10 de enero de 2017
Aquella jornada hicimos una excursión de un día en uno de los resorts que hay cerca de nuestra isla, Maafushi. Concretamente fue al Adaaran Prestige Vadoo, donde estuvimos todo el día descansando, bañándonos en su playa y haciendo snorkeling. Fue una buena experiencia para ver la otra faceta del turismo en Maldivas, la de los resorts de lujo.
Como ya explicamos en un post anterior, la forma de visitar las Maldivas cambia mucho alojándose en un resort o en una isla habitada. Nosotros habíamos escogido esta última opción, pero nos hacía gracia experimentar al menos por un día la experiencia de estar en un resort de lujo.
10 de enero de 2017
Aquella jornada hicimos una excursión de un día en uno de los resorts que hay cerca de nuestra isla, Maafushi. Concretamente fue al Adaaran Prestige Vadoo, donde estuvimos todo el día descansando, bañándonos en su playa y haciendo snorkeling. Fue una buena experiencia para ver la otra faceta del turismo en Maldivas, la de los resorts de lujo.
Como ya explicamos en un
post anterior, la forma de visitar las Maldivas cambia mucho alojándose en un resort o en una isla habitada. Nosotros habíamos escogido esta última opción, pero nos hacía gracia experimentar al menos por un día la experiencia de estar en un
resort de lujo. Por suerte, en
Maafushi todos los tour operadores ofrecen excursiones de un día a los más cercanos. Aunque hay que decir que los tours necesitan un número mínimo de gente para hacerse, y al reservar el tour a un resort concreto siempre te piden que des una segunda opción, por si acaso no se realiza finalmente. Nosotros reservamos el tour al
Adaaran Prestige Vadoo en
iCom y nos costó 100 USD por persona, incluyendo el transporte y el almuerzo allí. Puede parecer caro, pero hay que tener en cuenta que una habitación en aquel resort con pensión completa en temporada alta cuesta unos 800 € por noche.
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Descansando en el Adaaran Prestige Vadoo Resort |
El tour empezaba a las 8 de la mañana, y en la guesthouse nos permitieron desayunar antes de la hora teórica de inicio del buffet. Cuando llegó la hora nos congregamos a las puertas de iCom una veintena de personas listas para pasar todo el día en el resort. Nos distribuyeron en dos pequeños barcos y salimos puntualmente hacia el norte. El viaje duró poco, menos de media hora. Nada mas desembarcar nos ofrecieron un zumo de bienvenida y nos pusieron unas pulseras azules (después vimos que los huéspedes que hacían noche allí las tenían de otro color). Nos explicaron un poco la estructura del resort: ocupa toda una islita de 250 m de largo por tan solo 80 de ancho. Casi toda la isla tiene playa, excepto su zona sureste donde está el puerto. El centro de la isla está ocupado por jardines, algún restaurante y algún edificio con servicios. Todas las habitaciones están en las “water villas”, pequeñas cabañas que descansan sobre pilones encima del mar, que están conectadas a la isla por una larga plataforma de madera (nos dijeron que a esta zona no podíamos ir).
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Jardines del interior del resort |
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Water villas del resort |
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Playa con las tumbonas |
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Playa del resort |
Antes de despedirnos nos indicaron que el almuerzo sería a las 13 h y que podíamos estar en el resort hasta las 18:15. Eso era mucho tiempo, ya que no eran ni las 9 de la mañana. Lo primero que hicimos fue ir a hacer un reconocimiento rápido de la isla. La playa no podía ser mas idílica, con tumbonas, blanca arena fina, palmeras, aguas turquesas… A aquella hora vimos como los empleados se afanaban porque la playa estuviera en perfectas condiciones, alisando la arena y eliminando cualquier rastro de basura. Esta es una de las diferencias mas importantes con las islas habitadas, donde las playas no son tan perfectas. Bajo las palmeras había un chiringuito donde podías pedir todas las bebidas que quisieras, incluyendo alcohol (otra diferencia). En el interior de la isla había un pequeño jardín por el que pasear y una piscina impecable, a pocos metros de la playa. Tenemos que reconocer que cuando uno piensa en las Maldivas, aquel resort es la imagen que mas se ajusta.
