23 de octubre de 2014 En mi segundo día en Florencia exploré sobre todo la zona norte del casco histórico. Empecé dando una vuelta por los puestos del Mercato Centrale y visitando la basílica de San Lorenzo y sus Capillas Mediceas. Luego fui uno de los lugares mas fascinantes de la ciudad, el Duomo, donde subí hasta la cima de la cúpula de Brunelleschi y del Campanile. El resto del día lo dediqué a admirar los tesoros artísticos de la galería de los Uffizi.
Tuve la “esperanza” de que el desayuno del Hotel Esperanza fuera decente, pero no fue así; solo eran un par de piezas de bollería industrial (contadas). En su favor tengo que decir que hacían café expreso de máquina muy bueno, nada del aguachirri que sirven en la mayoría de hoteles. Enseguida me puse en marcha, tenía un largo día por delante.
23 de octubre de 2014
En mi segundo día en Florencia exploré sobre todo la zona norte del casco histórico. Empecé dando una vuelta por los puestos del Mercato Centrale y visitando la basílica de San Lorenzo y sus Capillas Mediceas. Luego fui uno de los lugares mas fascinantes de la ciudad, el Duomo, donde subí hasta la cima de la cúpula de Brunelleschi y del Campanile. El resto del día lo dediqué a admirar los tesoros artísticos de la Galería de los Uffizi.
Tuve la “esperanza” de que el desayuno del Hotel Esperanza fuera decente, pero no fue así; solo eran un par de piezas de bollería industrial (contadas). En su favor tengo que decir que hacían café expreso de máquina muy bueno, nada del aguachirri que sirven en la mayoría de hoteles. Enseguida me puse en marcha, tenía un largo día por delante. Fui paseando hasta el Mercato Centrale, el principal mercado de la ciudad. Las calles que lo rodeaban estaban ocupadas por puestos de mercadillo, principalmente de calzado, bolsos y ropa. Dentro del propio mercado estaban los puestos de comida. Pensaba que me encontraría con un mercado típico del sur de Europa, caótico y bullicioso, pero era todo lo contrario. Apenas había compradores y todos los puestos estaban muy bien colocados. Pasé un rato dando una vuelta por el mercado, sobre todo fijándome en los productos típicos italianos, como quesos, pasta fresca o embutidos. Algunas paradas vendían estos productos en prácticos envases dirigidos a los turistas, si me hubiera pillado al final del día seguramente hubiera comprado algo.
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Mercato Centrale, puesto de embutidos |
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Mercato Centrale, puesto de frutas y verduras |
Luego fui a la basílica de San Lorenzo, y como faltaba un rato para que la abrieran, aproveché para visitar las Capillas Mediceas (entrada: 8 €), anexas a este templo. Allí es donde están enterrados los miembros mas distinguidos de la familia Medici, convertido en un gran mausoleo. Al entrar en aquel gran espacio me quedé impresionado por la magnificencia del interior, con sus altos techos y su decoración barroca. Sobre unos nichos había los gigantescos ataúdes de mármol, y por las paredes había los escudos de las ciudades que formaban el Ducado de Toscana, decorados con mucho esmero. ¡Fue impresionante! Después fui a la Sacristía Nueva, donde se esconden una serie de esculturas obras de Miguel Ángel, que iban a coronar unos mausoleos que quedaron inacabados. Aun sin tener mucha idea de arte, las esculturas me parecieron fascinantes.
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Cúpula de las Capillas Mediceas |
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Sacristía Nueva, esculturas de Miguel Ángel |
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Tumbas de las Capillas Mediceas. Todos los ataúdes llevan el blasón de los Medici |
Al salir de las capillas fui a visitar la basílica de San Lorenzo (entrada: 4,50 €). Externamente no es muy interesante, incluso se podría decir que es fea, si no fuera por la magnífica cúpula de Brunelleschi, versión a menor tamaño que la que haría después en el Duomo. En el interior no se podían hacer fotos y me pareció muy sencillo y sobrio. Lo mas interesante eran las esculturas de Donatello que había por todo el templo, en especial los relieves de los púlpitos. (para verlos hay que pagar 1 € mas), sin duda lo que mas vale la pena de la basílica. Sin embargo, considero que este templo está muy por debajo de las maravillas que hay en Santa Maria Novella y Santa Croce.
