2 de diciembre de 2017 El primer día completo en Camboya lo dedicamos a descubrir su capital, Phnom Penh, una gran ciudad caótica pero fascinante. Empezamos visitando el Palacio Real, la residencia oficial de la realeza camboyana llena de fastuosos edificios. Después paseamos por el agradable parque de Wat Botum hasta el Monumento de la Independencia. Allí cogimos un tuktuk y fuimos al Museo Tuol Sleng, un lugar inquietante a la vez que interesante, imprescindible para conocer el oscuro periodo de la historia dominada por los Jemeres Rojos. Luego fuimos al Mercado Central, a curiosear por sus puestos y ver la vida local, y acabamos subiendo al pintoresco templo de Wat Phnom. A la noche fuimos a cenar al Mercado Nocturno, uno de los mejores lugares para cenar bueno y barato en la ciudad.
2 de diciembre de 2017
El primer día completo en Camboya lo dedicamos a descubrir su capital, Phnom Penh, una gran ciudad caótica pero fascinante. Empezamos visitando el Palacio Real, la residencia oficial de la realeza camboyana llena de fastuosos edificios. Después paseamos por el agradable parque de Wat Botum hasta el Monumento de la Independencia. Allí cogimos un tuktuk y fuimos al Museo Tuol Sleng, un lugar inquietante a la vez que interesante, imprescindible para conocer el oscuro periodo de la historia dominada por los Jemeres Rojos. Luego fuimos al Mercado Central, a curiosear por sus puestos y ver la vida local, y acabamos subiendo al pintoresco templo de Wat Phnom. A la noche fuimos a cenar al Mercado Nocturno, uno de los mejores lugares para cenar bueno y barato en la ciudad.
El día anterior habíamos llegado por la noche reventados después de muchas horas de vuelo. Por la mañana no nos pusimos el despertador para dormir todo el tiempo que nos pidiera el cuerpo. Y la verdad es que nos sentó de maravilla. Eran las 8:30 cuando bajamos a desayunar al hotel. Era un desayuno a la carta, donde podías elegir bebidas, zumos, diferentes productos cocinados (tortilla, huevos revueltos, pancakes, salchichas, bacon…), diversos acompañamientos (patatas fritas o ensalada, ambas un poco extrañas para nosotros en un desayuno), etc. Llenamos bastante el estómago para tener energía para todo el día.
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Desayunando en el hotel |
Después de desayunar y arreglarnos, nos lanzamos a descubrir la ciudad. Lo primero que queríamos ver era el Palacio Real, uno de los lugares más turísticos de Phnom Penh. Cogimos un tuktuk en la puerta del hotel (2 USD) y en un plis estábamos allí. Para entrar hay que pagar una entrada de 40.000 rieles (unos 8 €) y seguir un estricto código de vestimenta: no se pueden vestir prendas que dejen las rodillas o los hombros al descubierto. Y no solo lo hacen cumplir de una forma muy estricta, sino que no te dan ninguna alternativa si no lo cumples (no puedes comprar nada para taparte). Neus llevaba un pañuelo para taparse los hombros y le dijeron que no podía entrar así, menos mal que David llevaba una camiseta de manga larga que le pudo prestar.
El
Palacio Real se construyó como residencia de los reyes camboyanos a finales del siglo XIX, cuando la capital de Camboya se trasladó definitivamente a Phnom Penh. Los edificios tienen una mezcla de estilos que combinan la arquitectura jemer, tailandesa y europea. Hay que tener en cuenta que en aquella época Camboya era un protectorado francés y que el reino tailandés de Siam era la potencia regional a la que los demás países aspiraban parecerse. Al entrar enseguida nos recordó al
Palacio Real de Bangkok que vimos unos años atrás. El primer edificio que vimos fue el
Salón del Trono, que se usa para ceremonias oficiales. Al igual que otras dependencias, estaba cerrada por razones de seguridad. Pero sus espectaculares tejados ya nos daban una idea de lo lujoso que debía ser el interior. Dimos una vuelta por el recinto contemplando los otros edificios que formaban el palacio, de estilos similares y también cerrados. Pasamos por delante del Pabellón de Napoleón III, que regaló el emperador francés al rey camboyano de turno; la curiosidad es que está totalmente construido en hierro, nada práctico en un país tropical…
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Palacio Real de Phnom Penh |
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Salón del Trono, Palacio Real |
El recinto del palacio está separado por una pequeña muralla de otra zona mas religiosa. Allí está la Pagoda de Plata, un templo con un aspecto similar al Salón del Trono. Su nombre viene por las baldosas de plata que recubren todo el suelo. Nos costó verlas ya que están tapadas con alfombras para evitar su deterioro y solo se pueden ver en una zona al lado de la puerta de acceso. Dentro de la Pagoda de Plata está el Buda Esmeralda, una pequeña figura del dios muy venerada por los visitantes. A su lado había otras figuras del dios adornadas con oro y diamantes (no se pueden hacer fotos). Este edificio es el mejor preservado de todo el conjunto, ya que durante el periodo de los Jemeres Rojos (que explicaremos un poco mas abajo) se destruyeron o saquearon muchas piezas.
