PERÚ 14: Cuzco II y Písac

25 de junio de 2013 Aquel día acabamos de visitar en unas pocas horas la ciudad de Cuzco, en especial algunos monumentos que encontramos cerrados el día anterior por el Inti Raymi. Después cogimos un taxi para ver las ruinas incas de Písac y el mercado artesanal del pueblo. Mas tarde nos fuimos a Ollantaytambo donde pasamos la noche. Día 14 de nuestro viaje... ya hacía dos semanas que estábamos en Perú y el tiempo se nos había pasado volando. Nos faltaban tantas cosas que ver! Aquella mañana teníamos que hacer más preparativos de lo habitual: íbamos a coger solo una de las mochilas con poca ropa (la otra la dejábamos en el hostal) para hacer un recorrido por el Valle Sagrado de los Incas, regresando al cabo de tres noches a Cuzco, donde cogeríamos el avión a la selva.
25 de junio de 2013
Aquel día acabamos de visitar en unas pocas horas la ciudad de Cuzco, en especial algunos monumentos que encontramos cerrados el día anterior por el Inti Raymi. Después cogimos un taxi para ver las ruinas incas de Písac y el mercado artesanal del pueblo. Mas tarde nos fuimos a Ollantaytambo donde pasamos la noche.

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Día 14 de nuestro viaje... ya hacía dos semanas que estábamos en Perú y el tiempo se nos había pasado volando. Nos faltaban tantas cosas que ver! Aquella mañana teníamos que hacer más preparativos de lo habitual: íbamos a coger solo una de las mochilas con poca ropa (la otra la dejábamos en el hostal) para hacer un recorrido por el Valle Sagrado de los Incas, regresando al cabo de tres noches a Cuzco, donde cogeríamos el avión a la selva. Nos levantamos pronto para aprovechar bien el día, ya que queríamos dedicar unas pocas horas a visitar monumentos de Cuzco que estaban cerrados el día anterior. Para no estarnos mucho tiempo, de entre las diferentes iglesias y otros templos cusqueños elegimos para visitar la Catedral y Qorikancha. Ésta última es la que abría antes, a las 8:30 h, así que tuvimos todavía una horita para dar el último paseo por Cuzco.
Encaminamos nuestros pasos hacia el barrio más pintoresco y agradable de Cuzco, San Blas. Sus calles retorcidas y empinadas flanqueadas por casitas encaladas lo hacen todo un imprescindible en una visita en la ciudad. Si callejear por Cuzco es bonito, hacerlo por San Blas es una gozada. No os lo perdáis!
San Blas
San Blas
iglesia de San Blas
San Blas
Abandonamos San Blas y nos dirigimos hacia Hatun Rumiyoc, una de las calles donde la herencia inca se hace más patente. Está rodeada por un grueso muro inca donde está la famosa “piedra de los 12 ángulos”, todo un símbolo de la avanzada ingeniería inca. Resulta increíble como pudieron encajar esta piedra en el conjunto del muro, debió ser dificilísimo con tantos ángulos. El muro pertenecía a un antiguo palacio inca, que actualmente alberga el Museo de Arte Religioso. Un vendedor que encontramos cerca nos contó que en otra parte del muro, los incas habían puesto las piedras de una forma que el conjunto parecía un puma: una piedra hacia de cabeza, otra de cuello, unas cuantas de patas, etc. Había que echarle mucha imaginación! El vendedor nos lo enseñó en una postal, donde las piedras que formaban el puma estaban convenientemente resaltadas con un toque de PhotoShop (así cualquiera!).
comienzo de la calle Hatun Rumiyoc
piedra de los 12 ángulos
Hatun Rumiyoc, buscad el puma!
Museo de Arte Religioso
Al cabo de un rato llegamos a la iglesia de Santo Domingo, que los españoles edificaron sobre el templo inca de Qorikancha. Éste era uno de los lugares más sagrados de los incas, dedicado a Inti o dios sol. Se dice que sus muros estaban recubiertos de planchas de oro, que fueron saqueadas por los españoles (de hecho Qorikancha significa “palacio de oro” en quechua). Éstos destruyeron parte del complejo, sobre todo los templos de la luna y de las estrellas, que se encontraban junto al templo del sol. Los restos de éste último los incorporaron a la iglesia de Santo Domingo que construirían después, encalándolos para ocultar su origen. Siglos mas tarde, un gran terremoto acabó con gran parte de la iglesia, pero apenas afectó a los antiguos muros del templo del sol... apenas, por que lo único que cayó fue la cal con que los habían cubierto, descubriendo por fin su secreto.
