30 de junio de 2013
Aquel día nos esperaban un sinfín de actividades por la selva. Al amanecer fuimos a la collpa de guacamayos donde pudimos ver algunos loros. A continuación hicimos un paseo por la selva para ver fauna diurna y visitamos una chacra, donde se cultivan varias especies de plantas comestibles. A la tarde fuimos al lago Tres Chimbadas a pescar pirañas y cerramos el día haciendo un caimaneo, una excursión en barca en busca de caimanes.
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El despertador sonó a las 5:15, habíamos quedado con nuestro guía y la familia de peruanos para ir a la collpa de guacamayos La Torre. Éste es un sitio donde aflora una arcilla que los loros y guacamayos vienen a comer a primera hora de la mañana; se piensa que la arcilla les ayuda a combatir las toxinas que tienen los frutos de los que se alimentan. Una barca nos llevó a un refugio de madera que miraba hacia la collpa. Allí esperamos pacientemente la aparición de los guacamayos, que se hicieron de rogar. Al cabo de un rato, el guía Guillermo nos indicó que algunos estaban llegando a los árboles cercanos. Cuando los pájaros vieron que el sitio era seguro, bajaron a ingerir la arcilla (collpear). Entonces los pudimos ver mejor que cuando estaban en los árboles: primero aparecieron unas pocas auroras, una especie de loro bastante grande. Después bajó a collpear un grupo grande de loritos manchados, entre los que había infiltrados algunos loros de cabeza azul y loros de mejilla naranja. Al final no vimos guacamayos, pero sí cuatro especies de loros, así que nos marchamos de allí contentos. En el trayecto en barca de regreso tuvimos la suerte de ver en la orilla un capibara, el roedor más grande del mundo.
collpa La Torre
auroras collpeando
loritos en la collpa
en el refugio para observar la collpa
capibara
Ya en el lodge fuimos a desayunar, y a continuación Guillermo se reunió a hablar con nosotros para decidir el plan del resto del día. En principio nos habíamos apuntado a un tour que incluía una caminata hasta el lago Cocococha, pero Guillermo nos dijo que nos tiraríamos casi todo tiempo caminando sin ver mucho. Así que, junto a la familia peruana, cambiamos los planes. Fuimos a dar un paseo por la zona de selva más cercana al lodge para ver flora y fauna diurna. Guillermo encabezaba la marcha y cuando veía algún animal nos lo indicaba. Pero en la selva éstos son muy huidizos y difíciles de ver, cuando los veíamos tenía que ser a mucha distancia y mediante los prismáticos de Guillermo. Pudimos ver, entre otros, un grupo de guacamayos rojos, uno de los más conocidos y que nos habíamos quedado con las ganas de ver en la collpa. A ran de suelo era más fácil ver animales, por ejemplo vimos una especie de sapo venenosa que se camuflaba con las hojas secas.
selva cerca del lodge
paseando por la selva
sapo
Guillermo también tenía muchos conocimientos sobre la flora, sobre todo medicinal, por ejemplo nos enseñó el árbol del que se extrae la quinina, el medicamento para combatir el paludismo. En la selva también había muchas especies de palmeras, como la curiosa palmera caminante, cuyos tallos crecen hacia el suelo y enraizan permitiendo a la planta “moverse” por la selva. Guillermo nos llevó a un pequeño claro presidido por un árbol enorme! Su base debía medir unos 10 metros y la copa estaba tan alta que apenas la veíamos. El paseo estuvo bien, nos dio la oportunidad de ver la selva a plena luz.
ficus estrangulador
palmera caminante
gran árbol
nuestro guía Guillermo
Era media mañana y regresamos al lodge para dejar a la familia peruana. Ya llevaban varios días allí y no les apetecía realizar las otras actividades. Así que el resto del día tuvimos al guía Guillermo para nosotros solos! A continuación nos dirigimos a ver una chacra, una granja donde se cultivan muchos árboles frutales o con usos medicinales. Estaba a corta distancia del lodge, y Guillermo nos explicó que tenían un acuerdo con la familia que llevaba la chacra para poder llevar a gente allí. Desgraciadamente, aquellos días no estaba la familia, pero ya se veía que llevaban una existencia muy austera. El centro de la chacra es una gran plantación de plataneros, de varias variedades distintas. Guillermo estuvo mirando a ver si había monos por allí, ya que solían acercarse a rapiñar los plátanos, pero no vimos ninguno. En la chacra había un par de cocoteros, y Guillermo no se cortó en coger un palo y hacer caer uno; con su machete lo abrió y los tres estuvimos disfrutando con el refrescante manjar. Nos sorprendió ver un árbol que tenía su corteza surcada de infinidad de cortes; era el sangre de grado (Croton draconoides), que tiene una savia de color rojizo con propiedades cicatrizantes. Guillermo nos enseñó unas plantas con unos rizomas de color anaranjado de los que se extrae el palillo, usado por las gentes de la selva como colorante del arroz o para pintarse la cara.
