29 de junio de 2013
Aquel día iniciamos una nueva etapa del viaje; dejaríamos atrás el altiplano y las ruinas incas para descubrir algo nuevo: la selva. Cogimos un vuelo de Cuzco a Puerto Maldonado, una pequeña ciudad en plena selva, donde teníamos reservado un lodge con todo de actividades de naturaleza.
Ver Perú 18: Selva I en un mapa más grande
Nuestro avión salía del aeropuerto de Cuzco a las 10:30 h, pero debíamos ir unas horas antes: el día anterior nos dimos cuenta que nos habíamos equivocado de fecha al comprar los billetes y debíamos llegar con antelación aquel día para pagar el cambio. Desayunamos rápidamente y cogimos un taxi que, por 8 soles, nos llevó al aeropuerto. Allí pasamos por el mostrador de ventas de Star Peru para pagar los 17 USD del cambio de billete. Tras una larga espera, embarcamos en el avión. Había gente ya sentada, parecía que el avión salía de Lima y hacía una escala en Cuzco solo para coger pasaje. El vuelo duró menos de una hora, y por la ventanilla pudimos ver como las agrestes montañas andinas dejaban paso a la inmensidad de la selva. Nos sorprendió ver que la selva no era una alfombra homogénea como nos imaginábamos: aquí y allá había grandes zonas desforestadas donde se veía el rojizo suelo desnudo; seguramente eran grandes minas a cielo abierto, muchas de las cuales son ilegales.
En la selva íbamos a estar las dos noches siguientes. Habíamos reservado un lodge, un alojamiento emplazado en plena selva que realiza actividades guiadas para descubrir su flora y fauna. De todos los que hay escogimos el de Inotawa Expeditions, ubicado en el río Tambopata. A la salida del pequeño aeropuerto de Puerto Maldonado había un chico esperándonos, Jorge, junto con una pareja de canadienses, Alana y Tarek, que venían también al mismo alojamiento. Jorge nos llevó en furgoneta a la oficina de Inotawa, cerca del aeropuerto. Allí pagamos por adelantado y en efectivo 1.340 soles (unos 186 € por persona), lo cual incluía todos los transportes, las comidas, alojamiento durante dos noches y todas las visitas y actividades en la selva. Además, pagamos 30 USD por noche por dormir en un bungalow, todo un acierto como veremos más adelante.
Nuestro guía, Jorge, parecía que no sabía muy bien que era lo que teníamos que hacer a continuación. Le dijimos que nos habíamos quedado con poco dinero así que nos acercamos al centro de Puerto Maldonado con los canadienses. En la ciudad paramos en la Plaza de Armas, que tenía varios cajeros automáticos. Después de dar un corto paseo Jorge nos dijo que iríamos a comer a un restaurante de la misma plaza. Eso pilló por sorpresa a los canadienses, que ya habían comido; se suponía que debíamos partir enseguida hacia el lodge para hacer alguna actividad allí por la tarde! Jorge nos contó que era periodista, seguramente se había tenido que meter en aquel mundo para ganarse el pan, y a todas luces le venía grande. Después de comer nos acercamos al río Madre de Dios, uno de los más importantes de la cuenca amazónica, que pasaba a pocos metros de allí. El paseo duró poco ya que en cuestión de segundos el cielo se encapotó y cayó sobre nosotros una descomunal tromba de agua. Eso nos obligó a regresar a nuestra movilidad, que nos llevó (no sabemos por que) de vuelta otra vez a la oficina de Inotawa.
Plaza de Armas de Puerto Maldonado
cerca del río Madre de Dios, junto con Alana y Tarek
En la oficina esperamos y esperamos sin hacer nada. Parecía que Jorge no se enteraba de nada, llamaba por el móvil pero no nos informaba. Siempre nos decía que en breve iríamos al río y cogeríamos la barca para llegar hasta el lodge, pero ese momento no llegaba nunca. Incluso los canadienses, que hasta ese momento eran los típicos hippies felices, empezaron a impacientarse. Debió darse alguna conjunción astral y por fin partimos rumbo al lodge. La furgoneta abandonó la ciudad y se internó por una pista embarrada hacia Infierno, una pequeña pedanía donde estaba el muelle con las barcas. Allí nos encontramos con una pareja de belgas que venían también a Inotawa, pero que nadie había ido a recogerlos al aeropuerto; los pobres habían tenido que arreglárselas por su cuenta para llegar al embarcadero en taxi y esperaban que alguien les fuera a recoger allí. La verdad es que la organización era pésima, aunque no sabemos si es mas justo focalizarla sobre el pobre Jorge que no se enteraba de nada. Después de un rato más de espera subimos a la barca, que iba hasta los topes de mercancías para el lodge. El trayecto por el río Tambopata fue interesante; al principio estábamos maravillados por estar navegando por un río amazónico, pero un rato después la ilusión se transformó en tedio.
en la barca, junto al resto de la carga
río Tambopata
Tras más de una hora de trayecto en barca, llegamos a lo que debía ser el muelle de Inotawa. Y decimos “debía ser” por que no había ningún cartel ni tan siquiera una mínima infraestructura, solamente unos escalones de madera para poder superar el talud del río. Tras los escalones salía un sendero enfangado por el que empezamos a caminar. Jorge no iba muy preparado para la selva: mientras los demás llevábamos botas de montaña, él calzaba unos mocasines nada apropiados para el barro. El camino se bifurcó y Jorge no sabía cual llevaba al lodge. De hecho, eligió el equivocado! Suerte que un poco más allá nos topamos con un guía que acompañaba a dos chicas; Jorge simuló que se acercaba a saludarle como si se conocieran de toda la vida, pero por lo bajini le preguntó cual era el camino correcto. Tenemos que decir que si vas por el camino bueno, se tardan menos de cinco minutos entre el embarcadero y el lodge, así que es difícil perderse.
