20 de agosto de 2016
En mi último día de viaje me desplacé desde Bolonia a Parma para visitar la ciudad por la mañana, donde descubrí uno de los Duomo mas espectaculares de todo el viaje. Hacia el mediodía regresé a Bolonia, donde tenía que coger el avión con el que volví a casa por la tarde.
¡Mi último día de viaje! Cuando lo pensaba se me hacia raro, ya que me parecía que hacía poco tiempo que me había separado de Neus para continuar la ruta en solitario (fue al cuarto día, después de visitar Venecia). Le daba vueltas a eso mientras cargaba energías con el desayuno del Hotel Donatello de Bolonia. Hasta las 17:40 h no tenía que coger el avión de vuelta, así que decidí gastar el resto del día visitando una ciudad cercana, y Parma me pareció una opción perfecta. Cargué mi liviana mochila a la espalda y fui a la estación de tren de Bolonia. Cogí el regionale veloce de las 9:28 (7,35 €), que me llevaría en menos de una hora a Parma. Como esta es una línea férrea bastante importante, pasan muchos trenes así que no hay problema de frecuencias. El único inconveniente es que también pasan muchos Frecciabianca, mucho mas caros y que solo acortan 5 o 10 minutos el viaje.
Esta ciudad fue la capital del Ducado de Parma, uno de los reinos independientes que existió en el norte de Italia hasta la unificación del país. Tuvo una historia un poco convulsa, pasando de mano en mano en muchas ocasiones. El Ducado se creó en el siglo XVI, cuando el Papa coronó en el trono a la familia Farnese. La cosa fue bien hasta el siglo XVIII, cuando el último Farnese murió sin descendencia. El Ducado de Parma cayó en poder del rey Felipe V de España, ya que estaba casado con una Farnese. Años después el Ducado pasó a manos de los Habsburgo austríacos, en un “trueque” por el Reino de las Dos Sicilias. Solo fueron unos pocos años, ya que el ducado volvería a estar bajo el poder de los Borbones. Pero sus vicisitudes no acabarían aquí, ya que a principios del siglo XIX volvería a ser moneda de cambio, esta vez con Napoleón Bonaparte a cambio de la Toscana. Tras algún vaivén mas, el Ducado de Parma se unió al Reino de Italia.
Sobre las 10:30 me planté en Parma, y tras caminar menos de diez minutos llegué al centro histórico. La primera impresión que tuve de Parma no fue precisamente positiva, me pareció que sus calles no eran tan bonitas como las de sus vecinas Bolonia o Módena. Pero eso queda compensado por un par de monumentos que son absolutamente imprescindibles para cualquier viaje por la región. El primero que vi fue la Catedral de Parma o Duomo, un templo típicamente románico alzado en el siglo XII. Su exterior no me pareció gran cosa, pero todo cambió cuando entré dentro. La primera visión me sobrecogió por completo: todo el interior estaba totalmente decorado con fabulosos frescos renacentistas. Una vez recuperado del impacto inicial pude irme fijando en todas las escenas, cuya belleza se acentuaba por la iluminación mortecina del interior de la catedral. En la bóveda de la cúpula está uno de los frescos mas importantes, un fascinante trampantojo obra de Correggio, que necesitó cuatro años para finalizarlo. Estuve un buen rato dando vueltas por el interior de la catedral observando aquellos maravillosos frescos, con la seguridad que estaba visitando uno de los lugares mas bonitos de toda la Emilia-Romaña.
Duomo de Parma, imágenes de la fachada (izq.) y del interior (dcha.) |
Frescos de la cúpula de la catedral de Correggio |
Detalles de los frescos renacentistas |
Interior del Duomo |
Justo al lado del Duomo está el segundo monumento destacado de la ciudad, el Battisterio (entrada 8 €). Es de la misma época y estilo, aunque la fachada está recubierta de un bonito mármol rosa muy parecido al del Duomo de Módena. Pero el interior no podía ser mas diferente al de la vecina catedral, siendo prácticamente un museo de pintura y escultura románica. La cúpula estaba decorada con unos interesantes frescos de influencia bizantina. En los muros laterales había mas frescos románicos, pero también me parecieron interesantes las pequeñas esculturas y relieves también románicos. Pensé que la Catedral y el Baptisterio podían ser un gran ejemplo para estudiantes de historia del arte de las diferencias entre el arte renacentista del primero y el románico del segundo. La visita a ambos monumentos me encantó.
Battisterio de Parma: fachada (dcha.), frescos de la cúpula (arriba izq.) y de la nave (abajo izq.) |
Frescos y esculturas románicas del Baptisterio |
Al salir fui a dar un vistazo a otra iglesia, S. Giovanni Evangelista, que también tenía la cúpula decorada con bonitos frescos de Correggio. Después estuve paseando un poco por el centro. Al estar en Parma esperaba encontrar tiendas con su famoso queso, pero la verdad es que no vi ninguna. Como tenía tiempo me acerqué al Parco Ducale, un agradable parque ajardinado en el que caí en la cuenta que era el primer espacio verde que pisaba desde que empecé el viaje. Con aquella visita di por acabada mi andadura por Parma, que me pareció muy recomendable sobre todo por su Catedral y Baptisterio. Empleé un par de horas en visitar el centro, cosa que convierte esta ciudad en un destino combinable con otras de la zona en un mismo día.
S. Giovanni Evangelista (frescos de la cúpula de Correggio a la dcha.) |
Parco Ducale |
Me dirigí a la estación de tren y cogí el regionale veloce de las 12:56 (7,35 €) hacia Bolonia. Antes de dirigirme al aeropuerto fui a uno de los fast food que hay en los alrededores de la estación para comprar algo para comer. Me decidí por una buena focaccia de cottoletta (3,90 €) que me comí en la calle, mientras reflexionaba sobre aquel viaje. La verdad es que todo había salido muy bien y todas las ciudades de la Emilia-Romaña y del Véneto me gustaron mucho. La elección del tren como medio de transporte me pareció todo un acierto. Al principio no estaba muy seguro de ello, ya que todos los blogs que había leído sobre la región eran viajes en coche de alquiler. Pero el tren es barato y rápido, y te evita el inconveniente de tener que aparcar un coche en los atestados centros de las ciudades italianas.
¿Cómo ir de Bolonia al aeropuerto (BLQ)? En pocas ciudades me he encontrado algo mas sencillo. Hay que coger el Aerobus, una lanzadera que pasa cada 11 minutos y que conecta el aeropuerto con la ciudad en unos 20 minutos. Yo lo cogí en la parada de la estación central de Bolonia, donde el Aerobus tiene una marquesina específica con una máquina para sacar los billetes (6 € por trayecto). En lo que me pareció un momento llegamos al aeropuerto. Me dirigí directamente a la puerta de embarque, ya que no tenía que facturar equipaje. Mi vuelo de Ryanair despegó a la hora (17:40 h), poniendo fin a aquel fantástico viaje.
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