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Basílica de San Lorenzo |
A continuación fui hacia al sur, a uno de los principales puntos fuertes del día, el Duomo o catedral de Santa Maria del Fiore. Al acceder a la pequeña plaza donde está enclaustrada la catedral quedé impresionado ante la grandiosidad y espectacularidad del templo. Es difícil que un edificio me pueda impresionar como lo puede hacer un gran paisaje o una agreste montaña, pero el Duomo lo consiguió. Su fachada recordaba a otras iglesias de Florencia, pero mucho mas elaborada y decorada. Al lado se alzaba el Campanile, la esbelta torre del campanario que, como en el caso de Pisa, estaba separada físicamente del templo. Y por encima, la gran cúpula de Brunelleschi, todo un logro arquitectónico de la época. Me quedé extasiado admirando el Duomo, ajeno a la mayor concentración de turista por metro cuadrado de la ciudad.
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Fachada del Duomo |
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Cúpula de Brunelleschi |
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Cúpula y Campanile, vistos desde el ábside de la catedral |
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Detalle de la fachada del Duomo |
Según estuve consultando antes del viaje, el tema de la compra de entradas para el complejo iba variando cada pocos años. En aquel entonces el acceso al Duomo era gratuito y para el resto de lugares (cúpula, Campanile y Battisterio) había que comprar una única entrada (10 €). Empecé precisamente visitando el interior de Santa Maria del Fiore. A primera vista, era sencillo y sobrio, pero como en otros templos florentinos, estaba salpicado de obras de arte, como el famoso cuadro que muestra Dante con su “Divina Comedia”. Cuando estaba pensado que el interior quizás no era tan espectacular como Santa María Novella o la Santa Croce, miré hacia arriba y me quedé impresionado: la cúpula estaba decorada con un inmenso fresco con bellas escenas del Juicio Final. Estuve contemplando el fresco hasta que me empezó a doler el cuello de tanto mirar para arriba.
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Duomo, interior |
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Frescos de la cúpula |
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Detalle de los frescos |
Luego me dirigí a la puerta lateral del Duomo desde donde se accede a la cúpula. Había cola, pero no demasiada, había que ir subiendo en grupos. El ascenso a la cúpula de Brunelleschi fue agotador, ascendiendo por empinadas escalaras y pasos estrechos. A medio camino tuvimos una gran recompensa: el camino pasaba por el borde interior de la cúpula, justo debajo de los frescos que tanto me habían impresionado. A tan poca distancia pude apreciar sus detalles mucho mejor, pensé que por solo aquello ya valía la pena la subida. Pero arriba del todo me esperaba un premio mucho mejor, una vista de 360º de todo Florencia. Como ya había visitado un poco la ciudad, conocía los edificios que sobresalían del casco histórico: el Palazzo Vecchio, el Museo Bargello, la Santa Croce, Orsanmichele... Me encantan estos tipos de miradores, donde puedes hacer un resumen de todo lo que has visto en la ciudad.
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Vista de los frescos de la cúpula durante la subida |
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Vista S: Palazzo Vecchio (izq.), Orsanmichele (dcha.), y Palazzo Pitti (fondo dcha.) |
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Vista SE: Santa Croce (izq.) y Piazzale Michelangelo y San Miniato (fondo dcha.) |
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Panorámica de la vista S |
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Panorámica de la vista W: Santa Maria Novella (fondo) y San Lorenzo (centro) |
Al bajar fui a visitar el
Battisterio, cuyo exterior estaba cubierto con una inmensa lona. Mucha gente solo iba a contemplar las hermosas puertas de bronce de las entradas, obras de los mejores escultores de la época. Y realmente vale la pena hacerlo, nunca había contemplado unos relieves con tanta tridimensionalidad, parecían a menudo esculturas adosadas a una superficie. Pero lo que también vale mucho la pena es visitar el interior, cosa que incomprensiblemente poca gente hacía. El interior del Battisterio no tiene nada que ver con ningún otro lugar de la ciudad. Su cúpula está adornada con un enorme mosaico dorado que muestra varias escenas bíblicas. Por su estilo bizantino me recordó mucho a la iglesia de
San Salvador en Chora de Estambul, pero a lo grande. Me estuve un rato mirando cada una de las escenas del mosaico, disfrutando además de los pocos visitantes que había allí.
