MARRUECOS 6: Skoura y el camino a Telouet

30 de abril de 2009 Esta iba a ser una jornada de mucho coche, teníamos muchos kilómetros por delante y no queríamos correr más de la cuenta por unas carreteras que a veces dejaban bastante que desear. Básicamente hicimos el mismo camino que días antes habíamos hecho de ida hasta Ouarzazate, donde nos desviaríamos a ver el oasis de Skoura. Después volveríamos ascender por el Atlas para dormir en el pueblo de montaña de Telouet. Salimos de Nekob por la misma carretera del día anterior. En todo momento teníamos a cada lado el Jbel Saghro y el Jbel Rhart. Llegamos hasta la N9 y fuimos hacia el norte. Volvimos a hacer unas cuantas paradas para ver el paisaje del valle del Drâa con el Jbel Kissane al fondo.

30 de abril de 2009

Esta iba a ser una jornada de mucho coche, teníamos muchos kilómetros por delante y no queríamos correr más de la cuenta por unas carreteras que a veces dejaban bastante que desear. Básicamente hicimos el mismo camino que días antes habíamos hecho de ida hasta Ouarzazate, donde nos desviaríamos a ver el oasis de Skoura. Después volveríamos ascender por el Atlas para dormir en el pueblo de montaña de Telouet.

Ver Marruecos 6: Nekob - Telouet en un mapa más grande

Salimos de Nekob por la misma carretera del día anterior. En todo momento teníamos a cada lado el Jbel Saghro y el Jbel Rhart. Llegamos hasta la N9 y fuimos hacia el norte. Volvimos a hacer unas cuantas paradas para ver el paisaje del valle del Drâa con el Jbel Kissane al fondo.

saliendo de Nekob, con el Jbel Saghro a la dcha. y el Jbel Rhart a la izq.

valle del Drâa, con el Jbel Kissane al fondo

En Agdz paramos para hacer unas compras, nos habían encargado que miráramos alguna tetera. En este pueblo había muchas tiendas entorno de la plaza principal. En muchas cuando entrábamos nos hacían sentar entorno de un te con menta mientras nos enseñaban sus más valiosas piezas. La filosofía de los comerciantes bereberes siempre era la misma: "yo te doy la bienvenida con un te con menta, me das unos minutos de tu tiempo, yo te enseño algunas cosas y si no quieres comprarlas no pasa nada". Nada que ver con la agresividad de los comerciantes de Marrakech. Para poder regatear bien, una buena estrategia es no mostrar demasiado interés por lo que quieras comprar, que no se note que buscas algo en concreto (eso le daría al comerciante una ventaja en la negociación), en nuestro caso una tetera. Entre los diferentes artículos que nos enseñaron había teteras, así que después de despistar un poco preguntamos por una que nos gustó. El primer precio que te pide el comerciante normalmente está diez veces por encima del precio real, así que la contraoferta tiene que ser bastante a la baja (tampoco mucho para no despreciar el buen producto que te enseñan). Entonces el comerciante te hace un poco de teatro, te dice que tiene no se cuantos hijos, que la economía va mal, que los europeos tenemos mucho dinero... y rebaja un poco su oferta inicial. En este punto tú también puedes participar del teatro, diciendo que los españoles no tienen tanto dinero como los franceses, que si la cosa está muy mala, que no hay trabajo... Aún así, el comerciante no nos rebajó demasiado, así que nos marcamos un farol diciendo que no nos interesaba demasiado y nos fuimos. Subimos al coche que teníamos cerca y antes de arrancar nos vino el comerciante con la tetera suplicando que le diéramos un buen precio. Simplemente aumentando nuestra oferta en 10 dirhams la aceptó y nos llevamos una fantástica tetera de plata por 110 dirhams.

Reanudamos nuestro camino hacia el norte, atravesando la región montañosa y árida que hay entre Agdz y Ouarzazate. Al llegar a esta última ciudad cogimos la N10 en dirección a Skoura.

entre Agdz y Ouarzazate

Unos kilómetros antes de llegar al pueblo de Skoura paramos para ver la Kasbah Ben Moro, construida en el siglo XVIII. Como estaba reconvertida en un hotel, fuimos a la recepción para pedir permiso para verla por dentro. Curiosamente el hotel estaba regentado por un andaluz, que nos invitó a que exploráramos la kasbah a nuestro gusto. Se notaba mucho la reconstrucción que se había hecho, pero habían respetado la estructura y materiales originales. Desde una de las terrazas había una vista impresionante del gran palmeral de Skoura y de la vecina Kasbah Amerhidil.

Kasbah Ben Moro

Kasbah Ben Moro

vista desde la Kasbah Ben Moro: la kasbah de Amerhidil

panorámica desde la Kasbah Ben Moro: la kasbah de Amerhidil y oasis de Skoura

Como era hora de comer, nos acercamos al pueblo de Skoura para buscar algún sitio. Esta localidad es famosa por su queso de cabra. En muchos restaurantes ofrecían platos hechos con este producto, nosotros comimos un kebab con queso de cabra. El propietario del restaurante se ofreció a hacernos de guía turístico por el palmeral. Como le dijimos que no, nos sugirió que visitásemos la tienda de su hermano de alfombras. Cuando llegamos a la tienda nos ofreció el típico te con menta. Estuvimos un buen rato viendo distintas alfombras mientras nos explicaba los diseños y las lanas con que se elaboraban. Fue muy interesante!

Después cogimos el coche para llegar al oasis, donde paseamos un poco. No era tan húmedo como el de Nekob, pero abundaban palmeras datileras, cereales y olivos.

oasis de Skoura

A continuación atravesamos caminando el río Hajaj (no llevaba apenas agua) y nos acercamos a ver la Kasbah Amerhidil, construida en el siglo XVII. Como curiosidad esta kasbah salía en los antiguos billetes de 50 dirhams. La mitad de la kasbah estaba en un estado ruinoso, pero la otra mitad estaba totalmente reconstruida y convertida en un hotel. Fuimos a pedir permiso para verla y echamos un vistazo.

Kasbah Amerhidil

Kasbah Amerhidil

Abandonamos Skoura y nos dirigimos a Ouarzazate para continuar nuestra ruta hacia el norte. Decidimos buscar pronto alojamiento, ya que la tarde nos pillaría en la parte del Atlas, donde no había muchos pueblos. Paramos para probar suerte en Ighrem N'Ougdal, el pueblo de la vertiente sur del Atlas donde días atrás habíamos visitado el granero fortificado. Pero los dos sitios que vimos no nos convencieron, así que cogimos el coche y continuamos nuestro camino.

El día siguiente pensábamos visitar Telouet, así que fuimos allí a pasar la noche. De los pocos alojamientos que había en nuestras guías, nos decidimos por el Auberge Telouet. Antes de llegar al pueblo, nos cruzamos con un coche con el logo precisamente de ese alojamiento. Como ya era de noche nos preguntaron si teníamos sitio para dormir, y les dijimos que íbamos a ir a su albergue. Uno de ellos se montó en nuestro coche para guiarnos hasta allí... y seguramente también para asegurarse que no nos íbamos a otro lado.

Telouet es un pueblo situado a unos 1.800 m, así que cuando llegamos al albergue y salimos del coche con nuestros pantalones cortos y chanclas del desierto notamos mucho el frío. Afortunadamente, en el salón del albergue había una gran chimenea a pleno rendimiento que calentaba la estancia. Como otros albergues, las dependencias estaban muy bien decoradas y además las habitaciones tenían calefacción. Cenamos en allí mismo nuestra última cena en tierras marroquíes.


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