28 de junio de 2013
Ese día abandonamos Aguascalientes y volvimos a Cuzco, donde empezó nuestro recorrido por el Valle Sagrado. Durante el trayecto visitamos las ruinas incas de Moray y Chinchero y las fascinantes salinas de Maras.
Ver Perú 17: Moray, Maras y Chinchero en un mapa más grande
Tras el madrugón del día anterior para ir a Machu Picchu, aquel día volvimos a levantarnos pronto. Nuestro tren hacia Ollantaytambo salía a las 5:35 h y no podíamos perderlo. Desayunamos a las 4:30 junto con la gente que se preparaba para subir a Machu Picchu. Percibíamos su emoción y expectación ante lo que les esperaba... lo mismo que nos había pasado a nosotros el día anterior. Pese a lo pronto que era, la estación de tren de Aguascalientes era un hervidero de gente, principalmente peruanos que abandonaban el pueblo. Había muy pocos turistas, por esa razón el tren solo contaba con un vagón para extranjeros. Aquel tren era un Explorer, en teoría de una categoría inferior al Vistadome que habíamos cogido hacía dos días, pero nosotros no notamos ninguna diferencia. Nos sirvieron un desayuno e intentamos dormir un poco.
El plan del día era contratar un taxi que nos llevara de regreso a Cuzco y que fuera parando para visitar de camino Moray, las salinas de Maras y Chinchero. Días atrás ya habíamos visto en Ollantaytambo una compañía de taxis que ofrecía ese mismo servicio. Si el precio no nos convenía, teníamos la opción de coger un colectivo hasta Urubamba y contratar allí el taxi, que sería seguramente más barato.
Al salir de la estación de Ollantaytambo un taxista nos ofreció sus servicios. Nosotros le contamos nuestro plan y él se ofreció a llevarnos por 160 soles. Le comentamos que días atrás nos habían ofrecido el mismo trayecto por 130, pero el taxista no bajó más de 150 (unos 40 €). Para no perder más tiempo decidimos aceptar su propuesta. Nos llevó hasta su taxi y abrió el maletero para que pudiéramos poner nuestra mochila. Para nuestra sorpresa, ya había unas maletas dentro. El taxista la sacó y se la dio a unas mujeres que aparecieron por allí visiblemente enfadadas. Nos explicaron que ya habían acordado con el taxista para que las llevara a Cuzco. Pero el taxista vio que con nuestra carrera ganaría más dinero así que las dejó colgadas. Nos supo muy mal, nosotros no teníamos ni idea de todo aquello. Vaya morro el taxista!
El taxista, Efraín, era un tipo un poco callado... aunque tampoco es que nosotros le diéramos mucha conversación. La primera parada del viaje fue en el sitio arqueológico de Moray, formado por bancales concéntricos que forman una estructura semiesférica. Se piensa que fueron creados por los incas como un gran laboratorio agronómico: las terrazas inferiores son más frescas y húmedas que las superiores, de manera que los incas podían plantar diversos cultivos a diferentes condiciones imitando los microclimas de la región, para ver cual era más productivo. Nos sorprendió la gran precisión de la construcción de los bancales, eran casi círculos perfectos. Bajamos por un sendero que nos permitió verlos un poco más de cerca. Nos fijamos que había unos peldaños de piedra que nacían de los propios muros de las terrazas, comunicando los diferentes niveles. Era un sitio muy curioso y lo vimos en unos 40 minutos.
Sitio arqueológico de Moray
La siguiente parada fue para ver las salinas de Maras, muy cerca de Moray. Consiste en una multitud de terrazas pequeñas que cubren una abrupta ladera montañosa. Allí, los lugareños llenan las terrazas de agua proveniente de un arroyo cercano (cargado de sal disuelta) y dejan que se seque para que precipite la sal. Para llegar a las salinas, tuvimos que caminar un poco colina abajo entre puestos de souvenirs que tenían en la sal de Maras su protagonista. En el comienzo de las salinas había un mirador con una gran vista de todo el conjunto. Era un lugar muy bonito, las diferentes terrazas iban virando su color conforme se iba evaporando el agua. Empezamos a caminar por un pequeño sendero que iba recorriendo las terrazas. Así las pudimos ver de cerca, algunas llenas de agua y otras con una gran costra de sal. Vimos también como la gente trabajaba en sus parcelas. Aquel lugar nos gustó mucho, fue sin duda lo mejor de aquel día.
