9 de diciembre de 2017 En nuestro tercer día en Angkor visitamos uno de los mas bellos y fascinantes templos, el de Banteay Srey. También descubrimos otros templos menores aunque no por ello menos interesantes, como el Banteay Samre, el Pre Rup, el Banteay Kdei y el Srah Srang. A la noche fuimos a ver un espectáculo de danza camboyana, un exótico estilo de danza similar a la balinesa pero no tan conocida.
Nuevo amanecer en la ciudad de Siem Riep y parecía que cada vez nos costaba mas levantarnos. El día anterior habíamos ido a ver el amanecer en el Angkor Wat, cosa que había hecho mella en nosotros. Desayunamos con tranquilidad y salimos del hotel mas tarde de las 8, aunque a nuestro tuktukero, Sok Mao, no le importó, era la amabilidad y la simpatía personificadas.
9 de diciembre de 2017
En nuestro tercer día en Angkor visitamos uno de los mas bellos y fascinantes templos, el de Banteay Srey. También descubrimos otros templos menores aunque no por ello menos interesantes, como el Banteay Samre, el Pre Rup, el Banteay Kdei y el Srah Srang. A la noche fuimos a ver un espectáculo de danza camboyana, un exótico estilo de danza similar a la balinesa pero no tan conocida.
Nuevo amanecer en la ciudad de Siem Riep y parecía que cada vez nos costaba mas levantarnos. El día anterior habíamos ido a ver el amanecer en el Angkor Wat, cosa que había hecho mella en nosotros. Desayunamos con tranquilidad y salimos del hotel mas tarde de las 8, aunque a nuestro tuktukero, Sok Mao, no le importó, era la amabilidad y la simpatía personificadas. Para aquel día íbamos a ver alguno de los templos de la parte mas oriental que nos habían quedado en el tintero los dos días anteriores. Pero el plato fuerte sería el Banteay Srei, un templo algo mas lejano que el resto (a 32 km al NE de la ciudad).
La primera parada que hicimos fue en el Banteay Samre, un templo de la misma época que el gran Angkor Wat (siglo XII). Estaba formado por dos recintos cuadrangulares, uno dentro del otro, en el centro de los cuales había la consabida torre simulando el monte Meru. A diferencia de otros templos, en este no llamaban la atención sus grandes proporciones o su magnificencia, sino sus pequeños detalles. Los edificios eran pequeños, pero muy ricamente decorados con toda clase de relieves maravillosos. En particular nos fijamos mucho en los dinteles, donde se mostraban diferentes escenas o personajes de la mitología hindú. Aquel fue un buen anticipo para lo que venía a continuación.
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Banteay Samre, recintos exteriores (dcha.) e interior (izq.) |
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Recinto interior del Banteay Samre, con la torre del monte Meru |
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Diferentes detalles del templo |
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Recinto interno del templo |
Nuestro siguiente objetivo iba a ser el Banteay Srey, el templo mas importante que veríamos aquel día. Teníamos que recorrer menos de 25 km, aunque en tuktuk se hicieron muy largos, y nos costó una hora buena en llegar. Banteay Srey es conocido como el “templo de las mujeres”, porque contiene unos relieves tan delicados que se pensaba que no podían haberlos hecho las manos de un hombre. A diferencia de otros templos, éste no fue encargado por un rey sino por un brahmán, un alto sacerdote hindú. A primera vista también apreciamos otro de sus elementos distintivos, su piedra, ya que fue construido en una vistosa arenisca rojiza. La puerta de acceso era toda una declaración de intenciones, con unos dinteles profusamente decorados con relieves. Al flanquearla accedimos a un pequeño patio que rodeaba otra serie de pequeños edificios, también bastante decorados.
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Entrada del Banteay Srei |
Pero lo mejor estaba por llegar, ya que éstos encerraban el verdadero tesoro de Banteay Srey, un conjunto de tres torres, un santuario y dos bibliotecas que eran simplemente maravillosas. Prácticamente cada cm2 de su superficie estaba bellamente decorada con relieves de temática vegetal y por algunas figuras mitológicas hindús. Nos quedamos extasiados al contemplar aquel espectáculo. Toda aquella magia estaba comprimida en un espacio muy reducido, así que todo lo que le faltaba de magnificencia le sobraba de belleza. Lo único malo es que estos edificios estaban vallados para que la gente no pudiera tocar y estropear sus finos relieves, cosa comprensible, pero hubiéramos dado cualquier cosa por poderlos ver mas de cerca. Aún así lo disfrutamos un montón, fijándonos en su infinidad de detalles. Tenemos que reconocer que este templo nos pilló completamente desprevenidos y nos dejó en shock (positivamente, claro). Un consejo para futuros visitantes: llevad unos prismáticos para poder disfrutar al 100 % de los relieves (vimos que había gente que los llevaba y nos pareció una idea genial).
