VIETNAM 17: Hoi An II, santuario de My Son

7 de enero de 2020 Aquella mañana nos unimos a un tour de medio día para visitar el fascinante santuario cham de My Son. Por la tarde cogimos un bus a Da Nang donde hicimos noche. Aquel día íbamos a visitar el santuario de My Son, uno de los lugares arqueológicos más fascinantes del sudeste asiático, aunque no sea muy conocido. Este santuario perteneció al reino de Champa, que dominó la mitad sur de Vietnam desde el siglo II hasta el XVIII. A diferencia de los vietnamitas, los cham eran hinduistas, y se cree que eran originarios de Borneo. Su reino llegó a ser muy poderoso hacia el siglo XI, llegando incluso a disputarle la hegemonía regional a los jemeres de Angkor. Pero su declive llegó mas tarde, y los vietnamitas (que solo habían controlado tradicionalmente la mitad norte de la actual Vietnam), empezaron a conquistar sus territorios hasta someterlos completamente. Hoy en día los cham son una de las muchas minorías de Vietnam. Y el principal yacimiento arqueológico de esta interesante civilización es el santuario de My Son.
7 de enero de 2020
Aquella mañana nos unimos a un tour de medio día para visitar el fascinante santuario cham de My Son. Por la tarde cogimos un bus a Da Nang donde hicimos noche.
Aquel día íbamos a visitar el santuario de My Son, uno de los lugares arqueológicos más fascinantes del sudeste asiático, aunque no sea muy conocido. Este santuario perteneció al reino de Champa, que dominó la mitad sur de Vietnam desde el siglo II hasta el XVIII. A diferencia de los vietnamitas, los cham eran hinduistas, y se cree que eran originarios de Borneo. Su reino llegó a ser muy poderoso hacia el siglo XI, llegando incluso a disputarle la hegemonía regional a los jemeres de Angkor. Pero su declive llegó mas tarde, y los vietnamitas (que solo habían controlado tradicionalmente la mitad norte de la actual Vietnam), empezaron a conquistar sus territorios hasta someterlos completamente. Hoy en día los cham son una de las muchas minorías de Vietnam. Y el principal yacimiento arqueológico de esta interesante civilización es el santuario de My Son. Como otros similares, este yacimiento está envuelto en un aura de misterio. Se cree que fue un lugar de ceremonias religiosas y de enterramiento de sus reyes. Por esa razón sus partes más antiguas serían del siglo IV y las más modernas del XIV. Después de abandonarse y de que la jungla lo devorase, los franceses lo redescubrieron a finales del XIX, y empezaron a reconstruirlo. Por desgracia, durante la guerra de Vietnam el Vietcong estableció una de sus bases en la zona y My Son fue devastada por los bombardeos de los EEUU. Por fortuna, algunos de los templos sobrevivieron y otros fueron reconstruidos, lo que posibilitó su inscripción en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Visitar My Son es una de las excursiones de medio día más populares de Hoi An. Se puede llegar con vehículo propio o mediante un tour. Nosotros decidimos hacerlo con esta segunda opción, y nos costó 200.000 VND por persona (unos 8 €) reservado a través de nuestro alojamiento. Había la opción de volver a Hoi An en un barco donde se servía un almuerzo (pagando un suplemento), pero nosotros preferíamos volver directamente a Hoi An y comer allí. El tour teóricamente empezaba a las 8:30 y acababa a las 13 h, y para después (a las 16 h) habíamos reservado también plaza en el bus que llevaba a Da Nang (a través del propio alojamiento). Una opción que vimos después de hacer el tour y que podría ser interesante para algún viajero es contratar un coche con conductor, y visitar My Son por la mañana y después ir a Da Nang para visitar durante la tarde las Montañas de Mármol (el principal lugar turístico de esa ciudad).
A la hora acordada un señor pasó a buscarnos para llevarnos al bus. Allí nos recibió el guía de grupo, un vietnamita muy divertido que acertadamente hacía llamarse “Mr. Funny”. El trayecto debió durar mas de una hora, pero casi no nos dimos cuenta porque echamos una buena cabezadita. En My Son nos reunimos con otro autocar de turistas, así que el rebaño de nuestro guía era numeroso. Tras pasar el control de entradas (la cual estaba incluida en el tour), tenías que subirte a un buggy eléctrico para que te acercara un par de km hasta la zona del yacimiento. Allí nuestro guía nos explicó que el yacimiento de My Son está dividido en grupos separados nombrados con letras, y primero nos llevó al mas importante, el BCD, formado por tres templos. El grupo estaba compuesto por diferentes edificios hechos de ladrillo, y según el guía su técnica de construcción es todavía un misterio: usaban algún proceso desconocido para obtener unos ladrillos muy resistentes (de hecho, los originales se veían en mucho mejor estado que los de las reconstrucciones recientes), y aparentemente se unían sin mortero (hay teorías que indican que podían haber usado algún tipo de resina). El guía nos dio una explicación somera de los templos y nos dio 20 minutos para visitarlos a nuestro aire. Los grupos B y C estaban formados por una alta torre central, dedicada al dios Shiva, rodeado por otros más pequeños. Las torres eran fascinantes, estaban recubiertas con bonitos relieves y algunas esculturas desgastadas por el paso del tiempo. Algunas de las decoraciones nos recordaron mucho a las de los templos de Angkor de Camboya, de una época similar. El grupo D estaba formado por dos edificios alargados que funcionaban como salas de meditación; actualmente albergan una mini-exposición con algunas esculturas del complejo (las mas importantes están en un museo en Da Nang). Todo el complejo nos pareció fascinante y muy interesante, aunque no lo pudimos disfrutar plenamente por la gran cantidad de gente que había y el poco tiempo que nos dieron.
