9 de noviembre de 2013
Aquel día abandonamos Estambul y volamos hacia la Capadocia, donde iniciaríamos una ruta de cuatro días en coche de alquiler. Antes de partir, teníamos una mañana en Estambul que dedicamos al barrio de Beşiktaş y en concreto al palacio de Dolmabahçe.
Por la mañana recogimos la maleta y la habitación, que había quedado un poco perjudicada tras cinco días de estancia y de que no pasaran ni un solo día a limpiar. Hicimos el check-out y dejamos el equipaje en la recepción para disfrutar mejor de nuestras últimas horas en la ciudad. Cogimos el tranvía y bajamos en Kabataş, en pleno barrio de Beşiktaş. Cerca vimos desde un parking aledaño la compacta mezquita de Bezmi Alem Valide Sultan Camii, también conocida como Dolmabahçe Camii, aunque no llegamos a entrar dentro.
Dolmabahçe Camii
Nuestro principal objetivo de la mañana era el palacio de Dolmabahçe o Dolmabahçe Sarayı. Éste fue la residencia de los sultanes otomanos desde el siglo XIX al XX, cuando adoptaron las costumbres de las grandes cortes occidentales. De esta forma, abandonaron las instalaciones del palacio de Topkapı y mandaron construir un suntuoso palacio rodeándose de un lujo desmesurado... al mismo tiempo que el gran imperio otomano se iba desmoronando. El precio de la entrada es de los caros en Estambul, 40 TL (casi 15 €) incluyendo la visita al harén.
Dolmabahçe Sarayı
Entramos al palacio por la puerta del Sultán, una monumental entrada que era toda una declaración de intenciones de lo que nos íbamos a encontrar dentro. Accedimos a los jardines de Selamlık, presididos por una bucólica fuente con figuras de cisnes. Al fondo está el edificio del palacio, donde encontramos una gran cola, ya que las visitas son guiadas. Se iban alternando tours en turco y en inglés, y los grupos en este último idioma eran muy numerosos. La visita se hace un poco a la carrera, dura solo 40 minutos y no se permiten hacer fotos del interior (increíbles fotos de 360º de muchas salas del palacio aquí). Pero fue interesante todo lo que explicó el guía: fuimos recorriendo los suntuosos salones, adornados con los mas lujosos materiales y regalos de otras cortes europeas. También había despachos y salas para reuniones igualmente lujosas. Era curioso ver como habían evolucionado las dependencias de los sultanes desde el palacio de Topkapı, donde se hacían evidentes las raíces árabes y musulmanes de los otomanos, al de Dolmabahçe, donde éstas habían desaparecido completamente. La verdad es que Dolmabahçe podía pasar como la residencia de cualquier monarquía europea del siglo XIX. La estancia más espectacular la dejaron para el final, la Sala de Ceremonias: era enorme y estaba ricamente decorada con relieves, pinturas, mármoles, cristal de Bohemia... Parecía una catedral!
puerta del Sultán, Dolmabahçe Sarayı
jardines de Selamlık, Dolmabahçe Sarayı
Dolmabahçe Sarayı
Para proseguir la visita hacia el harén, teníamos que salir del palacio y rodearlo completamente. Nuevamente, la visita es guiada y nos tuvimos que esperar media hora para el siguiente tour. Aprovechamos el tiempo para dar una vuelta por los jardines, muy cuidados y floridos. Allí encontramos un pequeño edificio al que entramos, era el Camlı Köşk, que tenía una amplia vidriera en la primera planta. Al principio pensamos que era un tipo de invernadero, pero leímos que era el sitio desde donde el sultán contemplaba los desfiles militares que se hacían en la calle aledaña del palacio. ¡Que comodón!
Cuando llegó la hora fuimos a unirnos al tour en inglés del harén de Dolmabahçe. La guía nos iba enseñando una habitación tras otra, cada una más lujosamente decorada que la anterior. Al final estábamos un poco saturados de tanta ostentación, la verdad es que con la visita al palacio es mas que suficiente, no recomendamos mucho la del harén. Lo único interesante de esta parte es el dormitorio donde pasó sus últimos días Atatürk, el padre de la república turca y verdadero héroe nacional. Al final le dedicamos al palacio de Dolmabahçe 3 horas y nos gustó bastante, auque como hemos comentado es prescindible la visita al harén.
