MALDIVAS 4: tour de snorkeling y visita a Guraidhoo

11 de enero de 2017 Aquella jornada íbamos a hacer un segundo tour de snorkeling para descubrir la fauna marina de los arrecifes coralinos cercanos a Maafushi. Como parte del tour, pasamos un par de horas en la vecina isla de Guraidhoo, que enseguida se convirtió en nuestra isla habitada preferida. Aquella mañana nos despertamos sin prisa para ir a desayunar en el “buffet” de la guesthouse. Lo ponemos entre comillas porque era un buffet con solo salchichas, huevos revueltos, una especie de creps y algo parecido a coco rallado. Al cabo de los días se nos estaba haciendo muy repetitivo…
11 de enero de 2017
Aquella jornada íbamos a hacer un segundo tour de snorkeling para descubrir la fauna marina de los arrecifes coralinos cercanos a Maafushi. Como parte del tour, pasamos un par de horas en la vecina isla de Guraidhoo, que enseguida se convirtió en nuestra isla habitada preferida.
Aquella mañana nos despertamos sin prisa para ir a desayunar en el “buffet” de la guesthouse. Lo ponemos entre comillas porque era un buffet con solo salchichas, huevos revueltos, una especie de creps y algo parecido a coco rallado. Al cabo de los días se nos estaba haciendo muy repetitivo… A las 9:30 h habíamos quedado con Mohammed, el dueño de la guesthouse, para que nos llevara hacer un nuevo tour de snorkeling (el primero lo habíamos hecho un par de días atrás). El tour iba a combinar el buceo con la visita a una isla cercana, Guraidhoo, donde almorzaríamos. Al igual que la anterior excursión, nos salió por 30 USD por persona.
Enseguida embarcamos en la lancha de Mohammed con todo lo necesario y paramos para hacer el primer snorkeling. Era una zona relativamente profunda y con un fondo rocoso tapizado con un bonito arrecife de coral. A diferencia de otros sitios donde habíamos buceado, allí no había corriente, y no tenías que cansarte tanto en mantenerte en posición. Mohammed nos fue guiando por el arrecife, por el que descubrimos un sinfín de peces de colores. Llevábamos varios días buceando, pero nunca nos cansábamos, el fondo marino siempre era diferente. Antes de subir a la barca para concluir el buceo, su compañero le acercó una botella llena de pan. En cuanto la primera miga salió de la botella acudió una gran cantidad de peces a dar cuenta de ella. Enseguida nos vimos rodeados por un montón de peces que pasaban casi rozándonos. Fue una buena forma de empezar aquel tour.
Algunos de los peces de colores que vimos
Alimentando los peces
La siguiente zona a la que nos llevaron era parecida, pero con mas corriente y mas profunda. Mohammed nos dijo que allí había tiburones, así que intentaríamos verlos. Nuevamente Mohammed nos fue guiando en el arrecife, que se veía mejor conservado que el anterior aunque paradójicamente se veían menos peces. Después de nadar un buen rato pudimos ver un grupo bastante numeroso de tiburones, pero estaban lejos de nuestra posición y se alejaron progresivamente. Nos quedó el consuelo de encontrar una tortuga marina a la que estuvimos un rato acompañando. Es un animal que nunca nos cansamos de ver.
Tiburones en la distancia
¡Una tortuga!
Nadando con la tortuga
Aquí acababa de respirar
Con buen sabor de boca subimos nuevamente a la lancha y nos dirigimos hacia la isla de Guraidhoo. Mohammed amarró en una playa en la parte norte, nos dio el almuerzo de picnic y un par de horas para que exploráramos la isla. Después de almorzar rápidamente nos lanzamos a aprovechar nuestro tiempo en aquella isla. Guraidhoo es una isla habitada que está a unos 4 km al SW de Maafushi. Y la primera impresión que tuvimos de ella no podía ser mas positiva: toda la costa oriental estaba ocupada por una bonita playa de arena blanca. Como la isla está habitada, era la parte donde los locales dejaban sus barcas y se bañaban. Desgraciadamente, también era la zona donde dejaban a veces basura o restos de escombros. Aun así, aquella playa era mucho mas hermosa que las que había en Maafushi, la isla donde nos alojábamos.
Diversos lugares de la playa local de Guraidhoo
Playa local de Guraidhoo (al fondo, la isla de Kadoomaa Fushi, ocupada por un resort)
Playa de Guraidhoo
Hay que tener en cuenta que, al ser una playa local, las extranjeras no pueden bañarse en bikini. Para hacerlo tienen que ir a la bikini beach, situada en una pequeña isla al sur de Guraidhoo, conectada con ella mediante una pasarela de madera. Allí había mucha mas vegetación que en la playa local, pero su parte sur estaba destruida por el tsunami que asoló esta zona del mundo hace unos pocos años. La playa tenía mucha menos arena que la local, pero se respiraba mucha mas calma. Después de dar una vuelta por la pequeña bikini beach fuimos al pueblo de Guraidhoo, que ocupaba casi por entero el interior de la isla. Estaba compuesto por coloridas casas de una planta pintadas de vivos colores. El ambiente era muy auténtico, se notaba que allí, a diferencia de Maafushi, apenas había turistas. Los lugareños nos saludaban al pasar, cosa que nos hizo sentirnos muy a gusto.
Pueblo de Guraidhoo
Bikini Beach
Después de deambular un rato por el pueblo regresamos a la lancha donde nos esperaba Mohammed. La verdad es que Guraidhoo nos sorprendió muy gratamente por la belleza de sus playas y por la autenticidad de su pueblo, apenas contaminado por el turismo. Quizás el catálogo de actividades no es tan amplio como en Maafushi, pero hemos visto que cada vez hay mas oferta así que es una base a tener en cuenta a la hora de preparar un viaje a las Maldivas.
Tras casi 5 horas de tour regresamos a Maafushi. Nos dimos una merecida ducha y dormitamos un poco en la habitación. Después salimos a dar un paseo por la parte sur de la isla, que hasta entonces apenas habíamos visto. Allí está el único cajero automático, algo importante ya que pocas islas maldivas (aparte de la capital Malé) pueden presumir de tener uno. Después regresamos hacia el norte para buscar algún sitio para cenar. Elegimos el restaurante del Hotel Sun Tan Beach, que tenía el aliciente de poder cenar en la misma arena de la playa. Pedimos una parrillada de pescado (bastante variada, con atún, mejillones, gambas y calamares) y una de carne (con todo cortado a trozos, con lo que a veces era difícil identificar el animal de origen). Para beber pedimos un zumo de limón y una Holsten de manzana (un sucedáneo de la cerveza sin alcohol muy popular en las Maldivas). Ambos platos estaban bastante buenos y la cena nos salió por 548 rufiyaa (unos 30 €).
Cenando en Maafushi

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