MALTA 1: Mdina, Rabat y Mosta

1 de abril de 2015 Llegamos a Malta al mediodía y enseguida cogimos el coche de alquiler para empezar a explorar la isla. En lo que nos quedaba de día nos íbamos a concentrar en la parte centro de la isla. Empezamos por Mdina, la antigua capital del país que tiene un bonito centro medieval. Después nos desplazamos a Rabat, donde visitamos las catacumbas de San Pablo, y acabamos la jornada en la impresionante Rotunda de Mosta. Al final del día nos fuimos a St. Julian, la que sería nuestra base para las siguientes noches. Nuestro vuelo de Vueling de Barcelona a Malta salió puntualmente a las 10 de la mañana y en un par de horas aterrizamos en este pequeño país.

1 de abril de 2015

Llegamos a Malta al mediodía y enseguida cogimos el coche de alquiler para empezar a explorar la isla. En lo que nos quedaba de día nos íbamos a concentrar en la parte centro de la isla. Empezamos por Mdina, la antigua capital del país que tiene un bonito centro medieval. Después nos desplazamos a Rabat, donde visitamos las catacumbas de San Pablo, y acabamos la jornada en la impresionante Rotunda de Mosta. Al final del día nos fuimos a St. Julian, la que sería nuestra base para las siguientes noches.

Nuestro vuelo de Vueling de Barcelona a Malta salió puntualmente a las 10 de la mañana y en un par de horas aterrizamos en este pequeño país. Para movernos por la isla habíamos reservado un coche en Goldcar a través de e-alquilerdecoches (lo habíamos intentado con la web de la propia compañía, pero fue imposible). En el momento de recogerlo nos dijeron que tenían que bloquear en la tarjeta de crédito 1.800 € para hacer frente a posibles daños, algo común en las agencias de alquiler de coches. Pero como tuvimos problemas con nuestra tarjeta (aún no entendemos porqué, siempre nos ha funcionado) nos obligaron a coger un seguro a todo riesgo (87,10 €, casi el doble de lo que estábamos pagando por el propio alquiler). Nuestro coche era un Peugeot 107 muy pequeño, pero suficiente para nosotros, que no llevábamos ni maleta. Lo único malo era que el cambio era automático, algo engorroso y poco práctico a veces.

Este es el coche con el que nos movimos por Malta

Enseguida llegamos a Mdina (pronunciado im-dina en maltés), que era la antigua capital del país, ya que históricamente las localidades de la costa eran frecuentemente atacadas por saqueadores. Aparcamos el coche en un aparcamiento gratuito justo delante de la ciudadela, y antes de entrar nos comimos los bocadillos que habíamos traído de casa. Una vez con el estómago lleno, entramos en la ciudad por una gran puerta barroca sobre la gran muralla. Los fans de “Juego de tronos” la reconocerán ya que es la puerta de la Fortaleza Roja de Desembarco del Rey. La ciudadela es pequeña y tranquila, y se recorre fácilmente a pie. Todos los edificios parecían muy bien conservados, con la misma piedra de color ocre. Sus callejuelas estaban llenas de encanto, ya que no había prácticamente ningún rastro de modernidad.

Entrada a la ciudadela de Mdina (¿o es la puerta de la Fortaleza Roja?)

Pequeña plaza en Mdina 

Otra plaza, donde el tiempo parecía que se había detenido

Típica callejuela

Calle e iglesia de las Carmelitas

Otra pequeña calle encantadora

El principal monumento de Mdina es la Catedral de San Pablo (entrada 5 €), un gran templo construido en el siglo XVII. Su interior es muy barroco, con algunos frescos interesantes y unas curiosas lápidas multicolores en el suelo pertenecientes a la aristocracia maltesa. Junto con la entrada está incluida la visita a al museo catedralicio, con algunas piezas de arte sacro poco interesantes. A parte de la catedral, también vale la pena dar un vistazo al mirador que hay al norte, en las murallas, con vistas a la región. Desde allí nos dimos cuenta de lo pequeña que es la isla, ya que aún estando en el centro de ella desde allí veíamos el mar. La visita a Mdina nos gustó, no tanto por sus lugares concretos, sino por el agradable paseo por sus callejuelas medievales.

