15 de enero de 2015
Este fue un día entero de viaje entre Puerto Natales en Chile y Buenos Aires. A primera hora de la mañana cogimos un bus entre Puerto Natales y El Calafate. Una vez en la ciudad argentina, dimos un paseo antes de ir al aeropuerto. Luego cogimos un avión y finalmente llegamos a Buenos Aires por la noche, con tiempo de cenar nuestro último asado argentino.
Mientras desayunábamos aquella mañana pensábamos en los tres días de escapada que habíamos hecho a Chile y las Torres del Paine. La verdad es que todo había ido muy bien y nuestra ruta fue todo un acierto (modestia aparte). Habíamos leído que era mejor dedicarle mas tiempo, pero los pocos días empleados habían cundido bastante. Recogimos nuestras cosas y mochila en ristre fuimos caminando hacia la estación de autobuses (a 20 minutos). A las 8:30 h salió nuestro bus Cootra que nos llevaría de vuelta a Argentina, a El Calafate.
De camino a la estación de bus, entre las casuchas de Puerto Natales |
Como en el viaje de ida, atravesar las aduanas chilena y argentina y los correspondientes trámites fue bastante engorroso. Aunque esta vez fue mas corto, sobre todo en el caso de la chilena. Cuando entras a Chile miran mucho que no lleves frutas y verduras y eso no pasa cuando sales del país. En la aduana de Argentina los trámites son muy sencillos, y si se tarda es porque a menudo se acumula mucha gente. Lo que mas nos sorprendió fue que al entrar a Argentina había un enorme cartel que decía “las Malvinas son argentinas”, con la silueta de las islas. De hecho, en todos los mapas oficiales, estas islas aparecen como parte del territorio argentino, aunque oficialmente pertenezcan al Reino Unido. Antes de iniciar el viaje nos preguntábamos que pensaban los argentinos sobre las Malvinas, pero después de viajar por el país lo empezábamos a intuir.
Aduana chilena |
Aduana argentina, con el cartel de "las Malvinas son argentinas" a la izq. |
Tras un pesado viaje en bus, llegamos a El Calafate sobre las 14:30 h, con un poco de retraso sobre el horario habitual. Como nuestro vuelo hacia Buenos Aires no salía hasta las 18:45, decidimos dar una vuelta por El Calafate y hacer tiempo. Dejamos las mochilas en la oficina de Taqsa en la misma estación de buses, que tenía un almacén que por 10 pesos te permitía dejar el equipaje a modo de taquillas. Así fuimos mas livianos a pasear. Primero fuimos a comer algo, por 36 pesos (unos 3 €) compramos un par de empanadas de pollo y un refresco.
Después queríamos comprar para llevarnos a Barcelona una caja de alfajores, uno de los dulces mas tradicionales de Argentina y que nos encantaban. Por el centro de El Calafate había muchas tiendas de souvenirs que los vendían, pero sus precios nos parecían desorbitados. Al final dimos con una tienda de deportes que también los vendía (sí, no es una combinación muy normal...) con una buena oferta: dos cajas de 12 alfajores de 2 sabores por 289 pesos (unos 26 €). Los comimos a la vuelta del viaje y estaban deliciosos.
Nuestra caja de alfajores |
Cuando llegó la hora cogimos un taxi hacia el aeropuerto, costaba 200 pesos tarifa fija (18 €). Hay que tener en cuenta que el bus vale 100 pesos por persona, con lo que a partir de 2 personas ya sale a cuenta el taxi. Después de facturar las maletas, estuvimos navegando por internet con el wifi gratuito del aeropuerto. En Europa tendrían que aprender de los aeropuertos argentinos, todos con red wifi 100% gratis. Nuestro vuelo de Aerolineas Argentinas salió puntual a las 18:45 h, y durante el trayecto nos dieron un pequeño sándwich para merendar.
En el Aeroparque de Buenos Aires cogimos nuevamente un taxi para ir al centro. Como este aeropuerto queda mas cerca del centro que el de Ezeiza, la carrera nos salió barata (202 pesos). El taxista era un forofo del River Plate, precisamente vimos su estadio justo antes de aterrizar, queda muy cerca del aeropuerto. En cuanto le dijimos que éramos de Barcelona, enseguida se puso a hablar de Messi y de fútbol. ¡Siempre provocábamos la misma reacción en los taxistas! En poco tiempo llegamos a nuestro alojamiento, el Hotel Parada, un establecimiento sin pretensiones situado en el barrio de Congreso. Tenía varias plantas entorno de un patio interior, lo que lo hacía muy tranquilo. La habitación era grande, con mobiliario básico y baño incorporado. La ubicación era ideal, muy cerca de Microcentro (al que se podía ir andando) y de la estación de subte de Sáenz Peña. Y todo ello por un super-precio, 35 USD incluyendo el desayuno. Por todo ello nos pareció un sitio muy recomendable.
Nuestra habitación en el Hotel Parada |
Como era tarde, no buscamos mucho a la hora de cenar: justo delante del hotel había un sencillo restaurante decorado con motivos españoles, El Cortijo, que parecía tener mucho éxito entre los parroquianos. Lo que hizo decidirnos fue una oferta de parrilla para dos con vino por 180 pesos (por ese precio, en la Patagonia a menudo solo teníamos un plato...). Al ser tan barato predominaba sobre todo la carne de pollo, pero también había algo de cerdo y ternera, incluyendo riñones y chinchulines (intestino delgado asado, muy apreciado en Argentina). Cenamos la mar de bien en la que iba a ser nuestra última cena en Argentina. ¡Este viaje se iba acabando!
Nuestra última parrilla argentina |
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