ISLANDIA 11: costa noroeste

30 de julio de 2011 En este día la lluvia volvería a hacernos un poco la puñeta. En principio queríamos explorar la zona más cercana a nuestro alojamiento, en especial la península de Vatnsnes, muy conocida por sus poblaciones de focas. Pero no todo iría como esperábamos... Al poco de salir de Gauksmýri nos desviamos por la carretera 711 que recorre toda la costa de la península de Vatnsnes. Por el camino encontramos una señal que indicaba que había una zona de avistamiento de focas. Pero al bajar del coche solo pudimos ver una y muy lejana.
30 de julio de 2011
En este día la lluvia volvería a hacernos un poco la puñeta. En principio queríamos explorar la zona más cercana a nuestro alojamiento, en especial la península de Vatnsnes, muy conocida por sus poblaciones de focas. Pero no todo iría como esperábamos...

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Al poco de salir de Gauksmýri nos desviamos por la carretera 711 que recorre toda la costa de la península de Vatnsnes. Por el camino encontramos una señal que indicaba que había una zona de avistamiento de focas. Pero al bajar del coche solo pudimos ver una y muy lejana.
Pensamos que ya veríamos más focas en Hindisvík, una de las reservas de focas y leones marinos más importantes de la zona. Allí haríamos además la excursión nº 37 de la Guía Rother (en la 2ª edición del 2013 no existe). Pero al llegar allí nos llevamos una sorpresa desagradable: Hindisvík estaba cerrada a los visitantes!! Un enorme cartel lo dejaba bien claro y además no estaba la escalera que nos tenía que haber permitido saltar la valla de la finca. Así que se nos estropeó un poco el planning del día... Como estábamos un poco cansados de todos los días anteriores, decidimos tomarnos el día con más calma. Así que nos dedicamos a visitar cosas cercanas aunque no fueran muy conocidas.
Después de desviarnos de la 711 por una pista pedregosa, nos acercamos a contemplar el Hvítserkur. Cuenta la leyenda que esta curiosa formación rocosa que surge del mar fue un trol que quedó petrificado al ser sorprendido por el amanecer. Aunque mucha gente dice que, más que un trol, se parece a un rinoceronte bebiendo agua del mar...
Hvítserkur
Nos desviamos de la península para subir a la colina de basalto de Borgarvirki. Aunque se trata de una estructura natural, fue modificada por los primeros pobladores de Islandia como fortaleza para controlar la región. Al llegar a la cima vimos un muro bajo que delimitaba la entrada de la fortaleza. La cima tenía forma de meseta, y en su interior había los restos de un par de edificaciones. Lo mejor eran las vistas de 360º. Vimos que una gran cortina de lluvia caía sobre las montañas de Víðidalsfjall hacia el sur... exactamente la dirección que íbamos a tomar.
Borgarvirki
Borgarvirki
Borgarvirki
panorámica desde Borgarvirki, con Víðidalsfjall al fondo
panorámica desde Borgarvirki hacia el oeste
Seguimos hacia el sur para explorar una de las atracciones más conocidas del valle de Víðidalur. Es Kolugljufur, una garganta de 25 m de profundidad, cuyo nombre proviene de Kola, una troll que habitaba en la zona. Era un sitio bonito, lástima del puente de cemento para cruzar la garganta que estropeaba un poco la vista. Cogimos unos senderos que bajaban hasta el filo de los acantilados, y así pudimos ver la fuerza que llevaba el agua. Un poco más arriba estaba la Kolufoss, una pequeña catarata que marcaba el inicio del cañón. Aprovechamos para almorzar en este entorno tan bonito.
Kolugljufur
Kolugljufur
Kolufoss
Volvimos a la ring road y nos acercamos a dar un vistazo al museo de Reykir (Byggðasafn Húnvetninga og Strandamanna), una interesante exposición sobre el folclore islandés. Nos costó un poco de encontrar, ya que solo había el cartel que anunciaba el desvío hacia el museo yendo de sur a norte. Y una vez allí, el museo se hallaba en un edificio destartalado que parecía medio-abandonado. Éramos los únicos visitantes del museo, que tenía una buena colección de objetos domésticos de decenas de años de antigüedad. Nos gustó mucho Tungunes, una casa del siglo XIX llevada allí pieza a pieza, en la que pudimos entrar a todas sus dependencias.
habitación en Tungunes, museo de Reykir
objetos en el museo de Reykir
La estrella del museo, sin embargo, es el Ófeigur, un barco del siglo XIX que se dedicaba a la pesca de tiburones. Monopolizaba una de las dos alas del museo, en la que además se explicaba la historia del barco y de la pesca del tiburón. La pesca de este escualo se hizo muy popular en aquel siglo, debido al alto precio que se pagaba por el aceite de su hígado (usado para el alumbrado de las urbes europeas de la época). Esta práctica pesquera se abandonó tras la irrupción en el mercado del aceite de ballena, que devaluó el de tiburón.
Ófeigur, museo de Reykir
Como todavía nos quedaban horas de sol decidimos continuar hacia el oeste. Por la carretera 59 atravesamos el Laxárdalur, un valle muy conocido por los islandeses ya que allí se sitúan algunas granjas que salen en sus populares sagas. De esas granjas ya no queda ni rastro, y el valle en si tampoco era especialmente bonito, así que no había mucho que ver por allí. Además, la 59 es una carretera de gravilla... o más bien dicho era, ya que debía haberla perdido por completo a tenor de los baches y enormes socavones que encontramos en ella. Sin duda, una de las peores carreteras del país!
Decidimos parar un poco en Búðardalur, donde dimos un corto paseo. No tenía mucho de especial, así que no nos estuvimos mucho tiempo. Entramos en el Leifsbúð, una especie de museo y centro de información esperando encontrar algún folleto sobre el pueblo, pero no había nada.
Continuamos hacia el norte y nos desviamos por la 590, que discurría por la orilla norte del Hvammsfjörður. Después de recorrer unos pocos kilómetros encontramos un mirador donde había bonitas vistas del fiordo.
caballos islandeses en Hvammsfjörður
Por último, nos acercamos a Laugar í Sælingsdal, donde habíamos leído que había una piscina termal. En un edificio al lado de un camping encontramos una, pero no era termal, parecía una piscina municipal. No sabemos si existe realmente una piscina termal en Laugar...nosotros no la encontramos.
Laugar í Sælingsdal
Dimos por acabada la jornada light de ese día y volvimos hacia nuestro alojamiento. No regresamos por la infame 59, para ahorrarnos sus socavones fuimos hacia el sur por la 60 y luego enlazamos con la ring road. En Staðarskáli paramos en una enorme gasolinera N1, que tenía un grill que parecía el centro social de la región. Allí cenamos unos perritos calientes la mar de buenos.

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