13 de agosto de 2014
Esta jornada la dedicamos a explorar la región norte de Tana Toraja, una zona montañosa y rural con unos paisajes asombrosos. Los lugares que visitamos fueron los monumentos funerarios de Bori, las casas tradicionales de Palawa, los arrozales de Lempo (los mas bonitos que vimos en nuestro viaje) y las tumbas de Lokomata. También hicimos un pequeño trekking de Pana a Tikale para descubrir mas arrozales y pequeños pueblos. Fue un día muy especial por todo lo que vimos, una ruta super-recomendable.
Después de desayunar ya nos estaba esperando Ance puntualmente con su coche. Hoy haríamos una ruta por la parte mas montañosa y salvaje que queda al norte de Rantepao. La carretera que lleva a Palawa es una atracción en si misma, rodeada de fascinantes paisajes agrícolas. Paramos algunas veces para ver como plantaban los campesinos el arroz en las típicas terrazas anegadas de agua. Era frecuente encontrar en ellas búfalos, un animal muy usado para las labores en los arrozales. El día anterior habíamos visto mucha arquitectura, pero hasta ese día no habíamos entrado en contacto con esa faceta de la región tan interesante de conocer.
Arrozales con garzas y búfalos
Campesinos sembrando arroz
Arrozales camino a Palawa
La primera parada turística fue en el cementerio de Bori (entrada: 20.000 rupias). Es un recinto ceremonial con grandes megalitos y muchas tumbas. Las diferentes tumbas estaban bastante separadas entre si, y estaban conectadas por un agradable sendero que discurría bajo la selva. Las tumbas eran muy curiosas, estaban excavadas en grandes rocas dispersas por la zona. Según leímos, solo las personas mas ricas y con mas estatus social podían ser enterradas de esta forma. Las tumbas estaban tapadas por losas de madera con los mismos motivos geométricos con que decoraban las casas torajas. Al lado de las tumbas dejaban objetos que habían pertenecido al muerto o que podría necesitar en la otra vida. La verdad es que lo encontramos muy interesante y recomendable.
Megalitos de Bori
Tumbas excavadas en la roca
Tumba decorada con ofrendas
Grupo de tumbas en una gran roca
La siguiente parada fue Palawa, un pueblo tradicional toraja con sus típicas casas o tongkonan. Aunque el día anterior habíamos visto muchas de estas casas, las de Palawa nos parecieron mas auténticas. En la mayoría vivía gente, que intentaba vender sus artesanías a los pocos turistas que había. Un par de casas exhibía una gran cantidad de cuernos de búfalos en sus fachadas, símbolo de estatus y de reconocimiento social. Enfrente de las casas había los graneros, más pequeños y elevados del suelo con grandes pilares. Otro sitio en el que vale la pena parar.
Tongkonan de Palawa
Granero
Palawa
Detalle de la decoración de un tongkonan
A continuación, la carretera se fue emparrando por las montañas hacia la zona de Lempo. Allí vimos los arrozales mas espectaculares de todo nuestro viaje por Indonesia. No tenían la perfección geométrica de los arrozales de Jatiluwih en Bali, pero precisamente por eso nos parecieron mas auténticos. Su bonito entorno de montañas salvajes y de selva era lo que le daban el plus que no tenían los arrozales balineses. Al pobre conductor le hacíamos parar cada dos por tres para admirar mejor estos paisajes, menos mal que él mismo nos lo proponía a veces. Los arrozales y montañas de Lempo fue uno de los mejores recuerdos que nos llevamos de Sulawesi.
Arrozales de Lempo
Un poco mas adelante, Ance paró en el restaurant Mentirotiku de Batutumonga. Parecía que era un sitio en el que paraban todos los tours y guías para comer, ya que en aquella inhóspita región tampoco había mucho donde escoger. Para que no nos pasara como el día anterior, pedimos un solo plato, ayam panggang, una especie de pollo asado típico indonesio que estaba muy gustoso. Junto con las bebidas y un plato de arroz hervido, la comida nos costó 71.000 rupias (casi 5 €). Al ser un sitio tan turístico teníamos miedo que fuera caro, pero la mayoría de platos principales costaban unas 40.000 rupias (casi 3 €).