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Playa occidental del resort, con las water villas al fondo |
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Playa del resort |
Al ser la isla tan pequeña, enseguida acabamos con el reconocimiento del terreno. Así que fuimos a la playa y buscamos una buena tumbona a la sombra donde instalarnos. Como era tan pronto por la mañana se estaba muy bien, ya que el calor no apretaba demasiado y las playas estaban casi desiertas (solo estábamos los del tour). David fue a buscar una cervecita bien fresca y un vino blanco al chiringuito, y nos lo tomamos mientras descansábamos y aprovechábamos el wifi que se cogía desde la misma playa. Después nos dimos algún baño (tanto en la playa como en la piscina) y volvimos a la tumbona a secarnos, aquel sería nuestro trabajo de un día sin prisas ni obligaciones.
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Descansando en la tumbona |
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Bañándonos en la playa |
Habíamos traído el tubo y las gafas para hacer snorkeling (aunque allí también se podían alquilar). Otra de las cosas buenas de los resorts es que se puede practicar buceo partiendo desde la misma playa, y a menudo el fondo marino está en mejores condiciones que el de las islas habitadas. Estuvimos un buen rato descubriendo todo un mundo de peces de colores, aunque gran cantidad del coral estaba muerto. Nos resulta fascinante bucear en los arrecifes, es una sorpresa nadar sin rumbo para ver que extraño pez te encontrarás a continuación o si darás con alguna tortuga.
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Haciendo snorkeling |
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Vida marina bajo las aguas del resort |
Entre tanto baño-snorkeling-tumbona se nos fue la hora de la cabeza y llegamos un poco tarde al almuerzo buffet. Era bastante variado, con cuatro tipos de ensaladas, arroces, pasta, guisos de pollo, atún o ternera, sopa de pescado… De postre había varios pasteles, fruta y flanes. En general la comida era buena, pero nada del otro mundo, nos esperábamos mas al estar en un resort de lujo. Después del almuerzo fuimos a las tumbonas, donde dormitamos un rato.
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Almuerzo buffet |
Hacia las 17 h nos dijeron que servirían café y te, así que allí estuvimos puntuales. Además también había algunos pastelillos y sándwiches de los que dimos buena cuenta. Un poco mas tarde nos anunciaron que iban a hacer “fish feeding”: desde una plataforma elevada unos empleados tiraron al mar restos de comida, congregándose una gran cantidad de peces. De hecho, las reinas fueron un grupo de mantas que estaban allí antes, debían estar saber lo que pasaba en aquella hora. También fueron a compartir el festín un grupo de peces grandes (parecían atunes) y algún tiburón.
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Rayas dispuestas a darse un festín |
A las 18:15 nos fuimos al puerto para coger el barco de vuelta. La estancia en el resort nos había gustado mucho. Como hemos repetido muchas veces, alojarse en un resort es lo que uno espera en las Maldivas: playas paradisíacas de blanca arena y aguas turquesas rodeadas de palmeras. Y en nuestro caso, al venir de una isla habitada aún disfrutamos mas de este cambio. Así que es una experiencia que recomendamos totalmente para quien se decante por alojarse en una isla habitada.
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Atardecer en el resort |
Antes de las 19 h ya estábamos de vuelta en nuestra guesthouse de Maafushi. Como en el resort habíamos comido bastante, decidimos no salir a cenar. Nos hicimos unos fideos instantáneos en la cocina de la guesthouse y cenamos en la habitación, viendo la curiosa televisión maldiva. El día siguiente nos esperaba otra nueva ración de snorkeling, junto con una visita a la que se convertiría en nuestra isla habitada preferida, Guraidhoo.
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