CHINA 21: viaje de Yangshuo a Hong Kong

27 de septiembre de 2015 Aquel fue un día de viaje, para desplazarnos desde Yangshuo a Hong Kong. Usamos una gran variedad de transportes públicos: bus a Guilin, tren rápido a Shenzhen, metro hasta la frontera de Hong Kong y tren urbano hasta el centro de Hong Kong, Kowloon. Al final todo fue bien y llegamos a la última etapa de nuestro viaje sin problemas. Aquella mañana nos levantamos sin prisas, teníamos por delante un día entero de transportes para llegar a Hong Kong, la última etapa en nuestro viaje, ya que desde allí saldría nuestro vuelo de regreso a casa al cabo de unos días.
27 de septiembre de 2015
Aquel fue un día de viaje, para desplazarnos desde Yangshuo a Hong Kong. Usamos una gran variedad de transportes públicos: bus a Guilin, tren rápido a Shenzhen, metro hasta la frontera de Hong Kong y tren urbano hasta el centro de Hong Kong, Kowloon. Al final todo fue bien y llegamos a la última etapa de nuestro viaje sin problemas.
Aquella mañana nos levantamos sin prisas, teníamos por delante un día entero de transportes para llegar a Hong Kong, la última etapa en nuestro viaje, ya que desde allí saldría nuestro vuelo de regreso a casa al cabo de unos días. Solo teníamos cierta prisa para coger un tren rápido desde Guilin, pero este no salía hasta las 11:15 h. Y desde Yangshuo solo se tardaba en bus alrededor de una hora en llegar allí, así que salimos del hotel a las 8:30, con tiempo de sobra (en principio...). El bus de Yangshuo a Guilin sale de la estación de bus del norte, y para llegar cogimos un taxi (20 yuans, menos de 3 €). Al llegar tuvimos suerte de enganchar un bus a Guilin que estaba a punto de salir, así que nos pusimos en camino rápidamente (20 yuans por persona).
Iba a ser un trayecto placentero, de no ser porque se nos ocurrió mirar los billetes de tren. Vimos que nuestro tren rápido salía de Guilin Bei, una estación diferente a la estación central a la que habíamos llegado a Guilin días atrás. Esta última estación esta justo al lado de la estación de buses, con lo que se hubiera podido apurar mas el tiempo. Pero en nuestra app de mapas vimos que la estación de Guilin Bei estaba... ¡en la otra punta de la ciudad! Empezamos a pensar que habíamos salido demasiado justos, ya que sabíamos que el tráfico en Guilin era tremendo y que nos costaría lo suyo en llegar a la dichosa estación. Al cabo de una hora vimos con el gps que ya estábamos en las afueras de Guilin, todavía no eran las 10. Pero entonces el tráfico se empezó a complicar, llenándose todo de coches y de gente por todas partes. En varias zonas había mercados semanales que nos costó dios y ayuda de atravesar. Nuestra preocupación era relativa, ya que los billetes de los trenes de alta velocidad chinos se pueden cambiar sin coste si los pierdes. Pero no nos queríamos ver en esa situación si era posible, comunicarse con los chinos podía ser complicado. Eran las 10:15 h (a solo una hora de la salida del tren) cuando llegamos cerca de la estación de buses, y como estábamos en un mega-atasco de tráfico, bajamos con nuestras mochilas y buscamos un taxi para ir a la estación de Guilin Bei. Tardamos un par de tensos minutos en encontrar alguno que no nos quisiera timar en la tarifa, y al final conseguimos uno por 40 yuans (seguramente sería el doble del precio normal, pero el tiempo apremiaba). La estación estaba a mas de 10 km de distancia, en medio de una zona nueva de la ciudad, por la que el taxi tuvo que hacer mil y un desvíos por las obras. Finalmente llegamos a tiempo a la estación, nos habían sobrado algo menos de 20 minutos. ¡Que descanso!
Embarcando en el tren en Guilin Bei
A las 11:15 h partió el tren rápido de Guilin con destino a Shenzhen, la puerta de entrada de Hong Kong desde la China continental. Los billetes los teníamos comprados antes de viajar a China y nos habían costado 212 yuans cada uno (casi 30 €). Teníamos por delante unas 3 horas de viaje, pero menos mal que los trenes chinos son bastante cómodos. Lo malo es que a menudo ponen el aire acondicionado a tope y puedes llegar a pasar bastante frío. Aprovechamos para comer unos cacahuetes y galletas para llenar algo el estómago. Llegamos puntualmente a Shenzhen Bei, una moderna estación donde además confluían un par de líneas de metro de la ciudad. Una de ellas, la línea 4 o Longhua, lleva al Futian Checkpoint, uno de los pasos fronterizos entre China y Hong Kong. Nos parecía curioso que un metro te llevara a la frontera de un país. De hecho, no dejaba de ser China, pero Hong Kong tiene un status especial, ya que por ejemplo tiene su propia política fronteriza o su propia moneda. En una máquina del metro de Shenzhen compramos los billetes (4 yuans), que eran una especie de monedas de plástico que después había que insertar en los tornos. Tardamos unos 20 minutos en llegar al Futian Checkpoint.
