PERÚ 11: lago Titicaca

22 de junio de 2013 Ese día hicimos una excursión en barco por el lago Titicaca, el lago navegable situado a mayor altitud del mundo. Descubrimos las fascinantes islas flotantes de los Uros, construidas con fibras de juncos, y la isla Taquile, en la que apenas pasamos un par de horas. Nos levantamos pronto y dimos cuenta rápidamente del desayuno del hostal, que no era ninguna maravilla. Antes de empezar la jornada turística recogimos la ropa que habíamos pedido lavar a la lavandería del hostal (8 soles el kilo de ropa).
22 de junio de 2013
Ese día hicimos una excursión en barco por el lago Titicaca, el lago navegable situado a mayor altitud del mundo. Descubrimos las fascinantes islas flotantes de los Uros, construidas con fibras de juncos, y la isla Taquile, en la que apenas pasamos un par de horas.

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Nos levantamos pronto y dimos cuenta rápidamente del desayuno del hostal, que no era ninguna maravilla. Antes de empezar la jornada turística recogimos la ropa que habíamos pedido lavar a la lavandería del hostal (8 soles el kilo de ropa). Salimos del hostal y cogimos un tuk-tuk que, por 3 soles, nos llevó al puerto de Puno para poder coger el barco de la excursión por el lago Titicaca. Hay muchas agencias de viajes que ofertan este mismo tour, pero nosotros queríamos hacerlo con una cooperativa que habían formado los propios habitantes de Taquile. Nada más poner un pie en el puerto, salieron de la nada unos hombres ataviados con trajes populares que nos insistían en ir con ellos a hacer el tour. Al principio pensábamos que eran de alguna agencia, pero enseguida nos explicaron que eran de la cooperativa de Taquile. Nos llevaron a su oficina, que está al principio del muelle, y nos cobraron 25 soles por persona por el tour.
El barco salió a las 7:45 h de Puno casi lleno de gente, la gran mayoría turistas argentinos, y algunos autóctonos que se dirigían a Taquile. Nuestro guía era un taquileño de 19 años que parecía que era el primer día que hacía aquello, y la verdad es que al pobre no se le daba demasiado bien. Además parecía tener dificultades en hablar en castellano (con sus compañeros hablaba en quechua). Tras 20 minutos de travesía llegamos a las islas de los Uros, unas curiosas islas flotantes hechas de tallos de totora, una especie de junco que crece en el lago. Los uros son un pueblo antiquísimo que habitaba esta parte del altiplano, y que se asentaron en las islas flotantes huyendo de los conquistadores incas. De éste pueblo poco queda, se dice que hace tiempo murió la última mujer uro. Las islas flotantes hoy en día tienen poco de auténtico, parecen mas un museo al aire libre donde enseñar estas construcciones uros y sus costumbres que otra cosa (dad un vistazo a las reflexiones de Víctor de “Mi patria son mis zapatos”). Aún así son un lugar muy interesante e imprescindible en una visita al Titicaca.
islas de los Uros
En la zona hay unas 70 islas flotantes, y en cada una viven (en teoría) 4 ó 5 familias. Después de cobrarnos 4 soles por persona en concepto de tasa, el barco nos desembarcó en una de ellas. Allí nos recibió Félix, el jefe de aquella isla, quien nos explicó gráficamente como se construían las islas flotantes: se cortan con serruchos las macollas de las totoras, grandes masas de raíces y tallos en semidescomposición; según se va descomponiendo la materia vegetal, ésta va liberando gases que aumentan la flotabilidad de la isla. Encima se apilan tallos frescos de totora que proporcionan una superficie mullida y seca. La isla también va anclada al fondo para evitar que vaya a la deriva. Félix explicaba todo esto mediante unas figuritas un poco cutres, pero que mostraban a la perfección el proceso. También nos explicó que en Uros tenían una isla que era una iglesia y otra que era el colegio, donde enseñaban castellano a los niños (allí todo el mundo habla aymara). Fue muy curioso caminar encima de una isla flotante, el suelo era muy blando y la isla se balanceaba cuando pasaba cerca un barco.
Félix, explicándonos como se construyen las islas, al lado de nuestro guía
