24 de junio de 2013
Aquel día fue especial, asistimos en Cuzco a una de las festividades más importantes de los incas, el Inti Raymi. Por la tarde hicimos el recorrido que une las ruinas de Sacsayhuamán, Qenqo, Tambomachay y Puca-Pucara, en las afueras de la ciudad.
Ver Perú 13: Cuzco I, Inti Raymi en un mapa más grande
El Inti Raymi (“fiesta del sol”, en quechua) era una celebración religiosa inca del solsticio de invierno austral y marcaba el inicio del año nuevo. En ella, el Inca (rey de los incas) agradecía a Inti (el dios sol) la buena cosecha de ese año o pedía que la siguiente fuera mejor si había sido mala. El Inti Raymi fue prohibido por los conquistadores españoles a mediados del siglo XVI al considerarlo pagano. No fue hasta 1944 que se volvió a representar basándose en las descripciones del “inca” Garcilaso de la Vega. Hoy en día, el Inti Raymi es la celebración más importante de Cuzco, llena de música y danzas, donde participan cientos de cusqueños disfrazados de incas con trajes de vivos colores. En ella, uno se ve transportado de forma inevitable a la época en la que el Inca era el enviado del dios sol en la tierra y el imperio inca dominaba gran parte de Sudamérica.
La fiesta del Inti Raymi consta de tres ceremonias que se hacen a horas y en sitios diferentes. Las dos primeras son gratuitas, y se hacen en el centro de Cuzco. A las 9 h, en Qorikancha (el antiguo templo del sol) se hace el saludo al sol por parte del Inca y su séquito. Más tarde abandonan este lugar para dirigirse a la plaza de Armas (antiguamente llamada Hawqaypata), donde a las 10:30 h se realiza el encuentro de los tiempos y la ceremonia de la coca. Luego la comitiva parte hacia las ruinas de Sacsayhuamán, a las afueras de la ciudad, donde a las 13:45 h se realiza la ceremonia central; en esta parte hay que pagar, ya que se instalan unas gradas para poder seguir el acto. Las entradas no son nada baratas, oscilan entre los 90 y 130 USD. Hay agencias de viajes que venden tours para asistir a esta última ceremonia por 150-200 USD, que incluyen el traslado y un guía traductor (toda la ceremonia se hace en quechua). Aunque también nos explicaron que hay una colina al norte de las ruinas desde la que se puede ver el Inti Raymi, aunque suponemos que hay que ir con mucha antelación para coger sitio. Al principio descartamos pagar la entrada del Inti Raymi de Sacsayhuamán, así que decidimos asistir a las dos ceremonias que se celebrarían en el centro de Cuzco, la de Qorikancha y la de la plaza de Armas.
Inti Raymi en Qorikancha
Inti Raymi en la plaza de Armas
La noche anterior no habíamos dormido muy bien, hacía bastante frío en la habitación y había pocas mantas. En los hostales de la región las habitaciones suelen tener como mínimo una estufa portátil, pero no era nuestro caso. El desayuno se servía en la mesa del comedor donde vivía la familia que regentaba el hostal. Casi todos los días nos encontrábamos allí sentada a la abuela de la casa, mientras murmuraba cosas en quechua. El desayuno no era muy bueno, pan (a veces, bastante rancio), mantequilla y mermelada.
Salimos con un poco de tiempo para llegar antes de las 9 h a Qorikancha. Las calles de Cuzco eran un hervidero de gente venida de todo el mundo para ver este espectáculo. Esta primera ceremonia se celebraba en el Jardín Sagrado, situado detrás (al oeste) de Qorikancha, donde ya se congregaba una gran multitud de gente esperando que empezara. Los más madrugadores habían ocupado los mejores sitios, así que ver alguna cosa fue algo difícil. Algunos vendedores ambulantes ofrecían taburetes para poderte elevar sobre la muchedumbre y ganar algo de vista. A la hora prevista salieron al jardín unos incas que hicieron sonar sus caracolas, marcando el inicio del Inti Raymi. Al son de la música, comenzaron a salir los integrantes de los diferentes suyos, las cuatro partes en las que se dividía el imperio inca. Cuando estuvieron todos allí, el Inca emergió de las ruinas del templo del sol de Qorikancha (la actual iglesia se edificó encima de él). Tuvimos que cambiar de posición para ver al Inca mejor, que se dirigía a los asistentes en quechua mientras arrojaba granos de maíz. Tras algo más de media hora de ceremonia, el Inca y compañía abandonaron Qorikancha y se dirigieron a la plaza de Armas. Esta parte de la ceremonia fue curiosa de ver, aunque la gran aglomeración de gente llegaba a ser agobiante.
comienzo del Inti Raymi, entrada de los "suyos"
los súbditos adoran...
