IRLANDA 5: condado de Donegal

Este día nos esperaba una de las etapas más largas del viaje, mas de 350 km de carretera por el condado de Donegal, una de las zonas más salvajes de Irlanda. Empezamos dando un pequeño paseo por el Parque Nacional de Glenveagh y visitando su castillo. Después hicimos un alto en el pueblo de Ardara, antes de subir hacia el Glengesh Pass. A continuación nos estremecimos con la inmensidad de los acantilados de Slieve League, una de los lugares más impresionantes de Irlanda. Y finalmente, nos quedaba un largo trayecto hasta Westport, pueblo en el que pernoctamos y del que guardamos un gran recuerdo.
14 de abril de 2014
Este día nos esperaba una de las etapas más largas del viaje, mas de 350 km de carretera por el condado de Donegal, una de las zonas más salvajes de Irlanda. Empezamos dando un pequeño paseo por el Parque Nacional de Glenveagh y visitando su castillo. Después hicimos un alto en el pueblo de Ardara, antes de subir hacia el Glengesh Pass. A continuación nos estremecimos con la inmensidad de los acantilados de Slieve League, una de los lugares más impresionantes de Irlanda. Y finalmente, nos quedaba un largo trayecto hasta Westport, pueblo en el que pernoctamos y del que guardamos un gran recuerdo.

Ver IRLANDA 5: Donegal en un mapa más grande
A diferencia de otros días de nuestro viaje, esta vez nos pudimos levantar bien pronto para desayunar en el Dolce Vita de Derry. En la mayoría de alojamientos el desayuno se sirve a partir de las 8 y eso para nosotros es tarde, teniendo jornadas turísticas tan largas. Pero en el Dolce Vita podíamos tomarlo antes... por que nos lo teníamos que hacer nosotros mismos. Había una cocina y una nevera con ingredientes variados con los que hacer el desayuno. Allí coincidimos con los otros huéspedes del hostal, una familia extremeña la mar de simpática que había venido a ver a la hija que trabajaba de au pair y de paso estaban haciendo un poco de turismo.
Abandonamos Derry e Irlanda del Norte rumbo al primer objetivo del día, el Parque Nacional de Glenveagh. Esta es una gran zona natural llena de montañas, lagos, landas de brecina, bosques de robles... que rodean un castillo y sus suntuosos jardines. Como llegamos pronto, el parking del centro de visitantes estaba completamente vacío. Allí nos explicaron que para llegar al castillo había dos opciones, caminar durante un par de kilómetros por un sendero paralelo a un lago, o coger un minibús que te deja delante en 5 minutos (3 € por persona). En cualquier otra circunstancia no nos lo hubiéramos pensado y hubiéramos ido caminando, ya que nos gusta caminar y el entorno parecía chulo. Pero aquel día teníamos un planning denso y además, una vez en el castillo ya pensábamos hacer una pequeña excursión hasta un mirador. De forma que, sintiéndonos un poco burgueses, cogimos el minibús. Enseguida llegamos al castillo de Glenveagh, construido a finales del siglo XIX. Nos pareció más bien una mansión con torres y almenas, pero tenemos que reconocer que es muy bonito externamente. Lo más espectacular era su ubicación, a las orillas del gran lago Lough Beagh y con fantásticas montañas a sus espaldas. El interior no lo pudimos ver, hay que visitarlo con un guía y estaba cerrado. Pero no nos importó, por que pudimos disfrutar de algo incluso mejor, sus espectaculares jardines. Estaban cuidados con gran esmero por toda una legión de jardineros que habían hecho un trabajo fantástico.

Glenveagh National Park
Castillo

Jardines
A continuación hicimos la pequeña caminata al mirador. Fue menos de una hora en total, pero un poco cansado al tener que salvar casi 100 m de desnivel. El esfuerzo valió la pena, en él tuvimos unas bonitas vistas del lago Beagh, del castillo y de toda la zona. Bajamos nuevamente al castillo y cogimos el minibús de vuelta hasta el centro de visitantes. La visita a este espacio natural nos gustó bastante, aunque fue una lástima que en esa época del año no estuviera más verde y florido. En total le dedicamos una hora y media.
Camino del mirador
Vista del Castillo
Panorama del Gleveagh National Park
A orillas del Lough Beagh
Para abandonar la zona cogimos la R251, que habíamos leído que era una bonita ruta panorámica. Atravesaba una zona de páramos con turba muy similares a los que habíamos visto en los Highlands de Escocia. Había varios sitios para parar el coche y disfrutar de las grandes vistas, sobre todo del monte Errigal, uno de los mas famosos para los excursionistas, y del Dunlewy Lough, un bucólico lago rodeado de montañas, granjas y pastos con ganado. ¡Aquella era la estampa que esperábamos de Irlanda!

Dunlewy Lough
Continuamos nuestro camino hacia al sur y un rato después hicimos una pequeña parada en el pueblo de Ardara, muy conocido por la fabricación de tweed y prendas de lana. Dejamos el coche en un parking público y gratuito y fuimos a dar un paseo. El pueblo es muy pequeño y agradable, pero se ve enseguida, ya que a parte de pasear no hay mucho más que hacer, a no ser que te interese comprar los artículos de lana de las tiendas o que visites un museo dedicado al tweed. Aún así, Ardara es una buena parada para estirar las piernas, ya que va de camino en la principal ruta hacia el sur.

