CAMBOYA 7: templos de Angkor I, circuito corto

7 de diciembre de 2017 Nuestro primer día en los templos de Angkor lo dedicamos a hacer el llamado circuito corto, donde descubriríamos algunos de los templos mas importantes del complejo. Dedicamos gran parte del día en explorar el gran Angkor Thom, donde visitamos el Baphuon, los Phimeanakas, la Terraza del Rey Leproso, la de los Elefantes y el espectacular Bayon. Además también visitamos los templos de Phnom Bakheng, Chau Say, Thommanon y acabamos la jornada en increíbles ruinas del Ta Phrom. Por fin llegó el día, íbamos a visitar los archiconocidos templos de Angkor, sin duda uno de los grandes motivos que nos empujaron a viajar a Camboya. Habíamos planeado pasar tres días descubriendo Angkor, mas uno adicional en ir a ver algún templo mas lejano.
7 de diciembre de 2017
Nuestro primer día en los templos de Angkor lo dedicamos a hacer el llamado circuito corto, donde descubriríamos algunos de los templos mas importantes del complejo. Dedicamos gran parte del día en explorar el gran Angkor Thom, donde visitamos el Baphuon, los Phimeanakas, la Terraza del Rey Leproso, la de los Elefantes y el espectacular Bayon. Además también visitamos los templos de Phnom Bakheng, Chau Say, Thommanon y acabamos la jornada en increíbles ruinas del Ta Phrom.
Por fin llegó el día, íbamos a visitar los archiconocidos templos de Angkor, sin duda uno de los grandes motivos que nos empujaron a viajar a Camboya. Habíamos planeado pasar tres días descubriendo Angkor, mas uno adicional en ir a ver algún templo mas lejano. En internet se pueden encontrar decenas de posts que explican como planificar la visita a los templos, así que no os aburriremos con los detalles. Porque, después de haber visitado Angkor, podemos decir que la visita es muy fácil de planificar: existen unas rutas prefijadas para ver los diferentes templos (circuito corto y largo) que los tuktukeros conocen a la perfección. Además, el precio de esas rutas está mas o menos fijado, así que la mayoría de tuktukeros piden cantidades similares por el transporte: unos 15 USD por el circuito corto y 25 USD por el largo. A partir de ahí, se pagan pluses de 5 USD si se quiere ir a ver el amanecer o el atardecer, o templos un poco mas alejados como Roluos o Banteay Srei (es mas adecuado ir en taxi a los que están aún mas lejos, como el Beng Mealea). Así que es posible llegar a Siem Riep sin haber planificado nada, y dejar que el tuktukero te monte los días de visita. Hablamos del transporte en tuktuk porque fue el medio que usamos nosotros. Estuvimos sopesando la idea de alquilar bicis, pero solo lo recomendaríamos para gente amante de las dos ruedas y en buena forma: aunque no hay desniveles, las distancias son largas y a partir de media mañana hace un calor sofocante que no invita nada a ponerse a pedalear.
En nuestro caso aquel día íbamos a hacer el circuito corto con un par de modificaciones: no visitaríamos el Angkor Wat, que dejaríamos para el día siguiente para ver el amanecer allí, e incluiríamos el Ta Phrom. Así que después de un buen desayuno en el hotel, nos pusimos enseguida en marcha. A las 8 nos estaba esperando nuestro tuktukero, Sok Mao, que habíamos contratado el día anterior. La primera parada era obligada: comprar las entradas. Las vendían en un gran complejo en los alrededores de Siem Riep. Pese a la gran cantidad de gente que había, todo está muy bien organizado y las esperas en taquilla son cortas. Como casi todo el mundo, compramos las entradas para tres días (62 USD), las cuales son nominales y vienen con una foto que te hacen en el momento (no hay que llevar fotos de carnet como antes). Al salir vimos varios paneles que avisan a los visitantes del estricto código de vestimenta que rige en Angkor: nada de mangas de camisetas o pantalones que dejen los codos o las rodillas al descubierto. Nosotros íbamos preparados, pero a lo largo de las visitas vimos algunos turistas a los que impidieron la visita a algún templo por no cumplir estas normas.
