12 de noviembre de 2013
Aquel día madrugamos de lo lindo para ver salir los globos aerostáticos sobre Göreme. Luego dedicamos gran parte de la jornada a hacer una excursión por el valle de Ihlara, un cañón con exuberante vegetación y con muchas iglesias excavadas en sus laderas. Por el camino también visitamos la ciudad subterránea de Kaymaklı, la catedral de Selime y el pueblo de Güzelyurt.
Ver Turquía 8: Capadocia III, Ihlara en un mapa más grande
Una de las actividades más típicas en la Capadocia es hacer un paseo en globo por sus valles. Pero no es una cosa barata, cuesta mas de 150 € por persona. Desechamos la idea del globo por el dinero, pero decidimos que al menos veríamos como se elevaban al cielo. El día anterior habíamos preguntado a los del hotel donde y cuando podíamos verlos. Nos indicaron que podríamos hacerlo desde un mirador que había cerca del hotel (el sitio exacto está marcado en el Google Maps) entre las 6:30 y las 7 de la mañana. Así que nos pegamos el gran madrugón y sin desayunar fuimos caminando hacia el mirador. Allí nos encontramos con bastante gente que había subido para ver los globos. Eran las 6:40 y a esa hora ya había muchos globos en el aire, mientras se veía como algunos se iban hinchando para salir pronto. Nos sorprendió ver el tamaño de las cestas de los globos, en ellas cabían muchas personas, una veintena quizás. Había globos con cestas más pequeñas y con menos pasaje, habíamos leído que el paseo en ellos era más caro. Al poco empezaron a surcar por el cielo decenas de globos, fue un gran espectáculo. El día empezaba a iluminar las formaciones rocosas de Göreme y los globos que se iban dirigiendo al horizonte. Fue muy bonito, lo recomendamos pese al madrugón.
globos elevándose cerca de Göreme
amaneciendo en Göreme, con Uçhisar al fondo
Después de ver los globos volvimos al hotel a desayunar. Aprovechamos para dejar ropa en el servicio de lavandería (15 TL/5 Kg de ropa); aquellos días en la Capadocia estaban siendo más calurosos de lo que habíamos previsto y apenas nos quedaba ropa de verano. Como el día anterior a Soğanlı, aquel día nos esperaba una larga jornada de coche hasta el valle de Ihlara. Antes de llegar queríamos parar para visitar una de las ciudades subterráneas que hay en el camino. Hay varias en la región, pero las más importantes son Derinkuyu y Kaymaklı, ambas patrimonio de la humanidad de la Unesco. No sabíamos cual de las dos elegir, ya que la primera es la más profunda y la segunda la más extensa. Al final decidimos visitar Kaymaklı sin ninguna razón concreta, pensamos que visitar las dos hubiera sido demasiado repetitivo.
ciudad subterranea de Kaymaklı
La ciudad subterránea de Kaymaklı fue construida en la época bizantina (entre el siglo V y X, no se sabe exactamente). En esa época, la Capadocia era una zona estratégica que estaba sometida a invasiones periódicas. Para protegerse, los habitantes excavaron estas ciudades subterráneas donde podían esconderse y sobrevivir largas temporadas. Tenían todo lo que necesitaban: almacenes para alimentos, pozos con agua, establos para animales, viviendas, iglesias... Un sistema de ventilación se encargaba de llevar el aire a los siete niveles en los que está dividido el complejo, de los que sólo se visitan los 4 primeros.
Kaymaklı
Después de pagar los 15 TL de entrada cada uno, nos adentramos en las entrañas de Kaymaklı. Había algunos guías que se ofrecían a hacer una visita guiada de una hora por 25 TL pero nosotros lo rechazamos. El interior de la ciudad subterránea puede ser claustrofóbico para algunas personas, pero no fue un problema para nosotros. El recorrido por Kaymaklı estaba marcado con unas flechas y en algunas estancias había carteles explicativos. Como el sitio era muy reducido, era fácil pescar las explicaciones de los guías de otras personas (curiosamente habían muchos que hablaban español). Eran curiosas las habitaciones de la gente, así como una iglesia donde podían rezar. En algunos puntos había unas grandes piedras redondas que servían para cerrar los pasadizos en caso que los invasores entraran en la ciudad. Kaymaklı nos gustó, pero nos pareció mas interesante por la historia asociada al lugar que no por el lugar en si.
puerta de piedrra
estrecho pasadizo
habitación con molino de grano
Volvimos al coche y condujimos directamente hasta el Valle de Ihlara (Ihlara Vadisi). De entre las estepas áridas que pueblan la región, surge este profundo cañón con tal exuberante vegetación que parece más bien un oasis. El acceso al Ihlara Vadisi está regulado y se hace a través de tres entradas, una en Ihlara, otra hacia la mitad del cañón y otra en Belisirma al final. Nosotros elegimos el de la mitad, porque pensamos que tendríamos más opciones para caminar de más o menos según las ganas que tuviéramos. Después de pagar las 8 TL de la entrada, empezamos a bajar por unas escaleras de madera hacia abajo del cañón. La verdad es que el sitio es espectacular: el cañón no es excesivamente profundo, pero hay un gran contraste entre el verdor de dentro y la aridez de fuera.