Salinas de Maras
La última parada del viaje antes de Cuzco fue en Chinchero. Es un pueblo muy conocido por su mercado artesanal, aunque aquel día no se hacía (solo son los martes, jueves y domingo). Allí, Efraín propuso llevarnos a un centro textil artesanal (seguramente se debía llevar alguna comisión) y nos pareció buena idea. Nos atendió una chica ataviada con un traje tradicional, que nos enseñó todo el proceso del tratamiento de la lana de alpaca: como la limpiaban, como la teñían, como la tejían, los productos naturales que usaban... Fue todo muy interesante. Luego nos invitaron a pasar por su tienda donde vendían los productos que confeccionaban. Nos interesamos por un tapiz y por una manta, pero por ambos pedían una barbaridad de dinero. Aún regateando, nos pedían demasiado. Vale que se trataba de productos artesanales, pero se notaba que en aquel sitio iban a comprar turistas que no les costaba aflojar su dinero. No podían comprender que nos pareciera mucho los 200 soles (casi 60 €) que nos pedían por un pequeño tapiz. Como en otros sitios, nos dio la sensación que nos trataban como si fuéramos millonarios. Les dimos una pequeña propina por su amabilidad y abandonamos el centro textil sin comprar nada.
aquí nos enseñan cómo se hila la lana de alpaca
aquí cómo se tiñe
y aquí cómo se teje
A continuación Efraín nos llevó al centro del pueblo, donde están las ruinas incas de Chinchero. Para llegar tuvimos que atravesar a pie parte del casco antiguo. Éste estaba muy bien, sus calles conservan el antiguo trazado inca y nos recordaron un poco a Ollantaytambo. Al final llegamos a la plaza donde se celebra el mercado, con muy pocos puestos de artesanía ese día. Dimos un vistazo a la bonita iglesia colonial de Nuestra Señora de la Natividad, con interesantes frescos en la fachada, lástima que estuviera cerrada. Parte de los muros y de los cimientos de la iglesia en realidad corresponden a las ruinas incas, situadas contiguamente. Éstas son los restos de los edificios que el Inca Túpac Yupanqui usó como lugar de descanso. Las ruinas nos recordaron un poco a Sacsayhuamán, pero a menor escala, la verdad es que nos defraudaron un poco. Después de ver ruinas espectaculares como las de Ollantaytambo o Písac, éstas nos parecieron prescindibles.
casco antiguo de Chinchero
plaza del mercado
frescos de la iglesia
ruinas incas de Chinchero
ruinas incas y la iglesia
muros incas
Abandonamos Chinchero y nos dirigimos finalmente a Cuzco, donde llegamos a las 14 h. Le dijimos a Efraín que nos dejara en la Plaza de Armas, ya que era difícil llegar a nuestro alojamiento en coche. Éste era el Hostal Samani, el mismo donde nos habíamos hospedado días antes de hacer la ruta por el Valle Sagrado. De hecho, antes de iniciarla habíamos dejado parte de nuestro equipaje allí para no ir tan cargados. Después de recogerlo descansamos un poco en la habitación y pensamos que haríamos aquella tarde.
