7 de agosto de 2014
Nuestro último día en Bali lo dedicamos al monte Batur, uno de los volcanes mas impresionantes de la isla. Allí tuvimos una de las peores experiencias del viaje, como explicaremos mas adelante no pudimos ascender hasta la cima del volcán como pretendíamos. Tras contentarnos con algunos de los miradores del monte Batur, visitamos el templo de Kehen y la aldea de Penglipuran, ya fuera del volcán.
Después del buen desayuno de rigor, nos pusimos al volante de nuestro coche de alquiler; aquella noche ya lo tendríamos que devolver y estábamos contentos con la experiencia. En la carretera que lleva al monte Batur nos cruzamos con muchos grupos de chavales y chavalas desfilando con estilo militar. Suponemos que ensayaban para algún desfile para el 17 de agosto, el día de la independencia de Indonesia (precisamente nuestro viaje acabaría el día anterior). Era muy curioso verlos: las chicas se lo tomaban muy en serio, iban perfectamente coordinadas, y por el semblante de sus caras y sus gritos parecía que iban a alguna guerra. Los chicos por su parte se lo tomaban mas a guasa, andando con pasos desgarbados y con aire displicente.
Chicas desfilando, con una gran coordinación y motivación
Chicos desfilando... es otro estilo!
La carretera fue ascendiendo por el antiguo cono volcánico hasta el borde de su cráter. Y es que el monte Batur está enclavado dentro de un enorme cráter de casi 15 km de ancho. Ya desde el mismo pueblo de Batur pudimos empezar a contemplar la estampa imponente del monte homónimo, donde se podían ver las oscuras coladas de lava de sus últimas erupciones. Nos desviamos hacia Penulisan, donde la Lonely explicaba que había un mirador, pero tras mucho buscar no lo encontramos. En una escuela cercana tuvimos un poco de vista del volcán, pero nada del otro mundo.
Vistas del monte Batur desde el pueblo de Batur
Luego fuimos al mirador “oficial”, el de Penekolan, donde se paran todos los tours que van a la zona. La vista no nos decepcionó: además de ver el magnífico monte Batur, desde allí pudimos ver el gran lago que se extiende a sus pies. Y al fondo se alzaban los bordes del gran cráter, que contemplamos en toda su extensión. Una gran panorámica que justifica el largo viaje que hicimos para llegar hasta ella.
Monte Batur
Monte Batur, unos pocos km antes de Penekolan
Monte Batur y lago desde el mirador de Penekolan
Nuestra intención era subir después al monte Batur para ver su actividad volcánica y las vistas. Este volcán es un destino cada vez mas popular entre los excursionistas y se ofertan muchos tours guiados para subirlo. Estos tours suben por un camino que parte de Toya Bungkah, al este del Batur. Pero según la Lonely Planet, hay una alternativa para los que, como nosotros, disponen de transporte propio: ir hasta la parte noroeste del volcán, dejar el coche en un parking y caminar 45 minutos hasta la cima (por el otro camino son 2 h). Parecía una cosa sencilla así que nos decidimos a probarlo. Gracias al gps encontramos el desvío hacia el parking, en la aldea de Serongga. Allí empezaron nuestros problemas. En el desvío nos asaltó un personaje que salió de la nada con su moto para ofrecerse como guía para ascender el Batur. Como nos negamos a pagar nos dijo que pertenecía a la asociación oficial de guías del Batur y que era obligatorio contratar a un guía para subir. Nos enseñó una cartulina cutre donde ponía el precio del guía: 350.000 rupias! (casi 25 €). El chico nos mostraba aquella cartulina roñosa como si fuera un documento oficial, como si aquello fuera un as en la manga con el que seguro que nos iba a convencer. Nosotros seguimos a lo nuestro, les dijimos que no queríamos guía y que queríamos subir solos. Empezó a ponerse agresivo y nos indicó con malos modos que si no queríamos pagar nos fuéramos de allí. Lo hicimos solo para quitárnoslo de encima y poder decidir qué hacer. Paramos al lado de la casa de un hombre a quien le pedimos permiso para dejar el coche allí y salir a dar un paseo (en principio, no para subir al Batur). Pero la sonrisa con la que nos recibió se torció en gesto agrio al advertirnos que allí no podíamos estar sin guía. Pensábamos que contaríamos con la solidaridad de la gente corriente después de tratar con el aspirante a mafioso que quería hacernos de guía. Pero parecía que aquella gente estaba de acuerdo con este tipo de práctica, quizás lo veían como su modo de vida y nosotros lo estábamos amenazando al no querer pagar.
