SRI LANKA 4: playas de Mirissa y Tangalle

23 de diciembre de 2016 Nuevo día de sol y relax en las playas de Sri Lanka. Por la mañana fuimos a disfrutar de la bonita playa de Mirissa, donde habíamos dormido la noche anterior. Al mediodía abandonamos la zona y fuimos en tuk-tuk y bus a Tangalle (haciendo escala en Matara) para disfrutar de sus playas, en especial la de Marakolliya, una de las mas espectaculares que vimos en aquel viaje. Pese a que el día anterior había sido de playa y relax, nos levantamos muy cansados. El desayuno de la Family Guesthouse de Mirissa era bastante bueno pero poco variado, a base de tostadas, mermeladas, tortilla y fruta.
23 de diciembre de 2016
Nuevo día de sol y relax en las playas de Sri Lanka. Por la mañana fuimos a disfrutar de la bonita playa de Mirissa, donde habíamos dormido la noche anterior. Al mediodía abandonamos la zona y fuimos en tuk-tuk y bus a Tangalle (haciendo escala en Matara) para disfrutar de sus playas, en especial la de Marakolliya, una de las mas espectaculares que vimos en aquel viaje.
Pese a que el día anterior había sido de playa y relax, nos levantamos muy cansados. El desayuno de la Family Guesthouse de Mirissa era bastante bueno pero poco variado, a base de tostadas, mermeladas, tortilla y fruta. Enseguida hicimos la mochila para dejársela a los propietarios de la guesthouse y nos fuimos a la playa de Mirissa, que estaba muy cerca. Empezamos a pasear por su extremo oeste, que es un paraje de una enorme belleza, rodeado de abundante vegetación y casi sin rastro de civilización. Después fuimos paseando hacia el este, donde la playa se iba ensanchando, y seguía conservando su encanto pese a la proliferación del cemento de los hoteles. En su extremo oriental encontramos una pequeña península conectada con la playa por una franja somera de arena, y desde ella disfrutamos de unas grandes vistas de toda la playa, ya que estaba un poco elevada. La playa de Mirissa nos pareció mas bonita que las dos que habíamos visto el día anterior (Hikkaduwa y Unawatuna).
Playa de Mirissa
Península con vistas a la playa
Playa de Mirissa
Tras el paseo estiramos las toallas en la arena y nos dedicamos a tomar el sol y a darnos algún bañito. El snorkeling era aceptable, ya que cerca de la península había un fondo rocoso con bastante variedad de fauna marina. En aquella playa se estaba muy bien, no había demasiada gente, lo único malo es que había relativamente pocas palmeras que dieran un poco de sombra. Tras unas 3 horas decidimos volver a nuestro alojamiento para recoger las mochilas y abandonar Mirissa.
Panorámica de la playa de Mirissa
Nuestra siguiente parada era Tangalle, otra localidad de playa situada mas al este. En la guesthouse nos habían explicado que había que coger un bus a la cercana ciudad de Matara y cambiar a otro hacia Tangalle. Así que paramos un tuk-tuk para que nos llevara a la estación de bus de Mirissa para coger el primer bus. El tuktukero nos propuso un plan diferente: llevarnos directamente a la estación de bus de Matara por 500 rupias (unos 3 €), lo cual nos pareció fenomenal, así nos ahorraríamos un bus. En unos 20 minutos nos plantamos allí, una enorme estación de autobuses caótica donde las haya y con gente por todos los lados. Vimos enseguida nuestro bus, por suerte tenía escrito “Tangalle” en alfabeto latino y no en ceilandés. El tiempo que habíamos ganado en el tuk-tuk lo perdimos de sobra allí, ya que el bus tardó casi tres cuartos de hora en salir, no sabemos porque motivo. Durante la espera subieron al bus todo tipo de vendedores exhibiendo sus mercancías, desde comida a lotería.
Dentro del bus en Matara, en el que sube el enésimo vendedor ambulante
Luego el trayecto hasta Tangalle no fue muy largo, algo mas de una hora. Lo malo de viajar en bus en Sri Lanka es que no puedes dar una cabezadita: si tienes la enorme suerte de tener asiento, la música está tan alta y el conductor reparte tantos bocinazos que es imposible. El bus nos dejó en la pequeña estación de bus de Tangalle, y fuimos caminando hasta nuestro alojamiento, Saman Guesthouse. El señor Saman no estaba, suerte que su hermano regentaba la tienda que había justo enfrente, fue él quien nos dio las llaves de nuestra habitación. Ésta era bastante grande, y justo con lo básico para pasar una noche. El desayuno estaba incluido y era algo simplón, consistía en huevos fritos, pan, fruta y mermelada. La ubicación era muy buena, cerca de la estación y muy cerca de la playa. Lo peor de todo es que para pasar el calor solo había un pequeño ventilador de pared que misteriosamente dejó de funcionar por la noche. El precio era correcto para lo que recibimos a cambio, 25 USD. Hubiéramos recomendado este alojamiento de no ser por el incidente con el ventilador, ¡el calor que pasamos lo recordamos como una de nuestras peores noches del viaje!