vista desde Qorikancha
Dejamos la mochila en la recepción de la iglesia, habíamos cargado con ella para no tener que volver al hostal a recogerla. La iglesia está adosada al convento del mismo nombre, organizado entorno de un gran claustro. A lado y lado, tras la arcada de columnas estaban los inconfundibles muros incas del templo del sol. Era un gran contraste, y más estando dos elementos tan diferentes uno al lado del otro. Las piedras de templo del sol tenían unas líneas tan perfectas y definidas, que a su lado las construcciones españolas parecían una chapuza. La visita a la Qorikancha nos encantó, es un sitio que no hay que perderse en Cuzco.
claustro de Santo Domingo
Qorikancha (dcha.), al lado del claustro
sorprendia encontrar un templo inca dentro de una iglesia cristiana!
claustro de Santo Domingo
Abandonamos Qorikancha con el buen sabor de boca de haber aprendido algo mas sobre los incas. Nos dirigimos hacia la plaza de Armas para ver la Catedral, pero como todavía no había abierto dimos una vuelta por la misma plaza, que no habíamos tenido la ocasión de ver detenidamente el día interior por las muchedumbres del Inti Raymi. Y la verdad es que vale la pena hacerlo! Para nosotros, esta es la plaza de Armas más bonita de todo Perú (o de al menos, de la parte que vimos). Está rodeada de bonitas casas coloniales con arcadas y de un par de edificios emblemáticos, la Catedral y la Compañía, la iglesia de los jesuitas. En el centro había una gran fuente, cubierta en aquellos días por un enorme pedestal con la escultura dorada del Pachacútec, el Inca que transformó un pequeño reino inca en un gran imperio (el “Tahuantinsuyo”).
plaza de Armas, con San Cristobal en lo alto de la colina
escultura de Pachacútec
plaza de Armas
plaza de Armas, con la Catedral (izq.) y la Caompañía (dcha.)
plaza de Armas, la Compañía
plaza de Armas
A continuación fuimos a visitar la Catedral, que está formada en realidad por tres templos: la misma Catedral, la iglesia del Triunfo y la Sagrada Familia (la entrada al conjunto se hace por esta última). Tanto las iglesias como la Catedral están repletas de obras de arte religioso, lástima que no se pudieran hacer fotos (en esta web hay algunas). En torno de la nave había una infinidad de capillas, todas con bellos retablos. Uno de los objetos más sagrados que alberga la catedral es el Cristo de los Temblores, un cristo negro que salvó a la ciudad de un terremoto. La visita a la Catedral también nos gustó mucho, aunque hay que dedicarle una hora larga si se quiere ver mínimamente bien.
Catedral de Cuzco (a la izq.)
Eran cerca de las 11 h y decidimos dar por acabada nuestra segunda visita a Cuzco. En la misma plaza de Armas paramos a un taxi para que nos llevara a Písac. El plan era que nos dejara en las ruinas, que están en lo alto de una montaña, bajar a pie hasta el pueblo y visitar el mercado artesanal. Pensamos que nos costaría unos 80 soles, pero el primer taxista que paramos nos dijo que nos cobraría 60, así que aceptamos sin rechistar... quizás con un poco de negociación podíamos haber bajado a 50. El taxista se llamaba Carlos Alberto y llevaba el típico Toyota familiar destartalado tan común en Perú. Nos insistió en que recordáramos su nombre, y si nos paraba la policía nos pidió que les dijéramos que éramos amigos suyos y que nos llevaba gratis a Písac. Su frase favorita era “la polisía siempre está molestando”. Conclusión: se trataba de un taxista ilegal, sin licencia. Carlos Alberto era muy hablador y estuvo contándonos muchas cosas durante la escasa hora que dura el trayecto. Estaba muy interesado en la crisis que había en España, ya que veía algún canal de televisión español.
