INDONESIA 2: Yogyakarta

28 de julio de 2014 En nuestro primer día entero volamos bien pronto de Jakarta a Yogyakarta, la capital de Java central. Allí nos tomamos el día con tranquilidad paseando por la ciudad, aunque no pudimos visitar gran cosa al estar todo cerrado. Fue el primer día en que empezamos a sufrir las consecuencias de las fiestas del fin del ramadán que tanto nos condicionarían los días siguientes. Esa mañana teníamos que coger un vuelo a las 5:50 h de Jakarta a Yogyakarta de Air Asia, y por eso nos habíamos alojado en un hotel muy cerca del aeropuerto. El día anterior habíamos reservado a través de la recepción del hotel un taxi para que nos llevara allí a las 4 h y poder ir con tiempo. Pero el día empezó muy mal: nos quedamos dormidos y nos despertamos a las 4:45 h! Aaaaargh!
28 de julio de 2014
En nuestro primer día entero volamos bien pronto de Jakarta a Yogyakarta, la capital de Java central. Allí nos tomamos el día con tranquilidad paseando por la ciudad, aunque no pudimos visitar gran cosa al estar todo cerrado. Fue el primer día en que empezamos a sufrir las consecuencias de las fiestas del fin del ramadán que tanto nos condicionarían los días siguientes.
Esa mañana teníamos que coger un vuelo a las 5:50 h de Jakarta a Yogyakarta de Air Asia, y por eso nos habíamos alojado en un hotel muy cerca del aeropuerto. El día anterior habíamos reservado a través de la recepción del hotel un taxi para que nos llevara allí a las 4 h y poder ir con tiempo. Pero el día empezó muy mal: nos quedamos dormidos y nos despertamos a las 4:45 h! Aaaaargh! Recogimos apresuradamente las mochilas y corrimos hacia la recepción del hotel para hacer el check-out. Suerte que en la entrada del hotel habían varios taxis esperando así que pudimos coger uno rápidamente. Antes de salir con el taxi nos asaltó la duda de si habíamos pagado la habitación. David se bajó raudo y fue a la recepción, donde le confirmaron que ya estaba pagada... El caso es que nosotros no recordamos haber pagado. Enseguida salimos con el taxi y nos dirigimos rápidamente a la terminal 3 del aeropuerto, a la que llegamos a las 5 h. Tras pagar al taxista 60.000 rupias entramos a la carrera a la terminal. Nuestra máxima preocupación era que se cerrara el mostrador de facturación de nuestro vuelo. Afortunadamente un empleado de Air Asia vio nuestra cara de apuro y nos dirigió hacia un mostrador vacío, donde pudimos facturar las mochilas sin problemas. Pero no todo estaba resuelto, cabía la posibilidad que nuestro equipaje viajara a Yogyakarta y que nosotros no llegáramos a tiempo a coger el vuelo. Así que fuimos corriendo hacia las puertas de embarque, pidiendo disculpas y colándonos delante de todo el mundo en los controles de seguridad. Fue una escena digna de “Pekin Express”. Menos mal que, al ser un vuelo doméstico, había que pasar menos trámites. Llegamos a nuestra puerta de embarque a las 5:15 h; en teoría el embarque empezaba 5 minutos antes, pero al llegar no había empezado todavía, iba con un poco de retraso. ¡Lo habíamos conseguido! ¡Que peso que nos quitamos de encima!
El vuelo de Air Asia finalmente salió a la hora, pero aterrizó en Yogyakarta con mucho retraso. No sabemos por que el avión se tiró mas de media hora dando vueltas sobrevolando el aeropuerto antes de de aterrizar. Al salir del aeropuerto fuimos a comprar algo para desayunar. Con las prisas de la mañana no habíamos comido nada todavía. En un supermercado próximo compramos un café, una bebida de cacao, unas galletas y unos pastelillos por 33.500 rupias (unos 2 €). Para ir al centro de Yogyakarta lo mejor es el bus 1A Transjogja, pero en la parada nos explicaron que ese día no funcionaba al ser festivo. Los taxistas, sabedores de esta circunstancia, no bajaban de 150.000 rupias por llevarnos (el bus solo valía 3.000!). Nos dirigimos a la cercana estación de tren a ver si circulaban. Allí encontramos a un par de chicas austríacas que nos dijeron que el tren era muy caro, 20.000 rupias por persona, así que les propusimos compartir un taxi entre los cuatro. Como los taxistas del aeropuerto se mostraban inflexibles con sus tarifas, decidimos salir del aeropuerto para buscar un taxi mas barato. Aquel aeropuerto era muy pequeño, y solo necesitamos caminar unos pocos minutos para salir de él. En la carretera general paramos un taxi y logramos que nos llevara a Yogyakarta por 60.000 rupias. Una de las austríacas fue quien llevó las negociaciones con el taxista y lo hizo muy bien; llevaba mucho tiempo viajando por Indonesia y ya sabía el precio de las cosas, algo fundamental para regatear en condiciones.

