ALEMANIA 7: Bamberg

ALEMANIA 7: Bamberg 20 de agosto de 2019 Por la mañana nos desplazamos en tren a la bonita localidad francona de Bamberg. Como se salvó de los bombardeos de la 2ª Guerra Mundial, el casco histórico está fantásticamente bien conservado. Entre ellos destaca su importante Catedral y el Antiguo Ayuntamiento, cuya estampa a orillas del río es uno de los lugares mas bonitos de la ciudad. Aunque con permiso de la Pequeña Venecia, una zona de casas tradicionales de pescadores al lado del río que es digna de ver. A primera hora de la tarde regresamos nuevamente a Núremberg. La historia de Bamberg es antigua, pero siempre estuvo a la sombra de otras ciudades de Franconia como Würzburg. En el siglo XI se constituye como diócesis independiente y el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico le otorga siglos después al obispo el título de príncipe. A partir de ese momento Bamberg constituye un obispado principesco, gobernado por un obispo que es a su vez la máxima autoridad eclesiástica
20 de agosto de 2019
Por la mañana nos desplazamos en tren a la bonita localidad francona de Bamberg. Como se salvó de los bombardeos de la 2ª Guerra Mundial, el casco histórico está fantásticamente bien conservado. Entre ellos destaca su importante Catedral y el Antiguo Ayuntamiento, cuya estampa a orillas del río es uno de los lugares mas bonitos de la ciudad. Aunque con permiso de la Pequeña Venecia, una zona de casas tradicionales de pescadores al lado del río que es digna de ver. A primera hora de la tarde regresamos nuevamente a Núremberg.
La historia de Bamberg es antigua, pero siempre estuvo a la sombra de otras ciudades de Franconia como Würzburg. En el siglo XI se constituye como diócesis independiente y el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico le otorga siglos después al obispo el título de príncipe. A partir de ese momento Bamberg constituye un obispado principesco, gobernado por un obispo que es a su vez la máxima autoridad eclesiástica. Los obispos de Bamberg tuvieron una hábil política de expansión, y en su máximo apogeo controlaban territorios en lo que hoy es Austria y Eslovenia. También se dedicaron a embellecer la ciudad con edificios y palacios, hasta tal punto de ser conocida como la “Roma de Franconia”. Durante la 2ª Guerra Mundial la ciudad tuvo la suerte de librarse de los bombardeos, así que su casco histórico ha llegado hasta nuestros días en un estado de conservación fantástico. Por esta razón, Bamberg está inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
La mejor forma de llegar a Bamberg desde Núremberg en transporte público es en tren. Hay una gran frecuencia de trenes y se tarda menos de una hora en llegar. Lo más económico es hacerse con un Bayern Ticket, un bono que permite usar toda la red de transporte público de Baviera durante un día (excepto los trenes de alta velocidad). Para dos personas vale 32 € y se amortiza haciendo un viaje de ida y vuelta. Nosotros cogimos el tren que salía de Núremberg a las 10:38 y llegamos a Bamberg a las 11:20. Tras caminar unos 10 minutos desde la estación y cruzar un puente sobre el río Regnitz (el mismo que pasa por Núremberg) llegamos al centro histórico de Bamberg. Casi todo es peatonal y es toda una delicia para pasear. Sus hermosas calles están rodeadas por mansiones dieciochescas que le daban un ambiente muy auténtico, sin apenas construcciones modernas que desentonaran con el conjunto. Una de nuestras zonas preferidas fue Grüner Markt, donde había instalado un pequeño mercado que rebosaba de vida. A continuación atravesamos otro puente y nos topamos con uno de los emblemas de Bamberg, su Antiguo Ayuntamiento (Altes Rathaus). Fue construido en el siglo XIV con una formidable torre gótica y hermosos frescos adornando el edificio. En realidad se alza en una isla artificial en medio del río: dice la leyenda que como el obispo se negaba a ceder terrenos para que los ciudadanos construyeran un ayuntamiento, éstos decidieron alzarlo en una isla artificial que construyeron. La mejor vista del Altes Rathaus es sin duda desde el Geyerswörthsteg, un pequeño puente peatonal que hay justo al sur. Desde él se puede ver perfectamente como el Antiguo Ayuntamiento está embutido en su islita, y de él sobresale la Rottmeisterhaus, una pequeña casa de entramado de madera que está literalmente suspendida en el aire por encima del río. Aquella vista fue uno de los mejores recuerdos que guardamos de aquel viaje, y solo por ella ya vale la pena acercarse a Bamberg.
Paseando por el centro de Bamberg
Antiguo Ayuntamiento
Vista del Antiguo Ayuntamiento desde el Geyerswörthsteg
Después de atravesar el segundo puente del Antiguo Ayuntamiento, ingresamos en la parte mas antigua del casco histórico. Y lo notamos enseguida: todo eran callejones estrechos y las casas parecían mucho mas antiguas. Si la zona anterior ya era una delicia, ésta era lo siguiente ¡Tenía un ambiente único! Decidimos dejarnos llevar y callejear sin rumbo, la mejor forma de explorar aquella maravilla. Si tuviéramos que quedarnos con una de sus encantadoras callejuelas escogeríamos Dominikanerstraße, ya que está rodeada de bonitas casas de entramado de madera (¡nos encantan estas casitas!).
