15 de agosto de 2014
Aquel día llegamos a Makassar con el bus nocturno desde Tana Toraja. Durante la mañana dimos una vuelta por la ciudad, que tiene poco interés. Al mediodía fuimos a su aeropuerto para coger el vuelo a Jakarta, donde pasaríamos nuestra última noche en Indonesia.
El bus nocturno de Kharisma nos dejó en el aeropuerto de Makassar sobre las 5:30 h, al que llegamos medio-dormidos. Nuestra idea era facturar las mochilas o dejarlas en alguna parte, ir a visitar un poco la ciudad y volver a la tarde, cuando teníamos nuestro vuelo hacia Jakarta. Facturar fue imposible, era demasiado pronto, los mostradores no se abrían hasta las 11 h. Entonces dejamos las mochilas en una consigna que había en la terminal de llegadas, que no era mas que un cuartucho vigilado por una persona donde se podía dejar el equipaje por 15.000 rupias por pieza (1 €). Como no teníamos prisa, para ir a la ciudad usamos el bus Damri (25.000 rupias por persona), que tardó una eternidad en salir.
Calles de Makassar
El bus nos dejó delante de la plaza Lapangan Krebosi de Makassar. Aquel día fue seguramente uno de los mas calurosos de todo nuestro viaje y eso, sumado a lo poco que habíamos dormido en el bus, nos sumió en una sensación de aplatanamiento ya de buena mañana. Fuimos directamente al principal punto de interés de la ciudad, el Fuerte Rotterdam, testimonio de la dominación holandesa que sufrió el país hasta bien entrado el siglo XX. La fortaleza en si no es nada espectacular, se veía muy reconstruida, aunque por su estilo ya se veía que era claramente centroeuropeo. Lo mas interesante de aquel lugar fue el museo que alberga uno de sus edificios, el Negeri La Galigo, que repasa de forma cronológica la historia del sur de Sulawesi desde la prehistoria al colonialismo holandés. Nos pareció muy interesante, ya que exhibía una selección de objetos pequeña pero muy acertada y había paneles explicativos en inglés.
Tau-tau torajas del museo
Fort Rotterdam
Después salimos a dar un paseo por Makassar, cosa que enseguida vimos que sería difícil por el calor que hacía. La ciudad nos pareció igual de caótica que otras que habíamos visto, pero sus edificios se veían mas modernos y cuidados. En la zona del puerto había una gran cantidad de warungs de pescado, a esa hora todos cerrados. Un par de veces se acercaron a nosotros barqueros que se ofrecían a llevarnos a Lae-Lae, una pequeña isla muy turística que hay enfrente de la costa de la ciudad. Seguramente mucha gente que iba a Makassar decidía pasarse todo el día en aquella isla, pero nosotros no teníamos tanto tiempo.
Paseo marítimo de Makassar
Ante la falta de atractivos de la ciudad y del calor que hacía, decidimos hacer una comida temprana. Elegimos el Sentosa, un warung (restaurante familiar) muy grande donde comía una gran cantidad de gente local. Pedimos un solo plato de mie kering, un plato local que consiste en fideos secos acompañados de trozos de verdura y carne con una salsa gelatinosa. La verdad es que nos pareció un plato un poco extraño, sobre todo la salsa. Junto con un refresco y un zumo de aguacate (malo con ganas) nos costó 32.000 rupias (unos 2 €). Para quitarnos el mal sabor de la salsa nos compramos un par de brochetas de gambas asadas en un puesto callejero (10.000 rupias), que ricas!
Mie kering
Aunque era muy pronto, decidimos ir tirando hacia al aeropuerto, al menos allí estaríamos mas frescos. Cogimos un taxi que nos llevó por 100.000 rupias (tarifa fija, de nada sirve regatear). Nuestro vuelo a Jakarta con la compañía local Sriwijaya Air no salía hasta las 16.20 h. Aunque la espera se hizo mucho mas larga ya que nuestro vuelo salió con retraso. Además vivimos una de las experiencias mas incomprensibles dentro de un aeropuerto: nuestro vuelo no salía en ninguna pantalla de información ni en ninguna parte, parecía que no existía. Además el personal de la compañía no sabía inglés, así que si se avisó de alguna incidencia a los pasajeros, solo se comunicó en indonesio. Unos italianos lo tenían peor que nosotros, les habían cambiado su vuelo a nuestra hora y solo tenían el billete del anterior vuelo (que ya no servía). Finalmente salimos con dos horas de retraso. Estábamos ya cansados de estar tantas horas en el aeropuerto!
En Jakarta no llegamos a una hora demasiado intempestiva (19:45 h), ya que allí había una hora menos respecto a Sulawesi. Para llegar al centro fuimos a la parada de buses que había fuera, donde paraban un montón de líneas diferentes. Era un sitio caótico, lleno de gente y de autobuses que no llegaban a pararse completamente para coger pasajeros (mucha gente subía en ellos con el bus en marcha). Preguntamos por los que paraban en la estación de Kota (nuestro alojamiento no estaba lejos) y nos dijeron que eran los que iban a Mangga Dua. El ticket de bus nos costó 30.000 rupias y se podía comprar dentro del propio bus.
Nuestro alojamiento se encontraba en Glodok, el barrio chino de Jakarta, en una avenida de grandes edificios de oficinas sin restaurantes ni vida. Era el Favotel LTC Glodok, situado en las plantas superiores de un gran edificio comercial. Nos costó dios y ayuda encontrar en que lugar de aquel enorme edificio estaba el hotel! No había información por ninguna parte y a aquella hora el edificio estaba casi cerrado y a oscuras. Además, solo había un par de ascensores que subían hasta la planta donde estaba el hotel, y tampoco estaban indicados. Eso sí, el hotel es espléndido, con unas habitaciones limpias, nuevas y confortables. Y el precio es bastante barato para lo bueno que es, 384.000 rupias (25 €). Si los accesos fueran mejores, sería un hotel de primera!
Nuestra habitación en el Favotel Glodok
Estábamos tan cansados cuando llegamos a la habitación que no teníamos ganas ni de salir a cenar. Además, la zona del hotel nos desanimó un poco por lo solitaria que estaba, en el camino desde la estación de Kota no vimos ni un restaurante. Por eso decidimos comer algo de comida que llevábamos y dormirnos enseguida. Era nuestra última noche en Indonesia, el viaje se estaba acabando!
Al final muchas veces sale mejor la comida callejera jejee ;)
ResponderEliminarun saludo!
Pues tienes toda la razón, la comida callejera rara veces falla. Como ves lo que preparan y como lo hacen mas o menos puedes saber si te va a gustar o no. En cambio en un restaurante es una lotería: ¿pondrán algún ingrediente raro? ¿Llevará picante? :S
EliminarUn saludo