ver la vida local. Los puestos eran pequeños, con lo que cada agricultor había traído de su campo para vender. También nos sorprendían los puestos de carne y pescado, sin ningún tipo de refrigeración, y en los que las dependientas iban balanceando continuamente bolsas de plástico para asustar a las moscas. Aunque eran sobre las tres de la tarde, todavía vimos bastantes puestos con mercancías. Una cosa que nos hacía mucha gracia en Camboya era ver como iban vestidas las señoras: llevaban unas prendas estampadas que aquí consideraríamos como pijamas. Y aquel mercado estaba lleno de ellas, y llevaban sus “pijamas” con mucho estilo.
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Centro de Kratie, con edificios coloniales |
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Señoras con sus "pijamas" en el mercado de Kratie |
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Mercado de Kratie |
Como todavía quedaban un par de horas de sol, decidimos coger las bicis y explorar aquella orilla del Mekong, al SE de Kratie (el día anterior habíamos estado al NE de la ciudad y nos había gustado mucho). Aquella parte se veía mas pobre, las casas eran mucho mas sencillas, a menudo hechas de unas cuantos listones de madera y un tejado de chapa metálica. La carretera era de tierra, pero era lisa así que se podía ir bien con una bici normal. Lo que no cambiaba era la alegría de los niños que nos encontrábamos por el camino, que nos obsequiaban con sus alegres “Helloooo!”. Aquella zona nos gustó tanto como la del día anterior. Solo estuvimos una hora pedaleando, ya que no queríamos que nos diera la noche circulando con las bicis. Fue una gran decisión, ya que casualmente al poco de volver a la pensión cayó un enorme chaparrón mientras estábamos en la habitación. En nuestro viaje por Camboya nos llovió pocas veces, ya que era temporada seca, pero cuando llovía lo hacía con una gran virulencia.
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Pedaleando por la orilla del Mekong |
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Aldea típica del Mekong |
Después de ducharnos y que parara de llover, decidimos acercarnos al centro de Kratie a cenar. En guías antiguas habíamos leído que había un mercado nocturno con puestos para comer, pero el personal de la pensión nos dijo que ya no existía. Fuimos andando a la zona del mercado central para ver si había puestos callejeros. Pero nos llevamos un chasco ya que la zona se veía bastante muerta, no sabemos si por la lluvia que había caído. Solo había unos pocos puestos, pero con comida hecha desde quien sabe cuando. Decidimos volver en tuktuk (1 USD) a la pensión a cenar en su mismo restaurante (Le Tonlé). El contraste era enorme, ya que estaba hasta los topes, hasta el punto que nos tuvieron que montar una mesa provisional para nosotros. Pedimos pollo al curry y tahitian fish (una especie de ceviche de pescado marinado con lima y leche de coco), ambos bastante buenos. Junto con una cerveza y un zumo de lima, la cena nos salió por 9 USD (unos 7 €).
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Nuestra cena, tahitian fish (izq.) y pollo al curry (dcha.) |
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