...al Inca que emerge del templo del sol
el Inca agradece la cosecha a Inti, el dios sol
los "suyos" abandonan Qorikancha al son de la música
Como la mayoría de asistentes, enfilamos la avenida El Sol hacia la plaza de Armas, el siguiente escenario del Inti Raymi. Casi toda la gente quedó acumulada en la parte sur de la plaza, haciendo muy difícil ver algo. Aunque la muchedumbre no fue un impedimento para encontrarnos con Ronald y Saskia, la pareja de holandeses que conocimos el tour del Colca. La ceremonia empezaba teóricamente a las 10:30 h, pero a las 10 empezaron a entrar los primeros suyos. El Inca y su esposa ingresaron a la plaza en una silla de manos cada uno por la calle Loreto (o Intik'ijllu), así que desde nuestra posición los vimos de espaldas. Moraleja: en la plaza de Armas es mejor intentar ponerse en la parte norte de la plaza. Y también lo más cerca posible de la Catedral, ya que todo el rito se hace de cara a este edificio.
entrada de los "suyos" en la plaza
entrada del Inca en su silla de manos
el Inca inicia el rito
Cuando la riada de gente lo permitió, logramos acercarnos un poco a la Catedral para tener una mejor visión del evento. Habían cubierto la fuente del centro de la plaza con un gran pedestal con la imagen dorada del Inca. Allí, el Inca de carne y hueso dirigió la ceremonia, rodeado de cerca por sacerdotes y nobles, y por los suyos entorno de la plaza. Al final, el Inca volvió a montar en su silla de manos y dio una vuelta a la plaza para saludar a sus súbditos (=turistas). Fue la ocasión en que más de cerca pudimos verlo, la verdad es que el hombre que lo representaba daba mucho el pego, hacía muy bien su papel. Esta parte nos gustó un poco más que la anterior, y duró algo más de una hora.
el Inca abandona el pedestal de la plaza de Armas...
...e inicia una vuelta truinfal para saludar a sus súbditos
el Inca de cerca
Como valoración general de estas dos partes del Inti Raymi tenemos que decir que nos gustó. Hay mucho de “circo para turistas” en él, pero hay que quedarse con la parte de recreación histórica que se cuida bastante. Lo peor es la gran cantidad de gente que hay en todas partes, a veces se hace difícil (por no decir imposible) ver algo por encima de las cabezas de la gente. Pero pensamos que al final valió la pena cuadrar los días para estar el 24 de junio en Cuzco y asistir al Inti Raymi en Qorikancha y plaza de Armas (de la ceremonia de Sacsayhuamán no podemos opinar). A continuación hemos colgado un vídeo con algunos de los momentos del Inti Raymi de Qorikancha y la plaza de Armas.
Una vez concluido el Inti Raymi en la plaza de Armas decidimos visitar un poco la ciudad en lo que quedaba de día. Empezamos en Qorikancha, las ruinas del templo del sol sobre las cuales se edificó el convento de Santo Domingo. Éste estaba cerrado, nos tuvimos que conformar en verlo por fuera. Desde el Jardín Sagrado se puede ver la gran particularidad de este conjunto arquitectónico: se aprecian los grandes bloques oscuros de Qorikancha, sobre los que se asienta Santo Domingo.
la iglesia de Santo Domingo y Qorikancha
iglesia de Santo Domingo
A continuación cogimos la calle Loreto, Intik'ijllu en quechua (en Cuzco te podías encontrar los nombres de las calles en castellano o en quechua). Es una calle peatonal muy estrecha flanqueada por muros de grandes bloques de piedra. Éstos fueron construidos por los incas, ya que Loreto es el resto de un antiguo pasadizo que quedaba entre unos recintos amurallados (que hoy en día no existen). Este tipo de construcciones se pueden ver en muchos otros puntos de la ciudad. Como en casos similares, los conquistadores españoles desballestaron todas las construcciones incas para aprovechar su piedra, pero no pudieron transportar los bloques más grandes, así que los dejaron donde estaban y edificaron encima.