Guillermo haciendo caer un coco
plataneros
pintándonos la cara con el colorante palillo
Volvimos nuevamente al lodge a descansar un poco y a esperar la hora de comer. Ese día nos sirvieron precisamente arroz aromatizado con palillo, carne picada con salsa, judías y ensalada. Para beber un refrescante zumo de carambola y de postre piña con canela. Las comidas eran a veces un poco caóticas allí; el sitio es muy frecuentado por escolares americanos que se precipitan en tromba cuando ven alguna vianda. Precisamente por los chavales americanos, la familia peruana decidió anular la última noche que les quedaba y trasladarse a un hotel en Puerto Maldonado. Se ve que los escolares hacían mucho ruido por la noche, cosa que teóricamente estaba prohibida a partir de las 10, pero desde el lodge nadie les decía nada porque son su principal fuente de financiación. Nosotros, como estábamos en los bungalows separados del edificio principal donde estaban los americanos (y la pobre familia peruana), no los tuvimos que sufrir. Fue todo un acierto!
Luego salimos en barca hacia el lago Tres Chimbadas. Desde la orilla del río había una caminata de 20 minutos hasta el lago, en la cual pudimos ver los primeros monos! Eran capuchinos, e iban saltando entre el dosel de la selva emitiendo unos característicos aullidos. Un poco más adelante vimos una fila de las típicas hormigas cortadoras de hojas, que transportaban su valiosa carga hacia su hormiguero.
hormigas cortadoras de hojas
Finalmente llegamos al lago Tres Chimbadas, que estaba solitario. Guillermo nos explicó que por la mañana viene mucha gente de otros lodges. Nos montamos en una tosca barca de un remo y empezamos a surcar el lago. Al poco vimos entre unos juncos la cabeza de un caimán, que permaneció inmóvil mientras pasábamos delante. Hicimos un recorrido cercano a la orilla para ver si veíamos algún animal, y tuvimos la suerte de ver hoatzines, unos pájaros con garras en las alas como sus antepasados reptilianos. Guillermo nos dio la opción de bañarnos en el centro del lago, pero el día no era muy caluroso y el agua estaba fría. Luego, al llegar a la otra orilla, paramos la barca para pescar pirañas. Había unas toscas cañas, compuestas de un palo con un hilo que acababa en un anzuelo (top technology). Guillermo había traído unos trozos de carne de ternera como cebo (las pirañas son muy sibaritas) y nos enseñó como pescar (nunca lo habíamos hecho). David consiguió pescar una a la primera! A Neus le costó un poco más, pero al final lo logró. Al terminar habíamos pescado entre los tres 9 pirañas; Guillermo dijo que estaban muy buenas a la brasa, pero nosotros insistimos en soltarlas.
lago Tres Chimbadas
navegando con el lago
caiman escondido
recorriendo la orilla en busca de animales
descansando en la barca
eso es vida!
primera piraña pescada por David
al final Neus también consiguió su piraña!
anochece en el lago
Como se hacía oscuro y amenazaba tormenta volvimos hacia el lodge. Faltaban casi dos horas para la hora de la cena, y Guillermo nos dijo que intentaría ver si había una barca disponible para hacer el caimaneo antes de cenar, la última actividad que nos quedaba. Al rato volvió y nos dijo que nos marchábamos inmediatamente al caimaneo. Le preguntamos si tendríamos tiempo suficiente ya que quedaba menos de una hora para cenar, pero él nos dijo que sí. Rápidamente nos calzamos nuevamente las botas de agua y salimos hacia el embarcadero. El caimaneo consiste en navegar por el río e intentar ver caimanes enfocándolos con una potente luz. Guillermo dirigió la barca hacia los rincones por donde podían estar y pese a estar buscando con insistencia, no tuvimos suerte. Solo intuimos un caimán entre unos juncos, pero no lo llegamos a ver. Él nos dijo que era raro no ver ninguno. De todas formas, no estuvimos tanto tiempo como otros grupos, a lo mejor con más tiempo hubiéramos visto alguno. Quedamos un poco decepcionados!
Regresamos nuevamente al lodge justo a las 8, a la hora de cenar. Aquella noche había mas gente, había llegado otro grupo de escolares americanos… la verdad es que a veces teníamos la sensación de estar en un campamento de verano. El menú de la cena fue arroz blanco, pollo rebozado con cebolla, salchichas picantes, plátano frito y plátano macho hervido con piel. Aquella fue la mejor comida de toda nuestra estancia. Justo después de cenar nos fuimos a dormir, había sido un día muy largo y lleno de experiencias.
Que guay poder ver animales en plena naturaleza ^_^ los capibaras son muy graciosos!!!
ResponderEliminarAhora lo del campamento de verano buff :S menos mal que os librabais por las noches!
Un abrazo!
Si, fue muy chulo poder ver los animales en la selva, aunque a veces eran difíciles de ver
EliminarLo de los bungalows fue todo un acierto. Nos supo mal que la familia peruana se tuviera que ir de allí, y sobre todo que desde la organización no hicieran nada para que no hubiera tanto ruido por la noche.
Un beso!