Empezábamos a estar cansados del asunto, así que nos fuimos hasta el desvío principal y dejamos el coche junto a una casa aislada en la que no había nadie. Comenzamos a caminar con la idea de acercarnos un poco al monte Batur y al menos verlo un poco mas de cerca. Enseguida nos hostigó otro guía motorizado, le dijimos que no queríamos subir y que solo daríamos un paseo corto. Nos comentó que por 150.000 rupias podía llevarnos a un mirador a mitad de camino de la cima. Insistimos en que solo estábamos paseando pero él nos siguió con la moto para asegurarse. Como no había sacado la cartulina con las tarifas supusimos que aquel hombre no era guía oficial, simplemente un buitre que buscaba la carroña que dejaban los guías oficiales. Como vio que no conseguiría hacernos de guía decidió cambiar de estrategia: nos dijo que había visto aparcado nuestro coche y se ofrecía a vigilarlo por 100.000 rupias mientras paseábamos. Nos contó que allí los niños tenían por costumbre reventar los cristales de los coches, y que si no le pagábamos le podía pasar algo al coche. Aquello era intimidación y extorsión en toda regla! Algo nos dijo que aquel indeseable era perfectamente capaz de hacerle algo al coche, aún incluso si le pagábamos. Ya estábamos hartos de aquella montaña maldita y decidimos irnos de allí.
Esto es lo mas cerca que estuvimos del monte Batur
El intento fallido de la ascensión al monte Batur fue sin duda una de las peores experiencias de nuestro viaje por Indonesia. Nos dejó la sensación que el volcán es propiedad de una mafia de guías que quiere impedir a toda costa que subas a “su” montaña sin pagar. Para ello patrullan en moto por los caminos de la parte norte para que no se les cuele ningún viajero independiente como nosotros, usando la amenaza y la coacción si es necesario (hemos leído incluso casos de agresión física!). Y lo peor de todo que eso se hace en connivencia de la población local, que también pone su granito de arena para que todo el mundo pase por el aro. Nosotros al final no queríamos pagar por dignidad, por que no queríamos financiar con nuestro dinero a ninguna organización mafiosa que hace ese tipo de cosas. Así que nuestra recomendación sería que nadie vaya al monte Batur por libre, que contrate un tour o que sepa que tendrá que vérselas con personajes nada deseables.
Ya que se nos había ido al traste el principal plan del día, decidimos tomarnos el resto de jornada con tranquilidad. Volvimos a Toya Bungkah, el pueblo que hay a orillas del lago Batur, a probar el pescado que se pesca allí. No había mucha oferta de restaurantes, así que acabamos en el Arlinas, donde pedimos pollo al curry y pescado asado. Todo estaba bueno, aunque las raciones eran algo justitas. Junto con las bebidas nos costó 93.500 rupias (unos 6 €), bastante caro para lo que era la comida en si.
Nuestra comida en el Arlinas
Abandonamos la zona del monte Batur y fuimos hacia al sur para visitar Penglipuran, una aldea tradicional Aga Bali. Los Aga Bali eran los habitantes originales de Bali antes de la gran migración de javaneses hindúes que llegó a la isla hace varios siglos. Estas gentes han conservado su modo de vida ancestral, su religión y sus costumbres. Y varios de sus poblados de Bali oriental se pueden visitar, como el de Tenganan (el mas conocido) o el que nos ocupa, Penglipuran (entrada: 10.000 rupias + parking: 2.000 rupias). La aldea está organizada entorno de una calle principal empedrada en cuyo alrededor se alzan las casas de los Aga Bali. Estas estaban muy bien conservadas, con unas características puertas de entrada. Una mujer nos invitó a ver su casa, que estaba organizada entorno de un pequeño jardín en cuyo centro había un edificio de madera con una especie de cocina dentro. Hacia la parte trasera tenía animales (cerdos y gallinas) y algunos cultivos. Por último nos enseñó alguna de las artesanías que hacían y vendían para los turistas, aunque no nos insistió en que compráramos algo. La visita a Penglipuran nos gustó y superó nuestras expectativas, ya que nos esperábamos algo mas turístico y menos auténtico.
