17 de septiembre de 2017
Empezamos el día visitando Nimes, una ciudad con un gran patrimonio histórico romano, aunque no pudimos entrar en su famoso anfiteatro. Sí que pudimos ver en todo su esplendor el Pont du Gard, un espectacular acueducto romano. Finalizamos la jornada en Aviñón, que tiene un bonito casco histórico pero sobre todo destaca por el Palacio de los Papas. Continuamos la ruta hacia la región de Luberon, concretamente hasta Oppède, donde hicimos noche.
Aquella jornada nos esperaba un día de ruta largo. Cubriríamos los 130 km que separan Montpellier de la región de Luberon, ya en la Provenza, visitando tres lugares durante la ruta: Nimes, Pont du Gard y Aviñón. Así que nos levantamos pronto y después de un buen desayuno partimos de nuestro alojamiento de Montpellier. No tardamos mucho en llegar al primer objetivo del día, la pequeña ciudad de Nimes. Lo interesante de Nimes es la gran cantidad de restos de la época romana que alberga, muy bien conservados y perfectamente integrados en su casco histórico.
17 de septiembre de 2017
Empezamos el día visitando Nimes, una ciudad con un gran patrimonio histórico romano, aunque no pudimos entrar en su famoso anfiteatro. Sí que pudimos ver en todo su esplendor el Pont du Gard, un espectacular acueducto romano. Finalizamos la jornada en Aviñón, que tiene un bonito casco histórico pero sobre todo destaca por el Palacio de los Papas. Continuamos la ruta hacia la región de Luberon, concretamente hasta Oppède, donde hicimos noche.
Aquella jornada nos esperaba un día de ruta largo. Cubriríamos los 130 km que separan Montpellier de la región de Luberon, ya en la Provenza, visitando tres lugares durante la ruta: Nimes, Pont du Gard y Aviñón. Así que nos levantamos pronto y después de un buen desayuno partimos de nuestro alojamiento de Montpellier. No tardamos mucho en llegar al primer objetivo del día, la pequeña ciudad de Nimes. Lo interesante de Nimes es la gran cantidad de restos de la época romana que alberga, muy bien conservados y perfectamente integrados en su casco histórico. Nuestra idea era aparcar en el centro comercial La Coupole ya que es el más cercano al centro, pero lo encontramos cerrado y tuvimos que ir al parking de Porte d’Auguste, un poco mas al noreste (3,30 € por 1,5 h). El centro de Nimes es peatonal y muy agradable, lleno de pequeñas mansiones dieciochescas y antiguas iglesias. Al cabo de un rato dimos con la Catedral de Nuestra Señora y San Castor (Notre-Dame-et-Saint-Castor), el principal templo de la ciudad que tiene una dilatada historia a sus espaldas (fue construida en el siglo XI). El interior, románico, parecía impresionante, pero apenas solo le pudimos dar un vistazo ya que estaban haciendo misa.
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Centro histórico de Nimes |
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Tranquilo rincón del centro |
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Catedral de Nimes |
Pero como hemos dicho antes, el principal interés de Nimes reside en sus restos romanos. Primero fuimos al más importante, Les Arènes, uno de los anfiteatros romanos mejor conservados de Europa. Al llegar vimos que se agolpaba una gran cantidad de gente, y es que en el anfiteatro de Nimes, al igual que en algunas otras ciudades de Francia, se hacen en verano corridas de toros. Así que no íbamos a poder visitarlo, una pena porque por fuera parecía impresionante. Nos dirigimos entonces a la Maison Carrée, el templo romano mejor conservado de la ciudad. Nos pareció sencillamente impresionante: estaba en el centro de una plaza, de forma que se podía contemplar perfectamente la belleza de sus proporciones. Hay que decir que se veía tan bien conservado porque se ha reconstruido muchas veces, y además se le ha dado mucho uso durante la historia (los templos romanos abandonados se solían convertir en las canteras de la ciudad, y eso no pasó con este). Dentro se emitía una especie de proyección en 3D dirigida a los niños, así que decidimos no entrar. A lo largo de nuestros viajes hemos podido visitar muchos templos romanos, y podemos decir que el de Maison Carrée es uno de los más fascinantes que hemos visto.