Tras superar un pequeño puerto de montaña, llegamos al Valle Sagrado de los Incas, una zona muy apreciada por los incas por su gran producción agrícola. El valle va paralelo al río Vilcanota (o Urubamba) y pasa por algunas de las más importantes ruinas incas, como Písac, Ollantaytambo o Machu Picchu, algunas de ellas formidables fortalezas para proteger el valle y la entrada a Cuzco. El valle se encuentra a menor altitud que Cuzco, por primera vez desde hacia una semana íbamos a estar por debajo de los 3.000 m de altitud, con lo que se esfumaron los últimos efectos del soroche.
el Valle Sagrado desde Písac
Llegamos al pueblo de Písac (o Pisaq) y enfilamos la larga carretera que serpenteaba montaña arriba hacia las ruinas. Al final había un puesto de control con una larga cola para comprar el Boleto Turístico, que incluye la mayoría de los monumentos más importantes de la zona. Esta es una de las formas que ha encontrado el gobierno peruano para sacar dinero descaradamente a los turistas extranjeros, ya que vale la friolera de 130 soles, más de 36 € (los turistas nacionales pagan la mitad). La gran mayoría de noches dormimos por mucho menos dinero! Hay una modalidad de boleto turístico más barata, de 70 soles, para visitar solo las ruinas del Valle Sagrado. Éste era el que nos interesaba a nosotros, ya que ya habíamos visto las ruinas cercanas a Cuzco gratis el día interior, y no necesitábamos el boleto general. Lo que no sabíamos era que este boleto para el Valle Sagrado tenía una validez de solo 2 días, cosa que no nos servía a nosotros, ya que queríamos visitar Chinchero en el cuarto día. Así que por solo una ruina más, tuvimos que pagar el general, que tiene una validez de 10 días. 130 soles cada uno! Y para colmo tenemos que decir que fue un despilfarro de dinero, ya que al visitar Chinchero vimos que sus ruinas no valían mucho la pena, las interesantes son las de Písac y Ollantaytambo.
Después de comprar los boletos seguimos un tramo más de la carretera de subida hasta un sitio que estaba ocupado por decenas de autobuses turísticos. Nos apeamos y le pagamos a Carlos Alberto, ya que la entrada a las ruinas de Písac estaba cerca. Písac fue un gran complejo construido por el Inca Pachacútec con varias funciones: agrícola, militar, religioso e incluso funerario. Está dividido en varios sectores dependiendo de su función, muy separados entre ellos. Los más importantes son el Intihuatana (sector ceremonial), el Q’alla Q’asa (sector militar) y Pisaqa (la antigua zona urbana).
terrazas incas desde Q'alla Q'asa
El sector más cercano al aparcamiento que hay más arriba es el Q’alla Q’asa. Es un complejo de unos 30 edificios que servían de residencia a los centinelas. Está rodeado con enormes bancales o andenes agrícolas y los edificios están en lo alto de una pequeña colina que domina el valle. Fuimos subiendo por ella mientras recorríamos los diferentes edificios, en lo más alto había un mirador con una gran vista sobre los valles adyacentes. Bajando nos encontramos a los franceses con quienes habíamos hecho el tour del Colca, nos explicaron que habían ido al Inti Raymi de Sacsayhuamán y les gustó mucho.
terrazas incas, con Q'alla Q'asa al fondo
Q'alla Q'asa
Q'alla Q'asa, con la puerta principal al fondo(izq.)
puerta de acceso a Q'alla Q'asa
en lo más alto de Q'alla Q'asa
vistas de Q'alla Q'asa
Bajamos de la colina y cogimos el camino hacia el Intihuatana. Moverse por las ruinas era un poco complicado, no había apenas carteles que dirigieran la visita por los diferentes sectores, por eso mucha gente contrataba un guía. Atravesamos un estrecho túnel que da nombre al sector que habíamos visitado (q'alla - corte, q'asa - pase). El camino iba descendiendo montaña abajo, y nos íbamos encontrando pequeñas torres de vigía.
tunel de Q'alla Q'asa
Al cabo de media hora llegamos al Intihuatana, el centro ceremonial y astronómico. Este nombre se refiere específicamente a una especie de asiento tallado en piedra que los incas usaban para hacer mediciones astronómicas (solsticios, etc.). La zona ceremonial estaba presidida por el templo del Sol, con su característico muro de forma circular construido entorno de una gran roca. Todas las construcciones tenían estan hechas de las típicas grandes rocas talladas, de líneas muy definidas y perfectamente ensambladas.
sector ceremonial, con el pueblo de Písac al fondo
Intihuatana
sector ceremonial
sector ceremonial, con Q'alla Q'asa en lo alto de la colina
sector ceremonial, con el templo del Sol al fondo
Dejamos el área ceremonial y seguimos descendiendo, encontrando por el camino unas construcciones que parecían almacenes. Luego pasamos por las ruinas de Pisaqa, el antiguo sector residencial, con unas casas pequeñas hechas de ladrillos más toscos. El camino de bajada fue virando hacia el oeste hasta que tuvimos vista del pueblo de Písac y del Valle Sagrado. Nos encontramos gente que hace el camino de subida desde el pueblo, debe ser una enorme paliza visitar las ruinas de esa forma. El resto del camino discurrió entre algunos bancales incas muy inclinados que llegan cerca del pueblo.