Puertas de casas, con algunos tejados de templos familiares asomando
Casas de Penglipuran
Interior de la cocina de una casa
Calle principal de Penglipuran
Luego nos acercamos a visitar el Pura Kehen (entrada:20.000 rupias + parking: 5.000 rupias). Este templo parecía una versión en miniatura del Pura Besakih, su escalera de acceso ornamentada era muy parecida. Dentro no había casi gente y se respiraba un ambiente muy auténtico. Aunque a aquellas alturas ya habíamos visto bastantes templos balineses, el Pura Kehen nos pareció muy bonito. Un sitio ideal para escapar de las multitudes que a veces le quitan el misticismo a muchos templos balineses.
Pura Kehen
Era media tarde cuando decidimos volver hacia Ubud. A la hora acordada, se pasó por nuestro alojamiento un chico de la compañía de alquiler del coche, ya que se lo teníamos que devolver. Después de las comprobaciones de rigor le pedimos que nos acercara al centro para cenar, cosa que aceptó sin problemas. De los muchos restaurantes escogimos el Warung Bendega. Pedimos bebek betutu (pato cocinado con especias) y nasi campur complit (un plato de arroz con diversos acompañamientos, como brocheta de pollo, fideos fritos...). El pato estaba picante y tenía muy poca carne, pero el arroz estaba muy bueno. Junto con una cerveza y un zumo de frutas nos costó 215.800 rupias (unos 14 €).
Nuestra cena
Ya no teníamos coche para volver a nuestro alojamiento, así que buscamos un transporte (caminando debía ser casi una hora). Nos sorprendió que no había nada sencillo en plan becak para desplazarse por Ubud. Lo que sí que había era un montón de gente con carteles de “taxi” ofreciendo sus servicios. Pensábamos que nos costaría mucho dinero, pero el primero que le preguntamos nos pidió 40.000 rupias por el trayecto (casi 3 €), lo que nos pareció bastante razonable. Nuestra estancia en Bali estaba llegando a su fin.
De verdad que no entiendo este tipo de mafias en Bali, no se dan cuenta que en vez de atraer turismo lo que hacen es ahuyentarlo? Pero supongo que mucha gente cae en la trampa y por eso continuan. Menos mal que nosotros decidimos no subir al monte Batur, porque con la mala experiencia que tuvimos el día anterior en Purah Besakih quizás nos hubiéramos marchado de Bali antes de lo previsto!
ResponderEliminarUn saludo chicos!
A nosotros nos insistieron mucho en el Pura Besakih, pero no se llegaron a poner en ese plan mafioso. Tienes razón en lo que dices, si esta gente continua haciendo estas cosas es por que hay turistas que acaban pagando. Y por eso nosotros nos negamos a pagar, queríamos contribuir con nuestro granito de arena a que este tipo de practicas no sean el modo de vida de nadie.
EliminarSaludos
Bufff que mal rollo...se ye quitan las ganas deir a esos sitios para no tener problemas :S lástima que los exploten de esa forma tan agresiva para el turista :S
ResponderEliminarEs una lastima que en algunos lugares a los turistas se nos vean como una maquina de hacer dinero. El problema también es que piden una cantidad desproporcionada para hacerte de guía; si el precio fuera algo razonable lo hubiéramos pagado sin pensarlo. Parece mentira que no vean que lo único que pueden conseguir es que la gente no vaya a esa montaña. Pero mientras la gente pague seguirán existiendo este tipo de practicas. Menos mal que en Bali no hay muchos sitios así...
EliminarUn saludo