calle Loreto
Loreto da a la plaza de Armas, que ya empezaba a despoblarse después del Inti Raymi. Esta plaza está presidida por la Catedral y la iglesia de La Compañía, pero ambas estaban cerradas. Allí nos dimos cuenta que iba a ser un mal día para visitar Cuzco, todos los monumentos estaban cerrados ese día. Decidimos dar una vuelta por sus calles empedradas flanqueadas por bonitas casas coloniales, es una ciudad preciosa para dar paseos. La verdad es que callejear por Cuzco es en si mismo una atracción turística, sin duda es la ciudad que más nos gustó de todo Perú. Aunque el barrio más bonito de Cuzco es San Blas, que veríamos el día siguiente. Entre calle y calle volvimos a encontrarnos con Alba y Ruth, que también habían asistido al Inti Raymi y que, como nosotros, habían acabado agobiadas por la masificación. Nos contaron que esa misma tarde ya partían hacia Ollantaytambo, así que nuestras rutas no se iban a volver a cruzar, de forma que nos despedimos de ellas; nos gustaba mucho encontrárnoslas por ahí, eran unas viajeras la mar de simpáticas.
plaza de Armas
Catedral
la Compañía
calle de Cuzco
calle de Cuzco
calle Garcilaso
Pasear por Cuzco estaba muy bien, pero vimos que nos iba a sobrar toda la tarde si no había nada abierto. Entonces sopesamos la posibilidad de visitar las ruinas incas que hay en los alrededores de Cuzco (Sacsayhuamán, Qenqo...), de forma que nos acercamos a la Casa de la Municipalidad (en la avenida El Sol) para preguntar si estaban abiertas. Allí se vendía el boleto turístico (una entrada conjunta para visitar todas las ruinas), y el vendedor nos confirmó que sí que estaban abiertas. El hombre era muy poco comunicativo, incluso nos dijo que el boleto no lo compráramos allí si no en las ruinas, que pocas ganas de trabajar! Estábamos contentos de tener plan para la tarde! En un principio, esas ruinas pensábamos visitarlas el día siguiente, ya que están de camino a Pisac, el principal objetivo de aquel día. Así que rehicimos el planning: ver aquella la tarde las ruinas, y el día siguiente por la mañana (antes de ir a Pisac), visitar a alguno de los monumentos de Cuzco que estaban cerrados.
Con nuevos objetivos a la vista, continuamos nuestro paseo por Cuzco hacia la plaza de San Francisco, donde habíamos cenado la noche anterior, y comprobamos que durante el día también había puestos ambulantes de comida. Decidimos quedarnos a comer allí, en un puesto con un gran perolo lleno de comida, rodeado por pequeños taburetes donde una mujer iba repartiendo las raciones a los comensales. Tenía arroz con salteado y pollo al horno, así que pedimos un plato de cada y nos lo partimos. Era muy bueno!
plaza San Francisco con sus puestos callejeros
al rico cuy!
puesto donde comimos!
Cerca de esta plaza está el mercado de San Pedro, el más importante de Cuzco, así que nos acercamos a verlo. Es relativamente pequeño, pero por fuera está rodeado por una gran cantidad de paradas, sobre todo de artesanía y ropa. Dentro vendían verduras, frutas, carnes... También había una sección con restaurantes económicos, hubiera sido una alternativa barata a comer en la plaza de San Francisco.
mercado de San Pedro
Como ya habíamos visto lo fundamental de Cuzco y todavía tendríamos la mañana del día siguiente, decidimos ir a ver las ruinas incas de los alrededores. El plan inicial era que un taxi nos llevara a las ruinas más alejadas (Tambomachay), e ir visitando las otras ruinas mientras hacíamos el camino de bajada. Pero el taxista que paramos para que nos llevara nos devolvió a la realidad: como en Sacsayhuamán se estaba celebrando el Inti Raymi, la circulación por aquella carretera estaba restringida a vehículos autorizados o a los que pagaran un peaje, así que nos pedía 40 soles para llevarnos. Ante nuestra cara de estupor, nos ofreció llevarnos por 8 soles a la calle Puputi, donde podríamos coger un bus hacia Tambomachay mucho más barato. Al llegar a aquella calle un señor nos ayudó a saber cual era nuestro bus, y también nos explicó que aquel día ningún bus iba más allá de Sacsayhuamán, la primera de las ruinas. Después de dejar pasar un par de buses que iban llenos hasta la bandera, subimos a uno, cuyo billete nos costó 2 soles cada uno.