Las entradas nos las sellaron en un puesto de control al sur de las ruinas. El primer templo en el que paramos fue el de Phnom Bakheng, situado en la cima de una pequeña colina. Agradecimos hacer la subida hacia el templo con el frescor de la mañana. Apenas nos cruzamos con gente en el camino, aunque es un templo muy popular para ver como el atardecer cae sobre el vecino Angkor Wat (hemos leído que llegan a cerrar el acceso a la colina debido a la masificación). El Phnom Bakheng fue construido en honor al dios hindú Shiva en el siglo IX, lo que le convierte en uno de los mas antiguos de Angkor. En su día constaba de cinco pisos, cada uno con una serie de torres, aunque actualmente se encuentra en reconstrucción por su mal estado. Subimos por unas escaleras hasta el último piso, donde se encuentra lo mejor del Phnom Bakheng: una especie de santuario labrado con increíbles bajorrelieves con motivos geométricos y algunas estatuas. Eran los primeros que veíamos y quedamos encandilados mientras los observábamos. Desde la cima del templo nos dimos cuenta que el Angkor Wat queda a bastante distancia, así que el que quiera conseguir una buena foto desde allí tendrá que llevar un teleobjetivo.
Phnom Bakheng
Santuario del último piso
Bajamos de la colina y pusimos rumbo a uno de los templos mas importantes del complejo, Angkor Thom. Realmente no es un solo templo, sino un conjunto de templos, palacios y otros edificios rodeados por una formidable muralla con foso. Fue construido por Jayavarman VII (recordad este nombre), sin duda el rey mas importante de la civilización angkoriana. Subió al trono en el siglo XII, en una época convulsa, en la que la ciudad de Angkor había sido saqueada por los cham (un reino rival vietnamita). Para protegerse de futuras invasiones, decidió fundar una nueva capital a pocos kilómetros de la anterior, rodeándola de unas formidables defensas. Dentro hizo construir formidables templos de piedra, que es lo único que ha llegado hasta nuestros días, ya que solo los edificios religiosos podían usar este material (los edificios civiles se hacían de madera). Varios reyes sucedieron a Jayavarman VII, pero el Imperio Jemer ya había iniciado su decadencia, con lo que Angkor Thom constituye uno de los últimos y mejores exponentes de esta gran civilización.
Accedimos a Angkor Thom por su puerta sur, y antes de flanquear la entrada nos vimos obligados a pedirle a Sok Mao que parase para poder contemplar mejor aquella maravilla. Ante nosotros se extendía un largo puente custodiado por figuras de dioses y demonios, que estiraban de sendas serpientes “naga”. Estas figuras explican uno los mitos fundamentales del hinduismo, el Batido de Océano de Leche. Cruzamos el puente para apreciar la espectacular puerta de entrada que había al fondo. A cada lado de la entrada se alzaban sendas estatuas de elefantes montados por el dios Indra. Y encima, había tres torres con unas caras gigantescas dispuestas en direcciones distintas: todas ellas representaban el rostro del rey Jayavarman VII. Nos tomamos nuestro tiempo para apreciar todos los detalles de aquella puerta, que es la que está en mejor estado y mas reconstruida de las cuatro que tiene Angkor Thom.
Puerta sur del Angkor Thom
Fijándonos en los detalles de esta maravilla
Rostros de Jayavarman VII en la puerta sur
Atravesamos con el tuktuk todo el recinto del Angkor Thom hasta su zona central, que es donde se alzan sus diferentes monumentos. Como se pueden visitar todos a pie, Sok Mao nos dejó y nos indicó dónde podíamos encontrarle cuando hubiéramos acabado la visita. Primero fuimos a visitar el Baphuon, uno de los templos mas espectaculares. Se construyó antes que el resto del complejo, en el siglo XI, y representa el Monte Meru (la montaña donde se creía que moraba el dios Shiva), un motivo muy común en otros templos de Angkor. El acceso al Baphuon nos pareció un espectáculo, ya que se entra por una estrecha pasarela de piedra a través de la cual vas viendo cada vez mas cerca los diferentes pisos que representan el sagrado monte hindú. Después de subir los dos primeros pisos, entramos en una especie de patio inferior limitado por algo parecido a un claustro dentro del cual están los últimos pisos, a los que no se podía acceder. No nos importó, porque el templo rebosaba de infinidad de detalles, como unos increíbles bajorrelieves que narraban épicas batallas o que mostraban piadosos dioses. Aquel era el primer plato fuerte de Angkor Thom y la verdad es que nos encantó.