Catedral de San Pablo

Interior de la catedral

Lápidas del suelo de la catedral

Vista N desde las murallas, con Mosta al fondo

A continuación nos desplazamos unos pocos kilómetros hasta Rabat, que antiguamente formaba parte de los suburbios de Mdina, que al ser tan pequeña solo podía albergar la élite maltesa. Aquí hay uno de los lugares históricos mas importantes del país, las catacumbas de San Pablo (entrada 4 €). Resulta que el santo naufragó en Malta cuando iba en barco para ser juzgado en Roma en el siglo I d.C. Se refugió en esta cueva junto con los primeros conversos al cristianismo, aunque poco tiempo después las propias autoridades de la isla se convirtieron también. De hecho, Malta presume de ser la primera nación cristiana de la historia. Sea como fuere, estas catacumbas son el testimonio de la vida de los primeros cristianos durante la época romana en la isla.

Calle en Rabat, por donde también dimos una vuelta

Con la entrada a las catacumbas estaba incluida una audioguía gratuita que nos ayudó a comprender mejor la importancia de aquel lugar. Las catacumbas están totalmente excavadas en la roca, formando pasillos estrechos, estancias pequeñas y salas mas espaciosas. Todas están llenas de nichos excavados, ya que los enterramientos cristianos estaban prohibidos por las autoridades romanas. Las catacumbas no son demasiado extensas, pero nos estuvimos un buen rato explorando sus recovecos. Un buen lugar para empezar a conocer la larga historia de este país.

Pasadizo en las catacumbas con nichos laterales

Pequeña catacumba separada del resto, con algunos interesantes relieves

Gran sala con nichos al fondo

Volvimos a coger el coche para ir a la localidad cercana de Mosta, cuyo principal punto de interés es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, mas conocida con el nombre de Rotunda por su gran cúpula, una de las mas grandes de Europa. Eso hace que dentro haya un enorme espacio, ya que no hay ni una sola columna que la sujete. En la sacristía vimos la réplica de una bomba que cayó en la iglesia durante la segunda guerra mundial mientras estaba llena de gente, y milagrosamente no estalló.

Rotunda de Mosta

Interior de la Rotunda

Cúpula de la Rotunda

Era media tarde, pero decidimos tirar hacia nuestro alojamiento, ya que no queríamos llegar muy tarde por si era difícil aparcar. Estaba situado en St. Julian, una animada localidad en la conurbación de la bahía de La Valetta. Era el Dean Hamlet Hotel, un gran hotel con habitaciones sencillas y funcionales, que cumplía a la perfección con lo que esperábamos. La habitación doble con desayuno nos salió por 36 € la noche, un buen precio tratándose de aquella zona. Además, el tema del aparcamiento fue fácil las noches que estuvimos allí, ya que el hotel esta situado en una manzana donde no hay tráfico y es fácil encontrar sitio para aparcar. Aunque hay que tener en cuenta que nosotros llegábamos al hotel a media tarde y que estábamos en Semana Santa, en agosto debe ponerse imposible.

Nuestra habitación

Después de descansar un rato fuimos a dar una vuelta por Spinola Bay, el centro de St. Julian. A esa hora había un gran trasiego de tráfico y de gente, sobre todo turistas británicos. Para cenar decidimos alejarnos un poco de aquella zona, que tenía los restaurantes mas caros, y fuimos al The Avenue. Allí pedimos un par de platos de pasta, ya que es una de las especialidades de la cocina maltesa: linguine con frutos del mar y tagliatelle con pesto y gorgonzola. Ambos eran muy buenos y abundantes, ¡nos costó acabárnoslos! Junto con un agua y una cerveza, la cena nos costó 24,80 €. Un sitio muy recomendable.

Spinola Bay, St. Julian

Linguine con frutos del mar

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