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Frescos representando el Ramayana (izq.) y estupas en honor a reyes de Camboya (dcha.) |
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Pagoda de Plata |
Rodeando la Pagoda de Plata había otros pequeños edificios, como varios sepulcros de reyes camboyanos en forma de estupa o una pequeña biblioteca. Algo interesante es la misma galería que limita el recinto, que está decorada con un gran mural un poco estropeado que narra escenas del Ramayana. Estuvimos solo una hora deambulando por todo el complejo, porque aunque es grande, se ve rápido ya que casi todo está cerrado. En general nos gustó, aunque los que, como nosotros, hayan estado en el Palacio Real de Bangkok les parecerá poco espectacular en comparación.
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Palacio Real |
Salimos del Palacio Real por la entrada sur y decidimos dar un paseo por el Parque de Wat Botum. Este es una de las pocas zonas verdes del centro y es todo un remanso de tranquilidad. No habíamos llegado al mediodía pero el calor sofocante ya empezaba a notarse, quizás por eso no había ni un alma en aquel enorme parque. Además apenas había árboles que dieran sombra, con lo que nos freímos a conciencia. El parque debe su nombre a un templo cercano al que fuimos a dar un vistazo pero que parecía cerrado. En el centro del parque se alza el Monumento a la Amistad Camboya - Vietnam, que nos hizo pensar en la relación amor-odio que tiene el país con sus vecinos del este. Camboya siempre ha estado en conflicto con Vietnam, sobre todo a raíz de perder los territorios del delta del Mekong a manos de los vietnamitas. Pero su historia reciente les tiene que agradecer mucho a sus vecinos, ya que fueron éstos quienes derrocaron al sangriento régimen de los Jemeres Rojos.
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Monumento a la amistad Camboya-Vietnam en el parque de Wat Botum |
Justo perpendicular a este se extiende el
Parque de la Independencia, por el que continuamos nuestro paseo bajo el sol abrasador. En el centro se alza el monumento en honor a
Norodom Sihanouk, la figura pública mas venerada en el país y uno de los políticos contemporáneos mas relevantes de Asia. Siendo rey de Camboya consiguió su independencia de Francia en los años 50, y con una gran valentía abdicó del trono y se presentó en las primeras elecciones democráticas del país, siendo elegido presidente de forma aplastante. Gobernó durante mucho tiempo y los camboyanos le tienen gran devoción, se pueden ver fotos suyas por todas partes. Un poco mas allá en el parque pudimos ver precisamente el
Monumento a la Independencia, que imita la torre central del templo de Angkor Wat y cuya imagen aparece en el reverso de los billetes de 100 rieles.