Ver Indonesia 2: Yogya en un mapa más grande
Como las austriacas no llevaban alojamiento, les recomendamos que el taxi parara en Sosrowijayan, la zona de los mochileros. Nuestro alojamiento estaba lejos de allí, en Prawirotaman, así que buscamos un becak (pronunciado “béchac”) para que nos llevara. Este es el mejor sistema para moverse por dentro de Yogyakarta, y es una bici (raramente una moto) que lleva en la parte de delante un asiento para dos personas. Después de regatear con varios becak conseguimos que uno nos llevara por 20.000 rupias (algo mas de 1 €), que es la tarifa mas o menos normal. Al señor del becak le costó bastante localizar nuestro alojamiento en Prawirotaman, tuvo que recorrer varias calles y preguntar a distintas personas. Cuando lo encontramos el pobre estaba exhausto y completamente amarado de sudor, así que le dimos una buena propina.
Becaks de Yogyakarta
Nuestro alojamiento para las 3 próximas noches iba a ser el Aloha Hotel, un establecimiento regentado por un señor francés muy simpático y su mujer indonesia. El hotel era sencillo pero estaba muy bien: las habitaciones daban a un patio interior muy tranquilo y silencioso. La habitación era también sencilla y básica, con un gran baño. El desayuno estaba incluido y era muy bueno, se podía elegir entre desayuno indonesio (arroz frito) y continental (tostadas y tortilla). La zona donde estaba el hotel también estaba muy bien; aún no siendo el centro, tenía restaurantes, oficinas de tours y demás establecimientos útiles para un turista. Y por último y no menos importante, una de las mejores cosas del alojamiento eran los propietarios, que nos ayudaron a reservar tours y con todos los problemas que tuvimos (que explicaremos mas adelante). La habitación nos costó 350.000 rupias por noche (unos 23 €), un precio mas que justo para lo que nos ofreció el hotel. Este es sin duda uno de los alojamientos que mas recomendaríamos de nuestro viaje por Indonesia.
Nuestra habitación en el Aloha Hotel
En el hotel ya nos avisaron que debido a las fiestas del fin del ramadán todas las atracciones turísticas de la ciudad estarían cerradas. Pero aún así decidimos ir a dar una vuelta. Habíamos planteado aquel día como una primera toma de contacto con Indonesia, ya que Yogyakarta no tiene mucho que visitar ni es un destino imprescindible en si. Cogimos un becak que por 20.000 rupias nos llevó al Kraton, uno de los principales puntos de interés. Es un enorme palacio construido en el siglo XVIII como residencia del sultán de la región de Yogyakarta. Y todavía está en uso, ya que actualmente vive allí un sultán, Hamengkubuwono X, que ejerce como gobernador de la región. Como era de esperar estaba cerrado, y desde fuera no había mucho que ver, vaya chasco! Si queréis ver algunas fotos del palacio por dentro y la interesante historia del sultanato de Yogyakarta, entrad en este post de Hasta pronto Catalina.
Kraton, entrada norte
En el Kraton nos dijeron que sí que estaba abierto el Taman Sari, otro de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Estaba un poco lejos, pero fuimos caminando. Eso nos permitió apreciar mejor la fisionomía de Yogyakarta. Aun siendo una ciudad muy poblada, tenía la pinta de un pueblecito debido a que estaba constituida sobre todo por casas bajas, de una o dos plantas. Lo único que te devolvía a la realidad de una gran ciudad eran los grandes hoteles que había de vez en cuando y sobre todo los atascos monumentales que se formaban a hora punta.
Típica calle de Yogyakarta
Nos costó un poco, pero al fin llegamos al Taman Sari. Es conocido como el Palacio del Agua, ya que era el sitio usado por el sultán y su séquito como sitio de baño y recreo. Al llegar a la puerta nos encontramos que también estaba cerrado. Si queréis ver fotos del interior, este post de Volando voy viajes está muy bien. La verdad es que estábamos teniendo un día bastante desastroso en cuanto a visitas turísticas….
Entrada del Taman Sari
Aunque no era muy tarde, nos estaba entrando hambre (el día había empezado muy pronto!) así que pensamos en comer algo por allí. Justo delante del palacio había un puesto de bakso, uno de los platos callejeros indonesios mas populares. Se trata de unas bolas de carne de ternera servidas en un caldo junto con fideos, verduras, tofu… Pedimos un solo plato para los dos, que valía 8.000 rupias (eso son 50 céntimos!). Las bolas de carne estaban algo crudas, pero en general el plato estaba muy bueno. Y te llenaba mucho, sobre todo por el caldo, tanto que a nosotros nos costó acabarnos uno entre los dos.
Puesto de bakso, con los ingredientes bien a la vista
Nuestro bakso
Después de comer dimos un paseo por el barrio que se extiende entorno del Taman Sari. Es un sitio muy agradable y tranquilo, sin el tráfico y el caos de las calles principales de la ciudad. Las casas están muy adornadas con plantas y jaulas con pájaros, lo que hace que te sientas en pleno campo. Fue de lo mejor que habíamos hecho hasta entonces. Deambulando entre las casas dimos con una gran construcción que parecía antigua y abandonada. Era el Pesanggrahan del Taman Sari, una especie de casa de descanso que formaba parte del complejo del Palacio del Agua. Había bastante turista frustrado como nosotros, debía ser el único sitio histórico abierto de la ciudad. Aunque tampoco es que fuera muy interesante, todo estaba en un estado muy ruinoso y dejado.
Barrio del Taman Sari
Pesanggrahan Taman Sari
Restos del Taman Sari "engullidas" por las casas del barrio
Abandonamos la zona por otro sitio famoso, el Pasar Ngasem o mercado de pájaros. Como todo lo demás estaba cerrado, así que si queréis ver lo que nos perdimos, dad un vistazo a este post de Jabi (con b) y Cris. Paseamos en dirección al centro de la ciudad, a esas horas bajo un sol abrasador. Llegamos hasta otro punto interesante, el Pasar Beringharjo o mercado principal. Nos hicimos ilusiones al ver actividad de gente entrando y saliendo por su puerta. Pero al entrar vimos que solo estaban abiertos unos pocos puestos de la planta baja, donde vendían batik a los nacionales. Muy cerca del mercado entramos en un enorme centro comercial estilo occidental en busca de un sitio donde sentarnos y tomarnos algo fresquito. En la planta baja dimos con un lugar donde vendían helados, pero hasta pagarlos no nos dimos cuenta de su precio, 35.000 rupias por una tarrina de una bola (mas de 2 €!). Amortizamos bien el helado descansando en las sillas y refrescándonos con el aire acondicionado del centro comercial.
Entrada del Pasar Beringharjo
Prendas de batik
Puestos de batik
Finalizamos nuestro paseo en la calle Malioboro, la más céntrica de Yogyakarta. Aunque era primera hora de la tarde, estaba muy animada y la gran mayoría de sus tiendas estaban abiertas. Dentro del caos de la ciudad, aquella calle parecía muy organizada. En un lado estaban los warungs o restaurantes baratos, con sus lonas a modo de pared y sus alfombras para sentarse. En el otro estaban las tiendas (principalmente de souvenirs y de productos textiles) y las filas de becaks y calesas que esperaban clientes. Nos pareció un buen lugar para tomarle el pulso a la ciudad, sobre todo cuando cayera la noche.