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Puertas del Battisterio |
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Mosaico de la cúpula del Battisterio |
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Cúpula del Battisterio |
No tenía pensado subir al Campanile, ya que había subido a la cúpula y pensé que las vistas serían similares. Pero como era pronto y la entrada lo incluía decidí subir. La ascensión es igual de dura, aunque mas agradable y menos claustrofóbica, en cada planta del campanario te puedes asomar un poco mientras recuperas el aliento. Como esperaba, las vistas arriba eran parecidas, aunque disfruté mucho de ellas. Lo mejor es que hay una vista fantástica precisamente sobre la cúpula de Brunelleschi del Duomo, que queda casi a la misma altura.
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Vista de la cúpula del Duomo desde el Campanile |
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Vista SE, de izq. a dcha: Santa Croce, Palazzo Bargello y Badia, Palazzo Vecchio |
Cuando bajé estaba muy cansado, pero contento por todo lo que había visto. Para descansar decidí comprarme algo de comer y llevármelo a uno de los bancos de la plaza. Fui al
Smalzi, una especie de café restaurant justo delante del Duomo. Allí me sablearon mas de 6 € por una pizza al taglio y una coca-cola, y para mas inri la pizza tenía la textura del porexpan. Un sitio a evitar, el típico ejemplo de trampa para turistas.
El resto de la tarde la iba a dedicar a visitar la
Galería de los Uffizi. Había comprado las entradas por internet para ahorrarme las largas colas que se forman (15 €, incluido el recargo de 4 € por comprarlas por internet). Aún así, no me pareció que la cola fuera tan larga, quizás por la hora que era (las 16:30). Tenía dos horas y media antes del cierre, tiempo que me pareció suficiente para ver lo esencial del museo. Tuve un pequeño contratiempo en mi visita, ya que muchas de las salas estaban en obras y habían trasladado sus cuadros a nuevas salas, con lo que seguir la visita del libro guía y localizar las piezas mas importantes fue difícil. Una de las mejores salas era la que albergaba los Botticeli, con el famoso
Nacimiento de Venus. Otras salas tenían famosísimas obras de pintores referencia del Renacimiento italiano, como Miguel Ángel, Rafael, Ucello, Caravaggio, Tiziano... Me di cuenta que aquel museo contaba con algunos de los cuadros mas famosos a nivel mundial, incluso alguien como yo los había visto alguna vez en libros o imágenes. Creo que vale la pena visitarlo, aunque no se sea un gran amante del arte (como es mi caso).
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La Anunciación (Leonardo da Vinci) |
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Tondo Toni (Miguel Ángel) |
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Madonna del jilguero (Rafael Sanzio) |
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El nacimiento de Venus (Botticelli) |
Otra larga jornada turística estaba a punto de acabar. Como el día anterior, decidí hacer otra cena temprana. En la calle Borgo San Lorenzo (entre la basílica de San Lorenzo y el Duomo) encontré muchos restaurantes con buena pinta, y me acabé decantando por la
Osteria dell’Agnollo. Pedí unos ravioli de ricota con tocino y tomate que estaban de leyenda, sin duda los mejores que he probado nunca, y de postre un tiramisú también muy rico. Junto con una cerveza, la cena me salió por 22 €. Un sitio totalmente recomendable... todavía recuerdo los ravioli! Mmmmm!
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Mis deliciosos raviolis |
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