28 de marzo de 2016 En nuestro último día con el coche de alquiler visitamos dos de los yacimientos arqueológicos mas importantes de Grecia, Epidauro y Micenas, ambos Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Después abandonamos el Peloponeso y paramos a ver el canal de Corinto, una gran obra de ingeniería que permite a los barcos ahorrarse mucho tiempo de navegación. Tras descansar un poco en la ciudad turística de Loutraki, nos dirigimos al aeropuerto de Atenas, donde teníamos que devolver el coche. Por último, nos trasladamos en metro al barrio ateniense de Omonia, donde estaba nuestro alojamiento para los siguientes días.
Aquella mañana también nos costó levantarnos, las largas horas de conducción del viaje parecía que nos cansaba mas que caminar todo el día por una ciudad.
28 de marzo de 2016
En nuestro último día con el coche de alquiler visitamos dos de los yacimientos arqueológicos mas importantes de Grecia, Epidauro y Micenas, ambos Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Después abandonamos el Peloponeso y paramos a ver el canal de Corinto, una gran obra de ingeniería que permite a los barcos ahorrarse mucho tiempo de navegación. Tras descansar un poco en la ciudad turística de Loutraki, nos dirigimos al aeropuerto de Atenas, donde teníamos que devolver el coche. Por último, nos trasladamos en metro al barrio ateniense de Omonia, donde estaba nuestro alojamiento para los siguientes días.
Aquella mañana también nos costó levantarnos, las largas horas de conducción del viaje parecía que nos cansaba mas que caminar todo el día por una ciudad. Cogimos fuerzas con el buen desayuno del Hotel Agamemnon, nuestro alojamiento en Nauplia. Y enseguida pusimos rumbo hacia Epidauro (entrada, 6 €), el primer yacimiento de los dos que visitamos aquella jornada. Ésta era una de las ciudades-estado mas influyentes del Peloponeso, y fue fiel aliada de Esparta en muchas guerras. Tanto antiguamente como hoy en día, Epidauro es conocida sobre todo por su teatro y por su Santuario de Asclepio. Así que empezamos la visita al yacimiento por el primero, cuyos restos son los mas impresionantes del conjunto. Era realmente colosal, con capacidad para mas de 12.000 espectadores, y estaba muy bien conservado. Los constructores griegos aplicaron reglas matemáticas para lograr una acústica perfecta. En el teatro había muchos grupos organizados y los guías usaban esta acústica para hacer sus explicaciones desde puntos alejados de su grupo. Era realmente espectacular por su grandiosidad, seguramente es de los mas grandes que hemos visto de este tipo.
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Teatro de Epidauro |
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Vista desde las gradas superiores |
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Detalle de las gradas |
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Teatro de Epidauro |
Luego fuimos a las ruinas del Santuario de Asclepios, que empezó siendo un conjunto de templos dedicado al dios de la medicina y la curación, pero después se transformó en una especie de gran hospital. Tal era su fama que venía gente de toda Grecia en peregrinación allí para curarse. El método de curación era singular: los pacientes dormían una noche en una sala especial, donde el dios les decía en sueños lo que tenían que hacer para curarse. Luego, los sacerdotes traducían esos sueños a un tratamiento “médico” para que el paciente pudiera sanar. Desgraciadamente, hoy en día poco queda de aquel famoso santuario. Nuestra vista solo alcanzaba a ver algunos cimientos y unos pocos muros todavía en pie. Algunos de los edificios se estaban empezando a reconstruir parcialmente, cosa que ayudaba a hacerte una idea de cómo debió ser en la antigüedad. Pero al lado del formidable teatro, aquellas ruinas nos parecieron prescindibles. ¡Aunque su historia es fascinante!
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Aspecto de las ruinas de Asclepios, con un templo en reconstrucción |
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Templo de Asclepios |
Por último, ya que la entrada también incluía el Museo de Epidauro, fuimos a darle un vistazo. Es muy pequeño y contiene algunas piezas recuperadas de las ruinas del yacimiento. Lo que mas nos interesó fue un gran fragmento del propileo (puerta de entrada) del Templo de Asclepio, así como utensilios médicos de bronce. En total empleamos algo mas de una hora en verlo todo (teatro, santuario y museo). El teatro es impresionante, pero se ve rápido, y las ruinas del santuario ya os hemos contado cómo están. En nuestra opinión, Epidauro es una visita recomendable, aunque no nos atreveríamos a decir imprescindible en un viaje a Grecia.