Pisaqa
pueblo de Písac
terrazas incas cerca de Písac
Las ruinas de Písac nos gustaron mucho, fue todo un acierto que el taxi nos llevara a la parte de más arriba y visitar las diferentes zonas mientras bajábamos (subir a Q’alla Q’asa desde el pueblo debe ser una proeza!). Dedicamos en total unas tres horas y media a ver las ruinas.
Al llegar a Písac estábamos hambrientos, le compramos a una abuelilla un choclo con queso (mazorca de maíz con un trozo de queso insípido) y en un horno una empanada de pollo. Matamos el hambre de forma rápida y barata. Con fuerzas renovadas, fuimos a la plaza de Armas para dar una vuelta por el mercado artesanal de Písac, que solo funciona los martes, jueves y domingos. Como era mediodía estaba desierto, ya que los grandes grupos organizados suelen pasarse más temprano. Así pudimos deambular tranquilamente por las diferentes paradas, mirando las distintas artesanías que se vendían. Aunque después de un rato nos dimos cuenta que casi todos los puestos vendían los mismos objetos, y que eran muy similares a los que habíamos visto en otros puestos a lo largo de nuestro viaje. Viendo de cerca los objetos nos daba la sensación que no eran artesanales. Además los vendedores los vendían a precio de oro. Cualquier cosa por la que preguntaras siempre te pedían un dineral, y aunque debías regatear, muchas veces el primer precio triplicaba lo que estábamos dispuesto a pagar. La verdad es que el mercado nos decepcionó un poco. Al final compramos una cruz andina de madera pintada con símbolos incas por 18 soles.
venta de tapices en el mercado
aquí vendían semillas de maíz de diferentes tipos, como souvenir
puesto de bolsos
Al cabo de un rato dimos por concluida nuestra visita a Písac, así que fuimos a coger el bus a Urubamba (de ahí salen las movilidades hacia Ollantaytambo, nuestro destino final). Habíamos leído que el bus salía del puente que atraviesa el río, pero allí no encontramos ningún paradero. Un hombre nos dijo que éste se encontraba un poco más adelante, detrás de un “grifo” (gasolinera en peruano). Al final lo encontramos, lleno de gente esperando en una pequeña plaza cercana. Después de unos minutos llegó el bus, donde nos cobraron 2,5 soles por el trayecto. Nos dejó en la terminal terrestre de Urubamba, de donde salen los colectivos hacia Ollantaytambo. Había mucha gente esperando mientras se quejaba que hacía mucho tiempo que no pasaba ningún colectivo. Este tipo de transportes no tienen horarios, van saliendo según se llenan y allí había gente para llenar unos cuantos. Un taxista nos ofreció llevarnos en su taxi junto a otros pasajeros por 2,5 soles (el colectivo vale 1,5 soles), pero nosotros lo rechazamos, no teníamos tanta prisa. Al cabo de un rato llegó un colectivo, y aunque había una fila de gente esperando, se llenó enseguida por el sistema de “tonto el último”. Menos mal que enseguida vino otro, la clásica Nissan Vannette destartalada, en la que nos logramos meter tras luchar con los autóctonos (colarse y empujar no parece estar mal visto).
colectivo en Urubamba
Llegamos a Ollantaytambo cuando ya casi era de noche, y el colectivo nos dejó en la plaza de Armas. Cerca estaba nuestro alojamiento para aquella noche, el KB Tambo Hostel. El sitio estaba muy bien, la habitación era grande y espaciosa, con baño y desayuno incluidos. Pese a estar situado en una calle principal y por tanto con ruido, las habitaciones dan a un patio interior lo que ayuda a dormir. Lo peor era la ducha, no funcionaba el agua fría, así que siempre salía muy caliente. Su precio fue superior a nuestra media, 100 soles (unos 27 euros).
nuestra habitación en el KB Tambo Hostel
Después de ducharnos fuimos a buscar un sitio para cenar, y como no teníamos ganas de complicarnos la vida nos quedamos cerca del hostal, en el Restaurant Inka Tambo. Tenían muchos platos típicos peruanos en la carta, pero después resultó que aquel día muchos de ellos se habían acabado (todo un clásico). Pedimos sopa criolla y brochetas mixtas (de pollo, lomo y trucha), que no estaban mal (nos costó 52 soles).
nuestra cena

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