como quedó la "maqueta" de una isla tras la explicación
esta es la madre de Félix, que sólo hablaba aymara
En aquella isla tenían una barca hecha de totora para pasear a los turistas (previo pago, claro). Como no cabíamos todos, nosotros nos quedamos en la isla y subimos a un mirador (también de totora) desde donde se veían las islas vecinas. Otra fuente de ingresos de la isla era la venta de artesanía, aunque los artículos que vendían nos dejaron la misma sensación que los que vimos en Sillustani el día anterior: eran demasiado parecidos a los que habíamos visto a lo largo de nuestro viaje y eso nos hacía dudar de que fueran artesanales. Además los vendían a precios exagerados, por ejemplo vendieron a unos turistas un pequeño mural por 85 soles (23 euros), que puede parecer poco, pero no lo es tanto teniendo en cuenta que en aquel país puedes comer bien por 5 soles... Además, cuando nos íbamos nos insistieron en que compráramos el mismo mural por 50.
vista de las islas desde el mirador de totora
paseo en barca
la isla que visitamos
isla de totora
barca de totora
Subimos de nuevo al barco y fuimos a otra isla a buscar a los que habían salido a hacer el paseo en barca de totora. Después continuamos el viaje hacia la isla Taquile, que duró casi dos horas y media más. El trayecto fue un poco largo y pesado, la magia de navegar por el Titicaca se esfumó cuando llevábamos un buen rato metidos en el barco... Antes de desembarcar en Taquile el guía nos explicó el plan de la visita: el barco nos dejaría en la parte este de la isla, luego subiríamos al pueblo de Taquile, donde nos servirían la comida, y luego bajaríamos por la parte oeste de la isla, donde nos recogería otra vez el barco. Para hacer esto disponíamos de dos horas y media, un tiempo que, como comprobaríamos después, sería totalmente insuficiente para disfrutar mínimamente de la isla.
paisaje de la isla Taquile
Así pues empezamos a subir el camino empedrado que conectaba el puerto de la zona este con el pueblo. Además de turistas, el camino estaba frecuentado por taquileños que trasportaban encima grandes cargas, ya que en la isla no hay vehículos de motor. El ascenso fue un poco duro, hay que tener en cuenta que el lago Titicaca está a unos 3.800 m de altitud, y el pueblo a casi 4.000.
subida hacia el pueblo de Taquile
isla Taquile
El tour se reagrupó en la plaza de Armas, donde el guía nos dijo que teníamos que ir enseguida a comer. Sin embargo, hubo mucha gente que no nos acompañó al restaurante, debieron comer por su cuenta, lo cual a la larga seria un acierto para ellos, ya que aprovecharían más el tiempo. El restaurante estaba fuera de la plaza, donde estaban los más caros. Nos sirvieron un menú que constaba de sopa espesa con quinoa y verduras y de trucha del lago a la plancha (no estaba incluido en el tour, 40 soles en total). Mientras tomamos un mate de muña, el guía nos enseñó piezas de ropa hechas con el arte textil de Taquile  (patrimonio inmaterial de la Unesco). Las explicaciones fueron interesantes, pero al final tan largas que se nos comieron casi todo el tiempo de estancia en Taquile. En ese sentido, la gente que no comió con nosotros seguramente pudo ver mas cosas del pueblo.
comiendo en Taquile
De esta forma, al salir del restaurante el guía nos dio tan solo cinco minutos para que pudiéramos ver un poco la plaza de Armas (no daba tiempo a nada más). Después de ese tiempo nos pasó a buscar para que iniciáramos el descenso hacia el puerto de la zona oeste. Nos daba la sensación (bastante real, por cierto) que nos íbamos de Taquile casi sin haber visto nada de la isla.
plaza de Armas de Taquile
vista del lago Titicaca
En los alrededores del pueblo vimos un grupo de hombres y mujeres en una especie de ceremonia con música. Al principio pensábamos que era algo preparado, pero sus integrantes no pedían dinero ni reparaban en nosotros, así que parecía algo auténtico. El guía nos explicó que tenía que ver con una boda; nos fijamos en la curiosa forma que tenían los taquileños de saludarse, intercambiándose unas cuantas hojas de coca. Más adelante dimos con los que preparaban el convite, estaban entorno de unas ollas en las que se cocinaba comida.