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Propileo del santuario (dcha.) en el Museo de Epidauro |
Volvimos al coche y condujimos hasta nuestra siguiente visita, Micenas (entrada, 8 €). Aunque a simple vista no lo pueda parecer, este yacimiento es totalmente diferente a todos los que habíamos visto hasta entonces. Y es que Micenas fue la cuna de una civilización mucho anterior a la Grecia clásica, la micénica, que se desarrolló entre los siglos XVII a XII a. C. (unos 700 años antes de la construcción del Partenón, para hacerse una idea). Es una civilización todavía hoy desconocida, pero constituyó la primera con una verdadera organización en la Grecia continental. En sus ciudades se construyeron poderosas fortalezas y fastuosos palacios, habían desarrollado su propia escritura y su comercio se expandió por todo el Mediterráneo. Pero sin que se sepa todavía muy bien porque, la civilización micénica entró en declive y desapareció, quedando sus construcciones olvidadas. No fue hasta el siglo XIX en que sus ruinas fueron redescubiertas y sus tesoros desenterrados.
Empezamos la visita a
Micenas por su
ciudadela, y en su entrada encontramos uno de sus elementos mas famosos, la
Puerta de las Leonas. Se llama así por las figuras de estos dos animales que hay esculpidos en su parte superior. Era uno de los pocos puntos de entrada a la ciudadela, protegida por una fenomenal muralla hecho de unos bloques de piedra gigantescos (su enorme tamaño los ha protegido del paso del tiempo y los pillajes). Justo al traspasar nos encontramos unos enigmáticos fosos circulares que eran en realidad
tumbas reales, donde estaban enterrados los regentes mas importantes de la ciudad (en ellas se encontró la famosa
máscara de Agamenón, que vimos en Atenas dos días después). El yacimiento se expandía colina arriba, donde estaba el
palacio real, del que queda poco y poco se puede ver (el sendero para turistas se aleja de él ocultándolo casi totalmente a la vista). Después de dejar atrás el palacio llegamos a la parte posterior de la ciudadela, donde había una enorme
cisterna para proveer de agua a la ciudad en caso de asedio. La ciudadela de Micenas nos resultó fascinante por su curiosa arquitectura e historia.
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Colina donde se eleva Micenas |
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Detalle de la Puerta de las Leonas |
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Corredor que rodeaba las tumbas reales |
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Tumbas reales |
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Cisterna de la ciudadela |
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Puerta de las Leonas |
Al salir de la ciudadela fuimos a la Tumba de Clitemnestra, muy parecida a la que veríamos después que es mas importante. Luego nos acercamos al Museo de Micenas, donde se conservan algunas piezas encontradas allí, aunque las mas importantes están en el Museo Arqueológico de Atenas. El museo en si es pequeño, y sobre todo exhibe pequeñas piezas de cerámica y alfarería. Lo que mas nos gustó fueron unos cuantos frescos recuperados del palacio real de la ciudadela, una pequeña muestra de la decoración que debió tener.
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Frescos del palacio real en el Museo de Micenas |
Al salir del museo vimos que eran casi las 15 h, la hora a la que cerraba el yacimiento, y nos quedaba por ver aún la tumba mas importante que estaba a unos 300 m carretera abajo. Cogimos el coche y fuimos raudos, siendo uno de los últimos visitantes en entrar. Es lo que se conoce como el Tesoro de Atreo, la tumba de un gran rey micénico en el apogeo de esta civilización. Se accede a ella por un largo corredor que parece que se introduce dentro de la montaña. Al final se entra a una enorme bóveda de piedra realmente espectacular. Parece mentira que hace tanto tiempo pudieran construir algo de tanta complejidad. Con esto dimos por acabada nuestra visita a las ruinas de Micenas, que tardamos un par de horas en ver. Nos gustó mucho al ser diferentes de las de la Grecia clásica, además de por su fascinante historia.
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Tesoro de Atreo |
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Interior de la tumba |
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Entrada del tesoro de Atreo |
Por aquella zona existen
otros yacimientos, como
Nemea,
Corinto y
Tirinto (micénico), pero como todos ellos cierran a las 15 h, decidimos ver con tranquilidad los mas importantes, Micenas y Epidauro, que no intentar ver muchos y deprisa. Si queréis ver mas yacimientos en un solo día, los chicos de
Edu y Eri viajes lograron visitar un par mas que nosotros, podéis dar un vistazo a su blog para coger ideas.