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Bibliotecas del Banteay Srei |
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Detalles de puertas de las torres |
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Banteay Srei |
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Dinteles de algunas puertas |
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Recinto interior del templo |
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Una de las torres, llena de relieves |
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Torres del Banteay Srei (izq.) y bibliotecas (dcha.) |
La salida del yacimiento se hace por una puerta diferente que en la entrada. Al salir tomamos un sendero con un cartel que ponía “natural path” (que llevaba al parking). Éste recorría bonitas zonas naturales con algunos humedales donde había una gran cantidad de aves (con miradores desde donde observarlas). Lo mejor no fue el propio sendero, sino que éste acababa en una especie de centro de interpretación del Banteay Srei. Era la primera vez que encontrábamos un centro así en Angkor, cosa muy normal en cualquier monumento mas o menos importante en Europa. Fue el equipo de restauración francés quien lo montó, y en muy poco espacio explica de forma didáctica y sencilla la arquitectura del templo y su historia. Una de las cosas mas curiosas eran las fotografías antiguas de como encontraron los primeros arqueólogos occidentales este templo (estaba en condiciones muy lamentables), y como consiguieron reconstruirlo con la técnica de la anastilosis [https://es.wikipedia.org/wiki/Anastilosis].
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Fotos antiguas que muestran el mal estado en que encontraron el templo los primeros europeos |
A continuación subimos al tuktuk y nos encaminamos nuevamente hacia los templos mas cercanos a Siem Riep. Sok Mao nos preguntó si queríamos podíamos parar en una especie de museo sobre las minas anti-persona. Estas funestas armas son otra de las herencias de la época de los Jemeres Rojos en Camboya, ya que las sembraron por todo el país, tanto para defenderse de enemigos exteriores como interiores (evitar la emigración). Aunque gran parte del país está limpio de minas, no lo está completamente, y cada año hay víctimas. De hecho, a la entrada de algunos templos es corriente ver grupos de músicos con amputaciones debidos a ellas, que son entrenados en el arte de la música por una ONG local para ganarse unas monedas. Al final no fuimos al museo, por miedo de no tener tiempo para hacer todo lo que teníamos planeado aquel día, pero después nos arrepentimos.
Nuevamente en Angkor, el siguiente templo que vimos fue el Pre Rup, una gran mole de ladrillo muy parecido al Mebon Oriental que vimos el día anterior. Fue construido en el siglo X y era probablemente un centro de cremaciones. Estaba formado por una pirámide de varios niveles con algunos prasats en ellos. Como los templos de su época, fue construido en ladrillo y tenía decoraciones de escayola, que en su mayor parte se han perdido. Por eso siempre parece que los templos antiguos son menos decorados que los posteriores, donde la piedra usada permitió que se conservaran mejor los relieves (como en el caso de Bayon o Angkor Wat). Aún así, en el Pre Rup todavía pudimos ver algunos restos de esas decoraciones, que dejaban entrever un magnífico templo.
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Templo del Pre Rup |
Luego nos acercamos al Banteay Kdey, en cuya entrada volvimos a encontrar el rostro esculpido del rey Jayavarman VII, uno de los grandes constructores de Angkor. En su día fue un importante monasterio budista (este rey fue el primero en convertirse a la fe de Buda), aunque abundan en él todo tipo de simbología hinduista como las típicas nagas (serpientes de varias cabezas). Una vez traspasada la entrada con el rostro del rey, nos encontramos en un patio en el interior del cual estaba el monasterio propiamente dicho, pequeño y compacto, pero lleno de bellísimos relieves y de figuras de apsaras. Es otro de esos templos para fijarte en cada pared y en cada detalle. Tanto el templo como sus relieves estaban en un estado de conservación excepcional, y fue una gozada poder recorrer todo sus rincones para poder disfrutar de sus maravillosos tesoros artísticos.
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Banteay Kdey |
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Relieves de uno de los edificios |
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Recinto del monasterio |
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Diferentes detalles del templo |
Justo delante del Banteay Kdey está el Srah Srang, que no es un templo. Es un inmenso lago que estaba reservado para el disfrute del rey y su corte. Lo interesante es que en su parte occidental (donde nos encontrábamos) hay un embarcadero de piedra muy elaborado. Finas esculturas de nagas y garudas guardaban el embarcadero. En si es un lugar pequeño, que se ve enseguida, pero nos gustó darle un vistazo.