Centro de Bamberg
Dominikanerstraße
Pero Bamberg tiene un lugar que no sale en las guías y que no hay que perderse, la Pequeña Venecia (Klein Venedig). Es una zona el río rodeada por antiguas casas de pescadores, formando un paisaje bucólico de otra época. Nos parecieron maravillosas, y la mayoría contaban con un pequeño muelle para amarrar barcas. La zona mas bonita es la que hay entre los puentes Markusbrücke y Untere Brücke, y hemos leído que existen paseos en barco para disfrutar mejor de ellas. Nosotros las observamos desde una pequeña calle situada en la orilla oeste, Am Leinritt, con unas vistas fabulosas a la Pequeña Venecia.
Pequeña Venecia
Pequeña Venecia
A continuación subimos la colina donde estaba el centro religioso y administrativo de Bamberg, coronado por su Catedral. Se trata de un templo imponente, y su privilegiada situación hace que se pueda ver desde cualquier parte de la ciudad y que en la misma colina se pueda contemplar en todo su esplendor. Se empezó a construir en el siglo XI, cuando se independizó la diócesis de Bamberg, aunque tras muchas vicisitudes no tuvo su aspecto definitivo hasta el XIII. Por esta razón es una mezcla de estilos románico y gótico. Su interior es grandioso, aunque también austero y oscuro. Pero está repleto de obras de artes magníficas, la mas conocida de todas es la fabulosa tumba de Enrique II el Santo y su esposa, ricamente adornada con relieves. Al lado de la catedral se alza Antigua Residencia (Alte Hofhaltung), el antiguo palacio donde vivían los obispos construido en la misma época que la Catedral. Su fachada está adornada con algunas esculturas y se notaba mucho el paso del tiempo, cosa que le daba mucha autenticidad. Por cierto, se puede entrar para dar un vistazo a su patio interior, toda una maravilla. Y enfrente a éste se encuentra la Nueva Residencia (Neue Residenz), que se construyó siglos mas tarde al quedarse pequeña la antigua. Se pueden visitar los apartamentos imperiales, pero nosotros no entramos.
Catedral de Bamberg
Interior de la Catedral
Antigua Residencia
Patio interior de la Antigua Residencia
Desde la colina de la Catedral fuimos caminando hacia otra de las que dominan Bamberg, coronada por la Abadía de S. Miguel (Kloster Michelsberg). Forma parte de un monasterio benedictino establecido en el siglo XI. Desgraciadamente, desde 2016 todo el complejo se está sometiendo a una gran reconstrucción y está cerrado, además de que toda la Abadía está cubierta de andamios. Al menos, desde su terraza se ven bonitas vistas de la ciudad. Bajamos nuevamente al centro de Bamberg y decidimos hacer una parada gastronómica. La ciudad es muy conocida por sus cervezas, y de entre ellas hay una que solo se hace aquí: la rauchbier o cerveza ahumada. Para probarla fuimos a la cervecería Hofbräu, donde pedimos una cerveza rubia normal y una rauchbier de la marca Schlenkerla, elaborada en una de las tabernas mas antiguas de Bamberg. La rauchbier tenía un sabor especial, con regusto ahumado muy fuerte, que incluso se podía oler sin beberla. Es muy recomendable probarla, tiene un sabor muy diferente a cualquier otra que hayamos probado, y a quien le guste la cerveza negra le encantará. Para acompañar las cervezas pedimos un apfelstrudel, el típico pastel de manzana de Baviera y Austria, que encontramos francamente delicioso (16,40 € en total).
Vistas desde la Abadía
Disfrutando de las cervezas de Bamberg (la rauchbier es la de la dcha.)
En unas 4 horas nos habíamos pulido los principales puntos de interés de Bamberg. La ciudad nos encantó, de hecho fue una de las grandes sorpresas de aquel viaje. Su centro histórico es impresionante, lleno de casas antiguas y salpicado de interesantes lugares históricos. Nos pareció una excursión imprescindible para quien pase un fin de semana largo en Núremberg.
Volvimos nuevamente a la estación y cogimos el tren que salía a las 16:38 hacia Núremberg. Fuimos a nuestro hotel y descansamos un rato. Aquella iba a ser la última noche de nuestro viaje por Franconia, así que para cenar buscamos un buen restaurante de cocina tradicional francona. Finalmente elegimos el Zum Flößla, donde pedimos un plato típico, schweineschäufele, hecho de omoplato de cerdo asado acompañado de Klöße (unos dumplings de patata), y un schnitzel de pato (lo habíamos comido muchas veces, pero nunca de pato). Toda la comida estaba deliciosa, pero el cerdo tenía tal cantidad de carne que nos costó acabárnoslo. Sin duda, una de las mejores cenas que tuvimos en aquel viaje. Junto con una cerveza y un vino blanco, nos salió por 38 €.
Nuestra cena

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