Templo de Baphuon
Entrando en el Baphuon
Edificio principal del Baphuon
Apreciando los detalles del templo
Vista desde el último piso del templo
Un poco al norte encontramos el Recinto Real, donde se supone que debió haber el Palacio Real. Como dijimos antes, solo los edificios religiosos se construían en piedra, así que nada queda del palacio. Solo un par de estanques simétricos donde se hacían abluciones. El resto de turistas pasaba por allí bastante rápido, sin reparar los bonitos relieves religiosos que había a orillas de los estanques. En el centro del recinto estaba Phimeanakas, un templo hinduista de uso exclusivo para los reyes, que se encontraba en un estado bastante deteriorado.
Puerta de entrada al Recinto Real (izq.), estanques (arriba dcha.) y Phimeanakas (abajo dcha.)
A continuación llegamos a otros de los puntos fuertes del complejo, la Terraza del Rey Leproso. Su nombre viene de una escultura encontrada allí que, al estar decolorada y recubierta de musgos, hizo pensar que representaba un leproso; además se sabe que un par de reyes tuvieron esta enfermedad. En la parte superior de la terraza hay la copia de la estatua del Rey Leproso, ya que la original está en el Museo Nacional de Phnom Penh. Pero lo mas interesante es el muro que delimita la plataforma de la terraza, ya que está totalmente recubierto con relieves con infinidad de apsaras y personajes de la corte real. Pero lo mejor estaba por llegar, porque hay un pasillo que atraviesa la terraza, que salió a la luz en tiempos modernos, y que tenía unos relieves aún mas maravillosos, ya que habían permanecido protegidos durante siglos. Las figuras eran increíbles, parecían recién talladas, y las podías contemplar tan de cerca que las podías tocar. El pasillo es relativamente corto, pero había tantos relieves que avanzamos lentamente, absortos delante de aquel espectáculo. Hay muchos relieves en otros templos de Angkor, seguramente mas famosos, pero estos son de los mas espectaculares.
Relieves exteriores de la Terraza del Rey Leproso
Contemplando los relieves del pasillo de la terraza
Relieves de la Terraza del Rey Leproso
Justo al lado de la terraza vimos un lugar donde se concentraban diversos puestos con algo de comida y recuerdos. Era casi mediodía y el calor era asfixiante. Después del buen desayuno de la mañana no teníamos hambre, así que solo compramos un par de helados que nos sentaron de fábula (2.50 USD, precio de turista). En ese momento caímos que apenas había puestos ambulantes para turistas, y es que habíamos leído que hace unos años había muchísimos vendedores que hacían la visita a Angkor una experiencia agobiante. Ahora parece que tienen sus lugares para plantar su puesto, y no se ven dentro de los templos. De la misma forma, habíamos leído que las ruinas estaban plagadas de niños vendiendo o mendigando, y eso parece que también se ha solucionado, ya que vimos muy pocos, y los que habían estaban ayudando a sus padres en sus puestos.
A continuación fuimos a la Terraza de los Elefantes, llamada así por las magníficas figuras de este animal. Situada a continuación de la anterior, esta terraza servía como lugar de ceremonias públicas y de desfiles. Había relieves mostrando fieros elefantes de batallas, pero los mas espectaculares son los que representan frontalmente la cabeza del animal, en los que se habían conservado los colmillos y las trompas. Encima de la terraza, el lugar que ocupaba el rey, también había unas enormes figuras de elefantes, lo que convertía aquel lugar en uno de los mas singulares de Angkor Thom.