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Les Arènes, el anfiteatro de Nimes |
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Maison Carrée |
Volvimos al coche y condujimos hacia el siguiente punto de interés, también relacionado con el mundo romano, el Pont du Gard. Es uno de los acueductos romanos mas impresionantes y mejor conservados del mundo, y está inscrito en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. El acueducto formaba parte de un sistema de canales construido en el siglo I a.C. que medía mas de 50 km, y llevaba agua desde unos manantiales a precisamente la ciudad de Nimes. Para visitar el Pont du Gard se puede aparcar en dos inmensos parkings, nosotros lo hicimos en el de la orilla derecha. Tuvimos suerte y aquel día era una jornada de puertas abiertas, así que nos ahorramos los 9,50 € por persona de la entrada. Desde el parking partía un sendero cimentado que llevaba hacia el acueducto. A nosotros nos pareció asombroso: se erigía imponente sobre el lecho seco de un río, y sus tres pisos se veían fantásticamente bien conservados. Antes de llegar a su base nos desviamos por un camino de escalones de cemento que se encarama por la colina sobre la que descansa uno de los extremos del acueducto. El camino se transforma en un estrecho sendero de tierra que asciende rápidamente por los encinares de la colina. El pequeño esfuerzo tiene recompensa, ya que al final se llega a un mirador con unas vistas espectaculares del Pont du Gard. Después bajamos y atravesamos el acueducto por el nivel inferior, que tiene una gran pasarela peatonal a modo de puente. Desde allí pudimos contemplar la grandeza de los pilares del acueducto, es uno de esos lugares que te hace sentirte pequeño. Finalmente nos estuvimos cerca de una hora por allí, y nos pareció que Pont du Gard es uno de esos lugares imprescindibles en cualquier ruta por la Provenza.
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Pont du Gard |
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Contemplando el acueducto de cerca |
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Vista desde el mirador de la colina |
La última parada del día iba a ser
Aviñón, uno de los lugares históricos más fascinantes que visitaríamos durante aquel viaje. Su historia es muy interesante y está íntimamente ligada al
Papado de Aviñón: en el siglo XIV fue elegido papa el francés Clemente V quien, debido a la inseguridad de Roma, decidió trasladar la Santa Sede precisamente a Aviñón, donde se hizo construir un suntuoso palacio. En un principio, el traslado fue temporal, pero los sucesivos papas, también franceses, decidieron establecer de forma permanente su residencia allí. Detrás de esta decisión estaba también el rey de Francia, Felipe IV, que había conseguido la elección de los papas franceses, y a partir de aquel momento manipuló el papado conforme a sus intereses. Tras 7 papas franceses en Aviñón, la cosa acabó mal cuando fue elegido papa el italiano Urbano VI, que decidió regresar a Roma. La elección no gustó a muchos cardenales franceses, que declararon nula esa elección y decidieron elegir al antipapa Clemente VI. Fue la primera vez en la iglesia católica que hubo dos papas, cada uno reconocido como legítimo por naciones europeas diferentes (es el origen del Gran Cisma de Occidente). Tanto los papas del Papado de Aviñón como los antipapas franceses posteriores se establecieron en el llamado Palacio de los Papas, uno de los palacios góticos más grandes del mundo, inscrito en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y actualmente el lugar turístico mas importante de la ciudad.
Tardamos poco en llegar a Aviñón y fuimos a aparcar al parking de Allées de l'Oulle, situado muy cerca del centro histórico. Atravesamos el recinto amurallado de la ciudad, fantásticamente bien conservado, y nos dirigimos hacia la Place du Palais, donde se yergue el espectacular Palacio de los Papas. Su aspecto es mas bien el de una fortaleza, señal de que los papas franceses no se sentían del todo seguros. Al igual que en el Pont du Gard, había puertas abiertas y no tuvimos que pagar entrada, lo malo es que tuvimos que soportar largas colas y que no estaban abiertas todas las salas que normalmente lo están. El recorrido nos llevó a descubrir su Patio de Honor, donde se puede apreciar mejor el estilo gótico del palacio. Las salas que se visitan dan la sensación de vacío, ya que no hay ni mobiliario ni decoraciones. En algunas de ellas se conservan algunos frescos fabulosos, sobre todo en sus capillas, pero desgraciadamente aquel día no se podían visitar. Uno de los mejores lugares del palacio es su mirador, desde el que hay unas vistas fantásticas de la Place du Palais y del centro histórico. En una hora hicimos el recorrido del palacio que nos gustó mucho, aunque nos decepcionó no poder ver las capillas.