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Estatua de Sihanouk y Monumento a la Independencia (al fondo) |
A continuación cogimos un tuktuk (4 USD) para ir al
Museo Tuol Sleng de los Crímenes Genocidas. Este es otro de los puntos turísticos mas famosos de la ciudad y un lugar clave para conocer un poco del obscuro periodo de la historia camboyana dominado por los
Jemeres Rojos. Surgió en los años 60 como un grupo guerrillero de ideología comunista que luchaba contra la dictadura del general Lon Nol, que había derrocado al presidente Sihanouk (del que hemos hablado un poco mas arriba). Consiguieron derrotar la dictadura y fueron recibidos por los camboyanos como héroes. Pero poco después empezaron los problemas: los Jemeres Rojos instauraron una república popular cuya economía se basaba exclusivamente en la agricultura. Para tal fin, obligaron a centenares de miles de personas a trasladarse de las ciudades a las áreas rurales mas lejanas (caminando durante centenares de kilómetros), independientemente de sus aptitudes laborales (había médicos, abogados…) o de su estado de salud (incluso enfermos y ancianos). Los que se resistían eran ejecutados inmediatamente. La gente era obligada a trabajar en el campo durante jornadas maratonianas, sin medios mecánicos (el régimen estaba completamente aislado del exterior y la industria era vista como una “actividad burguesa”) ni comida (la guerra civil había asolado el país durante los años anteriores y hubo una gran hambruna). Paralelamente, el régimen buscaba constantemente entre la población civil elementos contrarrevolucionarios que pudieran amenazarlo (reales o imaginarios), y para conseguirlo se valió de detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones en masa. Los Jemeres Rojos estuvieron en el poder unos cuatro años, y durante ese periodo se calcula que mataron a un millón y medio de personas. El final de los Jemeres Rojos sucedió en 1979, cuando intentaron invadir Vietnam para reconquistar el delta del Mekong, que históricamente había pertenecido a Camboya. Los vietnamitas no solo repelieron a los Jemeres Rojos, sino que invadieron Camboya y derrocaron su régimen sangriento.
Para visitar el museo hay que pagar una entrada de 4 USD, y se pueden alquilar audioguías por 5 USD mas. Nosotros no lo hicimos pero después nos arrepentimos, seguro que se le saca mas partido a la visita. Tuol Sleng era un importante centro de detención y tortura de los Jemeres Rojos. Aquí recibían a las personas sospechosas de ser enemigos del estado y se las torturaba para que confesasen. Si no morían en el interrogatorio, eran enviadas a un campo de “reeducación”, una especie de campo de concentración a las afueras de Phnom Penh (Choeung Ek, no pudimos visitarlo por falta de tiempo) donde morían de todas formas. La verdad es que toda esta historia nos pareció impactante, muy parecida a la de los nazis pero mucho menos conocida. Nada mas entrar tuvimos una sensación de inquietud, sabiendo los horrores que había vivido aquel lugar. Tuol Sleng había sido una escuela, y los Jemeres Rojos lo transformaron en cárcel. El primer edificio al que entramos tenía habitaciones donde se torturaba a los prisioneros. Estaban desprovistas de cualquier mobiliario, solo había una cama; lo peor fue ver que en cada habitación había colgada una fotografía hecha por los vietnamitas mostrando lo que se habían encontrado allí al liberar la prisión, y cada instantánea mostraba un maltrecho cadáver atado a la cama. Fuimos entrando en cada habitación y en todas se repetía la misma horripilante escena. Otro de los edificios servía de cárcel. Habían separado sus espacios en minúsculas celdas y rodearon todas las entradas con alambres de espino. Las condiciones de los reos debieron ser espantosas, se explica que podían oír los gritos de sus compañeros que estaban siendo torturados.
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Museo Tuol Sleng, edificio con las habitaciones de tortura |
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Edificio de la cárcel |
Una de las cosas mas interesantes son sus exposiciones, que no dejan de ser menos duras. En una se exhiben las fotografías de todos los presos que pasaron por el penal, ya que los Jemeres Rojos documentaban exhaustivamente la gente que entraba. Lo malo es que también les hacían fotos después de torturarlos o matarlos… En este sentido es emocionalmente intenso los relatos escritos en plafones de alguno de los siete supervivientes que los vietnamitas encontraron. Otra de las exposiciones explica la vida de los camboyanos durante el régimen, ilustradas con fotos en blanco y negro. En ellas se ve gente trabajando en los campos en condiciones inhumanas, y nos sorprendió por ejemplo ver personas que desde los yugos tiraban de unos arados que en teoría debían ser movidos por animales. La visita al museo Tuol Sleng nos gustó mucho por lo que pudimos aprender de este horrible pasaje de la historia camboyana. Entrar en este museo es exponerse a una experiencia dura, aunque necesaria.