La carretera que lleva a Sacsayhuamán y a las otras ruinas estaba totalmente colapsada, llena de coches, colectivos y autobuses. Al igual que otra gente, decidimos apearnos antes de llegar al destino ya que caminando llegaríamos más rápido. Los alrededores de Sacsayhuamán eran un infierno de gente por todos los lados, había incluso más muchedumbre que en el Inti Raymi de la plaza de Armas! A aquella hora no habría acabado todavía la ceremonia central que se hacía allí, pero parecía que muchos cusqueños habían decidido hacer un picnic en los campos de los alrededores aprovechando que era festivo. Pensamos que ya visitaríamos más tarde Sacsayhuamán y fuimos a ver las siguientes ruinas, las de Qenqo, que quedaban muy cerca (10 minutos caminando).
Al llegar a Qenqo le dijimos a un empleado que queríamos comprar el boleto turístico, pero nos dijo que el que se ocupaba de ello se había ido a comer y que podíamos entrar gratis (aunque el boleto tiene un precio fijo, entres o no a todos los sitios a los que da acceso). Qenqo (o Kenko o Quenko) está envuelto en un halo de misterio, no se sabe a ciencia cierta su propósito, si fue un centro ceremonial, una tumba real o un tribunal. Nos pareció curioso como habían aprovechado las rocas que se encontraban allí para integrarlas en la construcción. En las entrañas de la roca habían excavado pasillos y salas que se piensa que tenían funciones rituales. Qenqo nos pareció un lugar interesante, pero lo vimos enseguida.
Qenqo
Qenqo, habitación subterránea
Qenqo
Salimos de Qenqo y empezamos a caminar hacia la siguiente ruina, Puca-Pucara, pero enseguida vimos que estaba bastante lejos para ir caminando. Son 4 km de distancia un poco cuesta arriba, así que sería 1 hora a pie (y eso solo de ida). Pensamos en hacer autostop, pero por allí no circulaba ningún vehículo, todos debían quedar atrapados en Sacsayhuamán. En ese momento vimos a lo lejos una furgoneta Nissan Vanette que debía ser un colectivo, un tipo de transporte muy típico de Perú y que no habíamos cogido todavía. Al vernos, la furgoneta nos hizo luces y le hicimos señas para que parara. Los pocos asientos del interior estaban llenos de autóctonos que hablaban en quechua y nos miraban curiosos, asombrados de ver unos turistas allí. Pero se asombraron aún más al oírnos hablar en castellano. Cada billete nos costó un sol (unos 25 céntimos de euro), aunque tuvimos que hacer parte del trayecto de pie. Bueno, de pie no, de cuclillas, ya que el techo de la furgo era muy bajo. En vez de Puca-Pucara, les dijimos que nos pararan en Tambomachay, que eran las ruinas más alejadas.
En Tambomachay no había ni rastro de las multitudes que colmaban los alrededores de Sacsayhuamán. Por no haber, no había ni empleados así que nuevamente entramos gratis. Este lugar debió ser un centro ceremonial ligado al culto del agua, y que el Inca usaba también de balneario, por lo que también se le conoce como “los baños del Inca”. El templo de donde brotaban las pequeñas cataratas rituales estaba muy bien conservado, hecho de los bloques de piedra grandes tan característicos de la arquitectura inca. Era un sitio muy bonito, pero al igual que Qenqo se ve rápido.
Tambomachay
cataratas de Tambomachay
Muy cerca de Tambomachay está Puca-Pucara, a la que también pudimos entrar gratis. Puca-Pucara es otra de esas ruinas incas de función incierta: por su posición en lo alto de una colina se podría pensar que es una fortaleza, pero no tiene sus características. También se piensa que podría ser el lugar donde se alojaba el Inca cuando visitaba los cercanos baños de Tambomachay. Estuvimos un rato recorriendo las ruinas, desde lo más alto había una bonita panorámica del valle.