Terraza de los Elefantes
Relieves de la terraza
Finalmente llegamos al templo mas importante de este complejo, el Bayon. Esta fue la mas ambiciosa construcción de Jayavarman VII, y ocupa el centro geográfico de Angkor Thom. Desde fuera no parece muy espectacular, solo sobresalen unas pocas torres de la estructura principal. Pero, a diferencia de otros templos como Angkor Wat (que veríamos al día siguiente), lo mejor está dentro. Al entrar vimos que el complejo principal está rodeado por completo por un pasillo, y nos quedamos impresionados al ver que estaba lleno de fabulosos relieves. Eran largos tramos de paredes con relieves desde el suelo hasta una altura de 3 m, sumando en total una longitud de mas de 1 km. Con tanta superficie cubierta de relieves nos quedamos embelesados observando las diferentes escenas. Aunque era un edificio religioso, en ellos se mostraban principalmente las batallas que hicieron a Jayavarman VII agrandar su imperio y derrotar a los cham. Había otras escenas mas cotidianas, mostrando la vida de la corte imperial. Su nivel de detalles y su estado de conservación nos parecieron excelentes para ser esculpidos en el siglo XII. Nos fascinaron tanto que completamos toda la vuelta al templo para verlos todos.
Entrada principal del Bayon
Apreciando los detalles del templo
Contemplando los espectaculares relieves del Bayon
Algunos de los relieves... ¡era imposible ponerlos todos!
Pero aún faltaban sorpresas. Flanqueamos un segundo nivel con una especie de corredores muy oscuros, cuyas bóvedas estaban perfectamente reconstruidas. Para llegar al tercero había que subir un pequeño tramo de escaleras y allí nos encontramos a decenas de caras de Jayavarman VII mirándonos. Y es que la cima de este templo está ocupada por una serie de torres con los rostros del rey dispuestos en tantas direcciones que es difícil no encontrarte una hacia ti. Por eso el Bayon es conocido como el templo de las caras. Parecía que el rey quería dejar claro que el templo lo había construido él… Caminar entre las caras nos resultó fascinante, de no ser por las hordas de turistas chinos que encontramos. Los había a montones, y cuando parecía que un grupo se iba venía otro. Este fue el único templo donde notamos algo de masificación. Aún así, nos pareció un lugar único en Angkor.
Caras del tercer nivel del Bayon
Caras de Jayavarman VII
Con esto dimos por concluida nuestra visita a Angkor Thom. Sin duda, nadie nos podrá rebatir que se trata de uno de los grandes imprescindibles de Angkor. Nosotros dedicamos unas 4 horas y media a verlo, y nos quedaron algunos templos menores. Dedicarle tiempo es recomendable por todo lo que hay que ver, ya que todos los lugares son muy interesantes y diferentes unos de otros.
Salimos del complejo por la puerta este, muy similar a la sur pero no reconstruida como ésta. Muy cerca de la puerta hay dos pequeños templos que nos paramos a ver. Primero fuimos a ver el Chau Say, un templo hinduista construido en el siglo XII en honor a Shiva y Visnú. Era pequeño, se veía pulcramente reconstruido y tenía algunos relieves interesantes. Era muy similar al Tommanon, situado justo enfrente, pero a diferencia de éste estaba mucho mas decorado, con algunas esculturas de deidades hindús (devatas). No dedicamos mucho tiempo a ver estos dos templos, aunque eran interesantes, después de haber visto las maravillas de Angkor Thom nos supieron a poco.
Templo de Chau Say
Templo de Tommanon
Volvimos al tuktuk y pusimos rumbo al Ta Keo. El tuktukero nos dijo que no se podía visitar por trabajos de reconstrucción y paró al lado de la carretera para que le diéramos un vistazo. Este templo se empezó a construir en el siglo X y quedó inacabado al morir el rey de turno. Esto era una tónica habitual en el imperio jemer: sufría épocas turbulentas de las que salía victorioso un rey, y éste para hacer gala de su poder, hacía construir un gran templo. Si moría el rey sin acabarlo, el siguiente rey hacía construir otro diferente, ya que a menudo eran de familias rivales. Tal afán constructivo es uno de los motivos que los historiadores señalan en el ocaso del imperio jemer, ya que estas obras eran costosísimas.
