9 de septiembre de 2015
El plato fuerte de aquel día iba a ser el Palacio de Verano, el lugar de reposo de los emperadores chinos. Allí pasamos la mitad del día, y el resto de la jornada visitamos la Torre del Tambor y de la Campana y paseamos por la animada zona de Shichahai y sus lagos.
La gran caminata del día anterior nos había dejado baldados y aquella mañana nos costó levantarnos. Después de desayunar algo en la habitación salimos hacia el gran objetivo del día, el Palacio de Verano. Este era el lugar de descanso de los emperadores de la dinastía Qing (siglo XVIII), con un agradable lago, fragantes jardines y lujosas estancias
9 de septiembre de 2015
El plato fuerte de aquel día iba a ser el Palacio de Verano, el lugar de reposo de los emperadores chinos. Allí pasamos la mitad del día, y el resto de la jornada visitamos la Torre del Tambor y de la Campana y paseamos por la animada zona de Shichahai y sus lagos.
La gran caminata del día anterior nos había dejado baldados y aquella mañana nos costó levantarnos. Después de desayunar algo en la habitación salimos hacia el gran objetivo del día, el
Palacio de Verano. Este era el lugar de descanso de los emperadores de la dinastía Qing (siglo XVIII), con un agradable lago, fragantes jardines y lujosas estancias. Está situado un poco lejos del centro de Pekín, a una hora en metro. Después de las multitudes del día anterior durante la visita a la Ciudad Prohibida, nos extrañamos de no ver ni un alma por la calle al bajar en la estación de Xiyuan. No fue hasta acercarnos a las taquillas que empezamos a ver grandes grupos organizados de turistas chinos que llegaban en bus. Allí nos decantamos por comprar la
entrada completa al recinto (60 yuans, unos 8 €). Lo primero que vimos fue la
Sala de la Benevolencia y la Longevidad, el lugar de las audiencias públicas del emperador. Como en el caso de la Ciudad Prohibida, parecía que allí todos los edificios tenían nombres muy pomposos y poéticos. El pequeño edificio se veía muy restaurado, ya que todo el lugar quedó arrasado a finales del siglo XVIII. Después fuimos a la
Galería Wenchang, cuyo acceso estaba incluido en la entrada completa. Es un museo que alberga centenares de antigüedades que habían coleccionados los emperadores: joyas, artesanías, muebles, libros, cerámica... Lo mejor es que había objetos pertenecientes a dinastías chinas mucho mas antiguas que los Qing. Fue interesante, una pequeña lección de historia china contada a través de los mas diversos objetos.
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Cerámica antigua en la Galería Wenchang |
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Sala de la Benevolencia y la Longevidad |
Después fuimos a las orillas del lago Kunming, la zona más bonita del Palacio de Verano. A sus orillas hay pequeños templos y pagodas, paseos arbolados y muelles para alquilar barcas. El entorno era espectacular, lástima que el día estaba tapado y brumoso. La verdad es que pasear a orillas del lago nos pareció una de las mejores cosas para hacer allí. Luego nos dimos una vuelta por la Sala de la Felicidad y la Longevidad, que eran los aposentos de la emperatriz Cixi, uno de los últimos regentes de China y una de las pocas mujeres que logró reinar el imperio durante toda su historia. Los distintos edificios eran bonitos e interesantes y se veían menos restaurados que los que habíamos visto antes, lo malo es que tenías que mirar dentro de las dependencias a través de sucios cristales y costaba ver algo.
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Orillas del lago Kunming |
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Al fondo, la Puerta Este |
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Sala de la Felicidad y la Longevidad |
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Interior de un aposento de la emperatriz Cixi |
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Lago Kunming. Al fondo, la pagoda del Pavellón de la Fragancia de Buda |
Una de las cosas que mas nos gustó de allí fue el
Gran Corredor (Chanlang), un largo pasillo cubierto de madera adornado con bellas pinturas. Nos pareció muy auténtico, con la madera y la pintura desgastadas por el paso del tiempo, y disfrutamos con sus bonitas escenas que contaban diferentes capítulos de la historia china o de leyendas populares. En un quiosco cercano compramos dos brochetas de salchicha (10 yuans) para matar el hambre y sentarnos a disfrutar de aquel sitio tan especial. Al rato se nos acercó una familia china que se quería hacer una foto con nosotros; fue muy gracioso, porque se les veía super ilusionados de poderse retratar con unos occidentales, debía ser gente de provincias que no están acostumbrados a ver gente como nosotros.
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Decoración del Gran Corredor |
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Disfrutando del Gran Corredor |
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Detalle de pinturas y decoraciones |
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Gran Corredor |
A continuación fuimos hacia la Colina de la Longevidad, con uno de los conjuntos históricos mas importantes del Palacio de Verano. Para subir a la cima hay que entrar en la Sala de la Nube que se Desvanece, un nombre muy poético para designar un conjunto de edificios usado por la emperatriz Cixi para las ceremonias públicas. La zona visitable era pequeña y enseguida subimos los escalones que se dirigían hacia la cima, donde se encuentra el Pabellón de la Fragancia de Buda, el lugar mas santo del complejo. Es una gran pagoda que se ve desde casi todo el Palacio de Verano, formando una de las estampas más típicas. Desde su mirador hay fantásticas vistas del lago Kunming, fue una lástima tener un día con tan mala visibilidad. Casi escondido detrás de la pagoda, montaña arriba, hay un pequeño templo, la Sala del Mar de Sabiduría, con una fachada de azulejos con miles de budas, y con un gran buda dentro de una pequeña capilla. Todos aquellos edificios nos resultaron muy interesantes; junto con el Gran Corredor, es lo mejor del Palacio de Verano.
