6 de octubre de 2018
Aquella mañana recogimos el coche de alquiler y fuimos a visitar con él algunos puntos alejados de San Francisco, como el mirador de Twin Peaks, el Golden Gate Park y el propio puente Golden Gate. Después cruzamos el puente y dimos un paseo por el tranquilo pueblo de Sausalito. Por la tarde teníamos un largo trecho de casi 5 h hasta las puertas del parque nacional de Yosemite, en el pueblo de Mariposa, donde llegamos por la noche.
Aquel día empezaba en serio nuestro roadtrip por la Costa Oeste de EEUU, ya que recogeríamos el coche de alquiler y empezaríamos nuestra ruta por sus parques nacionales. Para aquella jornada solo podíamos aprovechar medio día, ya que el otro medio lo tendríamos que invertir en viajar hasta las puertas del Parque Nacional de Yosemite, donde íbamos a dormir. Nuestro plan inicial era hacer una visita breve a Point Reyes, un parque nacional con bonitos paisajes costeros y con buenas posibilidades de trekkings, situado a poca distancia de San Francisco. Pero el día anterior decidimos variar nuestros planes, y aprovechar el coche para visitar algunos lugares alejados de la propia ciudad.
Teníamos que recoger el coche de alquiler cerca de Union Square, así que cargamos con nuestras mochilas y fuimos en bus hasta allá. Habíamos alquilado el coche a través de Rentalcars con Alamo (para ver precios, consultad el apartado de presupuesto), que compartía oficinas con otras compañías. Como solemos hacer, habíamos reservado el coche mas económico, pero la empleada de Alamo nos avisó que el coche era realmente pequeño, sin apenas maletero, con lo que tendríamos que llevar las mochilas en los asientos de atrás durante los días de ruta (que iban a ser bastantes). Por 11 $ al día mas nos ofreció un coche de gama mas alta, y después de sopesarlo lo aceptamos. Siempre tendremos la duda si el coche era tan pequeño como decía la empleada, teniendo en cuenta que en EEUU se estilan los coches realmente grandes y es raro ver los utilitarios tan comunes en España. Los coches los tenían en un parking situado varias plantas por encima de la oficina, y el nuestro resultó ser un enorme Kia Sorento. Aunque mucha gente pueda no considerar un SUV como un coche grande, lo era para nosotros, que pocas veces hemos conducido coches de ese tamaño. Como era esperable, tenía cambio automático, pero por suerte, en nuestro reciente viaje a Georgia ya habíamos conducido un coche con este tipo de cambio, así que no nos resultó muy problemático.
El coche de nuestro roadtrip |
Con sumo cuidado, sacamos el coche del parking y nos sumergimos en el tráfico de San Francisco. Nos pareció fácil conducir por la ciudad, ya que no hay excesivamente tráfico y el resto de los conductores son bastante cívicos. Lo que nos resultó curioso era que conforme te alejabas del centro, iban desapareciendo los semáforos de las intersecciones y se substituían por stops. Era corriente llegar a un cruce de calles y ver que todas ellas tenían una señal de Stop… ¡y la gente paraba religiosamente! Al poco rato llegamos a nuestro primer destino, Twin Peaks, una colina con unas vistas fabulosas de la ciudad. Como ya la habíamos recorrido bastante en los días anteriores, pudimos reconocer los principales barrios: la gran bandera arcoíris de Castro, el parque de Dolores de Mission, los rascacielos del Distrito Financiero, la isla de Alcatraz… incluso asomaba el Golden Gate, que tendríamos oportunidad de apreciar mejor mas tarde. Nos pareció un mirador genial, una especie de resumen a modo de recuerdo de todo lo que habíamos visto los días anteriores.
Panorámica desde Twin Peaks |
Disfrutando de las vistas |
A continuación cogimos el coche y nos fuimos al Golden Gate Park, el parque mas grande de la ciudad. Nos costó bastante encontrar aparcamiento, y lo conseguimos en la calle que limita el parque por el norte (Fulton St), donde no se tiene que pagar. No teníamos mucho tiempo, así que decidimos dar un paseo por el lago Stow. La zona era muy bonita, cubierta de exuberante vegetación. El centro del lago estaba ocupado por una gran isla, por lo que daba la impresión de ser un gran río. Excepto algunos jardines, nos pareció que los bosques eran mas o menos salvajes, lo cual es para nosotros un punto a favor. Lo malo es que el interior del parque está surcado de algunas carreteras (aquel día cerradas al tráfico), lo que le quita un poco de la sensación de estar en plena naturaleza. Pero aun así nos gustó, ojalá hubiéramos tenido tiempo para disfrutar mas de este gran parque.