En el tren rápido de Guilin a Shenzhen
Moderno metro de Shenzhen
Desde la misma estación de metro de Futian Chekpoint, unos pasadizos te llevaban hasta la misma frontera con Hong Kong. Primero hicimos los trámites de salida de China, que fueron lentos debido a las largas colas. Después atravesamos una pasarela suspendida encima del río por donde pasaba la frontera: a la derecha, los altos edificios de cemento de Shenzhen (China) y a la izquierda, una gran extensión de cultivos de Hong Kong. Al final de la pasarela estaba la oficina de inmigración de Hong Kong. Los trámites fueron rápidos y sencillos, ya que no hacía falta pedir un visado especial.
Río que hace de frontera entre Hong Kong y China (Shenzhen)
¡Llegamos a Hong Kong!
Lo primero que hicimos en Hong Kong fue solucionar un par de aspectos prácticos. Como hemos explicado antes, tienen una moneda propia, el dólar de Hong Kong (abreviado HKD). En una de las primeras casas de cambio vimos que ofrecían un cambio que no estaban mal (7.9 HKD por 1 €, cuando lo oficial era 8.6), así que cambiamos todos nuestros yuans a HKD. Nos sorprendieron los coloridos y alegres billetes de HKD, que contrastaban con los austeros yuans con la cara omnipresente de Mao que habíamos usado hasta entonces. El otro aspecto a solucionar era el tema del transporte: decidimos comprar una octopus card para cada uno, la tarjeta recargable para usar en todos los transportes de la ciudad. El precio del transporte es algo mas barato con esta tarjeta (al cambio es muy poco), pero la principal razón para adquirirla es la comodidad de no tener que comprar billetes cada vez. La tarjeta vale 50 HKD (unos 6 €), que son un depósito que te devuelven al retornarla, mas lo que quieras recargar. La primera estación del tren-metro de Hong Kong, Lok Ma Chau, está nada mas cruzar la frontera, por lo que resulta muy cómodo. Y allí es donde tuvimos la oportunidad de estrenar nuestra octopus card para ir al centro (39 HKD, 4,50 €). En el tren nos dedicamos a observar la gente, ya que nos habíamos preguntado si los de Hong Kong eran diferentes a los de China. Físicamente no nos atreveríamos a decirlo, pero en cuanto a carácter sí: en el vagón reinaba un silencio casi sepulcral, cosa impensable en un tren chino.
Tren de Hong Kong
Tras hacer un transbordo llegamos a Tsim Sha Tsui, el corazón de Kowloon. Esta es la parte de Hong Kong unida al continente, y habíamos decidido alojarnos en aquella zona (y no en la Isla de Hong Kong) porque tenía mejores comunicaciones. Tsim Sha Tsui es muy céntrico, pero también una de las zonas mas caras de la ciudad. La gente como nosotros que busca alojamiento barato y céntrico tiene dos referentes allí, dos enormes edificios de apartamentos llenos de casas de huéspedes económicas, la Mirador Mansion y la Chungking Mansion. La nuestra estaba en el primero, y era la Pearl Guesthouse. Al llegar encontramos la propietaria, una señora muy amable que durante toda nuestra estancia se desvivió por que estuviéramos bien. Ya lo sabíamos, pero nuestra habitación era realmente pequeña: la cama ocupaba casi toda la habitación, y al dormir tocábamos con los pies en la pared (y eso que no somos altos). Menos mal que debajo de la cama había un enorme hueco para dejar las mochilas. Al menos tenía ventana al exterior, cosa que no podían decir otras habitaciones de la pensión. No podíamos pedir mucho mas por estar en el centro de Kowloon por 312 HKD por noche (36 €), teniendo en cuenta que Hong Kong es mucho mas cara que China.
El lavabo, casi tan grande como la habitación
Nuestra habitación. Ya se ve lo pequeña que es...
Después de descansar un poco salimos a dar una vuelta por la ciudad. Aunque era temprano decidimos ir a cenar, ya que con el trajín de tanto transporte no habíamos comido mucho. La zona de Tsim Sha Tsui es buena para alojarse, pero nos dio la sensación que no lo es tanto para cenar, ya que no había apenas restaurantes de precio medio. Al final acabamos en el Hing Fat, un restaurante sencillo que parecía tener éxito entre los locales. Pedimos un plato de cochinillo (la especialidad local) y de pollo agridulce, acompañado de sendos boles de arroz hervido, un te helado y una cerveza. Toda la comida nos pareció muy buena, aunque nos salió bastante cara, 477 HKD (unos 55 €), ya que el cochinillo es uno de los platos mas caros (200 HKD).
Cenando en el Hing Fat
Para bajar la comida, fuimos caminando hacia la Avenue of Stars, un paseo que sigue la costa de Kowloon con unas vistas sensacionales de la Isla de Hong Kong. Llegamos a las 20 h y justo había empezado un espectáculo de luz y música que tiene lugar en la bahía todas las noches (en la Lonely decía que era a las 20:20 h). El espectáculo en si es bastante decepcionante, consiste en unos pocos láseres instalados en algunos rascacielos de la isla de Hong Kong, que se van moviendo al son de la música. Sí que nos gustó la panorámica que había desde la Avenue of Stars: ante nosotros se extendía el gran muro de rascacielos de la vecina isla de Hong Kong, todos iluminados con luces de diferentes colores. Contemplando aquella estampa nos dimos cuenta que aquel genial viaje por China se estaba acabando. Hong Kong representaba una especie de meta en una carrera, que había empezado hacía justo tres semanas antes en Pekín. Pero todavía nos faltaban tres días que íbamos a aprovechar al máximo.
Durante el espectáculo de luz y música (la iluminación de los edificios es la normal)
Vistas de la Isla de Hong Kong desde la Avenue of Stars

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