Como todavía teníamos tiempo decidimos ir andando a ver el parque de Yıldız. Pero la verdad es que fuimos un poco felices, cuando llevábamos un rato caminando nos dimos cuenta que estaba mas lejos de lo que nos pensábamos. Así que decidimos olvidarnos de él y regresar al hotel para recoger el equipaje e ir con tiempo al aeropuerto. Antes de hacerlo decidimos comer algo sencillo en Sultanahmet. Encontramos una köftecisi en que ofertaba un bocadillo de köfte y un ayran por 8 TL. El köfte es una especie de albóndiga de carne picada con especias, y el ayran es una de las bebidas mas populares del país y puede definirse como un yogurt natural líquido y un poco ácido.
Nuestro vuelo hacia la Capadocia era con la compañía Atlas Jet, que unía Estambul con Kayseri. Escogimos esta compañía por que operaba en el aeropuerto Atatürk, más práctico por que se puede llegar en metro desde Sultanahmet. Con nuestro equipaje a cuestas cogimos el tranvía hasta la parada de Yusufpaşa, donde hicimos un largo transbordo por la calle hasta la estación de metro de Aksaray. Paradójicamente, la anterior estación de tranvía también se llama Aksaray, pero nos recomendaron hacer el transbordo en Yusufpaşa. Tardamos en total una hora bien buena en llegar al aeropuerto Atatürk. Después nos quedaba una buena caminata entre la estación de metro del aeropuerto y la terminal doméstica (la internacional es mas cercana).
El vuelo de Atlas Jet fue bien, incluso nos sorprendieron obsequiándonos con un trozo de pastel para comer. Llegamos al aeropuerto de Kayseri a las 18:30 h. Allí nos esperaba un empleado de First Rent a Car, la compañía local con la que habíamos alquilado el coche para aquellos cuatro días en la Capadocia. Nos llevó a la oficina que estaba cerca del aeropuerto a hacer el papeleo y pagar, 88 € (22 € por día, un precio que no encontramos en ninguna otra compañía). El coche que nos dieron fue un Hyundai i20 bastante nuevo, pero con algunas rayaduras en la carrocería (eso es una ventaja, ya que si le haces un pequeño rasguño, no se nota). Nos lo dieron casi sin combustible, así que lo primero que tuvimos que hacer fue parar en una gasolinera para llenarlo. Aunque la gasolina está más cara en Turquía que en España, pudimos tirar los 4 días con el depósito que llenamos.
Después de repostar nos dirigimos hacia Göreme, la que sería nuestra base en la Capadocia. Menos mal que en la oficina del rent-a-car nos dieron unas indicaciones, por que si no nos hubiera costado llegar hasta allí: primero tenías que seguir los carteles hacia Ankara, después los de Adana y Avanos y finalmente los de Göreme. En total, tardamos una hora larga entre Kayseri y Göreme.
Ver Turquía 5: Estambul V, Besiktas en un mapa más grande
Göreme nos pareció una ciudad construida únicamente para los turistas: restaurantes, hoteles, agencias de viajes, tiendas de baratijas... Lo único que nos recordó que estábamos en Turquía era su mezquita. Nos costó encontrar nuestro alojamiento entre la maraña de callejuelas, era el Sato Cave Hotel. Lo vendían como un alojamiento donde las habitaciones estaban en cuevas como es típico en la región, pero en realidad estaban en un edificio. Aún así, nuestra habitación estaba bastante bien, tenía calefacción y lavabo y era enorme. Una de las mejores cosas de aquel sitio eran los desayunos, recién hechos y muy abundantes. Pagamos 30 € por noche, un buen precio para lo que recibimos a cambio. Sin duda, recomendaríamos este sitio.
nuestra habitación en el Sato Cave Hotel
Después de dejar nuestras cosas en la habitación salimos a cenar. Como estábamos cansados de tanto ir de arriba a abajo, decidimos quedarnos cerca del hotel. En la cercana İsalı Caddesi había varios restaurantes con buenos precios, así que nos quedamos en uno de ellos, el Old Capadocia Pide Salonu. Como en muchos restaurantes turcos, para picar nos obsequiaron con pan, aceite de oliva y una masa rojiza muy picante. Después David pidió una pide la popular pizza turca, con gran variedad de ingredientes y con una típica forma fusiforme. En nuestro caso era de queso y de pastırma, un tipo de carne de vaca secada al aire (en Rumanía habíamos comido algo similar, llamada allí pastramă). Neus a su vez pidió mantı, una especie de raviolis típicos de Kayseri con salsa de yogurt. Ambas cosas estaban muy buenas, pero los raviolis estaban un poco aguados. Junto con agua y una Efes, la cena nos costó 32 TL (unos 12 €).
nuestra cena
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