Ya habíamos visitado Cuzco días atrás, pero no nos importó dedicarle más tiempo. En un principio pensábamos que estaríamos todo el día en Moray, Maras y Chinchero, pero son sitios que se visitan rápido y basta medio día para verlos bien. Así que salimos hacia la plaza de Armas para dar un paseo por sus calles cercanas, que no dejaban de enamorarnos por mas que las recorriéramos. Sacamos algo de efectivo de un cajero automático, había varios cerca de la plaza. Era curioso que lo máximo que te dejaban sacar era 700 soles (unos 200 €) y además te daban la opción de sacar dólares americanos.
calle cerca de San Francisco
bonitos balcones
Para aprovechar el boleto turístico decidimos entrar en el Museo Histórico Regional. Está emplazado en la casa natal del inca Garcilaso de la Vega, un cronista mestizo del siglo XVI al que le debemos muchas de las cosas que sabemos hoy sobre los incas (no confundir con el famoso poeta español del siglo XV). El museo es un recorrido rápido por las partes más importantes de la historia de Perú. La parte más interesante es la que se centra en la ocupación española y en la resistencia de los últimos incas por intentar reconstruir su reino. Es un museo al que vale la pena dedicarle una horilla.
Museo Histórico Regional
Pasamos el resto de la tarde deambulando sin rumbo por Cuzco, disfrutando de sus callejas adoquinadas, sus balcones coloniales, y sus pintorescas plazas. Fuimos a cenar pronto, ya que le habíamos echado el ojo a la Picantería María Angola (Jr. Choquechaca 292), que cerraba a las 19 h. Una picantería es un establecimiento que sirve cocina popular peruana, no tiene nada que ver con el picante. Éramos los únicos comensales del establecimiento, y pedimos chicharrones de cerdo y ubre empanada. Ambos platos iban acompañados de una sopa de caldo ácida de primero. Estaba todo muy bueno, pero la ubre de vaca era un poco rara, de consistencia gelatinosa. Recomendamos este sitio!
cenando en la picantería
El día siguiente nos esperaba una nueva aventura: la selva peruana. En Cuzco cogeríamos un breve vuelo hasta Puerto Maldonado, en plena selva. Mientras degustábamos las delicias en la picantería, tuvimos la duda de a qué hora salía el vuelo. Allí teníamos el comprobante de la compañía aérea, Star Perú, así que lo miramos: salía a las 10:30... del mes siguiente!!!!!! Nos dimos cuenta que nos habíamos equivocado de mes al hacer la reserva, habíamos comprado los billetes para el 29 de julio en vez de para el día siguiente, 29 de junio!!!! Estábamos histéricos! Nos parecía imposible que quedaran plazas vacantes para el vuelo que queríamos coger, y si quedaban nos pedirían una fortuna por ellas. Si no conseguíamos volar el día siguiente, solo nos quedaba la alternativa de coger el bus aquella misma noche haciendo un trayecto de tropecientas horas hasta Puerto Maldonado. No podíamos renunciar a ir a la selva, entre otras razones por que el vuelo que nos devolvía a Lima salía precisamente de allí! Llamamos a Star Peru para tratar de resolver el problema. Para nuestro alivio nos comunicaron que había asientos disponibles para el vuelo del día siguiente. El alivio fue aun mayor cuando nos dijeron que nuestro billete, al tener la tarifa “Premium”, permitía cambios de fecha pagando solo 17 USD por persona. Lo único era que teníamos que estar dos horas antes en el aeropuerto para hacer el cambio de billete y pagar. Que gran alegría nos dieron! Nos quietaron un grandísimo peso de encima. Al final, algo que nos podía haber arruinado lo que nos quedaba de viaje, salió muy bien. Podíamos ir a dormir bien tranquilos.
juaaaaaaaaaas menos mal que os pudieron arreglar lo de los billetes!!! me imagino el ataque que os debió dar O.O
ResponderEliminarTengo ganas de ver la etapa de la selva ;)
Si, estábamos de los nervios, nunca nos había pasado algo así! Que fallo mas tonto que tuvimos, de principiante. Y eso que antes de salir lo comprovamos todo: alojamientos, vuelos... pero se nos debió pasar por alto
EliminarSi, el próximo día ya es en la selva! :)