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Murallas medievales de Aviñón |
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Palacio de los Papas (se aprecia la gran cola que tuvimos que soportar) |
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Diversos lugares del interior del palacio |
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Vistas de la Place du Palais desde el mirador del palacio |
Luego nos acercamos a ver la
catedral de Notre-Dame-des-Doms, situada justo al lado del palacio. Su alta torre le hace la competencia a las torres y almenas del Palacio de los Papas. En ese momento estaban haciendo una misa y solo pudimos dar un vistazo al interior. Mas al norte está el
Petit Palais, la antigua residencia de un cardenal y actualmente museo de arte. Cerca de él parten unas escaleras que llevan al
Rocher des Doms, un gran jardín situado en una colina a los pies del río Ródano. Lo mejor de él es el mirador que hay en su extremo norte, con bonitas vistas del río y sobre todo del
Puente de Aviñón (Pont Saint-Bénézet). Este puente medieval, destruido en parte por las crecidas del Ródano, es mundialmente conocido por la canción popular francesa “
Sur le pont d'Avignon”. Antes de abandonar la zona, nos compramos un bocadillo de jamón y queso y un refresco (6,50 €) y nos lo comimos en un asiento de la Place du Palais, un marco incomparable para un almuerzo frugal.
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Catedral de Aviñón |
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El famoso Puente de Aviñón |
Como teníamos tiempo, decidimos explorar el resto del casco histórico de Aviñón. Empezamos a andar por la Rue de la République, rodeada por bonitas mansiones barrocas. Una de ellas estaba también de puertas abiertas, así que no lo dudamos y entramos a darle un vistazo. Era el Palais du Roure, la antigua residencia de una familia noble de Florencia construida en el siglo XV. En el palacio había un pequeño museo de artes populares, pero lo mas interesante es la visita a las propias estancias del palacio, adornadas con muebles de época. Luego continuamos paseando por el centro, algo muy agradable por sus bonitas casas de piedra. La verdad es que no teníamos demasiada expectativa de aquella parte de Aviñón, y quizás por eso nos gustó. Finalmente le dedicamos 4 h a la visita de Aviñón, pensando que nos podíamos haber estado un poco más si el Palacio de los Papas hubiera estado totalmente abierto. Al igual que Pont du Gard, nos pareció otra visita imprescindible.
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Paseando por el centro de Aviñón |
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Habitación del Palais du Roure |
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Aviñón |
Debían ser sobre las 19 h cuando dejamos Aviñón rumbo a la región provenzal de
Luberon, que visitaríamos al día siguiente. Fuimos directamente a nuestro alojamiento,
Mas Dansavan, una casa de huéspedes situada en medio del campo dentro del municipio de Oppède. El propietario nos estaba esperando y nos enseñó nuestra habitación, algo básica pero que cumplía perfectamente con su función. El desayuno estaba incluido y consistía en un par de pastas dulces acompañadas de mantequilla y mermeladas, algo que nos pareció un poco básico. La habitación nos salió por 94 € la noche, que puede parecer caro, pero en Luberon todos los alojamientos lo son, y este era uno de los mas asequibles.
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Nuestra habitación |
Como era tarde no nos entretuvimos mucho y nos fuimos a cenar, ya que era domingo y muchos restaurantes estaban cerrados. Fuimos al pueblo mas cercano, Coustellet, y acabamos en el único restaurante abierto,
Pain sur la Planche. Pedimos raviolis a la plancha y salmón ahumado cocinado de tres formas. Los platos estaban bien, pero no eran nada del otro mundo, nos parecieron algo pretenciosos. Quizás lo mejor era el buen vino tinto de mesa que tenían. Junto con un postre, la cena nos salió por 59,80 €, lo cual nos pareció totalmente desproporcionado por lo que habíamos cenado.
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Nuestra cena |
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