Grupo B de My Son
Decoraciones de la torre del grupo B
Grupo C
Torre del grupo C
Grupo D
Escultura de Shiva decapitado en el grupo D
Luego el guía nos llevó al grupo G, uno de los mejor restaurados. Frente a él hay una estela fantásticamente bien conservada escrita en sánscrito en la que se explica que el templo fue construido en el siglo XII. En la base está adornado con fantásticas máscaras de terracota de feroces “kala” (reencarnaciones de Shiva). No nos estuvimos mucho tiempo allí y fuimos rápidamente al grupo E y F, los templos más antiguos de My Son. Desgraciadamente, fueron prácticamente destruidos durante los bombardeos estadounidenses, y por toda la zona son visibles los cráteres que dejaron las bombas al explotar. Uno de los templos auxiliares del grupo E se ha reconstruido hace poco, pero el resto del grupo, incluido su torre, permanece en ruinas. Al grupo F le fue incluso algo peor, y su torre principal es un amasijo de ladrillos que han protegido con un tejado para evitar males mayores.
Grupo G
Templo restaurado del grupo E
Finalmente estuvimos aproximadamente una hora y media en el santuario de My Son, un lugar que nos encantó por la interesantísima historia que encierra y por su relativo buen estado de conservación (teniendo en cuenta por las vicisitudes que ha pasado). Las explicaciones del tour nos parecieron interesantes y el guía era muy divertido, pero también nos pareció muy masificado y que lo vimos todo muy rápido, nos hubiera gustado disponer de más tiempo para verlo con tranquilidad y también visitar algún grupo de templos más (como el grupo A, pese a que se supone que está en mal estado tiene unos relieves interesantes). Para nosotros, es una de las visitas imprescindibles de la zona, ya que es uno de los mejores lugares para conocer la antigua civilización cham.
El tour nos dejó nuevamente en Hoi An sobre las 14 h. Teníamos un par de horas hasta que saliera nuestro bus, así que buscamos un sitio para hacer un almuerzo ligero y sin prisas. Al final acabamos en el pequeño restaurante De Vuong 2, en el que pedimos unas salchichas (que resultaron ser tipo Frankfurt) y un banh xeo (una especie de crep de camarones que estaba muy aceitosa). La comida fue bastante decepcionante, y junto con una cerveza y una sidra, no salió por 300.000 VND (unos 12 €), un verdadero atraco para lo que nos sirvieron.
Nuestro almuerzo
Luego volvimos a nuestro alojamiento de Hoi An para esperar al bus de Da Nang. Cuando llegó la hora pasó a buscarnos una mini-van que pensábamos que nos llevaría hasta el bus. Pero en realidad fue aquella misma mini-van la que nos llevó a Da Nang; como suele pasar en este tipo de vehículos, el conductor era un kamikaze y a base de adelantamientos temerarios consiguió que llegáramos en bastante poco tiempo a nuestro destino. Nos dejó precisamente en el Museo de Esculturas Cham, que alberga la gran mayoría de piezas que se extrajeron de My Son. Estaba bastante lejos de nuestro alojamiento, así que buscamos un taxi. Pese al denso tráfico que había, nos resultó una tarea imposible, los pocos que había estaban ocupados. Finalmente encontramos uno que nos llevó (51.000 VND) a nuestro alojamiento, Konoha Boutique Villa. Al entrar a su vestíbulo ya vimos que era de una categoría superior de donde nos solemos alojar, lo cual quedó refrendado cuando entramos en nuestra habitación, con todo nuevísimo y muy cuco. Disponía también de una pequeña sauna y una piscina en la azotea para disfrutar de las vistas. El desayuno estaba incluido y consistía en una carta con diferentes platos calientes (que tenías que elegir el día anterior). La noche nos salió por 24 €, lo cual nos pareció una ganga por la calidad de sus instalaciones.
Nuestra habitación en Da Nang
Descansamos un rato y después salimos a cenar. Lo único malo del hotel era que, aunque estaba más o menos céntrico, estaba en una zona bastante desierta, paradójicamente casi sin gente por la calle. Decidimos ir a cenar al My Casa, un restaurante de cocina mediterránea especializada en tapas. Pedimos pasta a la boloñesa, patatas con salsa de cacahuete y pollo al estilo asiático. Las tapas nos parecieron en general justitas y algo pretenciosas (solo se salvaba el pollo), con buenas presentaciones pero sin chispa. Junto con una cerveza y un zumo, la cena nos salió por 440.000 VND (unos 17 €), una de las cenas más caras y menos satisfactorias que tuvimos en Vietnam.
Nuestra cena

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