Malioboro
En Yogyakarta no había mucho mas que ver, así que cogimos un becak (25.000 rupias) para volver al hotel y descansar. Después de hacer una siesta, fuimos a preguntarle al propietario del hotel por algunos de los tours que queríamos hacer los días siguientes: la visita a Borobudur y Dieng en coche con conductor y el tour de 3 días por los volcanes de Bromo e Ijen. Y la verdad es que nos desanimó bastante. Nos dijo que debido a las festividades del fin del ramadán el coche con conductor nos iba a costar bastante mas de lo normal. Y lo mas grave de todo, es que el Bromo iba a estar cerrado los próximos días. Eso era preocupante, ya que nuestro planning dependía mucho de ese tour, porque aparte de ver los volcanes también nos llevaba a Bali. Nos extrañó mucho que un volcán pudiera cerrarse, pero decidimos dar un día de margen al asunto.
Hacia las 6 salimos a cenar por el barrio, donde se veían algunos restaurantes cerrados, pero la oferta todavía era variada. Escogimos el Gading Restaurant, donde pedimos un par de platos clásicos indonesios: el gado-gado (plato vegetariano a base de verduras y fideos aderezados con una salsa de cacahuete) y rendang de ternera (un plato muy típico del fin del ramadán, a base de carne de ternera sazonada con una especie de curry). Y para beber zumo de plátano y Bintang, la cerveza mas famosa de Indonesia. Todo estaba muy bueno, aunque el gado-gado era un poco aburrido. Nos costó 127.000 rupias (unos 8 €).
Bebiendo una Bintang
Rendang de ternera
Gado-gado