Tras abandonar Micenas decidimos ir a ver un lugar que no está sujeto a ningún horario, el Canal de Corinto. Es un canal navegable que comunica los mares Egeo y Jónico, y ahorra a los barcos tener que rodear toda la península del Peloponeso. De hecho, la idea de construir un canal la tuvieron los romanos, pero no lograron culminar la obra y se conformaron con hacer un camino por tierra para transportar las embarcaciones mas pequeñas con la ayuda de animales. No fue hasta el siglo XIX en que el canal se hizo realidad. Para poder verlo hay que salir de la autopista en la salida de Loutraki; la carretera que lleva a esa localidad atraviesa el canal mediante un puente con una práctica pasarela peatonal donde contemplarlo con tranquilidad. Y la verdad es que impresiona, el canal se aparece como una profundísima trinchera en medio de la tierra. Sobre todo te das cuenta de sus proporciones al ver barcos pasar por él, parecen de juguete. No está mal parar para darle un vistazo.
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Canal de Corinto |
Como todavía no habíamos parado para comer continuamos por la carretera hasta
Loutraki, una ciudad muy turística en verano gracias a su gran playa de arena. Paseamos un poco por su paseo marítimo, pero en esa época parecía un lugar soñoliento, sin vida. Decidimos comer algo en
Di Giorgio, un restaurante a orillas del mismo paseo marítimo. Pedimos unas bebidas calientes y unos
loukomades, unos dulces muy típicos en Grecia hechos a base de pan frito. Allí nos lo sirvieron con chocolate y nos parecieron muy buenos, les sentaron de fábula a nuestros pobres estómagos. La cuenta subió a 8,60 €.
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Loutraki |
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Nuestros loukomades bañados en chocolate |
Aunque era pronto decidimos ir tirando a
Atenas, ya que teníamos que devolver el coche en el
aeropuerto y luego ir en transporte público al centro. Llegamos sin problemas sobre las 19 h y devolvimos el coche sin contratiempo alguno. Para ir al centro de Atenas lo mejor es el “
Metro”. Como su frecuencia de paso es cada 30 minutos se puede considerar mas bien un tren que cuando llega a Atenas circula por vías de metro. El billete vale 10 € y en unos 40 minutos llegamos a la parada de metro de Syntagma, en la que hicimos transbordo para finalmente bajar en Omonia. Subir a la superficie fue al principio un shock, ya que la zona al sur de
Omonia es un barrio un poco degradado: comercios cerrados, pintadas por doquier, ni un alma por la calle, suciedad... Apretamos el paso y llegamos en un momento a nuestro alojamiento, el
Economy Hotel. Como dice su nombre, lo elegimos básicamente por su precio (48 € por noche con desayuno) y por su cercanía al centro (menos de 10 minutos caminando a Monastiraki y Plaka y a 20 de la Acrópolis). El personal de recepción era muy simpático, y nos dio algunos consejos útiles para visitar la ciudad al día siguiente. Nuestra habitación era amplia, sencilla y limpia, y cumplía con nuestras necesidades básicas. El desayuno es un poco pobre y poco variado, aunque por lo que pagamos poco se puede pedir. Lo peor de todo es que la zona donde está ubicado está muy degradada, parece el Bronx ateniense. Por la noche da un poco de miedo caminar por sus calles, aunque en realidad no había inseguridad.
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Nuestra habitación en el Hotel Economy |
Después de asearnos y descansar, salimos a cenar. Como no nos apetecía vagar en busca de restaurante por aquellas tenebrosas calles, antes de salir miramos por internet los mejor puntuados de la zona en
Tripadvisor. Al final escogimos la
Klimataria Taverna, un restaurante emplazado en una bodega de vino relativamente cerca del hotel. El ambiente del restaurante era muy rustico, con largas mesas y botas de vino que parecían en uso. Como no podía ser de otra forma, pedimos para beber vino tinto de la bodega, el mejor de los pocos que probamos en Grecia. Nos regalaron un plato de tzatziki muy especiado y bueno, para ir haciendo boca. De plato principal pedimos salchichas griegas y karniyeri (una especie de moussaka, con una capa adicional de patata). Estaba todo muy bueno, sobre todo el karniyeri, de lo mejor que habíamos comido en aquel viaje. La cena nos salió por 19,60 €, un buen precio. De forma que nos pareció un sitio muy recomendable.
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Nuestra cena en Klimataria Taverna |
Muchas gracias por toda la información! Aunque no es para mi estoy organizando un viaje para unos amigos y me viene muy bien la información. Gracias!
ResponderEliminarOk, gracias a vosotros por leernos. Si tenéis alguna duda, ya sabéis donde estamos ;)
EliminarSaludos