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Tumbas de los cadáveres que los vietnamitas encontraron en la prisión |
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Estructura para torturar los presos |
Aprovechamos que entre los edificios de Tuol Sleng había un agradable jardín con bancos para comer unos bocadillos que nos habían dado en el avión y que habíamos guardado para una mejor ocasión. Salimos del museo y pillamos un tuktuk (4 USD) hasta el Mercado Central. Antes de entrar decidimos ir a la cercana estación de buses de Sorya, para comprar los billetes a Kratie para el día siguiente. Era la primera vez que cogeríamos un bus en Camboya y no sabíamos si sería complicado. Pero todo lo contrario, había diferentes ventanillas dependiendo de tu destino además de un empleado que te ayudaba a saber cuál era la tuya. Fue fácil y rápido (los billetes nos salieron por 8 USD por persona). A continuación nos acercamos al Mercado Central para ver los alimentos que se vendían y el quehacer de la gente local. Debían ser entorno de las 14 h, por lo que la parte de comida iba ya a la baja; aun así pudimos curiosear entre puestos con extrañas frutas, con pescados custodiados por enjambres de moscas o con verduras fresquísimas. Éstos puestos estaban en los accesos al gran edificio del Mercado Central, ocupado por una gran cúpula bajo la cual había decenas de puestos de joyería. Fuera también había muchos puestos de ropa o souvenirs, así que nos pareció un buen sitio para hacer las últimas compras de un viaje por Camboya (de hecho, nosotros lo hicimos el último día).
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Mercado Central |
Luego fuimos caminando hasta el Wat Phnom, un templo situado en la única colina de la ciudad. Para entrar hay que pagar 1 USD, y se accede a un gran parque que cubre casi toda la colina. En lo alto está el conjunto de templos, muy populares entre los locales que vienen para hacer peticiones y entregar ofrendas. El santuario principal era bastante espectacular, con una gran estatua de buda dorada y con paredes enteramente cubiertas de frescos. Nos pareció un buen lugar para escapar del bullicio de la ciudad.
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Entrada del Wat Phnom, con unas fabulosas nagas |
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Interior del Wat Phnom |
El calor y el cansancio nos estaba dejando aplatanados, así que decidimos ir hacia el las orillas del río y tomar algo en alguno de sus muchos bares. Acabamos en el
Sundance Riverside, el bar de un pequeño hotel regentado por un australiano. Después fuimos andando al hotel ya que estaba cerca, y nos dimos una merecida ducha, descansamos un poco y aprovechamos el buen wifi.
Sobre las 18 h, cuando hacía poco que había anochecido, nos acercamos caminando al Mercado Nocturno (Phsar Reatrey). En una primera zona hay los típicos puestos de ropa y souvenirs parecidos a los de otros mercados. Lo interesante es la zona de comida, compuesta de un buen número de puestos con brochetas de todo tipo, fideos, dulces, bebidas… Los puestos rodean una zona central con esterillas donde te puedes sentar y comer lo que hayas comprado. Es un sitio estupendo para probar diferentes comidas, cogiendo una brocheta de aquí, un helado de allí, un plato de mas allá… Nosotros pedimos en un primer puesto unos fideos fritos con carne de ternera bastante buenos. En otros sitios pedimos diferentes brochetas que nos asaban al momento: bolas de carne (que eran muy picantes), muslo de pollo especiado, una especie de carne de cerdo trinchada... Nos pusimos como el quico. En un puesto ofrecían helados, así que no nos pudimos resistir la tentación de coger como postre unas bolas de diferentes helados. La comida nos encantó, el ambiente era muy auténtico, y nos salió bastante barato, unos 7.5 USD (menos de 6 €). Así que es un sitio que recomendamos totalmente.
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¿Que brocheta escoger? |
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Puestos de comida en el Mercado Nocturno |
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Los diferentes platos que fuimos comprando |
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Disfrutando de la comida en el Mercado Nocturno |
Me estoy enganchando... qué pasada. Camboya y Viernam son dos destinos para los que haría las maletas ahora mismo y me marcharía. Me fascina todo: la amabilidad de la gente, la naturaleza, la cultura...
ResponderEliminarOs sigo leyendo!
Muchas gracias! La verdad es que Camboya es un lugar muy interesante. Nosotros no hemos ido a Vietnam, pero le tenemos muchas ganas.
EliminarUn saludo