Finalmente llegamos cuando ya anochecía. El sitio era un poco oscuro, ya que no dispone de electricidad (es algo normal en este tipo de establecimientos), de forma que la iluminación es a la antigua, a base de velas. Una empleada nos da la bienvenida con un refrescante zumo y nos llevó a nuestro bungalow. Éste era enorme! Tenía una sola habitación bastante austera, con una cama con mosquitera, unos pocos muebles y un baño que estaba bastante bien. Lo primero que hicimos fue darnos una ducha fría (no había calentador) que nos sentó la mar de bien. Después nos vinieron a ver los canadienses, que tenían una habitación en el edificio principal; en él había un montón de habitaciones, separadas por tabiques de madera y con unos tapices que hacían las veces de puerta. Esto hace que sea una zona muy ruidosa por la noche. Quedaron maravillados de nuestro bungalow, sobre todo cuando les dijimos que solo nos costaba un extra de 30 USD por noche. Estaban muy desanimados por que se enteraron que Jorge sería su guía durante la estancia por la selva, lo cual no presagiaba nada bueno. Aunque después, durante la cena, nos dijeron que tendrían otro guía a parte de Jorge. Que contentos que estaban!
nuestro bungalow
interior del bungalow
Un poco después se presentó al bungalow Guillermo, nuestro guía. Bueno, nuestro y de una familia peruana que llevaba varios días allí. Le explicamos todo el periplo hasta llegar a Inotawa y él se extrañó mucho. Normalmente no se come en Puerto Maldonado, simplemente se sirve un picnic en la barca y se llega pronto por la tarde para ir a hacer algún paseo por la selva. Fue muy generoso al dejarnos su propia linterna, nosotros no llevábamos ninguna y es imprescindible en un sitio prácticamente sin iluminación artificial.
Quedamos con Guillermo a las 18:30 h para ir a hacer un paseo por la selva en busca de animales nocturnos. Para internarnos por la selva nos calzamos unas prácticas botas de agua que tenían en el lodge (fue difícil encontrar dos de un mismo número). Nos presentaron a la familia peruana que iría con nosotros, un matrimonio de Cuzco y su hija; también habían venido a la selva la hermana de la mujer y la abuela pero no les apetecía pasear aquella noche. Nuestro guía encabezó la marcha y al poco tiempo enfocó con su linterna un gran nido de araña en una palmera del que asomaba una amenazante tarántula. Recorrimos un sendero cercano al lodge, con la única luz de nuestras linternas. Guillermo nos mostró algunos insectos nocturnos que iba encontrando: grillos, insectos palos, arañas, cucarachas, hemípteros, etc. Los demás también participábamos intentando encontrar algún insecto interesante con las linternas. David tuvo la suerte de ver un colibrí, que se alejó rápidamente. Fue un recorrido muy interesante, y las explicaciones de Guillermo eran muy amenas. El momento mágico llegó cuando Guillermo nos pidió que apagáramos todos las linternas: entonces nos rodeó una oscuridad absoluta, solo rota cuando alzábamos la vista hacia el dosel de la selva, donde brillaban las estrellas. De esa forma pudimos apreciar mejor los sonidos de la selva.
tarántula en su nido
araña saltadora
Regresamos al lodge a la hora de la cena, allí el horario de comidas era muy estricto. Era de tipo buffet, aquella noche sirvieron sopa espesa de verduras, espaguetis con salsa de setas, ensalada de tomate y pepino y calabacín frito. Y de postre había plátano con chocolate. Todo estaba bueno aún siendo poco variado. Estábamos cansados y nos fuimos a dormir pronto. El día siguiente teníamos que madrugar para ir a ver la collpa de guacamayos.
Vaya con Jorge!!! :S si es que para estos sitios deverían tener mejor formada a la gente U.U
ResponderEliminarMenos mal qu eluego pudistéis disfrutar con alguien que conocía el lugar ;)
Si, los que estaban desesperados con Jorge eran los canadienses, ya que en un principio iba a ser su guia... ya me los imagino perdidos en la selva :P
EliminarEso del paseo nocturno tiene que ser toda una experiencia, sobre todo con diferente numero en las botas jajaja
ResponderEliminarUn abrazo pareja
http://siemprejuntosporelmundo.blogspot.com.es
Si, en el lodge no habia suficientes botas para todos. Que no se entere nadie, pero la primera noche cogimos las que nos iban bien y las escondimos en nuestro lodge! :P
EliminarSaludos