Puca-Pucara
puerta de entrada
panorámica desde Puca-Pucara
Puca-Pucara
Después de ver Puca-Pucara solo nos faltaba Sacsayhuamán, precisamente la más importante del conjunto de las 4 ruinas incas de Cuzco. Como antes nos había ido bien, pensamos que podíamos repetir con los colectivos para llegar hasta allí y ahorrarnos los 4 km de caminata. Tuvimos mucha suerte, justo al salir de Puca-Pucara pasaba un colectivo al que pudimos parar. Cuanto estábamos llegando a Sacsayhuamán encontramos el gran colapso de tráfico de antes, así que nos bajamos del colectivo y nos acercamos a pie. A aquella hora los cusqueños empezaban a abandonar los campos que rodeaban las ruinas donde habían pasado el día de picnic, y también los últimos autobuses con los turistas que habían asistido al Inti Raymi. Sacsayhuamán (o Saqsawaman, en quechua) es una fortaleza inca que domina Cuzco, la capital del imperio inca, aunque también se piensa que podría haber tenido funciones religiosas. Allí tampoco nos pidieron el boleto para entrar. Enfrente de lo que debió ser una gran plaza estaban los altos muros de la fortaleza, hechos de las piedras más enormes que habíamos visto hasta entonces. Debió ser toda una proeza transportarlas hasta allí. Su gran tamaño es lo que hace que se haya podido conservar, ya que los conquistadores españoles solo pudieron llevarse las piedras mas pequeñas. No pudimos acceder al interior de la fortaleza, en el que hay los restos de tres torreones defensivos, pero pudimos hacernos una idea bastante buena de cómo era antiguamente.
Sacsayhuamán
Sacsayhuamán, con Cuzco hacia la izquierda
Sacsayhuamán
vaya piedras mas grandes!
En la explanada que había delante de las ruinas habían instalado unas gradas para el Inti Raymi. De hecho, todavía quedaban algunas personas que habían actuado allí, vestidos de inca con vivos colores. Había un grupo que parecía que eran militares, ya que marchaban hacia la ciudad comandados por soldados con uniforme que iban gritándoles órdenes.
figurantes del Inti Raymi, entre las gradas y el pedestal del Inca
figurantes del Inti Raymi
perdí a Neus un momento y me vino con esta foto!
Después de estar un rato en Sacsayhuamán, un grupo de empleados desalojó a todos los visitantes de allí. Estábamos contentos de haber podido ver las cuatro ruinas, nos gustaron mucho, cada una era diferente de las demás. La verdad es que el día pintaba muy mal cuando nos dimos cuenta que estaba todo cerrado en Cuzco, pero visitando las ruinas incas al final nos salió una jornada la mar de redonda.
Nos unimos a las riadas de gentes que bajaban hacia la ciudad. Por el camino había vendedores ambulantes y aprovechamos para comprar un choclo (mazorca de maíz hervida). Cerca de las primeras casas encontramos la iglesia de San Cristóbal, donde había una terraza con una gran vista de la ciudad. Como estábamos cansados fuimos hasta el pub Km 0, donde pudimos sentarnos un rato. Había “happy hour” de pisco sour, así que pedimos dos a precio de uno (15 soles).
vistas desde la iglesia de San Cristóbal
Un poco más tarde nos entró hambre, así que salimos a buscar un sitio para cenar. Acabamos en el Restaurante Piedras y carbón, que, aunque estaba vacío cuando entramos, tenía una carta muy extensa de platos peruanos que nos convenció. Pedimos costillar de res y zarza de patitas (una especie de ceviche de cerdo, un poco avinagrado), que nos costó 52 soles junto con la bebida (algo menos de 15 €). Estaba bueno, pero no era ninguna maravilla.
cenando aquella noche
Que suerte ver ese Espectáculo!!
ResponderEliminarNosotros por dos días no coincidimos con la fecha, Cusco nos enamoro.
Pasamos tres noches y la ciudad con sus alrededores desprenden pura magia.
Un abrazo desde Las Palmas.
http://siemprejuntosporelmundo.blogspot.com.es
Hola chicos!
EliminarQue lástima que no pudierais asistir al Inti Raymi. Nosotros solo tuvimos que ajustar un día de nuestro planning inicial para coincidir en Cuzco ese día, tuvimos bastante suerte.
Creemos que todo el mundo que visita Cuzco se queda enamorado de la ciudad. No hay un lugar igual en Perú para poder pasear horas y horas sin cansarte.
Un abrazo