Nuestra habitación en Tangalle
Una vez que dejamos nuestros trastos, nuestro plan era pasear por la playa de Tangalle y por la de Marakolliya, situada a continuación un poco mas al este. Decidimos que lo mejor sería coger un transporte a Marakolliya e ir paseando hacia Tangalle, ya que haciéndolo al revés no teníamos la certeza si en Marakolliya sería fácil coger un tuk-tuk de vuelta. Y fue todo un acierto, ya que aquel lugar está muy solitario y solo hay un par de hoteles, hubiera sido casi imposible coger un tuk-tuk allí. Para ir a la playa de Marakolliya el tuk-tuk nos costó 300 rupias (unos 1,50 €), algo que nos pareció caro en un principio, pero después vimos que la distancia era larga, incluyendo algunos caminos no asfaltados. El tuktukero nos explicó que toda aquella zona estaba patas arriba desde el tsunami del 2004, muchos caminos seguían impracticables y algunos puentes no se habían reconstruido todavía.
Finalmente llegamos a la playa de Marakolliya, que enseguida nos dejó sin palabras: una gran extensión de arena, aguas turquesas, una ancha franja de palmeras… ¡y sin casi un alma! Si alguien va en busca de una playa bonita y solitaria, esta es la suya. La razón es que allí las corrientes son muy fuertes, estando prohibido el baño en casi toda la playa. Solo es posible hacerlo en alguna que otra poza cuando el lecho es rocoso y hace un poco de espigón natural. Esto también hace que la playa esté casi virgen de instalaciones hoteleras, solo hay un par de hoteles pequeños (camuflados entre las palmeras) y algún que otro chiringuito con bebidas. Todo aquello hacía de Marakolliya la playa mas bonita en la que habíamos estado sin ninguna duda.
Playa de Marakolliya
Playa de Marakolliya
No nos importó el hecho que no nos pudiéramos bañar, simplemente paseando por la playa ya disfrutamos un montón. Empezamos a caminar en dirección oeste, hacia Tangalle. Se nos hacía difícil pensar que estábamos atravesando un paraje tan bonito teniendo en cuenta que a veces nos encontrábamos absolutamente solos. Descubrir cada pequeña cala nos regalaba una estampa de postal mas. Lo único malo es que conforme nos íbamos acercando a Tangalle iba creciendo el número de hoteles y de feos espigones artificiales. Al final, tras una hora y media de paseo, llegamos a la playa de Tangalle, que nos pareció simplemente una mas. Todas las comparaciones con su vecina Marakolliya las perdía por goleada. Esta playa fue la última que visitamos en Sri Lanka, y tenemos que decir que para nosotros es la mejor de las que vimos.
Playa de Marakolliya
Playa de Marakolliya
Llegamos nuevamente a la guesthouse reventados, ¡caminar por la arena cansa mucho! Tras ducharnos y descansar un poco salimos a resolver un tema logístico del día siguiente: queríamos ir al Parque Nacional de Uda Walawe para hacer un safari y luego ir a la ciudad de Tissa, donde haríamos noche. Este plan requería un transporte privado, por lo que fuimos en busca de alguna agencia de viajes con la que pudiéramos hacerlo. Afortunadamente, cerca de nuestra guesthouse había varios negocios que tenían su sección de viajes en las que pedimos presupuesto. Desde Tangalle son muy populares los safaris a Uda Walawe, pero lo que nosotros pedíamos se apartaba un poco del paquete clásico que vendían las agencias. Los presupuestos que nos dieron fueron muy variados, ya que algunos incluían las entradas al parque y otras no (éstas valen tanto como el propio safari). Al final nos quedamos con el de una guesthouse que hacía tours: 12.000 rupias (unos 80 €), incluyendo taxi privado y safari.
Con el tema logístico solucionado, nos fuimos a buscar un sitio para cenar. Pese a lo turístico de la ciudad, no había demasiada oferta de restaurantes. Al final acabamos en el Kura Place, una terraza grande para turistas con una carta muy amplia. Decidimos pedir algo que no fuera ni arroz ni fideos, por lo que elegimos pollo y pescado a la brasa. Aunque no nos dio buena impresión a primera vista, los platos nos gustaron mucho. Junto con una cerveza y un zumo de mango, todo nos costó 2850 rupias (unos 19 €), algo caro para lo que pedimos.
Nuestra cena

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