Ayam panggang
Después de comer, la siguiente visita fue Lokomata (entrada: 40.000 rupias), un conjunto de enormes rocas con algunas tumbas excavadas. Nos parecieron fascinantes! Cada tumba era diferente, algunas eran sencillas, con unas cuantas ofrendas para el difundo (era muy usual ver botellas de agua, ya que se piensa que los muertos en la otra vida bien tendrán que beber). Otras eran mas grandes, con algunos tau-tau representando a los difuntos. Lo que no solía variar era la losa de madera con los motivos geométricos toraja. Lokomata nos gustó, sobre todo por que las tumbas nos parecían integradas en el entorno natural.
Tumba de Lokomata
Lokomata
Conjunto de tumbas de Lokomata
A continuación Ance nos llevó al pueblo de Pana para hacer uno de los trekkings mas clásicos de Tana Toraja: recorrer los 8 km que separan Pana de Tikale. Ance nos dijo que nos esperaba en Tikale, así que todo el camino era de bajada. La excursión es fácil, lo malo es que siempre se va caminado por una estrecha carretera asfaltada, aunque está muy poco transitada. Los mejores paisajes que vimos en esa excursión fueron precisamente al principio, donde pudimos ver algunos bonitos arrozales. El resto de la excursión no fue la bomba, la carretera se desvió del valle y quedó engullida por la selva, así que no había mucha vista. Hacia la mitad del camino vimos un cartel que decía “baby graves” (entrada: 20.000 rupias), pensábamos que eran unas famosas tumbas de bebés que se excavan en los árboles. Pero solo encontramos un acantilado con algunas tumbas excavadas en la roca similares a las que habíamos visto ya. Vaya chasco!
Arrozales de Pana a Tikale
Al cabo de una hora y media llegamos a Tikale, un pueblo pequeño y disperso. Teníamos miedo de no encontrar a Ance, ya que no habíamos quedado en ningún sitio concreto. Pero él siempre estaba atento en cada parada que hacíamos y había aparcado en la carretera principal, la verdad es que hacía muy bien su trabajo. No les pasó lo mismo a un grupo de tres alemanas que encontramos cuando salíamos con el coche: habían quedado con su guía en Tikale y éste no se había presentado. Nos ofrecimos a llevarlas a Rantepao, y en el trayecto nos contaron que habían quedado a las 4 con él y como veinte minutos después no aparecía decidieron regresar a la ciudad. Que poca paciencia! Nos pareció que habían esperado muy poco... precisamente en el camino a Rantepao nos cruzamos con el coche de su guía. Pobre guía, cuando llegara a Tikale y no encontrara a sus clientas...
La excursión de Pana a Tikale no nos pareció demasiado interesante ya que no se ven muchos paisajes. Al día siguiente la pareja de catalanes que conocimos nos contó que habían hecho la excursión desde Lempo y que les había gustado mucho. Para llegar a Lempo habían usado un taxi, y la vuelta de Tikale a Rantepao es fácil en transporte público. Nos pareció una idea genial, ya que los mejores paisajes están precisamente en Lempo.
Le dijimos a Ance que nos dejara en la oficina de la compañía Kharisma, para comprar los billetes del bus nocturno a Makassar al día siguiente (130.000 rupias). Nos dio tiempo de ir al hotel para hacer una ducha rápida y de volver al centro de Rantepao para dar una vuelta por esta pequeña ciudad. Aunque no es muy grande, es tan sucia y caótica como otras ciudades indonesias. Nos alejamos del bullicio del tráfico para ir a su mercado, donde los campesinos vendían sus productos. Había mucho pescado seco, suponemos que la lejanía del mar hacía que se tuviera que secar para conservarse mejor.
Rantepao
Puesto de pescado seco en el mercado de Rantepao
Puesto de verdura
Mercado de Rantepao
Mas tarde buscamos un sitio para cenar. Entramos en el restaurant Rimiko con la intención de comer pa’piong, el plato mas típico de Tana Toraja, pero nos dijeron que se tenía que reservar con al menos dos horas de antelación. Como no queríamos esperar tanto decidimos reservarlo para el día siguiente y pedir para aquella noche ayam goreng kremes (una especie de pollo crujiente) y ikan mas pamarassan (carpa asada con una típica salsa negra). Tanto el pollo como el pescado estaban buenos, pero la salsa negra era un poco demasiado fuerte. Junto con un agua y una cerveza, la cena nos costó 141.900 rupias (unos 9 €).
Ayam goreng kremes
Ikan mas pamarassan
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