Ardara
Dejamos atrás Ardara y fuimos hacia el Glengesh Pass, un puerto de montaña con bonitos paisajes. La carretera va remontando el valle en medio de un entorno salvaje, lleno de pastos y landas de brecina. Encontramos un parking con un mirador para ver las vistas, que estaban bien aunque nos las esperábamos más espectaculares. Como en el caso de Glenveagh, la vegetación todavía no había adquirido el verde de la primavera, y eso le restaba belleza. En el parking había unas mesas de merendero y como hacía sol, decidimos comer allí la comida de supermercado que llevábamos.
Glengesh Pass
Luego fuimos a uno de los lugares más increíbles que vimos en nuestro viaje a Irlanda, los acantilados de Slieve League. Con sus mas de 600 m de desnivel, es uno de los acantilados más altos de Europa. Al llegar vimos que había un primer parking donde tenían que aparcar los vehículos grandes como las autocaravanas, así que continuamos hasta el segundo, a 1 km de distancia. Muchos coches se quedaban en el primero ya que había una barrera, pero se podía abrir y realmente no había ninguna señal que prohibiera el acceso a los coches. Desde el segundo parking había un corto sendero hasta el mirador del acantilado, y al llegar a él nos quedamos sin palabras. Ante nosotros se extendían unos acantilados tan enormes que enseguida nos sentimos insignificantes. Estaban salpicados de muchos colores: de las rocas, de los pastos, de los canchales, de la brecina... ¡Era todo un espectáculo! Solo por ver aquello ya había valido la pena hacer todo el trayecto desde Derry.
Acantilados de Slieve League
David no podía parar de hacer fotos!
Comparado con los acantilados de Moher, mucho más famosos y que veríamos más adelante, los de Slieve League no nos parecieron acantilados en el sentido estricto de la palabra. Parecía más bien una gran montaña que llegaba al borde del mar, ya que sus paredes verticales no eran muy altas (al contrario de lo que pasa en Moher). Había un sendero que subía por la montaña que había enfrente, pero según subíamos ya vimos que la caminata no nos depararía mejores vistas. Estas sin duda se encuentran en el mirador que hay al lado del parking. Poco más hay que decir de Slieve League, un lugar absolutamente imprescindible en cualquier viaje al país.

Slieve League
Eran sobre las 4 de la tarde y con esto dimos por concluida nuestra visita al condado de Donegal. En el resto de la tarde teníamos por delante un gran trecho en carretera hasta Westport, donde nos alojaríamos aquella noche. Tras mas de 3 horas de camino, incluida una parada para repostar (era la primera vez, nos sorprendió el bajo consumo del Qashqai!) llegamos a Westport. Teníamos reservada una noche en el Quay West Guest House uno de los mejores B&B de nuestro viaje. La habitación estaba muy bien, amueblada con gusto y con cuidado en los detalles, como en la mayoría de los B&B irlandeses. Si hay que encontrarle algo malo es sin duda su ubicación, bastante lejos del centro. El precio fue muy bueno al coger una oferta de Booking: 57 € la noche.
Nuestra habitación del Quay West
Era bastante tarde (las 8 de la noche) pero todavía quedaba algo de luz solar, así que cogimos el coche y nos acercamos al centro de Westport a dar un vistazo. La visita a la ciudad no figuraba entre nuestros planes, y quizás por eso nos gustó tanto. Es una ciudad pequeña, tranquila, con casas bajas que evocan un paisaje campestre. Su centro está lleno de comercios con escaparates típicos vintage de las tiendas irlandesas. Aunque no había ningún monumento concreto, deambular por Westport fue una auténtica gozada. Como en otras ciudades del noroeste de Irlanda, allí se veía una gran presencia del gaélico o irlandés en muchos carteles, aunque no sabemos si la gente lo usa en su día a día.


Westport
Para cenar decidimos buscar un sitio bien económico, que en Irlanda quiere decir fast food. Acabamos en el West Kebab, un restaurante que ofrece todo tipo de comida rápida, a parte de kebabs. Pedimos pollo frito y gambas rebozadas, acompañados con patatas. La comida era buena, pero no era la bomba. Junto con unos refrescos nos costó 18,15 €.
Cenando en West Kebab

4 comentarios:

  1. Me ha gustado lo de "sintiéndonos Burgueses" jajaja

    Al final, algunas visitas queno estaban en la lista o sin muchas expectativas acaban sorprendiendo para bien ;)

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    1. Si, precisamente por eso nos gustó Westport: no esperábamos nada de esta cuidad y acabó por encantarnos!
      Un abrazo!

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  2. Qué paisajes tan espectaculares, un gran viaje! Saludos

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    1. La verdad es que las fotos no hacen honor a los paisajes, son mucho mas bonitos al natural. Las rutas por carretera eran una gozada, es un pais para conducir despacio y disfrutar de las vistas.
      Saludos

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