Ihlara Vadisi
Una vez abajo empezamos a caminar siguiendo el curso del río, en dirección norte, por un camino paralelo. El paseo fue muy agradable y el camino estaba tan bien acondicionado que no tenía ninguna dificultad. A lo largo del sendero había carteles que indicaban la dirección de varias iglesias. La primera fue la Ağaçaltı Kilise o iglesia Bajo el Árbol, con muchos frescos de motivos geométricos.
Ihlara Vadisi
paseando por el Ihlara Vadisi
Ağaçaltı Kilise
Para ver algunas iglesias hacía falta un poco más de esfuerzo, como la Sümbüllü Kilise o iglesia de los Jacintos, a la que se accede tras subir una larga escalera. Pero valía la pena. Forma parte de un monasterio del siglo X y en su interior hay bonitos frescos. También costaba de llegar a la Kırkdalmatı Kilise o iglesia de San Jorge, de finales del siglo XIII. Aunque la iglesia que mas nos gustó fue la Yılanlı Kilise o iglesia de la Serpiente, que tenía los frescos mejor conservados.
paseando al lado del río
entrada de la Kırkdalmatı Kilise
Kırkdalmatı Kilise
Sümbüllü Kilise, fachada
Sümbüllü Kilise
Yılanlı Kilise
Aunque había más iglesias, decidimos no ver ninguna más y disfrutar del paseo al lado del río. Llegamos hasta la última taquilla, la de Belisirma, tras una hora y media de caminata (incluyendo la visita a las iglesias). Regresamos por el mismo camino hasta la taquilla por la que iniciamos la excursión. Al final dedicamos tres horas al valle de Ilhara y nos gustó mucho. El cañón y su vegetación son muy bonitos, aunque a esas alturas ya estábamos un poco saturados del tema iglesias.
Ihlara Vadisi
Cogimos el coche y fuimos precisamente rumbo a Belisirma por la carretera. Habíamos visto que un puente atravesaba el valle de Ihlara por encima en ese pueblo y pensamos que habría buenas vistas. Antes de llegar a él, al lado de una curva de la carretera había un mirador un poco abandonado (lleno de basura y escombros) desde donde había una bonita vista del valle. Es chocante ver el contraste entre las alamedas del valle y los pastos secos de fuera. Eso nos hizo pensar en que Ihlara debía perder su gracia en invierno o a principios de primavera, cuando los árboles no tienen hojas y no crecen las hierbas del río.
vistas del Ihlara Vadisi cerca de Belisirma
Continuamos por la carretera y tras pasar Yaprakhisar vimos un enorme peñasco de roca acompañado de varios pináculos más pequeños agujereados con las típicas habitaciones troglodíticas. Era la Selime Katedrali, un gran complejo monástico con una famosa catedral. La entrada era gratuita con el mismo ticket del Valle de Ihlara. El sitio era enorme, con infinidad de habitaciones y pasillos excavados en la roca. Unas flechas dirigían la visita hacia el plato fuerte del lugar, la catedral de Selime. Las fotos no le hacen justicia, hay que pensar que toda la estructura de la catedral como el ábside y sus tres naves, las columnas, los relieves... todo fue excavado en la roca. La pericia de las gentes que hicieron aquello es impresionante. El interior debió estar cubierto de frescos de los que apenas queda nada. Es un lugar que bien merece una visita.
vista desde Yaprakhisar, con la Selime Katedrali al fondo a la izquierda
Selime Katedrali
interior de la Selime Katedrali
Aunque eran más de las 4 de la tarde, no habíamos comido nada desde el desayuno. Menos mal que éste siempre era muy abundante y podíamos aguantar bastante a lo largo del día. Pero en Selime nos empezó a entrar hambre. Al lado de la catedral había una especie de quiosco que vendía un poco de todo y hacían comidas. Pero a aquella hora la cocina debía haber cerrado y nos contentamos con una bolsa de patatas chips que fuimos comiendo en el coche hacia nuestro siguiente destino, Güzelyurt. Al igual que Mustafapaşa (que visitamos el día anterior), este pueblo fue habitado mayoritariamente por griegos hasta los años 20 del siglo XX, cuando hubo un intercambio de población entre Grecia y Turquía. Testimonio del pasado griego son sus particulares casas, decoradas al estilo griego. Aparcamos el coche y dimos una vuelta por el pueblo. Su casco antiguo es una sucesión de esas casas, la verdad es que era un lugar bonito y auténtico, recomendable si se tiene tiempo. En Güzelyurt son también muy famosas una serie de iglesias y monasterios cercanos, pero pensamos que ya habíamos visto suficientes monumentos de ese tipo y no los visitamos.
Güzelyurt
Ya estaba anocheciendo cuando decidimos volver a Göreme. Regresamos a nuestro hotel para descansar y después salimos a cenar. Nos alejamos un poco del centro de Göreme y acabamos en un restaurante un poco apartado y solitario llamado D'stiny (ahora vemos que según Tripadvisor, es uno de los mejores restaurantes de Göreme!). De primero pedimos un lahmacun para compartir (era un poco picante), y de segundo sebzeli güveç, un guiso de verduras y carne, y kiremitte kaşarlı köfte, con las típicas albóndigas köftes cubiertas de una capa de queso. Estaba todo muy bueno y la gente del restaurante era muy simpática y atenta. La cena nos costó 51 liras (unos 18 €). Un sitio totalmente recomendable!
lahmacun
nuestra cena!
0 comentarios:
Publicar un comentario