Paseando por el Golden Gate Park |
Lago Stow en el Golden Gate Park |
Nuestra última parada en San Francisco no podía ser en otro lugar que uno de sus puntos más icónicos, el puente Golden Gate. Nuestra intención era aparcar en el parking del centro de visitantes, pero al llegar vimos que estaba cerrado. Una gran cantidad de turistas habían tenido la misma idea que nosotros y estaba completamente lleno (era sábado). Por suerte, a poca distancia (al oeste de la carretera 101) había otra serie de parkings donde pudimos encontrar una plaza libre (1 $/h). Regresamos caminando hacia el mirador del Golden Gate, y su vista no podía ser mejor: ante nosotros se extendía la estructura pintada de rojo del famoso puente, guardando la bahía de San Francisco. Había muchísima gente, pero había miradores en varios niveles, así que no era complicado encontrar un hueco desde donde disfrutar de aquella fantástica estampa.
Contemplando el Golden Gate |
Golden Gate |
Abandonamos San Francisco y lo hicimos a lo grande, atravesando el magnífico Golden Gate. Habíamos leído que había otro buen mirador justo al norte del puente, pero al pasar por allí vimos que solo estaba abierto a autobuses. Nuestro siguiente destino se encontraba todavía en la bahía de San Francisco, y era el pueblo marinero de Sausalito. Seguramente, todos los que habíamos intentado aparcar en el Golden Gate nos dábamos cita en aquel pueblo, por lo que encontrar aparcamiento volvió a ser difícil. Al final encontramos un hueco en una zona azul, de esas en las que hay una máquina en forma de pirulí en cada plaza donde pagar (1,50 $/h). Sausalito es un pueblo tranquilo que vive del turismo, con su calle principal bordeada por bonitas casas llenas de comercios. Pese a la gran cantidad de gente que había, fue agradable pasear por allí, aunque tampoco es un lugar del otro mundo. Una de las cosas mas curiosas de esta localidad son las casas flotantes que hay en la zona del puerto. Nosotros solo vimos unas pocas, ya que la mayoría están lejos de la zona por la que paseamos (están en los muelles Liberty e Issaquah). Como el hambre apretaba decidimos comprar un burrito para llevar en Hamburger 337 Bridgeway, un mini-local de comida rápida. Era super contundente y además traía patatas fritas (15 $), nos dejó hechos polvo.
Sausalito |
Casas flotantes de Sausalito |
Sobre las 4 de la tarde volvimos al coche, teníamos por delante un buen número de horas al volante. Volvimos a atravesar la bahía por el puente Richmond - San Rafael, bastante mas largo que el Golden Gate. La parte mas complicada era la siguiente, ya que una vez atravesado el puente hay muchas ciudades grandes (Richmond, Oakland, Berkeley...) y equivocarse de desvío es fácil. Mas adelante, la autopista dejó la costa y se internó hacia el interior, donde la ruta se hizo mas fácil… y también mas pesada. Finalmente, llegamos a Mariposa tras unas 4,5 h de coche. Nuestro alojamiento iba a ser el Miners Inn, un motel que contaba con varios edificios con habitaciones. La nuestra era grandísima, con un gran baño privado. El desayuno estaba incluido y era tipo buffet, con huevos, salchichas, tostadas, cereales, gofres… bastante bueno y variado. El precio fue alto, 149 $ (unos 130 €), pero hay que tener en cuenta que era fin de semana. La ubicación era buena para una primera noche antes de visitar Yosemite, pero está demasiado alejado del parque (1,5 h en coche) para ser útil como base.
Nuestra habitación en Mariposa |
Como era tarde dejamos enseguida nuestro equipaje y nos fuimos a cenar. En Mariposa solo había abierto un restaurante a aquella hora, el Charles Street Dinner House, un restaurante típico de cocina americana. Pedimos pasta alfredo y baby back ribs; como pasa en muchos restaurantes americanos, los platos incluían varios acompañamientos para elegir (incluidos en el precio), nosotros elegimos sopa y ensalada (a parte de las verduras de los platos). Las ribs estaban muy buenas, pero la pasta resultó ser un fiasco, pasadísima, sin duda una de las peores que hemos comido nunca (suerte que venía con unos trozos de carne muy buena). Junto con una cerveza, la cena nos salió por 62,50 $ (unos 54 €).
Nuestra cena |
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