Templo de Ta Keo
Aquel día solo nos quedaba otro templo, el Ta Phrom, que se iba a convertir en otro de nuestros preferidos. Al igual que otros, fue construido por el Jayavarman VII como un gran monasterio budista, ya que este rey fue el primero en abandonar el hinduismo y abrazar las creencias de Buda. Lo que lo hace tan especial es que fue uno de los templos que los arqueólogos dejaron intacto para que se pudiera apreciar como la selva había engullido estos templos. Así se pueden ver de la misma forma que los primeros europeos los vieron en el siglo XIX al redescubrirlos. Al principio, el Ta Phrom nos pareció como muchos otros, con torres llenas de fabulosos relieves, que se comunicaban por galerías y patios. Pero enseguida pudimos empezar a ver el espectáculo de la naturaleza: en medio de algunos edificios habían crecido enormes árboles, que emitían sus raíces entre las piedras de la construcción hasta el suelo. Las ruinas se habían limpiado de maleza y habían dejado solo los árboles que crecían encima, en parte porque si los quitaran las estructuras se colapsarían. La sensación de estar descubriendo un gran lugar arqueológico a lo Indiana Jones era muy auténtica… si no fuera por las riadas de turistas chinos que había. Entre tanto turista nos encontramos con una pareja catalana con la que entablamos conversación. Nos contaron que habían venido a Camboya por el puente de la Constitución, cosa que nos sorprendió: muchas veces asociamos largos viajes a largas vacaciones pero eso no tiene porque ser así, se puede descubrir Angkor en una escapada corta.
Las raíces de los árboles envuelven las ruinas del Ta Phrom
Algunos de los árboles que habían crecido entre los edificios
Templo de Ta Phrom
Las ruinas y la selva
Aún así, disfrutamos mucho del paseo entre las ruinas engullidas por la selva. Aunque hay muchos lugares por los que no se puede pasar por el riesgo de desmoronamiento, el lugar es suficientemente grande e interesante para dedicarle un buen tiempo. Además, nosotros fuimos a última hora de la tarde, y la luz mortecina no hacía mas que acentuar la sensación de que nos encontrábamos ante unas ruinas olvidadas. Aparte de lo fotogénicas que son las raíces de los árboles abriéndose paso en los muros, el Ta Phrom también alberga una gran cantidad de relieves y edificios igualmente interesantes. Por eso no tenemos ninguna duda en decir que es otro de los imprescindibles.
Grandes raíces creciendo sobre un muro del templo
Otro árbol sobre un edificio
Mas detalles del Ta Phrom
Eran prácticamente las 5 de la tarde cuando dimos por concluida nuestra primera jornada en los templos de Angkor (media hora mas tarde anochecía). Todo lo que vimos había superado nuestras expectativas, sencillamente nos encantó. Y eso que aquello era solo el principio. Nuestro tuktukero nos llevó al hotel, donde aprovechamos para descansar en la piscina del hotel para combatir el calor que habíamos sufrido durante todo el día.
Después de ducharnos, fuimos a cenar cerca del hotel, por aquel día ya habíamos caminado bastante. Elegimos el restaurante Pan & Pot, un local animado con platos europeos y camboyanos. Para descansar un poco de tanto arroz y fideos pedimos un par de pizzas, una de pollo y otra de carne. No nos esperábamos unas pizzas napolitanas, pero tampoco “aquello”: eran unas pizzas super sosas, donde podías contar con los dedos de una mano los trozos de carne que habían tirado en ella, y todo en una masa de mas de un dedo de grosor, seca a mas no poder. Sin duda, una de las peores pizzas que hemos comido nunca. Junto con tres cervezas y un zumo, la cena nos salió por 36.000 rieles (unos 7 €)… ¡al menos fue barata!
Las pizzas de aquella noche

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