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Entrada a la Sala de la Nube que se Desvanece |
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Sala de la Nube que se Desvanece |
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Vista del Lago Kunming desde la pagoda |
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Pagoda del Pabellón de la Fragancia de Buda |
Bajamos de la colina hasta volver nuevamente al lago para ver el Barco de Mármol, usado por la emperatriz Cixi para celebrar fiestas. Desde allí salen los ferries para ir a diferentes puntos del lago, aunque son bastante caros (60 yuans hasta el Puente de los Diecisiete Arcos). Nosotros, para finalizar la visita fuimos a un curioso lugar, la calle Suzhou (acceso incluido en la entrada completa). Es la recreación de una calle comercial de la antigua China. Allí, los emperadores podían hacer que compraban en sus tiendas, que estaban atendidas por miembros de su corte que hacían de actores. Así, los emperadores podían experimentar algo de tener una “vida normal”. El lugar es pintoresco, con bonitos edificios tradicionales chinos construidos entorno de un canal. Hoy en día, las casas están ocupadas por tiendas de artesanos y de souvenirs que habían tenido la gracia de mimetizarse con el entorno.
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Barco de Mármol |
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Calle Suzhou |
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Calle Suzhou |
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Calle Suzhou |
Con esto dimos por concluida la vista al
Palacio de Verano, habíamos dedicado unas 3 horas y media. Nos faltó ver alguna cosa lejana, principalmente la Isla del Lago Sur, pero nos pareció que con ese tiempo invertido habíamos hecho una visita completa. En general el sitio nos gustó, aunque en algún momento los palacios nos parecieron similares a los de la Ciudad Prohibida que habíamos visto el
día anterior. Seguramente si el día hubiera sido mas radiante lo hubiéramos disfrutado mas.
Al salir cogimos el metro y volvimos hacia al centro hasta la parada de Shichahai, cuyo barrio nos había quedado en el tintero el primer día de Pekín. Primero fuimos rápidamente hacia la Torre del Tambor y de la Campana, que cerrarían sus puertas al cabo de poco (entrada conjunta 30 yuans). En primer lugar subimos a la Torre de la Campana (Zhonglou), una robusta construcción que, al igual que la del Tambor, tenía como función marcar las horas. Arriba solo se puede ver la gran campana de metal y una vista de los hutongs de los alrededores que no vale mucho la pena. Después subimos a la Torre del Tambor (Gulou) donde, como dice su nombre, hay una serie de tambores con los que se tocaban las horas. Varias horas al día hacen una demostración de cómo tocaban los tambores, así que decidimos esperar a la siguiente función, la de las 16:45 h. Ésta duró poco, unos 5 minutos, pero estuvo muy bien, ya que pudimos ver la amplia gama de sonidos que se pueden producir con un tambor.
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Torre de la Campana |
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Vista de los hutongs desde la Torre de la Campana |
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Torre del Tambor |
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Demostración con los tambores |
Luego fuimos a dar una vuelta por el barrio de Shichahai, algo que al principio no teníamos previsto pero que al final fue un acierto. Se trata de un barrio muy animado, con muchos hutongs y calles comerciales que giran entorno de dos grandes lagos, el Houhai y el Qianhai. Empezamos paseando por la calle peatonal Yandai, muy agradable, con pequeños comercios y rodeada de casas perfectamente restauradas. Llegamos hasta el puente Yinding, que separa los dos lagos y que estaba a tope de gente paseando. Después caminamos un poco por la orilla occidental del lago Qianhai, que estaba lleno de bares que ofrecían música en directo, aunque a veces sus cantantes dejaban mucho que desear. Alejándose del lago había un barrio de hutongs, y muchos conductores de rickshaws se ofrecían para dar una vuelta por ellos. Fuimos a dar un vistazo a pie pero lo poco que vimos nos dejó indiferentes.
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Calle Yandai, Shichahai |
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Lago Qianhai |
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Calle comercial de Yandai |
Aunque solo eran las 7 de la tarde, decidimos buscar algún sitio para cenar. Aquella noche queríamos probar uno de los platos más típicos de la cocina de Pekín, el
pato laqueado a la pequinesa. Se prepara friendo un pato entero eviscerado y recubriéndolo de melaza; se sirve acompañado de cebollas chinas, una salsa de judías dulces y unas tortas con las que se hacen pequeñas crepes con todo el conjunto. De entre los diversos restaurantes que había por allí con este plato, elegimos el
Kao Rou Ji, uno de los mas conocidos. Además del pato laqueado, pedimos un plato pequeño de pato rebozado con sésamo. Ambos platos estaban deliciosos y salimos de allí casi empachados de pato. Junto con una cerveza y un agua, la cena nos costó 193 yuans (27,50 €), que puede parecer caro, pero el pato laqueado normalmente ya lo es (138 yuans). Salimos muy satisfechos de la cena, el restaurante nos pareció un buen lugar para degustar este plato tan típico.
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Pato rebozado con sésamo |
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"Equipo completo" del pato laqueado a la pequinesa |
Para bajar un poco la cena, fuimos a pasear nuevamente por la zona del lago Qianhai, pero los bares no estaban muy animados, quizás debían llenarse mas tarde o los fines de semana. Recorrimos toda la orilla del lago hacia al sur hasta la parada de Beihai North, donde cogimos el metro para volver al hostel. El día siguiente nos esperaba una jornada muy especial, iríamos a ver la Gran Muralla China.
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Bar musical en Shichahai |
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