2 comentarios:

  1. Muy bien explicado todo, chicos! Qué pena que pillaseis todo cerrado... nosotros en Yogya nos limitamos a Boroburur y Prambanan (nos costó un montón de horas de atasco!) y a la zona de nuestro hotel, Prawirotaman. Es una pena ir sólo dos días a una ciudad, particularmente no suelo hacerlo pero al intentar abarcar mucho... es lo que hay.
    El señor de nuestro hotel nos recomendó que tomásemos un vuelo a Bali en lugar de hacer el tour al Bromo... y la verdad es que mejor! La gente que había hecho el trayecto en bus nos contaba que había sido una experiencia muy dura. Nosotros así pudimos pasar 6 días en Ubud, 5 en Gili y 4 en Seminyak, con tiempo para hacer las cosas, y sentirme como en casa, como a mí me gusta... :)
    Sigo vuestros relatos de cerca! Hasta el próximo, un saludo!

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    1. Nosotros queríamos pasar un día relajados visitando un poco Yogya, aunque tampoco hay mucho que ver. Si no se visita, no pasa nada.

      Nos planteamos lo de ir a Bali en avión, pero ya teníamos reservado todos los alojamientos posteriores y nos pareció muy complicado cambiarlo todo. Además, pasar 6 noches en Ubud y 3 en Gili pensábamos que sería suficiente. Y tampoco teníamos mucho margen de maniobra ya que teníamos comprado un vuelo entre Bali y Sulawesi al cabo de dos semanas. Es lo que tiene ir con todo reservado... :P

      Nosotros también vamos siguiendo tus publicaciones. Nos ha gustado el vídeo que colgaste, sobre todo el trozo de la tortuga! Que recuerdos! :)

      Saludos

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