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Srah Srang |
Con esto dimos por acabada nuestra jornada en Angkor. Tuvo menos templos que otros días, ya que llegar al Banteay Srei es lento, pero es una experiencia totalmente imprescindible. Después de haber estado tres días visitando los templos de Angkor nos quedó una sensación de satisfacción. Los templos habían cumplido nuestras (altas) expectativas y los habíamos disfrutado mucho. A menudo visitar algunos lugares archiconocidos te pueden defraudar si tienes altas expectativas, y nosotros no queríamos que nos pasara. Pero pensamos que es poco posible que ello pase, ya que aunque hayas visto fotos por ahí, verlos de frente no tiene precio. Y la jornada de templos no había acabado para nosotros, para el día siguiente teníamos previsto visitar el Beng Mealea, un templo mas alejado que el propio Banteay Srei.
Sok Mao nos llevó al hotel y al llegar quiso saber qué haríamos al día siguiente (habíamos llegado al último día de nuestro “contrato”). Como hemos comentado, nuestra intención era ir a ver el Beng Mealea, un templo que está tan lejos que no veíamos factible hacerlo en tuktuk, y por eso no se lo habíamos dicho al principio. Él nos dijo que su padre tenía un coche y que nos podía llevar, así que rápidamente negociamos un precio de 60 USD para el viaje (un buen precio, ya que en el hotel era algo mas caro). Con el plan para el día siguiente resuelto, fuimos a la habitación a darnos una merecida ducha y a descansar un rato.
Antes de subir a la habitación habíamos preguntado en la recepción si conocían algún sitio donde se pudiera ver un espectáculo de danza camboyana. Habíamos leído algo de esta representación artística con muchos siglos de tradición en el país, pero quizás no es tan conocida como otras parecidas como la balinesa. Se trata de una danza de origen religioso, donde las bailarinas representan apsaras, las ninfas del cielo hindú. En principio estaba dirigida al rey, y por eso a veces se conoce como danza real clásica. A diferencia de otras, los movimientos de las bailarinas son lentos y serenos, manteniendo una gran inexpresividad en el rostro. Lo que destaca de esta danza son las increíbles torsiones que hacen con las manos, haciendo figuras que representan elementos de la naturaleza.
Los chicos de la recepción nos aconsejaron bien y nos recomendaron el
resturante Koulen II, que hacen representaciones para los comensales (a las 19:30 h), e incluso llamaron para reservarnos una mesa para las 18:30 (la idea era cenar antes). Así que cogimos un tuktuk y nos plantamos en el restaurante, que era enorme. La comida era servida en un buffet libre bastante variado y bueno: había todo tipo de entrantes fríos, ensaladas, curris, fideos, sopas, brochetas hechas al momento… Comimos un poco de todo y terminamos muy llenos. Vale la pena llegar pronto al restaurante, porque en el buffet hay mucha menos gente y es mas cómodo. El espectáculo alternaba números de danza camboyana con otras danzas mas populares y regionales, donde se ilustraban tareas típicas del campo y romances de los bailarines. La verdad es que nos gustó mucho. Hay quien pueda pensar que la danza camboyana es lenta y poco espectacular, pero esa es precisamente su característica, así que hay que saber a lo que se va. La cena también nos pareció bastante buena, aunque nuestra expectativa no era demasiado alta, básicamente estábamos allí por la danza. Al final todo nos salió por 33 USD (el buffet son 12 por persona, pero te clavan bastante por la bebida).
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Buffet con diferentes curris |
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Danzas regionales camboyanas |
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Danza real camboyana |
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Danza real camboyana (fijaos en la torsión de las manos!) |
Al salir del restaurante decidimos volver andando al hotel, ya que no era muy tarde. Pasamos por un mercado que estaban construyendo con grandes contenedores de barco, donde estaban tocando música en directo (quizás se convierta dentro de poco en el sitio turístico de moda en Siem Riep). También pasamos por el Mercado Nocturno, con unos pocos puestos de comida rápida y sobre todo muchos de ropa y souvenirs. Al pasar por delante del Kuriosity Café decidimos sentarnos a tomar unas copas, sobre todo para aprovechar su buen wifi (en el hotel no funcionaba bien). Los sofás de la terraza eran demasiado cómodos, y al final nos fuimos a dormir tarde.
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