ceremonia de boda taquileña
taquileños preparando la comida
Un poco más adelante dimos con el arco de Taquile, una de las estampas más conocidas de la isla con el lago de fondo. A partir del arco de piedra se iniciaba un descenso muy empinado, tras el cual llegamos al puerto de la parte oeste donde esperaba nuestro barco. Vimos que nuestro guía llevaba la comida en un “tupper" para comerla en el trayecto de regreso. Eso nos pareció buena idea: ya que tenías menos de tres horas para ver la isla, mejor dedicarlas todas para verla y no gastar casi dos en comer, como nos pasó a nosotros.
arco de Taquile
vista del lago Titicaca
bajando al puerto
Taquile
puerto oeste de Taquile
Este tour nos dejó con sensaciones contradictorias. La parte de la isla de los Uros nos gustó mucho, era muy interesante como las construyan, dejando de lado si los isleños viven allí o duermen en Puno (como dicen las malas lenguas). Por el contrario la parte de la isla Taquile nos decepcionó y no lo recomendaríamos. No por la isla en si, si no en como está organizado el tour, con muy poco tiempo para ver la isla, y que además se pierde metido en un restaurante. Así que recomendamos visitar solo las islas Uros o visitar también Taquile haciendo noche con una familia de allí, como hicieron muchos bloggeros como los de “callejeando por el mundo” o “diario de abordo” (en este caso en la isla de Amantaní).
Tras otras tantas horas de navegación volvimos al puerto de Puno. Allí cogimos un taxi que nos llevó a las oficinas de Inka Express, una empresa de buses que hace el trayecto Puno - Cuzco haciendo paradas turísticas. El día siguiente ya abandonaríamos Puno y nos dirigiríamos hacia Cuzco, y con este bus podríamos ver algunos sitios interesantes del camino como Raqchi o Andahuaylillas. Pero la chica que nos atendió nos dejó helados cuando nos dijo que para el día siguiente lo tenían todo lleno, debíamos haberlo reservado! Mientras pensábamos en cambiar de plan, quizás coger un bus de linea normal sin ver nada por el camino, la chica nos dijo que preguntaría a otra compañía que ofrecía el mismo servicio, Turismo Mer, a ver si tenían sitio para el día siguiente. Por suerte, sí que tenían asientos libres! Buf, que respiro! La misma chica nos gestionó la compra del billete, al principio pensamos que cobrándose alguna comisión pero al final no fue así. Después nos dimos cuenta que las oficinas de Turismo Mer estaban casi tocando a las de Inka Express. Podíamos haber comprado los billetes nosotros mismos... Nos costaron 50 USD por persona, más baratos que con Inka Express (60 USD). Lo peor es que no pudimos pagar con tarjeta, se negaron con varias excusas. Como no teníamos suficiente cash encima, una empleada de la oficina nos acompañó al hostal (que estaba cerca) para darle el dinero.
Descansamos un rato en el hostal y luego salimos a cenar por Puno. David ya estaba mejor del mal de altura (justo cuando nos íbamos a ir de Puno) y aprovechamos que todavía no habíamos salido a cenar por la ciudad. Para comer algo un poco diferente elegimos el Colors Restaurant, un local donde hacían fusión de cocina peruana e internacional (conocida como “novo-andina”). Pedimos raviolis de trucha y rollitos de pollo con sésamo y nueces. Estaba todo muy bueno, todo un acierto para salir de los platos peruanos de siempre. Y el precio estaba bien, 68 soles (unos 18 €).
cenando en el Colors

4 comentarios:

  1. Lástima el poco tiempo en la isla :S
    Almenos vuestra experiencia servirá para otros viajeros ;)

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    1. Si... La verdad es que fue una pena no poder estar mas en Taquile, sabiéndolo ahora lo hubiéramos hecho de otra forma.

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  2. UN HERMOSO RELATO, BUENAS LAS OPINIONES Y RECOMENDACIONES PARA CUANDO UNO QUIERO VISITAR, EXCELENTE BUENAS FOTOS.

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    1. Espero que nuestra experiencia te pueda servir para que tu viaje salga mejor
      Un saludo

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